Por Juan Andrés Quezada Marzo 12, 2014

© José Miguel Méndez

"El cuadro político cambió. Hoy no son las instituciones políticas tradicionales las que están conduciendo el proceso. Hoy día se produce una presión y estallan los fusibles. Esa presión le costó cuatro subsecretarios a Michelle Bachelet"

Hernán Larraín observó de lejos los festejos que esta semana caracterizaron el término del gobierno de Sebastián Piñera. Si bien precisa que fue una buena administración, afirma que políticamente fue un fracaso que requiere una profunda reflexión en el sector, y especialmente en su partido.

“El actuar del gobierno y de la dirigencia de la UDI terminaron por debilitar a nuestro sector. En el caso nuestro,  generó una fuerte discusión sobre el proyecto político, en el caso de RN significó fisuras sucesivas. Se fue el senador Antonio Horvath y Democracia Regionalista, se fue Amplitud, Evópoli no pudo entrar y no sé si próximamente vendrán más renuncias de ex ministros y parlamentarios que cerrarán este proceso de fracturación”, señala el parlamentario, quien por estos días se encuentra articulando un grupo al interior de la UDI que congele el debate por quién presidirá el partido y se enfoque en la elaboración de un nuevo proyecto político en la UDI.  

-¿Le preocupa esta fragmentación de la centroderecha?
-El efecto que tuvo este proceso político y su conclusión final en las elecciones presidenciales es la de un fracaso que generó una bomba de racimo. Obviamente hubiera preferido que esto (la fragmentación) no se hubiera producido, pero se produjo, y a estas alturas no sacamos nada con lamentarnos, porque todos tenemos responsabilidades. Por eso creo que es el minuto de que las cosas se decanten y rearticular la Alianza con la UDI, con lo que queda de RN, con Amplitud, con Evópoli y con Democracia Regionalista, y hacer una nueva coalición.

-¿Algo así como la Nueva Mayoría?
-Hay que hacer una nueva coalición, porque es lo que refleja el momento político actual. Hemos ganado experiencia, aprendido mucho al estar en el gobierno y eso nos hace estar preparados para entrar a un nuevo proyecto político, dentro de nuestro ideario, que permita crear una institucionalidad donde se cimiente una nueva alianza que haga una oposición pro Chile, no una oposición  mezquina y de pura fiscalización. Esto podría demorar todo este primer semestre en configurarse, pero si lo logramos, y sumamos el Instituto Libertad y Desarrollo, el Instituto Libertad, Horizontal, la Fundación Jaime Guzmán y los nuevos grupos de jóvenes que están apareciendo, vamos a rearticular una alternativa a la Nueva Mayoría. Hay un dato muy interesante, últimamente ha habido muchos jóvenes que han organizado sus propias organizaciones, fundaciones, porque sienten que la Alianza no les da un espacio·.


"HEMOS ERRADO EL CAMINO"

-¿Es partidario de una mesa de consenso o una votación en la UDI?
-Creo que el debate sobre la nueva directiva debe ser el último que debemos tener y no el primero. La crisis por la que atraviesa hoy la UDI y nuestro sector, el fracaso que tuvimos en las últimas elecciones presidenciales y el fracaso político que dejó el gobierno exigen una reflexión más profunda, orientada a un nuevo proyecto político y a nuevas estrategias. Ya hicimos el diagnóstico, ahora tenemos que ver cómo seguimos hacia el futuro.

-¿Quién le gusta más para liderar este nuevo período Ernesto Silva o Víctor Pérez?
-Entrar al juego de si es mejor esta lista o la otra es cambiar la naturaleza del problema. Si seguimos el camino de las luchas por las directivas vamos a terminar como la DC, es decir, convertidos en una máquina de poder sin consistencia doctrinaria. Éste no es un problema de generaciones jóvenes o antiguas, sino de tener un proyecto propio que nos identifique.

-¿Tiene ganas de volver a presidir el partido?
-No. Yo me he reactivado en la política interna porque veo que hemos errado el camino. No nos hemos hecho cargo del tema de los movimientos sociales que han convertido a la presión social en el principal protagonista de la política chilena, no nos hemos hecho cargo de los errores estratégicos graves que cometimos, entre los cuales está haber desahuciado a la Coalición por el Cambio. Nuestro proyecto político lo hemos reducido a una parte muy pequeña, más bien centrada en la ortodoxia económica y una defensa acérrima a principios determinados que nos han cerrado el espectro y nos han derechizado en extremo, nos han puesto en una postura negativa y defensiva, y creo yo que eso, más la pérdida de sintonía con el voto popular, que probablemente sea consecuencia de lo anterior, hacen que la UDI esté perdiendo su sentido.

-¿A qué se refiere cuando dice que la presión social es hoy la protagonista de la política chilena?
-El cuadro político cambió, venía insinuándose de antes, pero en el último tiempo, si tú sumas las movilizaciones estudiantiles del 2011, el movimiento en Aysén, las manifestaciones que provocaron el fin de Barrancones, las protestas en Magallanes, las de los agricultores del Maule y Linares… en fin, ves que hoy no son las instituciones políticas tradicionales las que están tomando las decisiones ni las que están conduciendo el proceso. Hoy día se produce una presión y estallan los fusibles. Esa presión le costó cuatro subsecretarios a Michelle Bachelet.


MENOS FRIEDMAN Y MÁS PAPA FRANCISCO

-“El desafío es cómo entramos en este nuevo mundo social”, señalaba el fin de semana Jovino Novoa en una entrevista. 
-Sí, tenemos que entender que la política se hace con los movimientos sociales. Hay que dialogar con ellos, estar en terreno con ellos, recoger sus inquietudes y darles respuesta desde nuestras respectivas visiones políticas. Ellos son actores, y si nosotros no lo advertimos estamos mal. En la UDI tenemos que hacernos cargo de esta nueva realidad si queremos tener influencia y relevancia en el futuro.

-¿Cree que el gobierno de Bachelet podrá enfrentar esa presión social a la que usted se refiere?
-La presión social no es un problema de este gobierno ni del anterior, creo que la presión social en Chile se instaló, y como ha habido un debilitamiento de la institucionalidad democrática, de su peso específico, de la confiabilidad y credibilidad ante la gente, la presión social actúa por sí sola. 

-¿Qué propone para que la UDI se adecúe a este escenario?
-Tener un proyecto que deje de ser mucho Milton Friedman y empecemos a hacer una ecuación inteligente entre Friedman y el Papa Francisco. Es decir, libertad y desarrollo, pero justicia e igualdad. Si hacemos eso, e incorporamos a las nuevas generaciones al trabajo político, conduzcan o no; si integramos a los movimientos sociales y somos interlocutores válidos ante ellos, si cambiamos la manera de conducir la UDI, que cada vez se ha ido centralizando más, tomando medidas cupulares y la hacemos un partido abierto, unitario, participativo y transparente, empezamos a echar a andar la máquina de nuevo.

-Históricamente la UDI es reconocida como un partido casi monolítico. ¿Usted diría que hoy hay dos almas?
-Hay un debate entre quienes tienen posturas más ortodoxas en lo económico y en lo político con otros que tenemos clara la necesidad de actualizar nuestro proyecto y darle un sentido de futuro y seguir defendiendo tesis que quizás eran comprensibles en los 90, pero no hoy con otro cuadro  social, con otro momento cultural. Nosotros estamos postulando a que un partido más de centro que sirva para interpretar lo que está pasando hoy en Chile. La pregunta es si queremos ser una academia, un centro de estudios o un partido político. Y Jaime Guzmán en eso no se equivocaba: era claro en sus principios, pero pragmático en su proyección, porque es la única manera de hacer política, que consiste en buscar acuerdos, no en imponer una visión determinada.

-¿Se puede hacer? Ha habido votaciones en el Senado en que usted se ha desmarcado de la postura de los otros parlamentarios UDI y ha quedado solo.
-Así es, pero en el tema del AVP, donde muchos en la UDI se han manifestado en contra, lo fuimos debatiendo internamente y la postura de darle una solución legal al vacío que existe para regular las parejas del mismo sexo tuvo bastante acogida. Hemos ido avanzando en tener una posición más en el sentido común. En el tema político, la cerrazón a defender el sistema binominal también está cediendo terreno.

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