“¡Cómo te voy a hablar, chiquilla, si no sé bien lo que está pasando aquí! Déjame primero ver de qué se trata esto”, le comentaba un descolocado Carlos Larraín a una periodista la tarde del lunes, momentos antes de la ceremonia en La Moneda.
“Presidente, ¡mire para acá!”. La escena se repetía: en un distendido ambiente, en pleno cóctel en los patios de La Moneda, varios asesores ministeriales jóvenes le pedían a Sebastián Piñera que posara para fotos con sus celulares, al estilo de las selfies que se robaron la película en los premios Oscar. Era el lunes 3 en la tarde, tras la cuenta pública del mandatario. Poco después, las fotos llegaron a las cuentas de Facebook y Twitter de los asesores.
El ánimo estaba arriba. En la mañana se había publicado la última encuesta Adimark: 50% de aprobación y 36% de rechazo a Piñera. Exultante, el mandatario entró a las 18:25 al patio de los Cañones junto a la primera dama, Cecilia Morel, en medio de una ovación. “¡Más fuerte el aplauso para su excelencia el presidente, en esta significativa ceremonia!”, repetía el locutor del acto con tono enérgico. Incomodando a varios por su locuacidad, fue más allá gritando varias veces a voz en cuello: “¡Viva Chile! ¡Viva el presidente Piñera!”.
Los cerca de 400 asistentes reflejaban las diversas almas del gobierno. La más saludada fue Evelyn Matthei, que reapareció tras su derrota en las elecciones, más delgada y con el pelo más corto. Paralelamente, un sonriente Laurence Golborne saludaba a todos acompañado de su ex jefa de gabinete, la actual subsecretaria de Servicios Sociales, Luz Granier. Un poco más allá, Joaquín Lavín comentaba su flamante retorno a la Universidad del Desarrollo; dos días antes, el ex rival de Piñera en el 2005 aseguró a La Tercera que el mandatario “es hoy el mejor posicionado” como candidato de la derecha.
Nadie lo decía, pero esa tarde la próxima elección rondaba en la cabeza de los presentes. Más aún con las ausencias: en La Moneda no estaban ni Andrés Allamand ni Manuel José Ossandón -dos nombres que aspiran a ser presidenciables de RN-, y tampoco Jovino Novoa, quien durante el período fue uno de los mayores críticos de Piñera desde la UDI. Sí llegaron representantes de Amplitud y Evópoli, los dos movimientos que son vistos como potenciales “brazos armados” del mandatario cuando deje el poder.
Por eso, el análisis en la centroderecha es que la ceremonia del lunes fue el símbolo más visible del inicio de una nueva etapa: un blindaje a la figura de Piñera planificado por su equipo más cercano, en el que el horizonte parece apuntar a cuatro años más. Al menos en Palacio ésa fue la sensación cuando el mandatario, mientras hablaba del desafío de derrotar la pobreza en Chile, hizo una de sus frecuentes analogías: “Hay un largo camino por recorrer, y los montañistas sabemos que la segunda parte es siempre la más hermosa, pero también la más difícil”.
ALERTA DE FUEGO AMIGO
“¡Cómo te voy a hablar, chiquilla, si no sé bien lo que está pasando aquí! Déjame primero ver de qué se trata esto”, le comentaba un descolocado Carlos Larraín a una periodista la tarde del lunes, momentos antes de la ceremonia en La Moneda. En la primera fila, el presidente de RN -uno de los escasos críticos de Piñera que llegaron al acto- luchaba con una afonía y miraba sorprendido las pantallas led gigantes que mostraban muy de cerca a los invitados, los grandes focos colgados de los balcones y una moderna steadycam -con un brazo gigante- que se paseaba por arriba del público.
La sensación de Larraín refleja la incertidumbre que existe tanto en RN como en la UDI sobre los pasos de Piñera tras el martes 11, cuando entregará el cargo a Michelle Bachelet. Cada palabra del mandatario es analizada como una señal de su futuro. Y por eso, la mención explícita en sus agradecimientos del discurso del lunes a los movimientos Amplitud y Evópoli no pasó desapercibida. “Por su generoso y leal apoyo durante la campaña y durante nuestro gobierno”, destacó Piñera, mientras las pantallas gigantes mostraban primero a Lily Pérez -con su nuevo look de pelo corto- y Karla Rubilar, y luego a los ex ministros Felipe Kast y Luciano Cruz-Coke.
En La Moneda cuentan con ambos movimientos para que jueguen un rol crucial en un tema que preocupa a Piñera: la protección de su legado. Sus cercanos evalúan que la cerrada defensa que hizo la actual oposición de la figura de Bachelet fue clave para su retorno al poder, y están preparando una fórmula que le permita a Piñera contar con un esquema similar. “Lo digo con claridad: hay que defender, porque vamos a ser sujetos de ataque, lo mucho que hemos logrado avanzar, gracias al esfuerzo de todos ustedes, durante estos cuatro años”, disparó el mandatario el lunes.
Un adelanto de ese esquema se dio el miércoles. Pocos minutos después de que el futuro ministro de Hacienda, Alberto Arenas, lanzara una dura crítica al escenario económico que deja el gobierno, la oficina de prensa de Amplitud convocó a una rueda de prensa para responder los cuestionamientos y respaldar la gestión de Felipe Larraín.
Pero, más allá de que se prevén cuestionamientos de parte de la Nueva Mayoría, la apuesta es vital, sobre todo para blindar a Piñera del frente interno en la Alianza. Con elecciones en RN y la UDI en los próximos meses, los cercanos al presidente anticipan que el “fuego amigo” se intensificará. El principal ejemplo es el de Manuel José Ossandón, quien, pese a que recién asumirá el 11 de marzo como senador, disparó esta semana sin anestesia contra el mandatario: el lunes, mientras Piñera hablaba, señaló que su gobierno fue “uno de los peores de la historia de Chile en política”, el martes aseguró que “nuestro sector está absolutamente destruido”, y el miércoles acusó a Amplitud y Evópoli de “estar creados para la campaña 2018”. También se espera que Andrés Allamand intensifique sus cuestionamientos para potenciar su rol en RN.
EL NUEVO LEGADO
Desde atrás del patio de los Cañones, Ignacio Rivadeneira, escritor de los discursos presidenciales, seguía la intervención de memoria, adelantándose a lo que iba a decir Piñera. El texto abordaba tres puntos centrales: la necesidad de una centroderecha unida y “con renovación”, la legitimación del sector en el poder y la defensa del legado del gobierno en materia de derechos humanos. “Hemos demostrado, con nuestros actos y nuestros resultados, que nuestro sector cumple con los compromisos que asume y que tiene un profundo compromiso con la libertad, la democracia, los derechos humanos y la justicia social”, exclamó el mandatario en uno de los puntos más aplaudidos de su intervención.
En especial, los dos últimos temas son considerados el principal legado de Piñera por sus cercanos. Andrés Chadwick ha impulsado esa tesis: el ministro del Interior, quien es uno de los principales consejeros políticos del mandatario, ha resaltado que la forma en que el presidente enfrentó los 40 años del golpe de Estado le permitió desmarcarse de la derecha tradicional, y que enfatizar ese punto es la única alternativa que tiene la centroderecha para volver en un corto plazo al poder.
Chadwick también se anotó un punto, ya que desde que asumió apostaba en privado porque Piñera terminaría su período con una importante alza en su popularidad, superando el 45%. Tras sortear con éxito La Haya -que era visto como una potencial crisis para el gobierno-, las buenas cifras permitieron planificar una intensa agenda de despedida del mandatario. La inauguración de los juegos Odesur, el viernes 7, será su última instancia masiva, y también se contempla una cadena nacional.
De hecho, la planificación anotaba un acto especial para el 10 de marzo. En secreto, Magdalena Piñera, la hija del mandatario y jefa del gabinete presidencial, había trabajado en la inauguración de un museo con la historia del rescate de los 33 mineros de Atacama, tal vez el mayor hito del período. La idea era que el presidente abriera el recinto como su actividad final. Sin embargo, esta semana el equipo desechó la idea porque podía verse como una “sobredosis” de exposición presidencial.
Pensando en el futuro, en el equipo han acelerado en las últimas semanas los preparativos para lanzar la fundación del mandatario. Y aunque aún se baraja mediados o fines de abril como una fecha tentativa para su lanzamiento, en La Moneda reconocen que la entidad empezará su funcionamiento antes de que termine marzo.
Por ahora, Piñera mantiene sus planes para después del cambio de mando: irá con sus ministros y cercanos al parque Tantauco, y luego tiene programada una gira por Estados Unidos para exponer en universidades. Pero en la derecha apuestan que el retorno será más rápido de lo previsto, porque intentará mantener cohesionada a la generación de funcionarios que se irá junto a él de La Moneda. Los mismos que se emocionaron cuando, minutos antes de la cuenta pública del lunes, se proyectaron videos de los actos en el Movistar Arena para la campaña presidencial de 2009, y aplaudieron cuando el mandatario hizo una de las pocas alusiones directas a su futuro en el discurso: “Todos sabemos que cada uno de nosotros, desde su propia trinchera, algunos desde los partidos, otros desde el Parlamento, la academia, las fundaciones, las organizaciones de la sociedad civil, vamos a seguir comprometidos y trabajando por un Chile mejor”.