"Él puede tomar decisiones. No está internado como se ha especulado, tampoco está dopado. Está consciente de la situación"
"Yo no atribuyo lo que sucedió necesariamente a lo que ocurrió en la primaria. Estas cosas pasan por razones inexplicables; para los creyentes por designios de Dios, para otros por cosas del destino"
Gonzalo Cornejo reconoce que está impactado con la decisión de Pablo Longueira de bajar su candidatura presidencial por estar afectado de una severa depresión. “Fue sorpresivo para todos”, asegura quien fuera uno de lo colaboradores más cercanos al ex presidenciable de la UDI durante los 57 días que duró la campaña de primarias, la cual se coronó inesperadamente con el gremialista derrotando a Andrés Allamand.
Hoy Cornejo cuenta con dolor que desde Santiago coordinó junto a la familia -que se encontraba con Longueira en Melipilla- y al círculo más íntimo del ex candidato la forma en que se comunicaría a la opinión pública su decisión. Pero asegura que tarde o temprano su amigo de más de 30 años se recuperará y volverá al servicio público.
-Usted estuvo junto a Longueira durante toda la campaña. ¿No notó nada extraño durante este tiempo?
-Conozco a Pablo hace mucho tiempo, y quizás soy una de las personas que más le insistieron en que debía ser candidato presidencial. Él siempre encontró buenas razones o personas mejor posicionadas o calificadas que él para no asumir ese desafío, pero siempre al final de la conversación reconocía que si él sentía íntimamente que no había otra alternativa mejor que él, no iba a eludir la responsabilidad e iba a asumir el desafío presidencial. Contra su voluntad, y sin el hambre natural y legítima que tienen normalmente los políticos de querer ser un presidenciable, terminó aceptando la candidatura.
-¿O sea aceptó la candidatura a contrapelo?
-Diría que asumió porque sintió que no podía decir que no. Si él hubiese querido ser candidato presidencial de la UDI lo hubiera sido hace mucho tiempo. Y estoy hablando de esta elección, no de la elección de 2007 en que también lo podría haber sido. Él fue el que abrió la posibilidad de que dentro de la UDI se optara por un candidato independiente e, incluso, en ese minuto apeló al nombre de la UDI: Unión Demócrata Independiente.
-Una vez que aceptó la nominación de la UDI, ¿se sintió cómodo como candidato presidencial?
-No estaba cómodo, creo yo, con la forma en que llegó a ser candidato. Fue una petición unánime del partido después de un episodio muy duro y doloroso humana y políticamente hablando para Laurence Golborne. Pienso que esa fue su mayor incomodidad. Pero él también entendía que no había tenido ninguna responsabilidad en esos hechos ni participación alguna en esa decisión. Frente a ese escenario, cuando la UDI se lo pide sintió que era ineludible y aceptó sin medir cálculos fríos, sin medir consecuencias posibles ni efectos colaterales que pudiesen perjudicar su carrera o imagen política.
-¿Lo que sucedió es el costo de una campaña relámpago?
-No sé si será el costo, porque yo no atribuyo lo que sucedió necesariamente a lo que ocurrió en la primaria. Estas cosas pasan por razones inexplicables; para los creyentes por designios de Dios, para otros por cosas del destino o porque finalmente el organismo en algún minuto da una señal y ocurren estas cosas. Lo que sí sé, porque lo viví es que él en los 57 días de primaria tomó esto con un sentido de responsabilidad y de jugarse no al 100, sino al 1000% por un desafío que le había tocado asumir por esta petición de la UDI con un objetivo muy claro: que hubiese un segundo gobierno de la Alianza, en el convencimiento de que eso era lo mejor para Chile.
-¿No piensa que fue un error, dado los antecedentes que tenía de otros episodios en que también estuvo estresado y angustiado, ir a esta primaria extenuante y no apostar a la primera vuelta, como él mismo propuso en un comienzo?
-Muchas de las decisiones de Pablo en política han sido opciones tomadas no pensando qué es lo que más le conviene a él, sino qué es lo que más le conviene al sector. Asumir la candidatura en las condiciones que la asumió es una decisión que claramente tiene costos. Pero él se convenció de que era muy importante dar una señal de unidad en ese minuto ya que acercaba al sector a conseguir su objetivo último: lograr un segundo gobierno de la Alianza. Lo hace aun sabiendo que será una candidatura corta y cuesta arriba, una misión casi imposible.
- ¿No cree que el desenlace hubiera sido distinto si se hubiese optado por llegar hasta la primera vuelta?
-La verdad no creo que este cuadro de depresión mayor que está viviendo Pablo tenga que ver con el hecho de haber sido muy intensa la campaña primaria. Lo vi trabajar con una intensidad inaudita en Economía y nunca manifestó el problema que tiene hoy. Le tocó ahora, pero no sé por qué… no sé, le tocó.
-Si no fue la campaña, ¿en qué momento entonces empieza a mostrar los primeros signos en que usted dice “algo está pasando, no lo veo bien”?
-Creo que los primeros síntomas de que algo no estaba bien fue a fines de la semana pasada.
-¿Por algún hecho en particular?
-No. Él terminó muy cansado luego de la campaña primaria, pero tras el triunfo vinieron semanas de relativa normalidad, menos intensidad, tuvimos varias reuniones de análisis, de proyección, de ir avanzando en escenarios de unidad. Lo que sí sentíamos es que efectivamente Pablo estaba muy cansado. Por eso todos coincidimos en que era importante que se fuera a descansar.
-¿No les llamó la atención que se tomara vacaciones? Mucha gente lo cuestionó.
-No había ninguna duda, desde Joaquín Lavín para abajo todos estábamos con ganas de desaparecer una semana, de descansar y desconectarnos, sobre todo por lo intenso que era el desafío que venía hacia adelante. De hecho, originalmente habíamos pensado que tomara dos semanas de vacaciones, finalmente las fue acortando, precisamente por esta capacidad de trabajo que tiene Pablo. Al final partió el jueves de la semana pasada a Melipilla.
-¿Ahí ya notó que algo andaba mal?
-Ahí ya se fue como muy… Hoy día me doy cuenta de que era algo más que cansancio.
-Hay quienes plantean que el cáncer que sufre el hijo menor de Pablo Longueira fue determinante en la situación que enfrenta hoy.
-Creo que no. Él mismo ha reconocido que vivieron días muy duros y sé que fueron momentos terriblemente dolorosos para él y su familia. Pero ha sido un dolor que ha ido superando con el cariño de su mujer y sus hijos. A mí no me cabe la menor duda de que de este nuevo episodio que es muy doloroso para él, para su familia y para nosotros que lo queremos mucho se va a volver a recuperar y vamos a tener Pablo Longueira ojalá para mucho rato.
LOS DÍAS EN MELIPILLA
-¿Cómo ha vivido sus días en Melipilla? Hay versiones que aseguran que en cuatro días Longueira no durmió, que no paraba de llorar y que tuvo crisis de pánico.
-Me parece morboso especular sobre cuáles fueron los síntomas o cómo se grafica este estado de depresión mayor. Lo que sí sé es que esta decisión se tomó de forma muy responsable. Pablo partió al campo el jueves 11 de julio. El viernes de la semana pasada lo fue a ver un especialista en este tipo de enfermedades y le diagnosticó inmediatamente una severa depresión. Se le prescribieron algunos medicamentos.
-¿Con la esperanza de que pasara el cuadro o desde un comienzo el doctor estableció que era un cuadro de más largo plazo?
-Tenía la esperanza de que hubiese alguna evolución positiva y finalmente fuera algo superficial. Son enfermedades difíciles de determinar, incluso por un especialista. Entonces lo primero es un diagnóstico, luego un tratamiento y esperar la evolución. Pero el sábado ya había por parte del doctor un diagnóstico de algo que no era menor.
-¿Quiénes estaban al tanto de esta situación?
-Su señora, sus hijos y sus padres. También lo sabían sus amigos más cercanos, gente que tiene su confianza más allá de lazos políticos. Lo acompañó Andrés Chadwick en su calidad de amigo y no de ministro del Interior, también estuvieron con él Cristián Leay y Joaquín Lavín, quienes lo visitaron en Melipilla.
-Una vez tomada la decisión, ¿cómo proceden? Él no está en condiciones óptimas para ponerse a coordinar.
-Él puede tomar decisiones. No está internado como se ha especulado, tampoco está dopado. Está consciente de la situación. Éste es un tema donde hay una decisión médica con un diagnóstico contundente y una decisión fundamentalmente familiar, donde existe una convicción de la gente más cercana de que no es posible continuar la campaña, cosa que él finalmente comparte.
-¿Cuánto le costó a Longueira tomar esta decisión?
-Durante esos días Pablo vivió una lucha intensa de querer, pero no poder. Eso debe ser lo más doloroso para él en términos de sentir la gran responsabilidad que tenía, pero que su organismo no daba.
-¿Hoy cómo esta él? ¿Se siente más aliviado?
-Tal como expresaron sus hijos, hoy Pablo está enfermo. Esto no es una cosa menor o una cosa morbosamente grave como algunas partes han tratado de instalar. Él está objetivamente enfermo como lo diagnosticó su médico y creo que con el esfuerzo personal, con el apoyo y el cariño de su familia y sus amigos se va a recuperar.
-¿Es el retiro definitivo de Longueira de la política?
-Eso sólo lo sabe Dios. Yo no sé cómo ni cuándo, pero estoy seguro, porque lo conozco, que se va a recuperar y que lo vamos a recuperar para Chile y para el servicio público. Creo que personas tan notables como Pablo Longueira no pueden estar alejadas del devenir de Chile. No es casualidad que sea el líder indiscutido de la UDI y que haya llegado a ser el candidato único de la Alianza para un segundo gobierno de la coalición. Tampoco es casualidad que adversarios políticos como la ex presidenta Bachelet o el ex presidente Lagos lo tengan en tan alta valía. Eso habla de que estamos hablando de un líder excepcional y realmente muy dotado.
-Tras este episodio, ¿se cae esta especie de “mito” construido por los seguidores de Pablo Longueira?
-Lo que genera Pablo al interior de su partido y entre los que lo conocen no es gratuito, es algo que él forja a través de 30 años de esfuerzo, transpiración y trabajo. Siempre ha estado al lado de aquellos que sufren y su vocación por los pobres es clara. También siempre ha estado cerca de la gente que necesita apoyo dentro de la UDI. Cuando era presidente del partido siempre llamó primero a aquellos candidatos que perdían las elecciones y luego a los vencedores. En términos personales, cuando me tocó vivir momentos difíciles siempre lo tuve al lado como amigo y compañero. Es una persona capaz de escuchar y de guiar y eso son cosas que uno no olvida. No me acuerdo de toda la gente que me aplaudió y me felicitó las veces que triunfé en política, pero sí recuerdo a la persona que estuvo más cerca de mí cuando lo pasé mal. Ése es Pablo Longueira.