Por Juan Andrés Quezada Septiembre 26, 2013

© José Miguel Méndez

"Si bien el 89 y el 93 existía un escenario electoral adverso para la centroderecha, había un sector político con mucha más convicción en la defensa de los valores y del modelo de sociedad que podía ofrecer al país como proyecto político"

"En el país se ha ido progresivamente asentando que no es la libertad lo que debe primar, sino el combate a la desigualdad; que no es el mérito el motor del progreso, sino los subsidios estatales, que no es el emprendimiento una actividad destacable sino que, al contrario, se le asocia al abuso"

El estratega político Gonzalo Cordero Mendoza sale al paso de los cuestionamientos a la campaña de Evelyn Matthei y dice que las actuales dificultades no se deben a la candidata ni a su equipo de colaboradores. El abogado y militante histórico de la UDI advierte un clima social contrario a las ideas de la centroderecha, y en particular al rol histórico del sector durante el gobierno militar. “Yo creo que esta elección presidencial se da en un contexto político muy adverso para la derecha y muy favorable para la oposición”, dice, con tono de resignación.

-La tesis de muchos analistas es que la próxima elección presidencial estaría prácticamente resuelta.

-Mi diagnóstico es que en los últimos años la derecha ha sufrido una derrota cultural en Chile muy potente, que pasa, probablemente, porque el país asumió, sin que la derecha lo contraviniera con fuerza ni convicción, que la desigualdad es el gran tema y el gran problema de Chile. Esa tesis se vio reforzada por una reforma tributaria que, más allá de los aspectos técnicos, simbólicamente el país entendió que era un alza de impuestos. Y, por lo tanto, se validó el problema y se validó el tipo de solución.  Otro gran hito es lo que ha pasado en los últimos 30, 45 días con la reinterpretación de la historia y la deslegitimación del rol político que jugó la derecha en los 17 años del gobierno militar.

-¿Por qué su sector no ha logrado construir un relato para enfrentar estos dos puntos?

-Porque, por un lado, las políticas públicas han sido validadas en la lógica de la izquierda y de la reforma tributaria, mientras, por otro, los políticos de derecha están sufriendo un cuestionamiento ético por su rol histórico en el pasado. En este contexto es muy difícil para Evelyn Matthei y las personas que están trabajando en su campaña construir un discurso político de derecha y levantar una opción competitiva, y no porque ellos lo estén haciendo mal, sino que están en un entorno social que es particularmente adverso.

-¿Afectó mucho a la campaña de Matthei el impacto comunicacional que tuvo la conmemoración de los 40 años del golpe?

-Mucho… Ha tenido un efecto importante en términos de deslegitimar históricamente a un sector. 

-Ahora se viene el recuerdo de los 25 años del plebiscito. Piñera ya dijo que Matthei cometió un error al votar por el Sí…

-Eso viene a sumarse a esta misma lógica. Si al final el tema es si, desde el punto de vista institucional, como sector político, la derecha es o no es merecedora de un reproche ético por el rol que jugó en esos 17 años. Todo lo que ha pasado va en ese sentido, en ir generando en el país una convicción de que la derecha debe ser objeto de un reproche por el rol político que jugó en estos años.

-Las declaraciones del presidente sobre los “cómplices pasivos” colaboraron mucho en eso.

-Usando esa terminología, yo hoy me definiría como un militante pasivo. Por lo tanto, no quiero hacer juicios sobre las autoridades o los líderes políticos, pero lo que veo desde afuera es que este conjunto de hechos ha generado este entorno social adverso para que la derecha pueda construir un proyecto político.

-Pero más allá de “esta derrota cultural”, ¿por qué cree que la campaña de Matthei no logra encantar a los partidos?

-La campaña de Matthei se ve hoy como una propuesta electoral, pero no como un proyecto político. Y eso tiene que ver con que es muy difícil construir un proyecto político cuando no tienes referentes valóricos y culturales en la sociedad en los cuales tú puedas afianzar ese proyecto político.

-¿Por qué no se logra encontrar aquellos referentes?

-Muy simple: porque en los últimos años, y no quiero limitar esto al gobierno de Piñera, en el país se ha ido progresivamente debilitando la valoración de la libertad individual como un elemento fundamental en la sociedad, del mérito como un factor clave en la movilidad social, del emprendimiento como una actividad que merece reconocimiento. Al contrario, se ha ido asentando que no es la libertad lo que debe primar, sino que es el combate a la desigualdad; que no es el mérito el motor fundamental del progreso, sino los subsidios estatales; que no es el emprendimiento una actividad destacable, sino que se le asocia al abuso. Construir una propuesta electoral que estructure un proyecto político de centroderecha en este ambiente me parece muy difícil. Ante la impopularidad de estas posiciones nos hemos ido yendo a un discurso que va hacia la eficiencia.

-¿Que al término del gobierno está en tela de juicio?

-No es que nosotros lo hagamos distinto y por eso lo hagamos mejor. No. Es que nosotros hacemos más o menos lo mismo, pero lo hacemos mejor porque somos más eficientes. Y la verdad es que eso no tiene épica, no es contrastante, no es convocante políticamente. 

-Entonces comparte la tesis de Ascanio Cavallo, en cuanto a que la candidatura de Matthei “parece estarse acercando a una sombría combinación de los panoramas de 1989 y 1993, con un candidato-estorbo (Parisi) y con una coalición que se empeña cada día más en proteger su capital parlamentario”.

-Hay algo de eso, si uno mira desde afuera, es un hecho que la elección parlamentaria es una elección que se ve más competitiva que la presidencial; es una elección que con el propio sistema electoral, los candidatos de la Alianza tienen que jugarse su opción y la tienen en todas las circunscripciones y distritos; pero creo que la diferencia fundamental está en que en 1989 y en 1993 si bien había un escenario electoral adverso, había un sector político con mucho más convicción en la defensa de los valores y del modelo de sociedad que desde la centroderecha se podía ofrecer al país como proyecto político. Yo lo que veo hoy día es que es muy difícil cuando se ha sufrido una derrota cultural poder revertir eso en una victoria electoral.

 

APUNTAR A SU ELECTORADO

-Sólo quedan dos meses de campaña. Estratégicamente, qué debiera hacer Matthei.

-A mí no me gusta ser como esas personas que van al estadio y desde las tribunas tienen muy claro todo lo que hay que hacer y corregir para ganar los partidos. Yo estoy mirando desde afuera, la candidata y la gente que está trabajando con ella son tremendamente valiosos y con mucha experiencia. El problema es, y le reitero, que estamos en el contexto social y político más adverso de nuestro sector en los últimos 20 años.

-Ha trascendido que Matthei exhibirá un discurso “duro” enfrentando directamente a Bachelet, a su juicio, ¿ello es correcto?

-Hecho con inteligencia, creo que es correcto, porque en una elección que se ve adversa y con voto voluntario, generar un mayor nivel de motivación en el electorado propio  es indispensable.

-Además, por primera vez, la campaña de la Concertación parece tener más recursos que la de la centroderecha…

-A juzgar por lo que uno ve en la calle, sí. Es innegable que hoy existe un favoritismo que está del lado de Bachelet y eso debe influir en la capacidad de recaudar recursos. Por otro lado, está el tema de que las primarias de la derecha fueron bastante competitivas, lo que significó un gasto alto de recursos. 

 

NUEVA DERECHA

-¿Cree que Bachelet podría ganar en primera vuelta?

-No lo sé, todavía falta tiempo para la elección y desde Atocha tenemos evidencia de que cualquier proyección política con más de tres días de anticipación es audaz. Lo que yo quiero precisar es que no estoy de acuerdo con todas las críticas que se le hacen a la campaña de Matthei, porque su candidatura está en una circunstancia que hace muy difícil hacer algo mejor.

-¿Ve posible el proyecto político de una nueva derecha?

-Quizás podría intentar construirse una nueva derecha, aunque por razones de fondo no lo veo viable en el largo plazo. No se puede construir un nuevo proyecto de derecha sobre la base de deslegitimar las concepciones valóricas y la legitimidad histórica de lo que ha sido la derecha en los últimos 40 años en Chile.

-En la Nueva Mayoría apuestan a que el eventual gobierno de Bachelet será el primero de un ciclo. En la eventualidad de una derrota, ¿cree que la derecha se pueda rearticular en cuatro años? 

-Hay dos alternativas. O esto se encara bajo la lógica de esta nueva derecha, vale decir una derecha que se mueve hacia estas posiciones, o esto se encara bajo la lógica de enfrentar la impopularidad como un requisito necesario para volver a recuperar la legitimidad de un proyecto político propio. Me inclino por la segunda.

-¿Por qué cree usted que la dirigencia de la UDI no salió a responder al presidente el tema de los cómplices pasivos?

-Me imagino que porque esto ocurre tan cerca de un proceso electoral, porque la UDI forma parte de un gobierno, porque implica sostener posiciones que no son populares hoy día. También hay que ser realista, la UDI es un partido que en los últimos 10 a 15 años se ha convertido en el más grande de Chile, un partido que es mucho más diverso, y que probablemente al interior de él este diagnóstico que hago no es compartido. Yo creo que no hay una unidad lógica o de pensamiento para plantear posiciones alternativas como ésta.

-¿Qué es hoy la UDI? ¿Cómo la definiría usted, que es un militante histórico?

-En mi opinión la UDI es el gran damnificado de este diagnóstico que tengo, porque es el partido que desde sus orígenes y por muchos años se identificó más nítidamente con la defensa y el sustento político de nuestro modelo de desarrollo y con el rol jugado por los civiles durante el gobierno militar. Hoy nuestro modelo de desarrollo es objeto de un cuestionamiento ético, porque se dice que ha desarrollado una sociedad desigual y que carece de legitimidad. Y, por otro lado, que el rol histórico también tiene una mancha de legitimidad porque es merecedor de lo que yo llamo el reproche ético. Por eso yo digo que en este contexto la UDI enfrenta el escenario más adverso. 

-¿Cómo se entiende que las declaraciones de Piñera sobre los cómplices pasivos estén avaladas por su ministro del Interior, Andrés Chadwick, quien es uno de los llamados “coroneles” fundadores de la UDI?

-Eso no me provoca ninguna contradicción porque ya le decía antes, aquí hay legítimamente distintos diagnósticos, distintas visiones de cómo hay que construir un proyecto político de derecha hacia el futuro, y yo no pretendo que mi visión sea la dueña de la verdad. Entiendo perfectamente que hay visiones que creen que en la sociedad chilena actual no se puede ir en contra de ciertos conceptos que están instalados, porque no es electoralmente viable, y lo que no es electoralmente viable no es políticamente viable. Entiendo ese razonamiento, es muy válido, pero nos lleva a perder la legitimidad histórica y valórica de lo que cualquier proyecto de centroderecha en el mundo occidental sostiene, y la popularidad es cambiante, la legitimidad no. 

-¿Cree que estas últimas actuaciones del gobierno se han basado en la popularidad y en la posibilidad de que Piñera repostule a la presidencia el 2017?

-No quiero transmitir una visión crítica del gobierno, porque creo de verdad que ha sido un buen gobierno, su gestión ha sido excelente, por las condiciones en las que recibió al país por el terremoto, por la tremenda herencia de sobregasto público, por el manejo de las finanzas que se ha hecho, por la reconstrucción, el trabajo legislativo con un Parlamento en el que se tiene minoría. Mi crítica no apunta a eso, yo tengo una visión distinta respecto de que no se haya defendido aun a costa de la impopularidad ciertos valores, sin los cuales a mí me parece que no se puede construir un proyecto de derecha.

 

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