Por quepasa_admin Agosto 8, 2013

¿POR QUÉ MILITAR? 

• Por Jaime Bellolio (32 años) • Candidato a diputado UDI

Ser de un partido político tiene costos. ¿Por qué alguien querría ser militante de un partido? O mejor aún: ¿Por qué un joven querría serlo?

Los datos muestran algo indesmentible. Así como el padrón electoral estaba envejeciendo antes de la inscripción automática, algo similar ocurre con los partidos políticos. Creo que hay cuatro factores que pueden ayudar a entender por qué militar:

1. Las ideas que se promueven. El famoso relato también tiene cabida en los partidos políticos. La búsqueda del bien común tiene infinitas posibilidades, y cada partido necesita definir cómo se consigue la justicia y ese bien a través de sus ideas, programas y personas.  Lo que a mí me atrajo de la UDI fue la coherencia de dichas ideas, junto con la ruptura de la tradición típica de la derecha: plantearse como un partido de inspiración cristiana -pero no cristiano-  en una época donde el término estaba monopolizado por otro. Un partido que promueve una sociedad y una economía libre, cuando el muro de Berlín seguía en pie y mientras aún no recuperábamos la democracia; y que pusiera urgencia en los más pobres. Esto último es lo que más me interesó. 

2. Las personas que fundan dichos partidos o sus actuales figuras. Yo no conocí ni a Miguel Kast ni a Jaime Guzmán, pero fueron sus ideas las que me atrajeron hacia lo público. Creo que la dupla “Chicago-Gremialista” fue exitosa tanto en contribuir al cambio social y económico en Chile como en motivar a miles de personas a dedicarse a lo público. 

3. La contingencia. Es más fácil quedarse en la casa y criticarlo todo -a la Twitter- que asumir un costo en tiempo e independencia y pasar a ser militante. Estamos en tiempos donde, además, asumir compromisos en ideas y de plazo indefinido no es lo más popular, la contingencia atrae e interesa a muchos para ser parte de un grupo dispuesto a perseguir lo que consideran justo. 

4. El poder del militante. La posibilidad de cada militante de influir en los destinos del partido, o de poder liderarlos, es también un factor importante.

Mientras la contingencia es la energía de cada partido, sus ideas y sus personas son las que le dan dirección, sentido y proyecto común. Hoy hay mucha energía en el ambiente. ¿Seremos capaces los partidos de ampliar nuestros espacios de participación e incorporar a muchas más personas? Creo -y espero- que sí. 

 

EL PASO PREVIO A LA JUBILACIÓN

• Por Sebastián Iglesias Sichel (35 años) • Candidato a diputado DC 

La modernización de los partidos es una de las grandes deudas pendientes. El grueso de sus militantes ingresó entre las décadas del 70 y 80 y hoy supera los 60 años. Esto responde a dos causas: desde los 90 su épica se concentró exclusivamente en el dilema democracia/dictadura que traumó a esa generación; y en particular para la Concertación, la burocratización de su institucionalidad hizo que varios de estos partidos terminaran transformándose en bolsones laborales de sus militantes, mientras la discusión de las políticas públicas se trasladó a los pasillos del gobierno. El binominal y el voto obligatorio funcionaron como un bálsamo: las heridas y decaimiento de los partidos no se dejaban ver contenidos por las reglas de una democracia sin riesgos para los partidos. Resultado final: baja renovación en las ideas y rostros,  y estancamiento en el ingreso de nuevos militantes. 

Los partidos fueron incapaces de entender que la relación entre la sociedad sólida (seguridad, contenidos, valores sociales) y la sociedad líquida (movilidad, incertidumbre, relatividad de valores, representativa del nuevo siglo) requería de una nueva oferta política: las ideas y líderes que habían sido exitosos en los 80 y 90 no necesariamente lo son en el nuevo Chile. Eso provocó desafección y distanciamiento. El retraso de la renovación atentó directamente contra la credibilidad de nuestra democracia. Esto fue llevado al paroxismo en las últimas primarias: algunos candidatos sólo trataron de hablarle a esa vieja militancia. 

Los partidos políticos se encuentran en un punto de inflexión: o se renuevan o se jubilan y serán reemplazados por nuevos movimientos. Deben demostrar que es posible dar vuelta el actual karma electoral: a los electores nacidos después de los 70 sí les interesa la política, pero sólo están dispuestos a votar por candidaturas que oxigenen la democracia. Deben entender que los votos no tienen dueños amarrados a la vieja épica del Sí y el No, y que esperan de las candidaturas una buena oferta de modernidad, renovación y seriedad. Por ahora han pasado demasiado tiempo preocupados de sus tradiciones, culturas internas y defensas corporativas. El voto voluntario abrió una ventana: puede ser una forma de jubilación o la forma de mejorar su reputación. 

 

A REIVINDICAR LOS PARTIDOS

• Por César Valenzuela (24 años) • Presidente de la Juventud Socialista

Formo parte del pequeño segmento de la población que milita en un partido político, grupo aun más reducido si se considera mi pertenencia a ese tan preciado grupo etario llamado juventud. 

Que la mayoría de los que participan son viejos, que su estructura es muy jerarquizada y que los temas juveniles no son parte de su discusión son sólo algunos de los juicios que con frecuencia se escucha de los jóvenes.

Sin duda algo de eso es verdad. Efectivamente, las estructuras de estas entidades parecen poco apropiadas para una sociedad que se mueve a una velocidad altísima de la mano de las tecnologías, y que cada vez les asigna menos valor a las jerarquías y las formas de organización rígidas. También es cierto que la participación de jóvenes no abunda en los partidos  y que lo temas juveniles no siempre son prioridad a la hora de la discusión. 

No obstante, los partidos siguen siendo las instituciones de acción e influencia política más relevantes que hasta hoy conozcan los sistemas democráticos. Ahora bien, esto no puede ser entendido como un hecho para conformarse, por el contrario, la supervivencia de los partidos políticos en la sociedad actual  exigirá de ellos un proceso de democratización, modernización y una reconfiguración de sus formas de vinculación con las organizaciones y movimientos sociales, espacios que han dejado en evidencia la falsedad de los juicios relativos al desinterés de los jóvenes con la política, por el contrario, son muestra del descontento con un tipo de política.  

La reestructuración de los partidos debe prestar especial atención en volver a convertirse en instancias atractivas para los jóvenes. Para ello sus estructuras deben adecuarse a nuevas formas de organización, a la implementación de tecnologías y la incorporación de temas poco tradicionales, pero que con el curso del tiempo la sociedad los ha hecho parte de sus inquietudes y preocupaciones. 


 

Relacionados