Por Nicolás Alonso y Juan Pablo Sallaberry Noviembre 28, 2013

El jueves 21, Horvath se reunió en la Fundación Dialoga con el jefe de campaña de Bachelet, Rodrigo Peñailillo, el jefe programático, Alberto Arenas, y el encargado de comunicaciones, Robinson Pérez. Allí, Peñailillo le dijo que la candidata lo podía recibir ese mismo día.

Horvath ha denunciado una serie de ataques en los últimos años, que incluyen amenazas de muerte, el incendio de su fundo mientras asesoraba al movimiento social, y un confuso accidente aéreo luego de que fallara el tren de aterrizaje de la avioneta en que viajaba a Temuco.

Para el subsecretario Pablo Galilea,  rival del senador en Aysén, “Horvath es la peor oposición que ha tenido el gobierno”, con su rechazo a varias iniciativas, por ejemplo, se opuso a la ley de concesiones eléctricas y -como presidente de la Comisión de Pesca- obstaculizó la ley del sector.

Antonio Horvath es un senador de pocas palabras y bajo perfil, pero el martes se robó todos los flashes al ingresar al Senado.  “The man in the news”, le dijo su colega PPD Ricardo Lagos Weber, palmoteándole la espalda. “Ahora soy el único de la bancada que no quiere ser candidato presidencial”, bromeó su par de RN Baldo Prokurica. Pero la mayoría de los senadores UDI le quitaron el saludo y en el avión de Coyhaique a Santiago el diputado de ese partido por la zona, David Sandoval, lo increpó: “Lo que hiciste no tiene nombre. Cómo vamos a estar bien con las conductas que tienes con gente de nuestro sector”. Horvath le respondió, sin alterarse, con una frase que no comprendió: “Hay que abrir la mente”.

Si el respaldo que el senador RN dio en primera vuelta al candidato independiente Franco Parisi ya había generado malestar en la derecha -y la directiva debió salir a poner paños fríos explicando que era una estrategia para trasladar esos votos a Evelyn Matthei en el balotaje-, su sorpresiva reunión con la abanderada de la Nueva Mayoría, Michelle Bachelet, cayó como un misil en la campaña de la Alianza.

Según relata el propio Horvath, los hechos ocurrieron así: luego de las elecciones recibió una llamada del comando de Bachelet, interesados en conocer sus propuestas programáticas plasmadas en el documento de 70 páginas que escribió para la candidatura de Parisi. La cita reservada se realizó temprano el jueves 21 en las oficinas de la Fundación Dialoga -en Avenida Bilbao- y con la presencia del jefe de campaña, Rodrigo Peñailillo; el jefe programático, Alberto Arenas, y el encargado de comunicaciones, Robinson Pérez. Allí, Peñailillo le dijo que la candidata lo podía recibir esa misma mañana en el comando. Al llegar al edificio de Avenida Italia, la prensa ya estaba alertada y la cuenta oficial de Twitter del comando escribió “Ahora @AntonioHorvath se reúne con #Michelle para darle su apoyo en esta segunda vuelta”. La noticia voló. Horas más tarde, tras las aclaraciones del senador, el comando borró ese tuit.

En la otra vereda, el equipo de Matthei estaba incendiado. Joaquín Lavín -quien dejó su cargo de generalísimo pero mantiene un rol asesor- proponía que la candidata diera una dura conferencia condenando al parlamentario, ya que sabe que en la política chilena el transfuguismo se castiga. La senadora Lily Pérez y la diputada Karla Rubilar, del sector liberal de RN -y de las pocas aliadas políticas que tiene Horvath-, llamaron a la calma y coordinaron un encuentro entre él y la candidata de la Alianza, que se concretó al día siguiente.Tras la reunión, Horvath se comprometió a estudiar ambos programas y decir en los próximos días con cuál tiene mayores coincidencias.

¿A qué juega Horvath? La apuesta del senador de Aysén es arriesgada. Es uno de los miembros más antiguos del Congreso, lleva un período como diputado, tres como senador y cumplirá, cuando termine éste, 28 años de parlamentario. Para lograrlo ha sabido reinventarse. De funcionario favorito del general Augusto Pinochet se convirtió en una voz respetada en los temas medioambientales y regionalistas, tribuna desde la cual se ha enfrentado con todos los gobiernos: con Patricio Aylwin por la defensa de Laguna del Desierto, con Eduardo Frei por su política energética, con Ricardo Lagos contra el parque Pumalín de Douglas Tompkins, con Bachelet por las termoeléctricas y el tsunami de Aysén, y con el propio Sebastián Piñera votando en contra de varios proyectos del gobierno, y dando un golpe inesperado al asesorar la movilización social de Iván Fuentes, en medio de 40 días de enfrentamientos.

Hoy arriesga su expulsión de RN, pero parece no importarle. Es un hombre de contradicciones que tiene un plan trazado que pocos conocen, pero que, según sus cercanos, él ha reflexionado a conciencia en sus extensas caminatas y paseos en bote por las islas de la XI Región. Desde hace algún tiempo se declara cristiano-budista, es un entusiasta del libro El secreto y hace meditación tres veces por semana en su departamento de Algarrobo. “Fui al centro Shambhala y me he interiorizado en eso. Me da paz y me permite apreciar la diversidad que somos los seres humanos y no abanderizarme por un sector u otro. Uno en la vida se encuentra que está en callejones sin salida”, dice Antonio Horvath. “Pero interiormente sabes que tienes una salida”.

El HIPPIE DE PINOCHET

La imagen es ésta: un joven barbón, con una mochila enorme en la espalda y aspecto desaliñado, haciendo dedo en medio del precario camino a Cochrane. El camionero, un trabajador de Vialidad de la región, lo sube en la parte de atrás, junto a los víveres, y al llegar a destino le dice que por el servicio más le vale ayudarlo a bajar la carga. El hippie anónimo lo hace, y al despedirse, agrega: “Mucho gusto, soy Antonio Horvath, el nuevo director regional de Vialidad”. Tenía 26 años.

Esa anécdota, muy conocida en Aysén, fue el desembarco de un joven Horvath que como ingeniero civil de la Universidad de Chile -carrera que estudió en paralelo a Bellas Artes- se había especializado en caminos rurales, y que mochileando por el Sur había encontrado trabajo en la construcción  de la incipiente Carretera Austral. Era un ingeniero raro para la región: recorría la zona a pie y durmiendo en carpa, y en poco tiempo explorando senderos intransitables ya había visitado a cada uno de los aislados campesinos de la zona. Tenía 500 personas a cargo y en pleno régimen militar le valoraban contratar en su equipo a gente de todos los sectores políticos para llevar a cabo el proyecto de conectar el sur de Chile con un camino terrestre.

Allí mostró su carácter. En una oportunidad el director nacional de Vialidad quería hacer la carretera en asfalto y el intendente, también ingeniero militar, insistía en que fuera de hormigón. Horvath quedó entre los dos generales del Ejército y fue directamente ante Pinochet a resolver el problema y convencerlo por el hormigón. Y así fue. En vísperas del plebiscito del 88, la Carretera Austral se volvió uno de las obras emblemáticas del comandante en jefe y tema central de la campaña del Sí. Pinochet viajaba tan frecuentemente a Coyhaique como a Iquique, y se paseaba junto a Horvath por la región.

Pero el político ya tenía intereses diversos. En esos años conoció a los ambientalistas Sara Larraín y Manuel Baquedano -dos de sus más cercanos amigos- con quienes se opuso al proyecto de hacer un repositorio nuclear en la localidad de Gastre, Patagonia argentina, y se unieron en defensa del Parque Nacional Queulat que empresas estaban destruyendo al intentar encontrar oro. Entonces salían en la prensa e iban a Sábado Gigante a denunciar los daños medioambientales. Su doble rol incomodó al Ministerio de Obras Públicas, pero ya daba signos de su independencia. En 1983 fue a EE.UU. a hacer un posgrado en Medioambiente en la U.  Purdue, cuando pocos hablaban de ecología.

El 90 ingresó al Parlamento como independiente en pacto de derecha con la primera mayoría regional y una de las más altas a nivel nacional. No tardó en crear la bancada verde donde, explica, “el test de la blancura para ingresar es que por un tema medioambiental tú eras capaz de enfrentar a tu sector político. Si ves que va a pasar un buque con desechos radiactivos nos echaremos a Japón encima aunque el TLC peligre”. Ese estilo rebelde y su visión de la política como una manera de reivindicar los intereses regionales lo transformaron en un personaje popular en Aysén, en donde es conocido por pasearse con su parka azul a caballo o en su Toyota Land Cruiser del 71.

Sus primeros enfrentamientos fuertes fueron con Douglas Tompkins, con quien empezó a tener peleas mediáticas por sus diferentes posturas respecto a cómo la Carretera Austral debía atravesar el Parque Pumalín. Con el tiempo, y las llegadas de los grandes proyectos energéticos a su región, fue enfatizando sus posturas ambientalistas, y se transformó en el mayor opositor dentro del mundo político a HidroAysén y el aliado más poderoso de la ONG Patagonia sin Represas. Esa posición lo acercó con Tompkins, y lo transformó en una especie de paladín del medioambiente local, lo que empezó a generarle fuertes roces con su sector político, y muchos enemigos en la región.

Lejano a la izquierda -en su entorno dicen que tiene muy interiorizado el anticomunismo herencia de sus padres, un médico y una pianista húngara que vivieron la dictadura comunista en ese país- e incómodo para buena parte de la derecha, pronto Horvath empezaría a jugar sus cartas por su propia cuenta. Y a sufrir las represalias.

AYSÉN SALVAJE

Un cuchillo clavado sobre la mesa. Afuera, el lago y los paisajes verdes de su cabaña de descanso en Lago Atravesado, en las afueras de Coyhaique. Adentro, sus cuadros rajados, los peluches de sus hijos descabezados, y un mensaje nítido en las paredes: “Traidor”. Ese episodio, ocurrido en 2011, fue el primero de una serie de ataques que Horvath ha denunciado a la justicia en los últimos dos años. Incluyen amenazas de muerte por correo, el ataque incendiario a otra de sus cabañas -ocurrido mientras asesoraba al movimiento social-, y un confuso accidente aéreo en enero de este año luego de que fallara el tren de aterrizaje eléctrico e hidráulico de la avioneta en que viajaba a Temuco. “Alguien en mi sector está interesado en que yo sea liquidado”, declaró entonces Horvath, convencido de que detrás está el gobierno regional.

Sus dos principales adversarios políticos en la zona desestiman las acusaciones. “¡Quién va a querer atentar contra él!”, dice Pablo Galilea, actual subsecretario de Pesca y hombre fuerte de RN en Aysén. “Él ha acusado atentados que son absolutamente mentira. Antes fue que le sacaron los pernos de un auto, ahora el avión. Los que ha tenido son por cuestiones personales, no políticas”. El mismo argumento tiene el diputado UDI David Sandoval, quien rechazó apoyar un proyecto de acuerdo en la Cámara de Diputados para pedir a Interior que se investiguen los ataques al senador: “Estos son líos de faldas de Antonio, no son problemas políticos. El último escándalo de Horvath a nivel personal fue cuando su ex pareja entró con un hacha a su casa”. El diputado hace alusión a un controvertido episodio de julio de 2011, cuando Mireya Vásquez, la tercera esposa del senador, irrumpió rompiendo una ventana de la casa e intentó agredir  con un hacha a él y a su nueva pareja. La mujer fue condenada a pena remitida por homicidio tentado.

La relación entre Horvath y sus correligionarios de Aysén está quebrada desde hace años. Los seguidores del ex senador RN Hugo Ortiz de Filippi nunca perdonaron que Horvath lo desbancara, y el 2001 cuando el ingeniero entró al partido  -luego de años de ocupar como independiente el cupo UDI-, 7 alcaldes de RN renunciaron a la colectividad en señal de protesta. Los dirigentes regionales acusan a Horvath de no ser un senador comprometido ni haber apoyado jamás con recursos a los militantes de la zona. Fue la presidenta local de RN, Aracely Leuquén, quien presentó el requerimiento ante el tribunal supremo del partido para que expulsen a Horvath por su apoyo a Parisi.

Más de cien militantes pidieron permiso para no apoyar a Horvath en su última elección y también le hicieron contracampaña a la reciente candidatura a diputado de su hijo Antonio Horvath Gutiérrez, que fue derrotado con sólo un 14% de la votación. Para muchos el comienzo del fin del imperio de Horvath en Aysén, ya que pese a ser una zona históricamente de derecha y con alta votación militar, el sector ha ido bajando considerablemente su votación. Para el senador la derrota de su hijo se debe al supuesto intervencionismo del gobierno regional en favor del candidato UDI David Sandoval, con el reparto de bonos de leña hasta horas antes de la elección.

En el entorno familiar de Horvath, dicen que él se opuso en un comienzo a que su hijo fuera candidato, precisamente por los problemas que le podía acarrear. De sus cinco hijos, la más pública es Valentina Horvath, abogada defensora en el caso bombas, quien en las presidenciales estuvo con el ecologista Alfredo Sfeir y hoy simpatiza con Bachelet. Según sus cercanos, es también con quien el senador tiene más sintonía política.

HORVATH VS. PIÑERA

El celular de Rodrigo Hinzpeter sonó y del otro lado escuchó la voz alterada de Antonio Horvath. Era una llamada sorpresiva por su destinatario, ya que el entonces ministro del Interior es, junto a Alberto Espina, el principal rival político del senador regionalista en RN. Furioso, Horvath le reprochaba que cómo podía haber mandado a fuerzas especiales a luchar con los pescadores de la zona. Después vino otra llamada similar a Andrés Chadwick, y otra a Cristián Larroulet.

En La Moneda habían tomado nota del activo rol del senador RN en la crisis de 2012. Se sentaba todos los días en Puerto Aysén junto a los pescadores de la mesa social. Allí los asesoraba técnicamente en temas como pesca, transporte y vivienda, y en la elaboración de demandas realizables. Después, cuando el enfrentamiento recrudeció y parecía que podía llegar a sus primeros muertos, Horvath pagó de su bolsillo el pasaje de los dirigentes a Santiago, para mostrarlos como líderes dialogantes.

El episodio dejó muy mermada su relación con Piñera. Aunque en su campaña Horvath participó activamente de los Grupos Tantauco, en donde elaboraron un plan de desarrollo sustentable y conectividad para la región muy cercano a la agenda del ingeniero. La decepción por el incumplimiento del plan es uno de los detonantes de las últimas actuaciones del senador. Para Pablo Galilea, “Horvath es la peor oposición que ha tenido el gobierno”, con su rechazo a varias iniciativas, por ejemplo, se opuso a la ley de concesiones eléctricas y -como presidente de la Comisión de Pesca- obstaculizó la ley del sector.

Él acercamiento con Parisi se produjo durante el movimiento social. Él mismo lo invitó, junto a su hermano Antonino, para asesorar a los dirigentes pesqueros. Parisi, en una pizarra, les explicó a los pescadores cómo hacer una fórmula de zona franca, entre otras materias. Gracias a eso, cuenta Iván Fuentes, entendieron que estaban pidiendo muy poco. Meses después de la movilización Fuentes le propuso a Horvath crear en conjunto un nuevo partido político regionalista. “Yo a Horvath  lo defino como un caballero de la política. Siempre ha tenido un interés por la región, a pesar de que la gente  critica su pasado en la dictadura”, dice Fuentes.

Tras la bajada de Pablo Longueira de la carrera presidencial, Horvath hizo un encendido discurso en el consejo general de RN para que se proclamara a Andrés Allamand como el candidato del partido, en vez de Matthei. Pero su idea no tuvo apoyo. Entonces decidió irse tras la candidatura de Parisi, a quien le propuso plasmar en su programa los temas regionalistas y medioambientales.

Tanto sus simpatizantes como sus adversarios concuerdan en que detrás de las últimas movidas de Horvath podría haber un plan mayor: ante la dificultad de reelegirse el 2017 podría intentar una aventura presidencial. Ocupar sus redes medioambientales y ser el nuevo Sfeir. El ríe con la sugerencia. Dice que su tarea pendiente es ser ministro.

Ministro de quién, y desde qué plataforma política es una respuesta que hoy nadie se atreve a aventurar. Sólo, dicen sus cercanos, se encuentra en su cabeza. Y en sus meditaciones.

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