Por Juan Pablo Sallaberry Mayo 8, 2014

© Vicente Martí

Al lanzamiento del libro de Boeninger llegaron decenas de miembros de la vieja guardia de la Concertación, que comentaban el pragmatismo que siempre caracterizó al ex ministro y su convicción de que en los períodos en que Chile más ha avanzado fue cuando se lograron grandes acuerdos políticos.

“La izquierda pijama”. Así llaman en Cuba a los dirigentes y funcionarios de gobierno que son apartados de sus cargos y enviados a sus casas o a puestos de segundo orden por no seguir fielmente la línea del partido. El concepto se acuñó en los años 80 cuando Fidel Castro activó el denominado “plan pijama” con que reemplazó a varios de sus colaboradores porque habían adquirido demasiado protagonismo, no servían a sus intereses o simplemente se volvían incómodos para el régimen.

El término es uno de los códigos privados que se manejan en la izquierda chilena, sobre todo en aquellos que vivieron su exilio en Cuba, Moscú o la RDA, y fue entre ellos que se comentó con humor e ironía lo simbólico de la decisión que tomó hace algunas semanas el ex presidente del PS, Camilo Escalona, de ir a una entrevista en Tolerancia Cero luciendo una vistosa polera de algodón azulina, similar a un pijama, lo que causó furor en las redes sociales.

Sin cargo en el nuevo gobierno y tras perder su escaño en el Senado, Escalona, al contrario de la “izquierda pijama”, no tiene ningún interés en guardar silencio ni salir del debate público. El último mes, y como nuevo presidente de la Fundación Igualdad, ha dado una ronda de entrevistas en radio, televisión y diarios, con un propósito: defender los principios de la extinta Concertación. Así ha  acusado de “falta de autoridad moral” a los dirigentes del PPD que critican lo obrado en la transición; ha salido en defensa de la política de los acuerdos, ha pedido gradualidad en las reformas y ha advertido un riesgo de “saltar al vacío” si se maneja mal la tramitación de los proyectos.

En sectores de la Nueva Mayoría lo han tildado de conservador y de ser un político del pasado. Pero Escalona no está solo. Desde que comenzó su arremetida ha recibido numerosos llamados y mails de felicitaciones, desde dentro y fuera del gobierno, dice. Y en foros públicos e intervenciones privadas, los próceres de la Concertación han salido a cuadrarse con su postura, formulando llamados a la prudencia y a evitar la polarización. Alejandro Foxley, Enrique Correa, Gutenberg Martínez, Sergio Bitar, Andrés Zaldívar y Mariana Aylwin son algunos de ellos. Una ofensiva que promete seguir creciendo y sumando nombres. A dos meses del inicio del gobierno, ésta es la primera gran batalla de ideas entre la Nueva Mayoría y la saliente Concertación.

EN EL NOMBRE DE BOENINGER
Como un ambiente especial, muy iluminador, casi catártico, describen los asistentes lo que sucedió el martes 29 de abril en la Biblioteca Nacional. Allí se lanzó el libro Gobernabilidad, lecciones de la experiencia, que compila las obras de Edgardo Boeninger, el fallecido ministro secretario general de la Presidencia del gobierno de Patricio Aylwin, quien fue artífice de la política de acuerdos de inicios de la transición. Al lugar llegaron decenas de miembros de la vieja guardia de la Concertación, desde el ex presidente hacia abajo, y en el salón comentaban el pragmatismo que siempre caracterizó a Boeninger y su convicción de que en los períodos en que Chile más ha avanzado fue cuando se lograron grandes acuerdos nacionales.

En el evento, el ex ministro secretario general de Gobierno de esos años Enrique Correa hizo un encendido discurso en defensa del diálogo político y planteando ejemplos históricos de crisis institucionales debido a la polarización (ver discurso en página 30). También estaba el ex ministro de Hacienda del 90, Alejandro Foxley, quien trabajó codo a codo con Boeninger para sacar adelante en consenso con RN la reforma tributaria de esos años, en el proceso que se conoció como “la democracia de los acuerdos”. Consultado por Qué Pasa, Foxley aterriza esto al debate de hoy: “Tenemos que poner todos los esfuerzos para que las reformas que vienen se perciban por la gente como una tarea compartida. Que el mayor número posible de personas y de agentes políticos, sociales y en el ámbito de la economía se sientan parte de la solución más que del problema. La política de los acuerdos amplios es tan necesaria hoy día como lo fue en la transición a la democracia en 1990.”

Las señales de alarma en la ex Concertación comenzaron tras algunas declaraciones de los ministros de Hacienda, Alberto Arenas, y de Interior, Rodrigo Peñailillo, respecto a que hay aspectos inamovibles en las reformas tributaria y electoral, o de dirigentes de la Nueva Mayoría que hablan de hacer valer el número de parlamentarios, “cumplir el mandato popular”, y no transar ni repetir los errores de anteriores gobiernos, lo que se suma a episodios como la amenaza de la retroexcavadora o el video del gobierno defendiendo el alza del impuestos “a los poderosos de siempre”.  La Nueva Mayoría comenzó a mostrar su estilo y no a todos en el oficialismo les gustó lo que vieron.

En el PPD, Sergio Bitar pone paños fríos y dice que confía en que el gobierno de Michelle Bachelet tiene la voluntad de ir ajustando los proyectos en el Congreso e ir escuchando a la ciudadanía, pero advierte que “a veces es conveniente más flexibilidad para oír y darle al parlamento también su potestad. La lógica de la Concertación era también ponerse en los pies del otro porque no puedes imponer cambios que después pueda revertir otro gobierno. La apuesta es la reforma no la ruptura”. Afirma que aunque se tengan los votos para algunos proyectos -como los tributarios- es necesario negociar un apoyo amplio, ya que sólo fortaleciendo los lazos políticos con la oposición se podrán sacar adelante las reformas de quórum alto como las constitucionales, educacionales o de seguridad social.

VELASCO A LA CARGA
“Queremos cambios para Chile, pero cambios bien hechos. Las reformas duraderas son las que se hacen gradualmente, con análisis, consulta y participación (…) Algunos piensan que estamos divididos entre buenos y malos, la única división que nosotros aceptamos es entre buenas y malas ideas”, afirmó el lunes en su discurso Andrés Velasco al lanzar Fuerza Pública  y presentar a los 120 consejeros del nuevo movimiento, entre ellos varios ex ministros de la Concertación: Mariana Aylwin, José Joaquín Brunner, Pilar Armanet y Hugo Lavados. Todos liberales y abiertos impulsores de la política de acuerdos. Los tres primeros, además, expertos en temas de educación y voces críticas a los alcances de la reforma educacional.

Velasco y Escalona han estado en contacto estos días. Aliados políticos desde el primer gobierno de Bachelet coinciden en los aspectos clave sobre la forma en que debería conducirse la Nueva Mayoría. Según explica el ex ministro de Hacienda, “estoy de acuerdo con Camilo, hay que hacer los cambios no en un ambiente destructivo sino constructivo, que tenga en mente la importancia de la estabilidad política. Los cambios grandes en Chile necesitan acuerdos grandes. Que estemos discutiendo si los acuerdos son o no necesarios revela el mal estado de nuestra política”. Agrega que un acuerdo no significa un veto, ni que las elites tradicionales primen ni un monopolio de los partidos políticos.

Según Mariana Aylwin: “No se trata de ceder, se trata de entender las posiciones de los otros sin descalificarlos y decir que no pueden opinar”. Ejemplifica: “Yo le tengo terror al resultado de esas propuestas en educación. Creo que no van a mejorar nada, que rompen la posta de lo que hemos avanzado en estos años. Pero todo se ha polarizado por quienes desde la Nueva Mayoría quieren cambios radicales”.

Con un gabinete compuesto principalmente de jóvenes y rostros nuevos, buena parte de las antiguas figuras de la Concertación están retiradas o alejadas de la contingencia al haber sido repartidas por el mundo en cargos diplomáticos (Ricardo Núñez en México, Mónica Jimenez en el Vaticano, Jaime Gazmuri en Brasil, Juan Gabriel Valdés en Estados Unidos). Por eso, quienes tuvieron altos cargos en los primeros gobiernos se agrupan hoy en los think tank del sector como Igualdad o la Fundación Chile 21 o nuevos movimientos como Fuerza Pública.  Entre los concertacionistas dicen entender el cambio generacional que implica la Nueva Mayoría, pero el llamado es a que nos sean refundacionales.

LA NUEVA POLÍTICA
El economista PS y miembro del consejo fiscal asesor de Hacienda, Óscar Landerretche, fiel representante de la Nueva Mayoría, explica que lo importante es que los acuerdos se hagan de frente a la ciudadanía.  “Hay un conjunto de sectores políticos que recién ahora se están dando cuenta de que ha cambiado la forma que vamos a hacer política en Chile. Dicen,  ‘necesitamos un nuevo  Boeninger’, claro él es representante de una era en la cual los pactos políticos estaban por delante de las votaciones.  Pero hoy no son posibles los Boeninger, eso es lo que no entiende la elite chilena. Hoy no es posible que haya un debate público y una votación y después simplemente se produzca una conversación en los pasillos o en una cancha de golf”, dijo esta semana entrevistado por El Mostrador.

En cualquier caso, la realidad ha obligado al gobierno a abrirse a negociar aspectos de sus reformas. Mientras Arenas ha debido aceptar indicaciones al proyecto original de la reforma tributaria, como las atribuciones del SII y sobre los impuestos específicos al tabaco, alcohol y diésel, Peñailillo matizó su postura inicial sobre la reforma electoral y anunció que trabajaría en un diseño con RN.

Así las visiones más duras las han mantenido los dirigentes de la Nueva Mayoría. Como Osvaldo Andrade, presidente del PS, quien dice que un clima de polarización es inevitable cuando se lucha contra quienes quieren preservar el sistema. O el senador PPD Guido Girardi, quien afirma que “las ideas del programa de Michelle Bachelet hoy son apoyadas mayoritariamente en Chile y el programa es un compromiso con la ciudadanía. Esa Concertación que reclama es la que perdió en la pasada elección, es la del pasado”.

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