Los cálculos del bacheletismo son que un tercio de los 278 mil votos que obtuvo Velasco son de simpatizantes de derecha, desencantados con Allamand y quienes podrían irse con Longueira o bien con Parisi. Los otros dos tercios son una incógnita, pero podrían llegar a Bachelet.
El lunes, la sala de reuniones del comando de Michelle Bachelet en calle Tegualda estaba preparada para recibir a la directiva DC, es decir, entre cinco y siete personas. Sin embargo, esa mañana llegaron 14 dirigentes a la cita con la candidata, entre ellos Yasna Provoste, Gabriel Silber y los hermanos Ricardo y Ximena Rincón. Los encargados de logística de la casona tuvieron que ingeniárselas para sacar sillas de otras oficinas y poner más café.
En el bacheletismo comentaban en voz baja que si en su primera candidatura presidencial el 2005, la DC que presidía Adolfo Zaldívar se demoró 50 días en apoyarla -tras la bajada de Soledad Alvear-, en esta ocasión se tardaron apenas dos minutos. Claudio Orrego fue el primero en reconocer el domingo la victoria de Bachelet e ir a respaldarla esa misma noche junto al timonel del partido, Ignacio Walker, quien al día siguiente fue a desayunar al comando.
Según testigos fue una reunión muy cordial, donde sus ex ministras Provoste y Laura Albornoz no escatimaron en elogios a la ex mandataria. También estaban otros DC-bacheletistas como Aldo Cornejo -quien nunca estuvo convencido de la candidatura de Orrego- y Víctor Maldonado, el nexo entre el partido y la ex presidenta. El único episodio tenso de la cita ocurrió cuando Sergio Espejo, quien fuera jefe de campaña del ex alcalde de Peñalolén, le propuso a Bachelet incorporar en su programa la propuesta de un impuesto negativo al ingreso que entrega un beneficio a las mujeres que trabajan y que se encuentren en el 60% más pobre. Bachelet le respondió que su encargado económico, Alberto Arenas, había analizado el tema, pero que era muy costoso, casi la mitad de lo que recaudaría su reforma tributaria. “Dígale al negro Arenas que estudie más la propuesta…”, rebatió Espejo.
Lo cierto es que en la DC y en el bacheletismo coinciden que luego que la candidata arrasara en las primarias -con una votación que abrió la posibilidad de que triunfe en primera vuelta-, la incorporación del partido no pasa por la inclusión de ideas programáticas, donde hay cierta coincidencia -salvo en temas puntuales como el lucro en los colegios- sino por la negociación parlamentaria y la necesidad de que Bachelet recorra el país apoyando abiertamente a los candidatos de la falange. “Bachelet no nos necesita para ganar, sino para gobernar”, resume un alto dirigente del partido.
Pese a la dura e inesperada derrota de Orrego, analistas electorales plantean que el 2014 la DC seguirá siendo la bancada más grande de la Nueva Mayoría. Y aunque puedan perder algún senador, lo más probable es que mantengan o aumenten su número de diputados: hoy tienen 19 y las negociaciones del pacto les otorgaran 45 distritos, y 20 de ellos elegibles. Y si el partido corrió a apoyar a Bachelet, fue por la inquietud que les generaba que los candidatos PS y PPD ya estuvieran haciendo campaña con ella. En Santiago Poniente, si Guido Girardi aparecía en todos los carteles con la ex mandataria, su contendor DC Alberto Undurraga apenas tenía folletos con Orrego. En Santiago Oriente, a la gente de Alvear le preocupaban las fotos de Bachelet con el PS Carlos Montes. Por eso el martes a primera hora la senadora agendó una actividad en terreno con Bachelet, en la que se vistieron iguales.
En la DC sostienen que el apoyo estratégico de Bachelet en algunas zonas a candidatos de sus filas podría permitir doblajes y atraer votos huérfanos del independiente Andrés Velasco e incluso del RN Andrés Allamand que no votarán por el UDI Pablo Longueira.
Asesores de Bachelet señalan que si bien ella puede ganar perfectamente por la izquierda sin necesidad de la DC, era preferible sellar cuanto antes la incorporación del partido, para mostrar diversidad en la nueva coalición. “Le irritaba que la llamaran la candidata del PS, el PPD y el Partido Comunista, más aún cuando le sumaban el MAS y la IC”, señalan quienes han conversado con ella. También quiso dar un respaldo inmediato a Ignacio Walker para evitar que escalara la crisis por los cuestionamientos hacia su gestión y su obstinación en llevar candidato propio. El temor es que la caída de la directiva podría empañar la imagen de victoria en el bloque y retrasar el cronograma de campaña de Bachelet. El domingo, tras los primeros resultados, el jefe del comando de Bachelet, Rodrigo Peñailillo, llamó a Walker especialmente para decirle que le tenía su credencial vip en el Hotel Plaza San Francisco donde estaba la candidata y que ella quería recibir primero que nadie a ese partido en el comando. Un contraste con el PRSD de José Antonio Gómez, con quienes recién se agendó una reunión para este jueves.
La tarde del martes, el presidente de la DC y el presidente del PS Osvaldo Andrade conversaron durante más de una hora en una salita contigua a la cafetería de la Cámara de Diputados. Y si en ocasiones anteriores se habían recriminado errores, la conclusión ahora es que el desembarco de la DC en el comando había salido perfecto. Para el 10 de agosto se programó la proclamación oficial, evento al que están convocados los ex presidentes Patricio Aylwin y Eduardo Frei, y todos los próceres del partido.
VELASCO EN LA OTRA VEREDA
Si los gestos de Bachelet a la DC fueron evidentes -y quedaron reflejados en el afectuoso abrazo que le dio a Orrego la noche de las primarias-, la distancia con Velasco también. En el comando consideran que el candidato se equivocó al hacer una campaña marcada en mostrar diferencias con Bachelet, desde el eslogan “voy aunque venga” a sus reparos a casi todas las propuestas de la ex mandataria, virando hacia la derecha del espectro político.
La molestia del bacheletismo hacia el ex ministro de Hacienda se hizo patente la noche de la victoria con los comentarios que abundaban entre los invitados al hotel donde estaba la candidata. Cuando las pantallas de televisión instaladas en la carpa especialmente acondicionada mostraron la primera cifra, donde Velasco aparecía segundo, se escuchó un murmullo generalizado y los primeros abucheos. “No me gusta el que va segundo”, decía el ex ministro Francisco Vidal. “Muchas veces discutí con Velasco por sus políticas tecnocráticas y elitistas”, comentaba Girardi. Luego, cuando el candidato dio la conferencia, agradeciendo a sus votantes, varios le reprochaban lo que se tardó en nombrar a Bachelet. “Este hombre es tan soberbio que es capaz de no venir”, decía la PS María Teresa Chadwick. “No lo aplaudan, no lo aplaudan”, señalaba el alcalde PPD Carlos Cuadrado a los pocos que esbozaron elogios tras sus palabras. Velasco fue el último en llegar a felicitar a Bachelet, y aunque los aplausos superaron a las tibias pifias de los concurrentes, una adherente que estaba en el público alcanzó a gritar: “¡Presidenta, no deje que le fijen la agenda!”.
Según el diputado PPD Pepe Auth, es acotado el margen que tiene Bachelet para ceder en sus ideas programáticas e incluir las propuestas de los sectores liberales. Ya que cuenta con el respaldo ciudadano, la candidata se mantendrá a firme con sus anuncios en materia tributaria, de reforma educacional y reforma constitucional. Por lo que en esas áreas es difícil que puedan permear las propuestas de Velasco. La candidata sólo ha dejado abiertas sus definiciones en el ámbito de la asamblea constituyente y el matrimonio gay, temas más valóricos y donde podría acoger distintos puntos de vista.
Velasco ya anunció que, aunque votará por ella, no llamará a sus simpatizantes a hacerlo ni trabajará en su comando ni en su eventual gobierno. Asimismo, muchos de los miembros de su equipo ya anunciaron en redes sociales que Bachelet no cuenta con su voto. En el comando de Velasco dicen que a ellos les gustaría incidir con ideas, pero que hasta el miércoles 3 no habían sido invitados a reunirse con la candidata para acordar puntos en común.
Los cálculos del bacheletismo -que coinciden con los del oficialismo- son que un tercio de los 278 mil votos que obtuvo Velasco son simpatizantes de derecha, desencantados con Allamand y quienes en noviembre podrían irse con Longueira o bien con el independiente Franco Parisi. Los otros dos tercios son una incógnita, pero podrían llegar a Bachelet. El arma de ella para recogerlos sería elaborar propuestas en materia de reformas políticas y así desmarcarse de la “viejas prácticas políticas”, frase que el candidato independiente enarboló como bandera de lucha. En ese sentido, explican en su entorno, a Bachelet le juega a su favor ser percibida como candidata ciudadana alejada de los políticos tradicionales.
Según concuerdan los análisis, en la Nueva Mayoría si a Velasco le favoreció su discurso de renovación política y la llegada de su esposa, la periodista Consuelo Saavedra, a las zonas populares donde él era desconocido, a Orrego le jugó en contra centrar su campaña en temas valóricos conservadores que no movilizan al electorado, así como su poca claridad para posicionarse respecto a Bachelet. Pese a la baja votación que obtuvo, la importancia de la DC para darle diversidad al comando es reconocida incluso entre figuras que están a la izquierda en la coalición como el senador del MAS Alejandro Navarro, quien señaló en CNNChile que “sin la DC, la Nueva Mayoría es la Unidad Popular”.