Por Sebastián Rivas Abril 3, 2014

© Gabriel Garvo

Pese a que Chadwick ha negado públicamente su interés en ser candidato de consenso, la idea está siendo promovida por figuras como el senador Alejandro García-Huidobro y consejeros de la Región de O’Higgins, donde el ex jefe de gabinete fue parlamentario por dos décadas.

El primer punto de la tabla pasó sin problemas. El lunes 24 de marzo, el directorio  de la fundación Jaime Guzmán se juntó en la casona de calle Capullo con Ricardo Lyon, en Providencia, para aprobar un gesto muy simbólico: el traspaso de la presidencia de la entidad desde Juan Eduardo Ibáñez al ex senador y ex presidente de la UDI Jovino Novoa, una de las figuras más respetadas en el partido. Entre los presentes, además de Ibáñez y Novoa, estaban figuras como el ex ministro del Interior Andrés Chadwick, el senador Hernán Larraín, el diputado José Antonio Kast y el ex presidente de la Cámara Baja Edmundo Eluchans. Todos estuvieron de acuerdo.

Pero fue antes de pasar al segundo punto, la planificación anual, cuando la cita se volvió tensa. En ese momento, Chadwick pidió la palabra para intervenir. Su análisis fue crítico y descarnado. Expuso que la fundación era vista por la sociedad como una entidad conservadora, que había que debatir las posturas que ésta defiende y pidió que le explicaran cómo se habían diseñado las cátedras que se imparten y quiénes eran las personas a cargo.

La intervención sorprendió a los presentes. Era la primera vez que Chadwick, director de la fundación, participaba en una cita del directorio tras su paso por La Moneda en el gobierno de Sebastián Piñera. Lo hacía, además, como el flamante presidente de la fundación Avanza Chile -que se preocupará de defender el legado del ex mandatario-, rol que es visto con suspicacias por un sector de la UDI. Y sus cuestionamientos privados apuntaban al corazón de una entidad que desde su origen ha estado indisolublemente ligada al partido.

Quien salió a contestar fue el director ejecutivo de la fundación, Jorge Jaraquemada, quien le expuso a Chadwick que los programas de las clases y charlas eran aprobados por el mismo directorio, y que los profesores eran respetados académicos y figuras con trayectoria, como Carlos Frontaura. Sin embargo, la sesión ya había tomado un giro.

A continuación, Hernán Larraín planteó que él no suscribía el contenido de algunas de las minutas que genera la fundación. Juan Eduardo Ibáñez pidió la palabra para defender la independencia de la entidad, asegurando que tenían derecho a fijar postura. “Si fuera por alinearse con la UDI, tendríamos que tener muchas posturas en cada tema”, expresó molesto. Edmundo Eluchans trató de poner paños fríos, bromeando con que muchas veces ni siquiera él se sentía representado por las posturas de la UDI. Ante la evidente incomodidad del grupo, el intercambio se selló con Novoa destacando las grandes líneas de la fundación e invitando a los miembros del directorio a tener un rol más activo hacia delante. Pero la molestia fue patente. “Lo que preguntó Chadwick son detalles que estaban en el sitio web. O fue algo inoportuno o lo hizo con un propósito distinto”, comentó un cercano a Novoa sobre el tema.

El inusitado choque es la antesala de la disputa que se vivirá en la UDI en las próximas semanas. Con la renovación de directiva en ciernes, una elección programada para el 10 de mayo y dos candidatos declarados a la presidencia -Víctor Pérez y Ernesto Silva-, la mirada está puesta en cómo se ubicarán las figuras históricas del partido para mantener su influencia. Y en esa línea, todo movimiento está siendo mirado con lupa.


EL BAILE DE MÁSCARAS

“Fue mejor que cualquiera de los discursos que hizo en la campaña”. El comentario sobre la intervención de Evelyn Matthei se repetía entre los asistentes al restaurante Los Buenos Muchachos el lunes 31. En la cena de celebración de los 30 años de la UDI, ante un recinto lleno con más de 800 comensales, la ex candidata  arremetió contra el gobierno de Michelle Bachelet, señalando que “no podemos renunciar a nuestro deber político de hacer al gobierno responsable de las consecuencias de sus propios proyectos”. Y si al iniciar su intervención hizo un guiño a Ernesto Silva -el diputado fue quien le pasó su discurso-, tras el cierre la pregunta que rondaba era si la ex ministra quería instalar su nombre como una potencial figura de consenso para encabezar el partido.

La cena congregó a todos los grandes nombres de la UDI. La idea era dar una señal de unidad: si bien el aniversario de las tres décadas del partido fue en septiembre del año pasado, la campaña presidencial y las vacaciones pospusieron la cita. Además, durante el verano a las figuras históricas del partido les preocupó el tono de la disputa entre Pérez y Silva, con acusaciones a través de los diarios y críticas atípicas para la colectividad. Por eso, y como otro gesto simbólico, la directiva escogió hacer el encuentro en la víspera de la conmemoración de la muerte de Jaime Guzmán.

Las señales estaban a la orden del día, como un baile de máscaras. Y las miradas estaban sobre los denominados “coroneles”. Chadwick, Pablo Longueira y Juan Antonio Coloma se sentaron en la misma mesa, junto a Víctor Pérez. Novoa, quien es más cercano a la postulación de Silva, se colocó en otro lugar con su familia. El grupo acaparó las miradas: lejos de los anuncios de retiro -Chadwick, Longueira y Novoa no fueron a la reelección en el Senado-, en los últimos días las señales han apuntado a que todos pretenden jugar un rol importante en la definición de la nueva directiva de la UDI.

Aprovechando la concurrencia, los candidatos a la presidencia aprovecharon de saludar a la mayor cantidad de asistentes. Pero en las conversaciones de pasillo también se mencionaban otros nombres: por ejemplo, el senador Alejandro García-Huidobro promovía entre sus interlocutores el nombre de Chadwick como figura de consenso. Pese a que el ex jefe de gabinete ha negado públicamente su interés, la misma idea está siendo levantada con fuerza por consejeros de la Región de O’Higgins, donde Chadwick fue parlamentario por dos décadas. Algo que entre los cercanos a Novoa ven con reparos, por su fuerte identificación con Sebastián Piñera y la sospecha de que el ex presidente puede estar detrás de una operación para facilitar su repostulación a La Moneda en 2017. Incluso ya circula un nombre para quienes respaldan al ex ministro: los “UDI-piñeristas”.

Sin embargo, en el entorno de Chadwick apuntan a que el ex ministro tiene una fuerte agenda como presidente de Avanza Chile y socio de una nueva consultora junto a Longueira. Si bien aún cuenta con una fuerte influencia en la UDI, sus señales han sido mezcladas: el martes fue una de las pocas figuras históricas que no asistió a la tradicional romería que el partido hace a la tumba de Jaime Guzmán cada 1 de abril.


PREPARANDO EL TERRENO

El terremoto del martes en Arica sorprendió a Víctor Pérez en campaña. El senador estaba reunido con consejeros y dirigentes de la UDI en Viña del Mar. Así, tuvo que sumarse a la evacuación ante la alerta de tsunami.

Con la incertidumbre de que pueda saltar un “tapado” como nombre de consenso -las apuestas en la UDI marcan a Juan Antonio Coloma como el más probable-, Pérez y Ernesto Silva ya están desplegados en sus candidaturas. El senador viajó la semana pasada al norte y esta semana se focalizó en Santiago y la zona sur del país. Su objetivo es reunirse al menos una vez con los 1.200 consejeros que, según se calcula, tendrán derecho a voto en la elección del 10 de mayo. El número no está aún definido. De hecho, entre quienes apoyan al diputado Silva se evalúa la conveniencia de solicitar un consejo general que amplíe el universo, y que puede ser convocado hasta la semana previa de las elecciones.

A diferencia de lo ocurrido en 2010, la última vez que hubo competencia en la UDI -entre José Antonio Kast y Coloma-, ahora se pronostica una elección con resultado abierto. La sensación en el partido es que la ventaja la tiene Pérez, por su manejo de redes territoriales y por el apoyo de todos los “coroneles”, a excepción de Novoa, pero reconocen que Silva tiene capacidad para convocar tanto al grupo más cercano al ex senador por Santiago Poniente como a las generaciones más jóvenes.

En este grupo, que integran varios diputados “sub 40”, como Jaime Bellolio y Javier Macaya, hay una lectura crítica de la renovación del partido. En sus encuentros se ha hablado de evitar lo que pasó con la llamada “segunda generación” de la UDI, pues figuras como Rodrigo Álvarez, Darío Paya y Gonzalo Uriarte no lograron ocupar cargos de relevancia en la colectividad y cedieron protagonismo a manos de los rostros históricos. El grupo joven se autodenomina la “tercera generación” del partido, y la mirada interna es que deben jugarse por la competencia y promover cambios en la colectividad. De ahí el planteamiento de Silva de revisar los principios del partido, algo que causó ruido entre algunos militantes históricos.

Para la próxima semana está preparado un nuevo choque de fuerzas. La UDI convocó a una jornada el viernes 11 y sábado 12 en Punta de Tralca donde se revisará el proyecto del partido. Si bien se evaluó invitar a figuras como el director del CEP, Harald Beyer, para que expusieran ante los presentes el sábado, la idea que tiene mayor fuerza es dejar ese día para una reflexión a puertas cerradas. Pérez y Silva ya están preparando posibles intervenciones, pero en la colectividad estarán muy atentos a los discursos de los líderes históricos, como Chadwick, Coloma, Longueira y Novoa. Para muchos, la reunión será el verdadero punto de partida de la campaña interna.

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