Entre los responsables de los crímenes contra los DD.HH. probablemente se viva una secreta satisfacción por el dolor que Cheyre siente en estos días.
No cabe duda que Juan Emilio Cheyre es uno de los grandes militares de nuestra historia. Como lo dijo el presidente Ricardo Lagos en televisión, Cheyre tuvo coraje respecto de Carlos Prats. Fue una forma de reparar el daño inmenso causado a un antecesor como comandante en jefe (refiriéndose naturalmente al asesinato en Buenos Aires junto a su esposa). Así como el país tuvo su transición a la democracia, encabezada por el presidente Patricio Aylwin, el Ejército tuvo su propia transición, aquella que lo desligó de Pinochet. Ésa la concibió y la encabezó Juan Emilio Cheyre.
Militar brillante, reconocido por sus pares que lo llamaban Juan Soldado, culminó su impecable trayectoria asumiendo la Comandancia en Jefe del Ejército.
Siempre en los tiempos de paz abundan los valientes, que escasean en los tiempos duros. Cheyre dijo su frase histórica, “nunca más”, con Pinochet vivo y ante la evidente molestia del entorno del anciano dictador. Lo dijo, además, como lo recordó el presidente Lagos, con el apoyo de todo el cuerpo de generales de su institución.
Su mando puso fin al poder de Pinochet en la que había sido su propia casa.
Hubo un antes y un después en el Ejército tras el paso de Cheyre por la Comandancia en Jefe. El Ejército recuperó la reputación perdida y gradualmente se transformó en un patrimonio común de todos. No es exagerado decir que el general Cheyre devolvió el Ejército a la nación. Dejó de ser parte del poder de unos pocos y volvió a ser, como siempre antes del golpe, propiedad de todos los chilenos.
Si Cheyre pudo ser el comandante en jefe del primer presidente de izquierda después de Allende es porque siempre tuvo su conciencia tranquila y nada ocultó ni nada olvidó. Como él mismo lo ha dicho, las experiencias terribles vividas en La Serena formaron en él la convicción que alguna vez habría que enfrentar una transformación profunda del Ejército que lo devolviera a la senda de su historia.
Por ello, y de nuevo citando al presidente Lagos, no es justo juzgarlo ni menos aún someterlo a una condena pública que no tiene en cuenta, que olvida que Cheyre nunca fue condenado por delito alguno contra los derechos humanos porque nunca torturó, nunca mató y siempre actuó con la rectitud moral que su conciencia le indicaba.
No olvidemos, además, que nunca un cambio de envergadura se lleva a cabo sin riesgos y sin costos. Así fue con la transición del país y así fue con la transición del Ejército. Los verdaderos afectados por la acción del comandante en jefe Cheyre fueron los grandes responsables de los crímenes contra los derechos humanos. Muchos de ellos presos. De allí surgieron las críticas más feroces en su contra y allí probablemente se vivan momentos de secreta satisfacción por todo el dolor que Cheyre siente en estos días.
RECORRIDO DEL GENERAL
Cheyre fue director de la Academia de Guerra como coronel entre 1991 y 1994. Bajo su dirección la academia se abrió al mundo civil sin exclusiones. Se abrieron postgrados de seguridad y defensa donde participaron estudiantes de todas las universidades, sin excepción, incluida la Universidad Arcis. Ya en ese tiempo se desarrollaron en la academia los conceptos básicos que presidirían después la normalización de la institución. Más adelante, en otro puesto de mando, Cheyre por primera vez en la historia del Ejército incorporó a la educación militar en todos sus grados la enseñanza de los derechos humanos.
Entre 1995 y 1996, como agregado militar en España, organizó un seminario internacional en El Escorial, cerca de Madrid, en el que se reunieron por primera vez militares y políticos chilenos, incluyendo aquellos que eran vistos como enemigos o vetados por el Ejército. Asistió el futuro presidente Ricardo Lagos.
Fue una potente señal, la primera de normalización y vocación de subordinación de los militares a la política democrática. El comienzo del fin del tutelaje castrense en los destinos de la República.
En el “nunca más”, el texto fundamental en la vida de Cheyre, pidió perdón como casi nadie lo pide ahora y tomó un compromiso histórico a futuro con la democracia y los derechos humanos.
¿Es éste el retrato de un violador de los derechos humanos? ¿O es acaso el retrato de un militar profundamente republicano?