Por Juan Pablo Sallaberry Diciembre 19, 2013

En el círculo de Bachelet creían que las buenas relaciones entre ella y Evo Morales servirían para recomponer vínculos -ambos acordaron el 2006 la agenda de 13 puntos que incluía el tema marítimo-, pero las palabras de Morales de esta semana fueron un balde de agua fría.

Fue durante un festejo con chilenos en la embajada de Estados Unidos cuando uno de los comensales dibujó en una servilleta lo que estimaba iba a ser la resolución del Tribunal de La Haya para el litigio entre Chile y Perú: se respetaría durante algunas millas el límite marítimo paralelo para luego doblar a la izquierda en un punto indeterminado, concediendo parte de la demanda peruana, pero sin quitarle demasiado mar a Arica. La fórmula “salomónica” no tardó en reproducirse en los ambientes diplomáticos de ambos países que juegan a adivinar durante cuántas millas se respetará el paralelo. Esta semana, un alto miembro del ex comando de Michelle Bachelet comentó que había escuchado que esa iba a ser la resolución y estaba dentro de toda lógica, ya que La Haya también diseñó a su manera el nuevo mapa limítrofe en la controversia entre Colombia y Nicaragua.

El fallo, que se dará a conocer el 27 de enero, será la primera prueba de fuego que enfrente la presidenta electa en materia internacional. Para entonces ya tendrá definido su gabinete y a su nuevo canciller, y ya deslizó la postura que mantendrá al declarar el lunes ante los corresponsales extranjeros que “soy una convencida de que todos tenemos que ponernos detrás del presidente de la República, hemos tenido una política de Estado en las relaciones internacionales y eso continuará así”. Analistas de la Nueva Mayoría explican que sea cual sea el fallo en esta materia, ningún sector buscará sacar dividendos políticos, sobre todo considerando que la defensa de Chile fue una estrategia compartida entre los gobiernos de Sebastián Piñera y Bachelet.

Pero las apuestas en el bacheletismo no son las mejores: el retraso en la resolución es interpretado como una señal de que los documentos limítrofes presentados por Chile no fueron bien acogidos por jueces y que por ello se demoraron en dibujar el nuevo mapa. Con todo, la primera misión de Bachelet será normalizar cuanto antes las relaciones con el gobierno de Ollanta Humala.

Pero si el tema con Perú es inminente y un trago que las autoridades intentarán  pasar rápido, el mayor foco de preocupación de los asesores de Bachelet, en términos de relaciones exteriores, es otro: la demanda que presentó Bolivia ante el mismo tribunal para tener acceso al mar. El procedimiento le tocará de lleno al nuevo gobierno; el 17 de abril Bolivia presentará su memoria con argumentos y la administración de Bachelet deberá hacer lo propio el 18 de febrero de 2015.

Para un cercano a la mandataria electa, “los próximos años serán difíciles en materia exterior, sobre todo por el flanco de Bolivia, que es mucho más serio de lo que se pensaba”. Si en su círculo creían que las buenas relaciones entre ella y el presidente Evo Morales servirían para recomponer vínculos -ambos establecieron el 2006 la agenda de 13 puntos que por primera vez incluía el tema marítimo-, las declaraciones de Morales de esta semana fueron un balde de agua fría. “Ahora vamos a ver si Bachelet es realmente socialista”, dijo el martes, agregando que “si ella sigue en la Alianza del Pacífico, donde están los gobiernos pro imperialistas, no la voy a entender, ni lo voy a aceptar”.

La intervención fue leída en la Nueva Mayoría como un mensaje de que la demanda en La Haya y la polarización con Chile seguirán hasta las últimas consecuencias. Y están trabajando: hace algunos días las autoridades bolivianas donaron a la biblioteca del Tribunal de La Haya una serie de antiguos mapas del país con su dominio marítimo.

UN PIE EN EL PACÍFICO, UN PIE EN EL ATLÁNTICO

El afectuoso saludo de la presidente de Brasil, Dilma Roussef a la presidenta electa, donde dijo que “tenemos mucho que cooperar y construir juntas”, porque “tenemos una comprensión clara del papel de la integración en Sudamérica”, fue observado con interés en círculos diplomáticos. Allí coinciden en que las dificultades de integración de Chile con  Brasil -el segundo receptor de inversión directa de Chile en el exterior- se deben al histórico desinterés del gigante sudamericano en sus vecinos. Pero los analistas creen que con ambas presidentas esto puede cambiar y volverse aliados estratégicos. 

Es uno de los mayores intereses del bacheletismo, donde consideran que hay que reforzar la integración latinoamericana y mirar hacia el Atlántico -Brasil, Argentina, Uruguay- que, según los asesores de la mandataria electa, el gobierno de Piñera ha descuidado para privilegiar la Alianza del Pacífico, acuerdo comercial que agrupa a Chile, Colombia, Perú y México. En los planes de Bachelet no está en ningún caso desechar dicho pacto -que equivale en tamaño a la sexta economía del mundo según un estudio de FMI- pero sí restringirlo a sus aspectos comerciales y no políticos. Esto, porque la Alianza es vista con recelo entre los países con gobiernos de izquierda como Ecuador o Bolivia.

Pero quizás uno de los puntos más polémicos del próximo mandato será la actitud que tome respecto al Acuerdo Transpacífico TPP con Estados Unidos y otros diez países. El proyecto de integrar la zona de libre comercio más grande del mundo era una de las ambiciones de Piñera antes de dejar el mando, pero Bachelet ya en su programa de gobierno lo puso en duda al decir que revisará sus cláusulas en ámbitos como propiedad intelectual, patentes farmacéuticas o derechos digitales, que podrían significar un retroceso respecto a anteriores tratados. El miércoles la presidenta electa recibió un llamado de felicitaciones del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, donde acordaron avanzar en cooperación en áreas como ciencia, tecnología y medio ambiente. Un llamado protocolar. Pero en el mundo diplomático saben que Cancillería dará una dura batalla si intenta cambiar los términos del TPP.

Relacionados