En cualquier otro escenario político, el 17,3% de encuestados que declararon ser de izquierda en la última medición del Centro de Estudios Públicos -hecha en julio pasado- hubiera sido una pésima noticia para el sector. La cifra era la segunda peor en los 26 años de existencia del sondeo, sólo un punto arriba del 16% que se abanderó con esa alternativa en la encuesta de noviembre y diciembre de 2010, un año después de dejar La Moneda tras dos décadas, y en plena alza del gobierno de Sebastián Piñera, por el rescate de los mineros.
Sin embargo, el dato pasó desapercibido entre el favoritismo de Michelle Bachelet en la elección presidencial y los buenos pronósticos en las elecciones parlamentarias. La explicación también está en las cifras: los datos muestran que el apoyo a ideas que son asociadas con ese sector ha crecido en los últimos años, en especial aquellas que hablan de un rol importante del Estado en la economía y en el área social. Un ejemplo claro es una de las preguntas históricas de la encuesta CEP: si se deben hacer los ingresos más iguales aunque no se premie el esfuerzo individual o si se debe premiar ese esfuerzo aunque genere importantes diferencias. Si en 2008 el 60% de los encuestados eran más proclives a esta última visión, la cifra descendió a 40% en el sondeo de 2013.
LOS NICHOS DEL SECTOR
Si se tuviera que caracterizar a quienes se declaran de izquierda, la radiografía apunta a un hombre mayor de 45 años, con estudios hasta educación media y predominantemente de los sectores más pobres. El 55,7% de quienes respondieron ser de ese sector son hombres. En cuanto a grupos socioeconómicos, el 26,7% del segmento E se declara de izquierda, seguido por el C2 (24%). Los segmentos C3 y D están en torno al 16%, y el más bajo es el ABC1, donde la izquierda alcanza el 14%.
El sector tuvo su peak en el gobierno de Patricio Aylwin, con cifras siempre superiores al 30%: en noviembre de 1993 el 37% de los encuestados se declaraban de izquierda. Sin embargo, desde 1994 en adelante la cifra bajó, y durante los tres gobiernos siguientes -Eduardo Frei Ruiz-Tagle, Ricardo Lagos y Michelle Bachelet- se mantuvo entre el 20% y el 30%. Tras la pérdida de La Moneda, las cifras bajaron a menos del 20%. “En los 90, la gente de izquierda era un elector institucional, porque estábamos recién entrando en la transición y no había posibilidad de desestabilizar la democracia”, plantea Mauricio Morales, director del Observatorio Político-Electoral de la UDP.
Quienes se declaran de izquierda no son especialmente activos a la hora de interactuar: de acuerdo a la encuesta CEP el 27,1% dice ver programas políticos y el 26% afirma que sigue frecuentemente o a veces temas políticos en redes sociales. Además, apenas un tercio señala que fue a votar en las primarias presidenciales, una cifra baja comparada con el 50% de quienes se declaran de derecha que fueron a la misma instancia. Sin embargo, el 89,4% afirma que irá a votar probablemente o con toda seguridad en la elección del 17 de noviembre.
UN PERFIL CRÍTICO
Quienes se declaran de izquierda tienen una postura polarizada respecto al gobierno de Sebastián Piñera. Sólo el 15% aprueba la gestión del mandatario -la mitad de lo que aparece en la muestra general del CEP-, y el 91,7% afirma que tiene poco o nada de confianza en relación al gobierno.
El fenómeno de desconfianza también ocurre con la Iglesia Católica: el 71,8% plantea que tiene poco o nada de confianza en la institución. Pero las cifras dan una sorpresa en relación con las Fuerzas Armadas: el 50,9% de quienes se declaran de izquierda dice que tiene mucha o bastante confianza en ellas. La cifra es incluso mayor a la que recibe el movimiento estudiantil, que obtiene la confianza del 47,1% del sector.
Entre quienes afirman ser de izquierda hay fuertes reparos al estado actual del país. Sólo el 9,1% de los encuestados en el sondeo de julio afirmó que la democracia en el país funciona bien o muy bien, y el 52% señaló que el país está estancado. Más aún, son desconfiados en materia económica: el 35% afirma que la situación económica del país es mala o muy mala, el 51,8% afirma que no se pueden aceptar las desigualdades de ingresos, y el 87,5% tiene poca o nada de confianza en las empresas privadas.
LAS DOS IZQUIERDAS
Un dato relevante es cómo ven los votantes a la coalición que representa al sector. La encuesta UDP de octubre de 2013 revela que mientras el 41,7% afirma que la Nueva Mayoría es el bloque que mejor representa sus convicciones, el 48,6% señala que ningún grupo los identifica. “Lo que está sucediendo es una fractura entre la izquierda más Nueva Mayoría, más institucional, y la izquierda más antisistema”, afirma Mauricio Morales.
De acuerdo al mismo sondeo, los dos temas prioritarios son delincuencia (25,7%) y educación (18,8%). En el tercer lugar, sin embargo, hay un empate técnico entre la salud y la desigualdad, con 13,9%, siendo que este último asunto apenas llega al 1,7% entre quienes se declaran de derecha.
Otro elemento de identificación del sector son los temas valóricos. Según una encuesta del Instituto Chileno de Estudios Municipales de la Universidad Autónoma (Ichem) hecha en septiembre, el 54,1% está a favor del aborto, el 44% apoya el matrimonio homosexual y el 50,7% piensa que se debe legalizar la marihuana.
Y algo llamativo es cómo se perciben a sí mismos quienes se declaran de izquierda. Una medición del Ichem hecha en 2012 mostró que el 40% afirmaba que lo era por temas vinculados a lucha de clases o simplemente por oposición a la derecha; el 35% afirmó que ser de izquierda es luchar por valores democráticos y el 16% sostenía que era darles asistencia a los pobres. Daniel Flores, director del Ichem, lo resume así: “La definición más significativa hace referencia a una suerte de posicionamiento ideológico vacío, usando conceptos para indicar que ser de izquierda hoy es no ser de derecha”.