Varios de los “sub 40” del gobierno preparan su desembarco en dos movimientos surgidos en los últimos años: Evópoli, que tiene como diputado al ex ministro Felipe Kast, y Horizontal, think tank liderado por Hernán Larraín Matte. En tanto, el nombre que más se repite para encabezar la fundación del presidente es el de Gonzalo Blümel. Y la jefa de gabinete e hija del mandatario, Magdalena Piñera, ha jugado un rol clave organizando reuniones con distintos grupos.
En La Moneda la conclusión es unánime: el mejor lugar para Piñera es desde fuera de los partidos, sobrevolando todo el escenario y explotando sus redes . Un ministro que lo conoce bien es claro sobre qué pasará después de marzo en la Alianza: “El piñerismo va a estar en todas partes”.
Larroulet ha sido el encargado de ver modelos de think tank en el extranjero. Entre los observados con más interés están la Fundación Clinton y el Centro Carter en EE.UU., y la Fundación FAES del español José María Aznar, que han jugado roles activos en sus países e incluso a nivel internacional.
PARTIDOS: EL GRAN HERMANO
“No sé si volveré a RN”, dijo el domingo pasado Sebastián Piñera en el programa Patio de los Naranjos de Mega, develando una parte de su futura estrategia política. Sólo algunos cercanos al presidente sabían que no volverá a militar en Renovación Nacional, como les confesó hace un tiempo. El análisis del mandatario y su entorno es claro: en marzo saldrá de La Moneda con un aprobación en torno al 45%, convertido en el líder más popular de la centroderecha, lo cual no puede poner en riesgo inmiscuyéndose en disputas partidarias. Sobre todo en la perspectiva de que su liderazgo lo pondrá en la pole position del sector de cara a 2017.
“El presidente no se va a meter en RN, va a observar desde afuera cómo los diferentes liderazgos se van a enfrentar”, señala un colaborador. El diagnóstico es que tiene muy poco que ganar y, además, corre el riesgo de empantanarse con las diversas pugnas que se darán por el control del partido y una eventual postulación a La Moneda. Al respecto, esta semana Alberto Espina -quien se ha mantenido cercano al mandatario en los últimos años- ya sorprendió a todos al señalar que quiere ser candidato presidencial el 2017. A él se suman los senadores Andrés Allamand -quien haría una alianza con Carlos Larraín para presidir el partido - y Manuel José Ossandón, quien ya decidió que los dos primeros años se concentrará en el trabajo parlamentario.
Las disputas internas en RN comenzarán el 17 de enero, cuando se reúna el consejo nacional. Si bien Allamand podría partir con ventaja, en el piñerismo señalan que sus constantes vaivenes entre el sector liberal y el más conservador del partido le han hecho perder mucha adhesión interna. El escenario ha sido analizado en varias reuniones: hace un par de semanas, Piñera se reunió con figuras como Lily Pérez, Espina, Cristián Monckeberg y Pedro Pablo Browne para hablar del futuro del partido.
Algo similar pasa en la UDI. En La Moneda se da por descontado que apenas pase la segunda vuelta habrá una pasada de cuenta a la directiva de Patricio Melero, pero también que el sector que lidera el senador Jovino Novoa deberá enfrentar a los más afines a la “UDI popular” por el control de la colectividad. Este último grupo ha estrechado lazos con Piñera durante su mandato: en La Moneda recuerdan que Pablo Longueira pasó de ser uno de sus principales críticos a un fiero defensor cuando entró al gobierno, y no se sabe cuál será su reacción tras el anuncio del pasado miércoles del ex presidenciable en que señaló que dejará la política activa. En el piñerismo se comenta que un buen escenario sería que el partido fuera encabezado por un nombre de consenso, como Juan Antonio Coloma o Víctor Pérez.
En La Moneda la conclusión es unánime: el mejor lugar para Piñera en ese panorama es desde fuera de los partidos, sobrevolando todo el escenario y explotando sus redes en las colectividades. En RN el presidente tiene lazos históricos, y muchos esperan que Rodrigo Hinzpeter, quien fue su mano derecha y es uno de sus principales consejeros, asuma un rol protagónico después de marzo. Además, la vocera Cecilia Pérez -que ya notificó que no volverá a ocupar un rol activo en el partido- será uno de los puentes con sectores como los de Carlos Larraín y Ossandón. En la UDI, los contactos de Chadwick ayudarán al mandatario a estar al tanto de todo lo que ocurra. Así, la figura de Piñera sería la de un “gran hermano” ubicado en una posición en que pueda aprovechar las lealtades construidas en los últimos cuatro años. Un ministro que conoce bien al mandatario es claro sobre qué pasará después de marzo: “El piñerismo va a estar en todas partes”.
MOVIMIENTOS: LA ESPERANZA SUB 40
Al describir al corazón del “nuevo piñerismo”, en Palacio no dudan sobre cuál es su perfil: un grupo no menor de funcionarios sub 40, que ingresaron al gobierno como independientes, que no tienen planes de militar en ningún partido de la Alianza y que durante este tiempo se han encantado con la política y la labor pública.
En ese grupo, Piñera es el referente natural. Para prácticamente todos ellos es el primer presidente con el que trabajan, y los años en el aparato público les han despertado ganas de participar. Por eso, el gobernante y su equipo siguen de cerca los pasos de ese grupo, al que consideran como clave en la proyección a largo plazo.
De hecho, la jefa de gabinete del mandatario, su hija Magdalena Piñera, ha jugado un rol clave organizando reuniones con distintos grupos, con la idea de compartir miradas políticas y fidelizar a los funcionarios.
En las últimas semanas, el gobierno ha puesto sus fichas en ese nicho para reforzar la campaña de Matthei. El lunes pasado, se juntaron 100 jefes de gabinete y funcionarios de servicios en una reunión de campaña que fue coordinada entre el comando y La Moneda.
Varios de los “sub 40” del gobierno preparan su desembarco en dos movimientos surgidos en los últimos años: Evolución Política (Evópoli), creado por los ex ministros de Piñera Felipe Kast y Luciano Cruz-Coke y pensado como una agrupación más política, y Horizontal, el think tank liderado por Hernán Larraín Matte, Andrés Hernando y Daniel Brieba. Muchos prevén que de aquí pudiera surgir un tercer partido de centroderecha, al que también se podrían sumar el Partido Liberal, presidido por el diputado electo Vlado Mirosevic, y otras agrupaciones.
Sin embargo, en La Moneda la evaluación de estos movimientos no es del todo positiva. Afirman que permanecen en nichos muy acotados y que hace falta una mayor masificación para que no se les vea como grupos de elite.
En el oficialismo tampoco descartan que algunos diputados jóvenes de RN, como Karla Rubilar o Joaquín Godoy, dejen el partido y busquen armar un nuevo referente, en la eventualidad que la próxima directiva continúe siendo liderada por el sector más conservador.
Lo que sí está claro es que Piñera hará un gesto claro a los “sub 40” en la composición del centro de estudios que formará tras dejar La Moneda. Está prácticamente definido que serán representantes de este grupo los que encabecen la fundación en el día a día. El nombre que más se repite es el de Gonzalo Blümel, jefe del “Segundo Piso”. Otros que se mencionan son los de Claudio Seebach, Rodrigo Yáñez y Fernanda Garcés, estos dos últimos ex integrantes del Instituto Libertad. La idea no es sólo que ellos sean los representantes de la entidad, sino que estén a cargo de crear y mantener una red de contactos con todos los ex funcionarios de su generación. “Piñera tiene hoy un capital de 500 jóvenes sub 40 que dejarían el gobierno en marzo, y a quienes busca articular. Por ello, la posibilidad de la formación de un nuevo partido está muy presente”, señala un funcionario de gobierno.
FUNDACIÓN: EL BRAZO MERMADO
En el entorno de Piñera hay una conclusión compartida sobre lo que ocurrirá en caso de que gane Bachelet, como señalan las encuestas: después de dejar La Moneda, el mandatario tendrá que preocuparse de defender con todo la obra de su gobierno, que estará bajo permanente cuestionamiento desde el primer día. El problema, reconocen, es que a diferencia de lo que pasó con Bachelet, él no tendrá a toda la Alianza detrás.
Si en algún minuto se evaluó la idea de una “bancada piñerista”, hoy la realidad es distinta. Sólo dos ex ministros suyos, Kast y Allamand, llegaron al Parlamento, y el segundo es uno de sus mayores críticos. En los partidos, el escenario no es mejor: su último gabinete está compuesto por mayoría de independientes, 13 sobre 23 ministros. Por eso, se ve como indispensable la fundación para defender el legado político de Piñera. “En el bloc rojo del presidente ya está todo planeado, ya está listo su próximo think tank”, señala un ministro de La Moneda.
En la Alianza sostienen que el centro de estudios será el núcleo desde el cual Piñera intervendrá políticamente en el futuro. Algunos hasta afirman que la iniciativa podría ser una plataforma para un eventual nuevo partido. Pero en La Moneda lo descartan.
El domingo 1, Piñera reveló en Mega que Chadwick y Larroulet han estado trabajando en el tema. Otro que se ha sumado ha sido Felipe Larraín: el ministro de Hacienda ha aportado ideas desde su experiencia como académico. Sin embargo, la principal labor ha recaído en el jefe de la Segpres. La idea es que el nuevo referente sea un espacio que permita formar a nuevas figuras y acoger a quienes no están identificados ni con RN ni con la UDI.
En ese esquema, los ex ministros jugarán un rol crucial. Ya se ha sondeado a varios de ellos para ver su disposición a participar, y a los restantes se le consultará después de la segunda vuelta. El modelo contempla que todo el que quiera se pueda sumar en distintos roles -por ejemplo, como miembros del directorio o representantes en foros y seminarios-, pero con un eje central: defender la labor hecha durante los cuatro años de gestión. Esto, porque se asume que incluso puede haber críticas desde la misma Alianza, como se vio esta semana con Ossandón.
En cuanto al contenido, Larroulet ha sido el encargado de ver modelos en el extranjero. Entre los observados con más interés están la Fundación Clinton y el Centro Carter en Estados Unidos, y la Fundación FAES del ex presidente del gobierno español José María Aznar, que han jugado roles activos en sus países e incluso a nivel internacional. De Chile se ha rescatado la experiencia de las fundaciones Democracia y Desarrollo, de Ricardo Lagos, y Dialoga, de Michelle Bachelet. Esta última con especial interés, porque -al igual que lo que quiere Piñera- se ha enfocado en el debate de políticas públicas y formación de jóvenes. No es lo único que se intentará replicar: en La Moneda reconocen que, a diferencia de Lagos, la ex mandataria creó un esquema que le permitió sortear con éxito las críticas tras dejar el cargo. La idea es tratar de acercarse lo más posible a ese modelo.
El proceso de definiciones aún está corriendo. Sin embargo, Piñera ya ha dado pistas. Adelantó a varios parlamentarios que su centro de estudios estará disponible para realizar informes y asesorías legislativas. Además, en las últimas semanas La Moneda ha encargado que se elaboren documentos de cuál va a ser el legado del gobierno región por región. La fundación contempla tener representantes en todas las regiones del país para poder coordinar esta defensa y actividades a nivel local.
LEGADO: LA TAREA PENDIENTE
En La Moneda estaban preparados para el peor de los escenarios. En reserva, a principios de noviembre comenzó a planificarse por parte del comité político cuál sería la reacción del gobierno ante una debacle parlamentaria de la Alianza y una victoria de Bachelet en primera vuelta. No había dos análisis: ese resultado daba pie a que Piñera se transformara en el receptor de durísimos ataques no sólo de la oposición, sino de amplios grupos de RN y la UDI. El “fuego amigo” era lo más temido. Los cálculos eran que la Alianza no se iba a contener y que el mandatario terminaría su período muy cuestionado por su propio sector. En el comité político se hablaba de la “noche de los cuchillos largos”, término que fue usado por el propio Piñera el fin de semana pasado para advertir de posibles pasadas de cuenta en el oficialismo.
Pero en el gobierno aseguran que el hecho de que Evelyn Matthei pasara a segunda vuelta descomprimió el ambiente. Más allá de que se prevé que en caso de una derrota haya recriminaciones, hay coincidencia de que la intensidad será mucho menor. Ese nuevo escenario hizo que en La Moneda se abocaran con mayor calma a otra de las aristas que preocupan al presidente: el debate sobre cuál será el legado de su administración.
Esta semana, con el lanzamiento del libro sobre la reconstrucción, Piñera dio inicio a una serie de actividades que se extenderán por todo el verano. El ministro de Vivienda, Rodrigo Pérez Mackenna, ya tiene planificadas giras veraniegas donde entregará viviendas a los afectados del 27-F y mostrará los avances. En Obras Públicas, en tanto, se reclutó especialmente a un grupo de funcionarios para que prepare un “plan de salida” en que se luzcan todas las obras que ha dejado listas la administración.
El terremoto de 2010 es una de las piezas claves del legado. Incluso algunos críticos al interior de la Alianza reprochan a Piñera que su gobierno no dejará hitos memorables, como la reforma procesal penal de Eduardo Frei, los cambios constitucionales y las obras públicas de Lagos o los cambios al sistema previsional de Bachelet.
Pero el lunes pasado, a las 19 horas, en el acto en el patio de las Camelias en La Moneda donde presentó el libro sobre la reconstrucción, Piñera le habló a su gente. En uno de sus discursos más políticos del último tiempo, dejó en claro que su principal legado será la reconstrucción. Ante casi la totalidad de su gabinete, varios ex ministros, sus principales asesores y no más de cinco parlamentarios de la Alianza cercanos a él, señaló: “Hemos logrado reconstruir más del 96% de lo que el terremoto y el maremoto destruyeron”, y enumeró cifras y logros.
La apuesta es que exponer lo que se ha hecho en reconstrucción ante una opinión pública que crecientemente ha aumentado su respaldo a la gestión hará que esto se fije como la gran herencia del presidente. Es una carrera contra el tiempo, porque en el gobierno afirman que deben dejar instalada la idea antes de marzo. Saben que una de las primeras acusaciones de un eventual gobierno de Bachelet será sobre los incumplimientos en esa área. La ex mandataria lo ha reiterado una y otra vez en sus discursos en las regiones afectadas, y diputados como Juan Carlos Latorre (DC) y Patricio Hales (PPD) se han dedicado a poner en duda los reportes oficiales. Este último es mencionado como una de las cartas para asumir en Vivienda, lo que reforzaría la posibilidad de una ofensiva,
En el equipo político se comenta algo más. Afirman que otra pieza clave del legado que se verá desde marzo es cómo el gobierno cambió a toda la centroderecha. Por eso, la expectativa es que más allá de un breve silencio inicial tras dejar el poder, progresivamente el mandatario irrumpa en discusiones políticas y fije posiciones en temas relevantes. Un ministro de La Moneda dice que Piñera no renunciará a ese rol: “Por su porcentaje de apoyo, él seguirá siendo el gran líder de la centroderecha”.