“Se convocó a profesionales preparados, pero no pesaron en las decisiones. Allamand generó un círculo de hierro con su mujer, no por un proyecto de largo plazo que era lo que buscaba Jobet”, dice un miembro de PROA.
“La nueva derecha es un proyecto político de largo plazo. Partimos con un entusiasmo que no correspondía. Los viejos tercios debieran haber empezado, y el presidente generar la renovación durante su gobierno”, dice Hernán Larraín.
Difícil ha sido el desembarco del nuevo ministro del Trabajo. A los pocos días en su nuevo cargo, debió enfrentar el conflicto de la basura, que tuvo a los recolectores en paro durante tres días. Juan Carlos Jobet (37) también debió hacerse cargo de las versiones que señalaban que La Moneda lo había desplazado de las negociaciones -reemplazándolo por el subsecretario de Desarrollo Regional, Miguel Flores- porque necesitaba a alguien con más expertise político para conseguir un acuerdo.
Jobet luce cansado. Sabe que Trabajo es una cartera compleja, a la que hay que dedicarle mucho tiempo. Él está acostumbrado a trabajar largas jornadas. Eso lo vivió cuando ingresó al comité de Emergencia que el nuevo gobierno creó para enfrentar el terremoto, y también lo sabe por su rol como jefe de gabinete -y luego de asesores- del Ministerio del Interior, puesto al que llegó tras la recomendación que le hizo Hernán Larraín Matte, ex asesor del Segundo Piso, al ministro Rodrigo Hinzpeter.
Nuevos aires se respiran en la cartera. Allí varios comentan que la experiencia de Evelyn Matthei le permitía actuar instintivamente, y que el estilo de Jobet es completamente opuesto: es reflexivo y analítico, necesita informarse, ver minutas y leer a cabalidad antes de actuar.
EL DISTANCIAMIENTO CON ALLAMAND
El llamado lo recibió el miércoles 24 de julio, diez días después de aterrizar en Santiago tras unas vacaciones familiares en Brasil junto a su mujer y sus tres hijas. En ningún momento dudó en aceptar la oferta que le hizo telefónicamente el presidente. A muchos, sin embargo, les llamó la atención la noticia. Se había ido de viaje precisamente para “escapar” de la contingencia política, explica uno de sus cercanos.
Su paso como coordinador programático del Proyecto Allamand (PROA), que buscaba que éste ganara las primarias de la derecha, no había resultado como él quería. Un miembro de PROA recalca que el ministro del Trabajo quedó desilusionado con esa campaña. “Se convocó a un grupo de profesionales muy preparados, pero que no pesaron en las decisiones. Allamand generó un círculo de hierro con su mujer, actuaron según la coyuntura y no por un proyecto de largo plazo, que era lo que buscaba el equipo de Jobet”, agrega la misma persona, quien asegura que la campaña fue “amateur, algo a lo que no está acostumbrado Juan Carlos, que es un hombre metódico y organizado”.
En ese periodo, de hecho, hubo dos episodios que incomodaron al ahora ministro: Jobet era partidario de no atacar a Laurence Golborne por el fallo de la Corte Suprema contra Cencosud, cuestión que no fue escuchada. Lo otro que alejó a Jobet del ex titular de Defensa fue el discurso que realizó el abanderado tras su derrota en las primarias. Jobet estaba en el bando de los que buscaban fortalecer la unidad.
Otro episodio que desencantó al ministro del Trabajo fue su fallida postulación parlamentaria. Desde su entorno afirman que “Francisco Chahuán no permitió primarias para que él participara por un cupo en Viña. Y que eso le molestó”. Luego desistió correr por Santiago. “A Juan Carlos no le gustaron las lógicas partidistas, conseguir redes de apoyo en su interior, armar redes para conseguir un voto. No es lo suyo”, indica un parlamentario RN.
Por eso se pensaba que Jobet se reintegraría al mundo privado. Tuvo varias ofertas, e incluso sostuvo conversaciones con sus ex socios del banco de inversión Asset, David Gallagher y Georges de Bourguignon. “Por sus capacidades podría estar hoy en un alto cargo en el mundo financiero. Existía el riesgo de perderlo”, afirma el ministro de Vivienda, Rodrigo Pérez.
Con todo, cuando volvió a Chile, Jobet se acercó a varios ministros para señalarles que estaba disponible. Por eso, el mismo día que Matthei comenzó a sonar como carta presidencial de la UDI, varios asesores en La Moneda movieron sus hilos. El jefe de contenidos, Ignacio Rivadeneira, junto a Magdalena Piñera le sugirieron en dos oportunidades al presidente que Jobet era la persona idónea para reemplazar a la ex ministra. “Es uno de los profesionales exitosos que aterrizaron en el gobierno. Había que traerlo de vuelta”, dice Rivadeneira. En paralelo, Hernán Larraín, cabeza de Horizontal, y el director de Estudios de la Segegob, Roberto Izikson, contactaron a varios de los ministros con la misma idea en mente. Dicen en Palacio que para el Comité Político del lunes 22 ya estaba consensuado el nombre del ex subsecretario de Vivienda para la cartera de Trabajo.
OCUPAR EL MÚSCULO
Tres años antes de que se inaugurara el gobierno de Piñera, partió la inquietud de Jobet por el sector público. Si bien eligió Boston para cursar un máster en Administración en Harvard, terminó en tres años sacando dos posgrados: un MBA y un MPA (Master in Public Affairs). Uno de sus compañeros comenta que durante ese tiempo lo que más le interesó fueron los ramos de Pobreza y Desarrollo Social, que él mismo escogió. Allá también conoció al candidato por Santiago Centro, Felipe Kast, y a Hernán Larraín Matte, quien viajó por unos días desde Londres motivado por la misma inquietud que los unía: renovar la política.
Por eso cuando volvió a Chile, en 2008, Jobet combinó su carrera en el sector financiero -después de trabajar varios años en Asset, se convirtió en socio- con su participación en el naciente referente de derecha, Independientes en Red.
La inauguración del gobierno de Piñera lo “sacó” del mundo privado. Aunque era novato en esas lides, él mismo ayudó a Hinzpeter a armar el equipo del Ministerio del Interior y recomendó a varios de sus integrantes. Desde Palacio afirman que su relación con Hinzpeter era tan cercana “que para llegar a él había dos caminos, directamente o por medio de Jobet”.
Hay un momento que todos destacan en su paso por Interior: diseñó el plan de integración para La Legua. “Se instaló a negociar allá y logró generar confianzas con los dirigentes. Ésa es la virtud de Juan Carlos, es un hombre capaz de unir distintos mundos”, explica Felipe Kast.
Sin bien desde Interior afirman que Jobet siempre fue del círculo de hierro de Hinzpeter, reconocen que en ciertos momentos el ex ministro actuaba solo y que Jobet lamentó no ser consultado en materias claves.
Aun así, fue el mismo Hinzpeter quien recomendó a Jobet para asumir la Subsecretaría de Vivienda, tras la salida de Andrés Iacobelli. En La Moneda explican que fue un gesto de Hinzpeter, porque dejó que su hombre de confianza pudiera tener más visibilidad para sus pretensiones políticas.
En Vivienda lo describen como una persona con capacidad de diálogo, que privilegia el trabajo en equipo y que antes de actuar le gusta pedir opiniones. Con todo, en los momentos que se necesita mostrar quién manda, él lo hace saber. Y no duda en exigir. “Recuerdo en una oportunidad que nos pidió una solución vinculada a una negociación con Arauco para instalar las aldeas. Se la entregamos, y me preguntó cuál era el Plan B. No lo teníamos. ‘Hay que ocupar el músculo’, nos dijo”, explica Ignacio Guerrero, jefe de la Unidad de Regiones de la Segpres.
En Vivienda cuentan que dio atención especial al tema del urbanismo. Creó la Dirección de Proyectos de Ciudad, y estuvo a cargo del proyecto Bicentenario Barrio Cívico. “Intentó igualar la cancha en temas de infraestructura, parques y áreas verdes”, recalca Fernando Colchero, cabeza de esa nueva dirección.
Un hito que se le destaca es el rol que tuvo en el conflicto en Aysén debido al centralismo. Jobet encabezó la mesa por las demandas en Vivienda. “A diferencia de algunas autoridades de gobierno que actuaron con desorden en cuanto a la solución del conflicto, Jobet se manejó bien: se informó, quiso saber cuáles eran los actores y qué propuestas había. Se dio una solución con claridad”, explica Patricio Walker, senador DC por la zona.
EL FRACASO DE LA NUEVA DERECHA
Fue a comienzos del gobierno de Piñera, cuando Rodrigo Hinzpeter y un grupo de asesores, incluido Juan Carlos Jobet -que entonces ya militaba en RN-, acuñaron el concepto:“La nueva derecha” irrumpió causando controversias en las cúpulas de RN y la UDI. Entonces se dijo que era vital la renovación y que ellos cambiarían la forma de hacer política. Los miraron con recelo. Los tildaron de “chicos Brooks Brothers”, los “mosqueteros de Hinzpeter”, de hacer política en el Starbucks y con tabla Excel, aludiendo al perfil académico con estudios en el extranjero de los integrantes.
En paralelo, el gobierno trabajaba con un gabinete con “nuevos rostros”, muchos de ellos sin mayor expertise político, pero con mucho potencial para incorporarse al nuevo referente.
Para quienes integraban la nueva derecha, los “políticos de siempre” estaban fuera. Eran ellos los que iban a liderar los nuevos tiempos. Eso, al menos, era lo que creían. Les bastó sólo un año para darse cuenta que estaban equivocados: tras el primer cambio de gabinete volvieron los tradicionales del sector. Sin decirlo tan expresamente, todos sabían que la nueva derecha había fracasado. “Fueron vistos como unos aparecidos, que querían tomarse el botín sin haber hecho el servicio militar, y, mientras los convencionales hacen la carrera desde abajo, ellos llegan por la ventana y se instalan en los mejores puestos. Eso provocó resentimiento en las cúpulas tradicionales”, dicen en Palacio. Hernán Larraín hace un mea culpa: “La nueva derecha es un proyecto político de largo plazo. Partimos con un entusiasmo que no correspondía. Debiera haber comenzado con los viejos tercios en primera línea, y que el presidente Piñera fuera generando la renovación durante su gobierno. El caso de Juan Carlos es un buen ejemplo”.
Jobet asume su nuevo desafío con energía. De alguna forma es su revancha. Dejó el gobierno sintiendo que lo suyo era el mundo parlamentario. Fue un error: él ha comentado a sus cercanos que lo de él es la vocación ejecutiva. Por eso agradece estar de vuelta. Algún día quiere ser alcalde, mientras tanto intenta que las prioridades de su cartera -salas cuna, capacitación y reforma de sistema de pensiones- lleguen a puerto.