Por Eric Parrado, economista, académico UAI Diciembre 19, 2013

El proceso de desaceleración de nuestra economía es un proceso natural del ciclo económico global y que no tiene relación con las reformas anunciadas.

Los desafíos que enfrenta la nueva administración de Michelle Bachelet son enormes. Aun más relevantes son los retos económicos en los cortos cuatro años de la nueva administración. Las reformas planteadas involucrarán un trabajo de joyería para crear los incentivos económicos correctos con tiempos cuidadosamente considerados. Esto último es clave dada la incertidumbre respecto a la frágil recuperación de las economías desarrolladas y la debilidad experimentada por muchas economías emergentes. Por eso, es sumamente importante que la discusión de la reforma tributaria que financie la reforma educacional sea a velocidad de crucero.

El contexto internacional importa, y mucho para los fines de legislar una reforma tan trascendental como la tributaria. El 2014 será un año con una actividad económica global menos dinámica. Instituciones multilaterales, como la OCDE y el FMI, ya han reducido sus estimaciones de crecimiento global, planteando que América Latina y el Caribe estarán creciendo en torno al 3%. Esta menor dinámica se explicaría principalmente por una caída en los precios de las materias primas y un endurecimiento de las condiciones financieras mundiales.

Chile no será la excepción. El Banco Central de Chile espera que nuestra actividad económica crezca entre 3,75% y 4,75% en el 2014. Y lo más probable es que este crecimiento se encuentre más cerca del piso de ese rango. La debilidad se concentraría en el consumo y no en la inversión. Por lo tanto, hacer una causalidad entre el menor dinamismo de la economía chilena y las propuestas económicas de Bachelet es simplemente mezquino. Las elecciones ya pasaron, así que uno debiera esperar que estos mensajes interesados no sigan presentes en la discusión económica que se viene. El proceso de desaceleración de nuestra economía es un proceso natural del ciclo económico global y que no tiene relación con las reformas anunciadas.

La velocidad de crucero, concepto usualmente utilizado en la aviación, implica aquella velocidad constante y uniforme sin que la aeronave sufra perturbaciones en la velocidad, altura, tracción y resistencia en el vuelo. Algo así debiera ocurrir con la discusión de la reforma tributaria y su futura implementación. La discusión tiene que ser oportuna y con un ritmo constante, pero con un sentido de precisión que permita una implementación gradual dado el contexto económico. Eso no significa aplicar el piloto automático ya que es muy necesario un debate serio, responsable y profundo, dados los alcances en los incentivos sobre el ahorro y la inversión. La idea es generar rápidamente los cambios para que el sector privado se adapte al nuevo esquema impositivo sin olvidar que el objetivo de la reforma tributaria es el de invertir en una mejor educación.

Las condiciones económicas del 2014 difícilmente se verán afectadas por cambios en la política económica o en las expectativas. Por el lado fiscal, y dado el contexto internacional, es probable que los ingresos fiscales sean menores a lo presupuestado, y consecuentemente, el déficit fiscal efectivo generará  una mayor presión fiscal a la originalmente presupuestada. Por el lado monetario, el Banco Central de Chile seguirá haciendo esfuerzos por incentivar el consumo con una política más laxa. Aun así, las condiciones económicas del 2014 proyectadas hoy no debieran variar mayormente. El nuevo gobierno tendrá que trabajar bajo ese contexto para enfrentar de mejor forma los siguientes tres años. Clave en el 2014 será la pronta discusión de la reforma tributaria y sus alcances.

Paralelamente, el foco de largo plazo debiera estar en tres áreas claves: mejoras en la distribución del ingreso, mayor diversificación económica y aumento de la productividad. Primero, convenzámonos que tenemos un problema grave con nuestra mala distribución del ingreso. Por eso, enfocarse en una reforma educacional que mejore su calidad con un sistema tributario más equitativo es indispensable. Segundo, nuestra dependencia a una sola materia prima y a un cliente es exagerada. La dependencia del consumo de cobre por parte de China es simplemente muy riesgosa y, por lo tanto, es necesario hacernos cargo prontamente. Finalmente, sin aumentos en la productividad no se puede crecer en el largo plazo. Nuestro crecimiento potencial sigue siendo el mismo que en años anteriores. Para esto hay varios frentes que atacar y que tienen relación con las desigualdades educacionales y de ingreso, el bajo emprendimiento e innovación, la poca diversificación productiva, la falta de competencia en algunos mercados e importantes desafíos sectoriales, como el energético.

Dejar a la suerte nuestro destino sin reformas que cambien el statu quo es irresponsable. Sin embargo, es necesario contar con una orientación a largo plazo que no sólo considere los cuatro años de gobierno, sino que además siente las bases para un crecimiento sostenido y a velocidad crucero.

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