"Yo enfrento las elecciones con total humildad. He ganado y he perdido. Pero modestamente, objetivamente, creo que tengo ese potencial. Siempre hay personas que pueden jugar un rol para expandir la frontera electoral"
"¿Si yo habría estado dispuesto a ser generalísimo de Pablo Longueira? Mi respuesta es sí, sin duda alguna"
"No hay duda que la Coalición por el Cambio retrocedió durante estos cuatro años, y de hecho, terminamos compitiendo en la primaria como Alianza"
"En el discurso que yo tenía pensado, mi planteamiento hubiera sido darle a Pablo Longueira el rol más destacado que él hubiera querido (...) Esa noche habría dicho que, junto con la UDI, llamábamos a formar la Coalición Popular"
El día después de perder la elección senatorial de 1997, le preguntaron a Andrés Allamand cómo se sentía. “En el infierno”, fue su respuesta, dicho lo cual comenzó su célebre “travesía del desierto”: siete años lejos de la política.
Dieciséis años después, tras otra dolorosa derrota electoral, Andrés Allamand (57) asegura que se siente muy lejos del infierno. Esta vez reemplazó el desierto metafórico por uno real, y la travesía por una escapadita. Pasó un par de jornadas en San Pedro de Atacama para volver no al séptimo año, sino al séptimo día, cuando sorprendió al mundo político al anunciar su candidatura a senador por Santiago Poniente.
Fue el primer golpe de su contraataque. En esta entrevista, lanza el segundo: su plan para reconstruir su sueño de una derecha liberal, que conquiste a los moderados, se alíe con la DC y ocupe el centro. Un sueño para el que incluso tiene nombre: “Coalición Popular”. Y en que él, claro está, ocupa un rol protagónico.
-Acaba de perder una dolorosa elección primaria y hace exactamente lo opuesto del 97: ahora vuelve de inmediato. ¿Por qué?
-Los futbolistas dicen que las penas del fútbol se pasan con fútbol, y yo creo que las penas de la política se pasan con más política. Por supuesto que es duro perder una elección presidencial, más cuando es por un margen tan estrecho, pero aquí es donde se juegan las convicciones y la vocación.
-¿Cuál es la diferencia, por qué ahora quiere buscar la revancha?
-Influyen muchos aspectos, mi situación personal hoy es muy distinta. Pero la gran diferencia es el gigantesco desafío que tenemos por delante, al que creo que nadie se puede restar. Creo que tengo un rol muy importante que jugar, mucho más que el 97. Ese año la centroderecha tuvo un buen resultado electoral, más allá de que a mí me haya ido mal. Hoy, estamos en una situación política muy adversa. En consecuencia, debo hacer mi mayor esfuerzo para aportar el máximo a revertir esa situación. Por lo tanto, si en 1997 no tenía un papel fundamental que jugar, modestamente creo que en esta oportunidad sí lo tengo.
-¿Y por qué considera que es tan importante su papel, por qué no puede hacerlo otro?
-Digamos las cosas como son: cuando partí, nadie daba un peso por esta candidatura, parecía una aventura. Y finalmente terminamos perdiendo por un puñado de votos, ganando de la Octava Región al sur, en la Segunda, en la Cuarta… Fui capaz de poner en un pie de igualdad a RN, convocar a una enorme cantidad de gente y objetivamente hablando el resultado de la primaria da cuenta de un liderazgo fortalecido de carácter nacional.
-¿Y por qué ir al Senado en una zona sin riesgo de doblaje y donde ya había una candidata, nada menos que la vocera de su campaña presidencial?
-Porque vi la situación de Santiago Poniente, que, objetivamente, es dramática. Los resultados no mienten: la Concertación cuadruplica a la Alianza en Santiago Poniente. Y yo estoy seguro de que le voy a aportar votos a Pablo Longueira. El propio candidato, más allá de las reacciones adversas de algunos dirigentes de la UDI, apoya plenamente mi postulación y tiene perfectamente claro que le puedo aportar un enorme caudal de votos, y que, además, si no recuperamos esa votación en Santiago Poniente, no hay posibilidad de ganar la elección presidencial.
"SOY QUIEN MÁS PUEDE CONQUISTAR EL CENTRO"
Andrés Allamand repite la palabra “yo”. Pero, tal vez como antídoto contra el personalismo que suelen achacarle sus críticos, también usa la muletilla “objetivamente”, para apoyar cada uno de sus diagnósticos. Se le ve entusiasta hasta en la paleta cromática: en su regreso a Santiago ha elegido corbatas de colores vistosos. La de hoy es morada. La de ayer fue rosada.
“Yo sigo pensando que se le puede ganar a Bachelet, y que la elección sigue abierta. Sería absurdo decir que la situación está mejor. Está muy adversa. Pero se puede ganar”.
-¿Está más adversa porque Bachelet sacó muchos votos, o también porque la Alianza escogió a un candidato muy a la derecha?
-Primero, porque Bachelet sacó muchos votos. Y en segundo lugar, y ahí viene de nuevo cómo yo aprecio mi rol en la campaña, yo estoy convencido de que la persona que más puede conquistar electorado de centro o independiente soy yo. Y creo que desde una posición de alta visibilidad, como es la candidatura por Santiago, uno puede irradiar al resto del país. Yo no tengo dudas de que la persona de la centroderecha que más convocatoria tiene, hacia el mundo independiente, hacia la Democracia Cristiana y hacia lo que representó Andrés Velasco, soy yo.
-Veo que la autoestima está intacta. Porque venir de una derrota y pensar que igual es factor fundamental…
-Al revés, yo enfrento las elecciones con total humildad. He ganado y he perdido. Pero modestamente, objetivamente, creo que tengo ese potencial. Siempre hay personas que pueden jugar un rol para expandir la frontera electoral. Por ejemplo, en 1999, Ricardo Lagos nombró a Soledad Alvear generalísima de su campaña, porque ella frenaba el drenaje de votación DC hacia Lavín.
-¿Longueira nunca le pidió que fuera su generalísimo?
-No.
-¿Debió hacerlo?
-Es que, a ver… nunca me lo plantearon, nunca me lo sugirieron, y las decisiones en esa materia ya están adoptadas.
-¿Estaba dispuesto a ser generalísimo de Longueira?
-Por supuesto que sí. Y creo que habría podido contribuir mucho a expandir el electorado. Pero jamás se me ofreció tal alternativa y creo que puedo jugar el mismo rol como candidato a senador por Santiago.
-¿O sea, considera que está ayudando a Longueira desde otra posición, aunque él mismo no lo quiso?
-Estoy contestando una pregunta directa: si yo habría estado dispuesto a ser generalísimo de Pablo Longueira. Mi respuesta es sí, sin duda alguna.
EL DISCURSO QUE NO FUE
La casa que Allamand comparte con su esposa Marcela Cubillos en Los Trapenses casi no tiene rastros del fragor de la campaña recién perdida. Apenas dos calendarios (uno de pared y otro de bolsillo) sobre la mesa de centro, con la estrella y el lema “Allamand Presidente, firme contigo”.
Él repite el diagnóstico que hizo en la noche de la primaria y que tanto irrita a la UDI: que perdió la elección en el barrio alto. O sea, entre sus vecinos. Los mismos entre quienes Andrés Velasco ganó en la primaria de la Nueva Mayoría.
“La cantidad de personas que me dicen que votaron por Velasco y hoy están arrepentidas es enorme”.
-¿Y cada vez que le dicen eso, no piensa que si hubiera hecho un gesto hacia el centro, hacia los liberales, pudo haber ganado?
-Yo soy una persona de convicciones. En qué habría podido existir ese gesto. Yo no soy partidario del matrimonio homosexual. Creo que sería un gravísimo error legalizar la droga. Y soy contrario al aborto. Entonces, en los tres ejes donde se ha establecido la frontera un tanto artificial entre liberales y conservadores, yo fui fiel a mis convicciones.
-¿O sea, está del lado conservador en los tres puntos?
-Es que a mí me parece que es absurdo ponerlo en el lado conservador. Ésta es la historia de mi vida política. Cuando yo planteé que había que reformar la Constitución, terminar con los senadores designados, la propia derecha me crucificó. Cuando planteé el AVP, fui objeto de críticas severas. Y al cabo de poco tiempo, ya no hay nadie que no esté de acuerdo con eso.
-¿No había otras formas de acercarse al centro? Por ejemplo, hablar de dictadura...
-Creo que mi récord de impulsar la transición a la democracia, y de rechazo a las violaciones de derechos humanos es lo suficientemente explícito. Mas aun, eso es lo que me acarrea hasta hoy mucho rechazo en los sectores de derecha más dura. Lo que yo estoy anticipando es la discusión que se dará en septiembre, por los 40 años del golpe militar. Considero que la izquierda no debe escribir unilateralmente la historia. Y bajo el concepto de dictadura (que nadie lo puede discutir bajo el punto de vista de la ciencia política), lo que hay es una tremenda exoneración de responsabilidad de todos los elementos que condujeron al golpe militar, y una voluntad de no admitir ninguno de los logros de esa administración. Las violaciones a los derechos humanos fueron brutales y abusivas, pero yo no acepto que el período más complejo de la historia de Chile en el siglo pasado se encapsule en una sola palabra. Y estoy preparado para esa discusión.
-¿Quiere darle una segunda oportunidad a su proyecto de los noventa -de crecer hacia el centro- que se truncó?
-Ese proyecto llegó a La Moneda con Sebastián Piñera. Lejos de quedar trunco, es el proyecto al que yo he dedicado mi vida, y que obtuvo el único triunfo de la derecha desde 1958. La idea de una centroderecha amplia, con personas como Fernando Flores, gente de la DC…
-Que duraron bien poco…
-A eso voy. No hay duda que la Coalición por el Cambio retrocedió durante estos cuatro años, y de hecho, terminamos compitiendo en la primaria como Alianza. Estoy convencido de que no debemos enfrentar la elección presidencial bajo el nombre Alianza, y mi propuesta es que lo hagamos como Coalición Popular. Deberíamos generar vínculos rápidos con el PRI, con los movimientos regionales, con Franco Parisi. Yo creo que Parisi va a ser un factor en la elección, deberíamos establecer puentes, porque esos votos no son de la Concertación.
-¿Parisi le quitará votos a Longueira?
-Parisi atrapa votación independiente y de centroderecha. Entonces, lo que yo habría hecho es lanzar la Coalición Popular como una reformulación de la amplitud que se requiere para ganar la elección presidencial.
-¿Esta Coalición Popular también debería tratar de captar a la gente que estuvo con Velasco?
-Sin duda. Yo siento mucha afinidad con planteamientos de Velasco. Él fue muy certero en el tema de las malas prácticas. Chile necesita aportes de buena política, y ésa es otra razón más para postular al Senado. Cuando la Concertación dice que Velasco en materias económicas tiene un pensamiento de derecha, yo creo que dice toda la verdad; yo no tengo grandes diferencias con él. Por lo tanto, hacia adelante hay que buscar esa afinidad.
-¿Y qué pasa con la Democracia Cristiana?
-Yo veo el futuro con una centroderecha ampliada hacia el mundo liberal, que ojalá se organice en torno a un partido, hacia los independientes, y hacia la Democracia Cristiana. Yo me pregunto qué tiene que hacer un votante democratacristiano en una coalición en que el PC es parte del gobierno, que propone una política anticrecimiento y antiempleo. Que en educación, y éste es un tema que va a estar presente, la propuesta de Bachelet concluye en que se termina la educación subvencionada…
-Lo que propone es terminar con el lucro y el copago…
-Uno puede decir las palabras como quiera. Cuando ella dice que se termina el lucro, yo prefiero decir que se termina el emprendimiento privado. Y en el caso del copago, uno puede decir que se termina el derecho de los padres a aportar a la educación de sus hijos. Objetivamente, con esto se acaba la educación particular subvencionada. Entonces, yo creo que la dirigencia DC se va a aferrar a la candidatura de Bachelet. Pero si Longueira tiene un planteamiento abierto, hay una posibilidad concreta de convocar a sus votantes. Para eso hay que generar diversidad, y ése es el defecto de la centroderecha: le cuesta demasiado.
-Pero lo que se vio en su campaña fue una apelación al voto duro de derecha, no al centro.
-En una primaria, hay que expresar otra idea, que es la de unidad del sector. Quizás en el mensaje fluyó más la idea de la unidad que la idea de esta mayor apertura.
-¿Qué hubiera pasado la noche del 30 de junio si usted hubiera ganado?
-En el discurso que yo tenía pensado, mi planteamiento hubiera sido darle a Pablo Longueira el rol más destacado que él hubiera querido. Además, les habría notificado a los partidarios que iba a ejercer plenamente la libertad para atraer a los sectores que necesitamos para ganar, y que necesitaba esa autonomía para convocar a la mayoría. Esa noche habría dicho que, en conjunto con la UDI, llamábamos a formar la Coalición Popular, y el concepto de popular es una señal muy clara respecto al mensaje de nuestro partido aliado. Eso es lo que yo habría dicho.
"EL CENTRO HAY QUE OCUPARLO"
-Pero ganó Longueira. ¿Esperaría que tome esta idea?
-Todavía hay tiempo para hacerlo. Creo que no hacerlo sería un error y estoy 100% dispuesto a usar todo mi capital para avanzar en esa línea desde ahora.
-Parece que lo ve más bien como un proyecto a largo plazo.
-Yo todavía creo que esta elección se puede ganar. Pero creo que se va a redibujar el escenario político chileno. La izquierdización ideológica de la Concertación es un hecho. Bachelet va a hacer un gobierno mucho más a la izquierda que el anterior. No veo a nadie que juegue el papel de Pérez Yoma o de Velasco. El rol de Edmundo Pérez en el gobierno de Bachelet fue de extrema importancia para aportar sensatez y equilibrio.
-¿En ese escenario polarizado, se puede construir una alternativa de centro?
-Ciertamente hay que expandir esa frontera. Mi candidatura presentó una postura completa para acercarse a la clase media, por ejemplo en el tema de los abusos. Yo creo que ese proyecto está vigente, y ojalá lo podamos hacer desde ahora.
-¿Desde el Senado? ¿Desde la presidencia de RN?
-Desde todos los lugares. Lo ideal es que lo hagamos desde el gobierno. Si no, habrá que hacerlo desde otras instancias. Esta idea va mucho más allá de RN. No hay dos opiniones: el centro político está vacante. Entonces, hay que ocuparlo.
-¿Y usted es la mejor persona para liderar esto? ¿Por qué no Sebastián Piñera?
-A ver, resulta tan arrogante para una persona que acaba de perder, aunque sea por poco, una elección, decir yo soy la persona más adecuada. Eso se verá más adelante. A mí me importa impulsar esta idea. Sí veo que en el futuro Congreso debemos entrar en una fase nueva de la democracia de los acuerdos, como la que me tocó protagonizar con Sebastián Piñera a principios de los noventa.
-¿El acuerdo por el binominal es un paso para esta alianza con la DC?
-El procedimiento estuvo mal. Yo hubiera partido hablando con la UDI y con Pablo Longueira. Pero sin duda ayuda a tender puentes, porque en el binominal el partido más damnificado es la DC. Es claro que vamos a avanzar. Se dio un paso decisivo para mejorar el sistema electoral.
-¿Si no se reforma el binominal, la DC se muere?
-Absolutamente.
-¿Y hay que evitar eso?
-La proposición que yo hice sobre reforma electoral tiene varios objetivos. Y uno de ellos es favorecer, y lo digo con todas sus letras, las opciones de centro. Por eso yo privilegio los distritos de cuatro diputados, que favorecen a las opciones moderadas.
-¿El futuro está en la alianza con la DC, entonces?
-Nosotros tenemos que tender puentes hacia la Democracia Cristiana. En la centroderecha ha habido siempre dos posiciones. Muchas veces he escuchado a dirigentes de la UDI que sostienen que se debe absorber a la DC. Yo tengo una posición diferente: nuestro objetivo político debe ser una alianza con la DC.