Por Sebastián Rivas Octubre 23, 2013

El analista venezolano Moisés Naím (61) fue uno de los primeros expertos en fijar la mirada en las protestas chilenas de 2011. En ese momento afirmó que las manifestaciones por temas como HidroAysén y la educación eran el reflejo de “un nuevo malestar de las clases medias”, algo que después comparó con los movimientos sociales en Turquía y Brasil.

Naím fue durante más de una década el editor a cargo de la prestigiosa revista Foreign Policy, y hace unos meses llegó a The Atlantic, otra reconocida publicación estadounidense. El próximo 5 de noviembre estará en la Feria Internacional del Libro de Santiago presentando su último libro, El fin del poder (Random House Mondadori). Desde esa perspectiva, el analista desglosa los desafíos que enfrenta la izquierda chilena: afirma que si bien sigue siendo un referente para la región, está por verse cuál será la actuación del sector si vuelve a ser gobierno con Michelle Bachelet.

-¿Cómo se ve a la izquierda chilena en el exterior?

-Es un modelo para el resto de América Latina. Es una izquierda que entendió que se puede reconciliar los principios de la igualdad y del progreso social con la necesidad de ser competitivo en el mundo, de tener una economía competitiva, de mantener unas políticas económicas que no generen inflación, que es lo que más les hace daño a los más pobres. Desde el punto de vista económico, es un gran éxito, con una tarea pendiente muy importante todavía.

-¿Y en lo político?

-Desde el punto de vista político ha logrado la hazaña que muchas izquierdas de América Latina no han logrado, que es la de poder trabajar conjuntamente con las diferentes facciones y partidos políticos, y así poder lograr la Concertación. En ese sentido, la izquierda de Chile tiene logros que no tienen otras en América Latina.

-¿Cuál es la mirada al compararla con otras izquierdas de la región?

-Se ve como un gran éxito la hazaña de haber reconciliado diferentes posiciones de la izquierda y haber podido tener la vocación de poder. Y eso implicó que, para lograrlo, muchos dentro de la izquierda tuvieron que hacer compromisos y acuerdos que quizás en otros países han sido imposibles, incluida la necesidad de llevar para atrás apetencias personales y protagonismos individuales.

-Hace cuatro años, la izquierda chilena enfrentó el salir del poder por primera vez en dos décadas. ¿De qué manera se ha visto ese proceso desde afuera?

-La amenaza más grande para América Latina no es el populismo, es el continuismo: aquellos gobiernos que una vez que llegan al poder por la vía democrática usan tácticas para mantenerse y perpetuarse en el poder, y que socavan la alternancia democrática y los principios de que debe haber rotación. En Chile eso no sucedió: a través del sistema electoral se pudo dar una rotación de gobierno.

-¿La gran prueba de la izquierda entonces fue dejar el poder?

-Bueno, yo creo que en Chile ya hay un arraigo democrático donde la posibilidad de un problema es muy pequeña, por lo que ése no es el mayor logro de la izquierda: el mayor logro es haberle demostrado al mundo que es posible ser de izquierda y tener además políticas económicas que hacen que el país crezca, sea competitivo internacionalmente y respete las reglas.

"CHILE TIENE TAREAS PENDIENTES"

En 2011, en plenas movilizaciones estudiantiles, Moisés Naím viajó a Chile para indagar en las razones del malestar, porque no se entendía que un país con tan buenos indicadores estuviera con tal nivel de protestas. En esa visita, el analista se entrevistó con el presidente Sebastián Piñera y con diversos líderes de las manifestaciones. Su reflexión fue que el sentimiento de inequidad se había instalado en medio de la gente y que el país estaba “en deuda” con un sector importante de su población. Para él, eso es parte del diagnóstico del que se debe hacer cargo la izquierda a futuro.

-Si tuviera que comparar cómo ha cambiado la percepción de Chile en las últimas dos décadas, ¿qué puntos relevantes marcaría?

-Lo más importante es la estabilidad en las reglas del juego, estabilidad económica y éxito en la capacidad de sacar chilenos de la pobreza. Eso se ha mantenido independientemente de quién haya estado en el gobierno, y la expectativa es que eso se mantenga también si hay cambios de gobierno.

-¿Y algo que haya cambiado?

-Bueno, la percepción, y la sorpresa, de que un país tan exitoso también tiene sus protestas callejeras y que también hay todo tipo de insatisfacción por parte de una sociedad en la que ha habido mucho progreso, pero en la cual todavía hay tareas pendientes, que no fueron aún completadas. Claramente el tema social, el tema de igualdad, el tema de la concentración del poder y del poder económico y de la inequitativa distribución de la renta siguen siendo temas importantes.

-¿Cómo ha visto a Chile bajo el gobierno de Sebastián Piñera?

-Hay un tema importante vinculado al progreso por la igualdad social. Está también el tema pendiente de la mejora en la educación: Chile tiene una educación privada que es costosa y que no es de alta calidad. Eso ha quedado muy claro que está pendiente.

LOS DESAFÍOS DE BACHELET

A Moisés Naím le ha tocado dialogar en diversas ocasiones con Michelle Bachelet. De hecho, la ex mandataria le dio una extensa entrevista para su programa de televisión cuando estaba a cargo de ONU Mujeres. Con esa mirada, Naím dice que hay que estar atento a las señales que dé Bachelet cuando llegue a La Moneda para ver cuál será el rumbo de la izquierda.

-¿Cómo se ve la posibilidad de un retorno de Michelle Bachelet a la presidencia?

-Se ve simplemente como una realidad democrática de un país donde el que tiene más votos gana. Nadie está pensando que esto es producto de trucos o de la violación de principios democráticos importantes.

-Durante el gobierno de Piñera se vivieron fuertes movilizaciones estudiantiles, que tuvieron bastante cobertura en el exterior. ¿Desde afuera se ve que Bachelet podría llegar con un mensaje más a la izquierda de lo acostumbrado en el país?

-Vamos a ver lo que pasa. No hay duda de que esas protestas que hubo en las calles de Chile reflejan un malestar por un tema pendiente que le queda a la izquierda y que le queda al país. El país ha tenido mucho éxito en sacar a la gente de la pobreza y en crecer, pero no tanto en disminuir la desigualdad, la concentración del poder y la concentración de la riqueza.

-¿Va a haber cambios fuertes?

-Lo más importante ante los ojos del mundo es que ya en Chile el cambio de gobierno no implica una transformación total de las políticas económicas. La gran victoria de los partidos chilenos, tanto de la izquierda como de la derecha, y de la sociedad chilena, es que ese cambio no lleva a desmantelar el Estado que había antes. Entonces, desde afuera lo que se ve es algo así: va a llegar Piñera, que es de derecha, pero no va a hacer unos cambios en 180 grados en la política económica. O va a llegar Bachelet, que es de izquierda, y no va a hacer cambios en 180 grados en las reglas del juego. Y eso es muy importante.

-¿Más allá de que Bachelet y la izquierda lleguen con ideas distintas a las que levantaron en su primera postulación?

-De Bachelet hay que ver no lo que dice, sino lo que hace.

-Usted es un experto en relaciones internacionales. ¿Cómo cree que puede haber influido en Bachelet el tener un alto cargo en Naciones Unidas?

-No hay duda de que hoy en día gobernar un país y tener una red de contactos personales a nivel mundial es muy necesario, y tener el prestigio asociado a un cargo como el que ella tuvo la va a ayudar si gana. Pero también es cierto que lo que importa al final no es eso, sino qué tan buena capacidad política doméstica e interna en el país tiene. Eso, el apoyo y la influencia que tiene adentro, es muchísimo más importante que lo que tiene afuera.

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