Entre quienes sostienen que hay que empoderar a la Secretaría General de la Presidencia en el próximo gobierno, se plantea la necesidad de nombrar a un economista al mando de la cartera para que pueda tratar de igual a igual con Hacienda. Y ya hay nombres circulando.
Para Joseph Ramos, Hacienda necesita un ministro que entregue claridad y tranquilidad a los mercados, “no que sea el aguafiestas, pero sí que tenga credibilidad y aclare hacia dónde se quiere ir. También que pueda manejar el tema de las expectativas exageradas”.
11 de marzo de 1990. Era otra época y otro Chile. Alejandro Foxley, ministro de Hacienda, y Edgardo Boeninger, ministro secretario general de la Presidencia, eran los encargados de sacar adelante la reforma tributaria del gobierno de Patricio Aylwin que incrementó los ingresos en 3 puntos del PIB sin frenar una décima el crecimiento económico. Si Foxley fue el encargado de definir e implementar el mecanismo, a Boeninger le tocó negociarlo y conseguir el apoyo de RN. Un trabajo en equipo donde ambos actuaban a la par. Es más, testigos de ese tiempo recuerdan que por su ascendiente en el resto del gabinete, el titular de la Segpres opinaba en materias económicas, tenía influencia sobre Hacienda y cierta autoridad sobre Foxley.
Era un esquema de gobierno que no volvió a repetirse. A partir de entonces los ministros de Hacienda fueron obteniendo cada vez mayor poder al interior del gabinete, al punto que se les considera prácticamente inamovibles en sus cargos. Mientras que, en cambio, los representantes de la Segpres fueron acotando sus funciones a la tarea de tramitar los proyectos en el Congreso y son un fusible fácil en los cambios de gabinete.
Pero casi 24 años después, en el bacheletismo han vuelto a poner la mirada en el diseño original. En momentos que la presidenta electa Michelle Bachelet arma el puzle de lo que será su equipo de gobierno -nombres que dará a conocer la segunda quincena de enero-, en la Nueva Mayoría se ha abierto un debate sobre la estructura que debe tener el gabinete.
En sectores de la oposición no olvidan el activo protagonismo que tuvo Andrés Velasco como jefe de Hacienda durante el primer mandato de Bachelet. Entonces se volvió un ministro sin contrapeso, que definía la agenda del gobierno y se enfrentaba a los partidos y miembros del comité político, imponiendo su visión incluso en áreas ajenas a las finanzas. Esto le sirvió para catapultarse como una figura presidencial, pero también le reportó cuestionamientos de quienes -como el ex ministro Francisco Vidal o el senador Guido Girardi- lo acusaron de tecnócrata y de no impulsar los temas sociales. Y que ésa sería una de las razones que llevaron a la Concertación a perder el gobierno el 2010. Si Bachelet delegó amplias atribuciones a su ministro fue porque la economía era un área en que ella no tenía experiencia. Sin embargo, el modelo no tendría porque volver a repetirse.
Entre los análisis del bacheletismo, está la posibilidad de limitar la cartera de Hacienda a su competencia: el manejo de las finanzas públicas y mantener el equilibrio macroeconómico. Y potenciar a la Segpres para que pueda definir las estrategias políticas, junto con tramitar y sacar adelante los proyectos del programa de gobierno, como la reforma tributaria. En otras palabras, que las consideraciones económicas se manejen a un mismo nivel con los lineamientos políticos.
Y tienen un ejemplo cercano que ha funcionado bien. Durante el gobierno de Sebastián Piñera, Hacienda se ha mantenido con un bajo perfil. En parte porque Piñera -PhD en Economía- ha sido en la práctica el jefe económico del gobierno, opacando la labor del ministro Felipe Larraín. Por ejemplo, es el mandatario quien presenta todos los años en cadena nacional el presupuesto de la nación, mientras que en el gobierno de Bachelet lo hacía Velasco.
Pero también porque Segpres, que dirige Cristián Larroulet, de profesión economista, ha comenzado a tramitar proyectos que llevaba sólo Hacienda. Antes eran los asesores seniors de esa repartición quienes solían controlar los ritmos y las prioridades sobre la agenda legislativa. Hoy, en cambio, se incluye un representante de la Segpres en todas las reuniones bilaterales del presidente. Así la cartera ha ido adquiriendo cada vez mayor relevancia. De hecho, entre quienes sostienen que hay que empoderar a la Segpres en el próximo gobierno, se plantea la necesidad de nombrar a un economista al mando de la cartera para que pueda tratar de igual a igual con Hacienda. Y ya hay nombres circulando.
EL NAIPE MINISTERIAL
El nombre que ha sonado con mayor fuerza desde el inicio de la campaña presidencial para encabezar el Ministerio de Hacienda es el de Alberto Arenas. Y Bachelet ha dado varias señales en esa dirección: lo incluyó en su grupo de confianza más selecto y le dio el doble cargo de jefe programático y jefe del equipo económico del comando. Atributos no le faltan: doctor en Economía de la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, tiene experiencia en el Estado como ex director de Presupuestos y trayectoria política como militante PS, donde se le reconoce como un hábil negociador.
Pero también tiene fuerte oposición en miembros del mundo económico y empresarial. En privado dicen que su expertise no es la macroeconomía y que carece de redes con los empresarios. En público, Jorge Errázuriz, fundador de Celfín, sostiene que “Arenas es capaz y serio, pero no es un macroeconomista, no es reconocido internacionalmente, ni conoce los mercados de afuera. Y ése es un riesgo que puede salir caro al país”.
Una de las alternativas que se considera es que Arenas en vez de Hacienda asuma el rol de ministro secretario general de la Presidencia, pero siempre en el nuevo esquema de una Segpres empoderada. Desde allí sería él quien tramite el proyecto tributario y defina lineamientos económicos. Desde esa plataforma también podría aprovechar sus lazos con el mundo político y ser un contrapeso de primer nivel con quien designen ministro de Hacienda. Un escenario que no se descarta en el bacheletismo. Y hay un dato: al igual que Arenas, tanto Boeninger como Larroulet -los dos ministros de la Segpres con mayores atribuciones- fueron antes los jefes programáticos en las candidaturas de sus respectivos presidentes.
Para Joseph Ramos, PhD en Columbia y ex decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile, la fórmula le parece acertada, pero se requeriría de un hombre fuerte en Segpres -como Arenas- para que resulte el contrapeso. Según señala, en Hacienda este período necesita un ministro que entregue claridad y tranquilidad a los mercados, “no que sea el aguafiestas, pero sí que tenga credibilidad y aclare hacia dónde se quiere ir. También que pueda manejar el tema de las expectativas exageradas”. Y en ese ámbito nombres como Mario Marcel, Manuel Marfán o Nicolás Eyzaguirre “entregan tranquilidad sin necesidad de que abran la boca”. Para Ramos “lo importante es que en Hacienda no haya alguien que sólo ataje goles -como tal vez lo hizo Velasco- sino que meta goles, como lo hicieron Eyzaguirre y Marcel al implementar la ley del superávit estructural”. Descarta un nombramiento sorpresa, como un economista sub 40 más desconocido, porque generaría incertidumbre e inestabilidad.
LOS RIESGOS DE LA FÓRMULA
En cualquier caso es un diseño difícil y donde un factor en juego es la personalidad y la agenda propia de los ministeriables. Un economista del actual gobierno señala que darle más atribuciones a la Segpres puede conducir a un conflicto con Hacienda. Si Foxley y Boeninger no se enfrentaron fue porque en esa etapa había espíritu de unidad y el desafío era sacar adelante el primer gobierno de la transición. Hoy Larroulet y Larraín tampoco han tenido mayores diferencias porque son ministros de bajo perfil.
Pero es complicado imaginar una dupla Eyzaguirre-Arenas. El ex ministro de Hacienda de Ricardo Lagos tiene un carácter fuerte y tuvo más de un enfrentamiento con el ex mandatario, e incluso amenazó con renunciar durante su gestión. O José de Gregorio-Arenas. El ex ministro de economía DC trabajó en el programa de Bachelet y se mencionó como una carta para encabezar Hacienda, pero tras su rol de 10 años como consejero del Banco Central (4 de ellos como presidente de la entidad) no se sabe si aceptaría un ministerio con atribuciones limitadas. Analistas coinciden en que la dupla Marcel-Arenas podría funcionar, ambos socialistas trabajaron juntos en Presupuestos. Marcel, subdirector de Gobernabilidad y Desarrollo Territorial de la OCDE, el 2005 disputó palmo a palmo con Velasco para encabezar Hacienda y es ampliamente respetado en el mundo académico. O bien, Bachelet podría dar un golpe de timón y designar a Andrea Repetto -doctora en Economía del MIT- para ser la primera ministra de Hacienda en la historia de Chile.