Los militantes mayores de 50 años son los que mandan. Representan el 59,05%, es decir, seis de cada diez inscritos en partidos. Una cifra más alta que el porcentaje que ese tramo de edad representa en el padrón general, el 36,52% de todos los ciudadanos.
La cita del 2 de julio en el Servicio Electoral se anticipaba tensa. Uno a uno fueron llegando a la sede de calle Esmeralda los secretarios generales de los partidos políticos, citados a lo que inicialmente era una reunión de coordinación para las elecciones de fin de año. Pero todos tenían claro que el trasfondo del encuentro sería otro.
Dos días antes, el padrón de militantes de los partidos se había instalado como la gran mancha negra de una jornada de primarias elogiada por las colectividades. Los despachos de la televisión se sucedían con denuncias de personas que no podían votar por estar inscritas en un partido político. Algo de lo que, alegaban, sólo se habían enterado al llegar a su mesa. Días antes, otros habían hecho el mismo alegato al revisar su local de votación por internet. Y el trámite era engorroso: ir a una oficina del Servel para, primero, enterarse en qué partido militaba, y luego llenar una ficha si quería desafiliarse.
Sobre la mesa había varias opciones. Una era la más radical: hacer una inédita auditoría al padrón, que al 30 de junio de este año contiene los datos de 860.819 personas, y así determinar posibles errores. La otra idea era más simple, pero igual de controvertida: habilitar un sitio web para que cualquier chileno pudiera saber si es que milita en un partido. Otros dirigentes iban decididos a pedir una intervención judicial ante las múltiples acusaciones de irregularidades.
Sin embargo, la cita terminó sin resultados y con polémica. Los partidos no lograron ponerse de acuerdo. Algunos esgrimieron razones de tipo legal e incluso constitucional para no abrir los datos del padrón: nadie puede saber que otra persona milita en una colectividad. El Servel quedó de estudiar una fórmula, pero la sensación era que ese padrón quedaría en secreto.
¿Quiénes son los militantes de los partidos? ¿Cuál es su edad y composición? ¿Qué partidos tienen a los militantes más jóvenes y a los más antiguos? Esas preguntas permanecían en la incógnita. Por eso, Qué Pasa hizo una solicitud al Servel usando la Ley de Transparencia. En ella, se pidió un desglose del padrón de militantes: estadísticas por partido, edad, sexo y región, además de la evolución del padrón en el tiempo y las renuncias a las colectividades.
El 6 de agosto, el Servicio Electoral entregó la información. Lo que revela son partidos envejecidos, con escasos militantes jóvenes y que, en su mayoría, superan los 50 años. Además, los datos permiten formarse una impresión de las diferencias entre los partidos y las tendencias que rigen a ese grupo, que representa al 6,42% de la población chilena en edad para votar. Éste es el desglose para las diez colectividades con mayor número de afiliados.
LA EDAD DE ORO
57,7 años en promedio y el 69,4% de sus 82.463 militantes con 50 años o más hacen que el Partido Radical sea, además del partido más antiguo que aún existe en el país, el “decano” de la política chilena en cuanto a simpatizantes. Lo sigue la Democracia Cristiana, con 57,4 años y con un alto peso de sus militantes sobre 60 años, que son el 42,51% de sus integrantes. Detrás están RN y la UDI: ambos superan los 56 años en promedio.
Las cifras no son excepciones. De hecho, están apenas distantes del promedio general de edad de militantes: 53,9 años. El PS anda cerca, en torno a 53,4 años. Los humanistas tienen 51,7 años, y el PRO, el más joven, 44 años. Un ejemplo más radical: en los diez partidos el militante promedio tenía edad para votar en el plebiscito de 1988.
Los militantes mayores de 50 años son los que mandan. En total, representan el 59,05%, es decir, seis de cada diez inscritos en partidos. Una cifra mucho más alta que el porcentaje que ese tramo de edad representa en el padrón general, el 36,52% de todos los ciudadanos. La tendencia se mantiene al comparar a los mayores de 60 años: mientras en los militantes representan el 32,32%, en el registro electoral constituyen el 20,44%.
Los partidos comparten otra característica: al agruparse por tramos siguiendo el modelo del Servel, de cinco en cinco años, el grupo más grande de militantes se ubica mayoritariamente entre los 45 y los 49 años. Son el 16,56% del total; en el padrón general, el mismo tramo tiene sólo el 9,80%.
La tendencia se replica en las bancadas de diputados, en que el requisito de edad es tener 21 años cumplidos a la fecha de la elección: en promedio, los legisladores de la Cámara Baja tienen 53 años. De nuevo, los radicales son los con más años, con 62,6. Los que tienen las edades más bajas son RN (48,1) y el PRI (43).
LOS GRANDES AUSENTES
Con la implementación del voto voluntario, los mayores ganadores en el papel fueron los menores de 40 años: duplicaron su peso en el padrón electoral, pasando de ser el 21,96% en el antiguo sistema -según datos de diciembre de 2011- al 44,16%. Pero de esa influencia no hay rastro en los porcentajes de militancia en partidos: apenas representan el 13,20% del total. Y, en los partidos tradicionales, la situación es más crítica.
Apenas el 3,98% de los militantes del PC son menores de 40 años. En la UDI, la cifra es del 6,96% de los militantes. De las colectividades en el Parlamento, el Partido Socialista tiene la mejor posición, con el 14,23%. El PRO es el único de los diez partidos más importantes que rompe la tendencia: el 41,47% de sus afiliados son de esa edad.
El escenario se torna más crítico al mirar el peso de los militantes menores de 30 años. El PRO lidera con 19,29%. Pero en los otros partidos las cifras son casi insignificantes: el PS alcanza el 4%, RN el 3%, la DC y el PRI logran el 2% y el PPD, la UDI, el PH, el PRSD y el PC apenas tienen el 1%. Una sorpresa al comparar con el padrón general, donde ese grupo representa un cuarto del electorado total.
LOS CAMBIOS DEL PADRÓN
En medio de las duras negociaciones de RN y la UDI para acordar un candidato único tras la bajada de Pablo Longueira, uno de los escenarios que se evaluaron fue una primaria cerrada sólo a militantes de ambos partidos. Aunque parecía lógico, la idea tuvo corto vuelo. Y las cifras explican por qué: RN supera a la UDI casi por 20 mil inscritos, 95.210 contra 76.143. A eso se suma un dato adicional: la colectividad que encabeza Carlos Larraín fue la que más creció durante el gobierno de Sebastián Piñera, figura emblemática del partido -a pesar de que renunció al asumir el gobierno-, logrando 10.418 militantes más que los que tenía en 2009.
El otro partido que tuvo un crecimiento importante en el período fue el PS, que aumentó en 5.874 sus militantes, un 5,7%. Ese cambio le valió estar a punto de destronar a la Democracia Cristiana del sitial indiscutido que ocupa desde 1990 como el partido con más afiliados: este año, la diferencia fue de sólo tres mil inscritos, 112.116 versus 109.280.
Si bien la proporción entre hombres y mujeres -49,48% versus 50,52%- se mantiene casi idéntica entre el registro de militantes y el padrón general, hay diferencias significativas entre partidos. En la UDI, las mujeres representan casi el 60% del total, y en RN llegan al 53,15%, cifra similar a la del PRI y el PRO. En cambio, en la DC, el PC, el PS y el PH los hombres son mayoría, con números entre 53% y 54%.
En cuanto a la procedencia por región, todos tienen como principal fuente de militantes a la Metropolitana, que representa el 39% del total de inscritos. Pero hay variaciones: en RN, por ejemplo, sólo el 31% viene de dicha zona, mientras que el PH tiene ahí al 46,67%. Y de los 82.270 militantes humanistas, 22,93% vienen del Norte.
SALIDAS Y ENTRADAS
El 2008 es un año marcado en rojo en la Democracia Cristiana. De acuerdo a los registros del Servel, 2.271 militantes renunciaron en ese período. Fue justo la época en que el entonces senador Adolfo Zaldívar fue expulsado de la colectividad y desembarcó en el Partido Regionalista de los Independientes junto con una parte importante de sus más cercanos compañeros democratacristianos.
Entre 2000 y 2013, un total de 62.424 personas hicieron el trámite ante el Servel para dejar atrás su afiliación, sumando todos los partidos. En ese período, el más afectado fue el PS, con una salida de 10.087 militantes, entre ellos dos precandidatos presidenciales -Jorge Arrate, Marco Enríquez-Ominami- y varios parlamentarios, como Carlos Ominami, Sergio Aguiló y René Alinco. Pese a ello, la colectividad aumentó en ese mismo lapso su número en 40 mil afiliados. Una tendencia que se repitió en el resto: sólo entre los partidos de la Concertación y la Alianza sumaron cerca de 123 mil nuevos militantes durante el nuevo milenio. Los crecimientos en general son estables, aunque a veces hechos extraordinarios pueden generar cambios: por ejemplo, la UDI recibió 14 mil nuevas afiliaciones en 1991, coincidiendo con el asesinato de Jaime Guzmán, su mayor aumento hasta la fecha.
Pero en cuanto a las renuncias, este año podría marcar un nuevo hito. Hasta el 30 de junio -es decir, antes de la polémica de las primarias-, 5.093 personas se habían desafiliado. De ellas, tres mil estuvieron concentradas en veinte días, entre el 10 y el 28 de junio. Y los principales cuestionamientos fueron al Partido Humanista, el PRO y el PRI. De continuar la tendencia, 2013 superará las 10 mil renuncias.
De fondo, habrá dos debates presentes. Uno metodológico, que apunta a si se debe facilitar a las personas que puedan averiguar en qué partido militan y los trámites de desafiliación. Y otro de fondo: cómo afrontarán el desafío de convocar a nuevas generaciones para que participen.
Revise las gráficas aquí: Promedio de edad de los militantes