Por Juan Andrés Quezada Junio 5, 2014

“Entiendo que la política y lo técnico no están separados. Trabajé con Alvear, Gómez, Correa, Harboe y Rosende, personas que tenían metas políticas y que cuando les planteabas un tema técnico, te respondían y a mí de qué me sirve eso. Entonces me vi forzado a transformar esos temas técnicos en algo útil políticamente”.

“Cristóbal Lira hizo su pega, fue superabierto en todo el traspaso de información, me entregó todo lo que me tenía que entregar y no hubo procesos complejos (…)Por ejemplo, destaco su trabajo en los indicadores del resultado de las policías y no tengo ningún problema en reconocerlo”.

Trabajó en forma anónima en los gobiernos de Ricardo Lagos y Michelle Bachelet procesando las cifras sobre seguridad ciudadana y diseñando estrategias para las entonces autoridades a cargo del tema. Durante el gobierno de Sebastián Piñera hizo lo mismo, pero para Carolina Tohá, desde la Municipalidad de Santiago. En eso estaba, cuando el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, a quien no conocía, lo llamó para que asumiera como subsecretario de Prevención del Delito, desechando una larga lista de políticos expertos en seguridad entregados por los partidos.

Por primera vez, el sociólogo Antonio Frey estaría en primer plano, en uno de los temas más sensibles para la ciudadanía, según todas las encuestas, algo que no estaba acostumbrado a hacer. Más aún, porque el ministro del Interior le precisó que él sólo se encargaría del tema en forma global y que no estaría en los temas del día a día, como sus antecesores. “Ésa es parte del diseño, pero va a depender mucho de la práctica”, señala Frey desde su oficina, frente a la Plaza de la Constitución, desde donde mira directamente a La Moneda.

Sin quererlo, junto a Natalia Riffo (ministra del Deporte), Harold Correa (Segundo Piso) y José Roa (Estadio Seguro), entre otros, Frey dejó la Municipalidad de Santiago para desembarcar en el gobierno, bajo el rótulo de Tohá boys. “Me costó mucho la decisión, yo no conocía a Carolina Tohá cuando ella me llamó una madrugada a París para ofrecerme ser director de seguridad vecinal de Santiago, pero me fui encariñando tanto con la gente de la comuna que el día que me fui me puse a llorar como cabro chico”, recuerda el subsecretario.

La designación de un independiente sorprendió y molestó a  muchos políticos. “Es un área muy sensible para el gobierno y se necesita experiencia y manejo político”, señala un dirigente del PPD que cuestiona el nombramiento de Frey.

A diferencia del resto de los subsecretarios de Bachelet, Frey no milita ni piensa militar en ningún partido de la Nueva Mayoría.  “No soy un político, pero entiendo que la política y lo técnico no están separados, y por entender eso tengo bastante afinidad con la autoridad. Trabajé con Soledad Alvear, José Antonio Gómez, Jorge Correa, Felipe Harboe y Patricio Rosende, personas que tenían metas políticas y que cuando les planteabas un tema técnico, te respondían y a mí de qué me sirve eso. Entonces me vi forzado o tuve la habilidad de transformar esos temas técnicos en algo útil políticamente. Ése es mi valor agregado”, señala.

El look de Frey también es distinto al de sus compañeros del gabinete: extremadamente delgado, usa una barba incipiente y todos los días viste pantalón pitillo, camisa entallada, corbata angosta y chaqueta ajustada al cuerpo. Antes de llegar al gobierno, mantenía un rígido entrenamiento físico: de 6.00 a 8.00 nadaba en el Stadio Italiano. A la hora de almuerzo (13.30 a 15.00) trotaba 16 kilómetros. Para finalizar en la noche con bicicleta, en donde a veces llegaba a recorrer 120 km. Esta rutina lo llevó a ganar el 2008 la categoría amateur del triatlón Desafío Trek.

Harboe, quien trabajó con él en la Subsecretaría del Interior y luego lo siguió asesorando en el Senado, cuenta que cada vez que lo veía muy estresado, le decía “anda a correr un poco, así te relajas y piensas en nuevas ideas”.

Otra diferencia marcada con otros subsecretarios y ministros de esta segunda administración de Bachelet es que Frey valora el trabajo de su antecesor, Cristóbal Lira. “En este tema hay que ser muy criterioso, cuando hay algo que es bueno y que funciona hay que mantenerlo. Por ejemplo, destaco su trabajo en los indicadores del resultado de las policías y no tengo ningún problema en reconocerlo. Instrumentos que estaban a nivel central, como el Sistema Integrado de Gestión (SIG), lo transformaron en un instrumento que llegó al comisario, quien tenía un panel de control de lo que estaba sucediendo, que antes estaba arriba y no servía para nada. Eso es un plus”, dice.

Frey destaca, además, la transparencia que hubo en el traspaso del cargo: “Creo que él (Cristóbal Lira) hizo su pega, fue superabierto en todo el traspaso de información, me entregó todo lo que me tenía que entregar y no hubo procesos complejos”.


EL HOMBRE DE LOS NÚMEROS

“Antonio Frey, pero con i griega”, ha tenido que precisar innumerables veces el actual subsecretario, desde que llegó al servicio público en 1999. Muchas veces al presentarse recibía miradas de desconfianza que lo obligaban a agregar: “No tengo nada que ver con el ex presidente Frei”.

Frey nació en Francia en 1968 y vivió en ese país hasta los once años. En 1979, sus padres, un físico nuclear y una historiadora, regresaron a Chile, pero tras terminar el colegio, él decide volver a su país de nacimiento para estudiar Historia, donde hoy tiene cuatro medios hermanos. Vuelve a Santiago, estudia Sociología en la Universidad Academia de Humanismo Cristiano y en 1999  entra a trabajar como jefe del Departamento de Menores del Ministerio de Justicia, centrándose en el tema de demografía carcelaria.

Años más tarde, realizó un magíster en Políticas Públicas en la Universidad de Chile, donde su tesis se centró en explicar las razones del alto crecimiento de la población penal en Chile, que en esa en época (principios del 2000)  -Frey recuerda- crecía al 12% y 15% anual, uno de los más altos del mundo.

“Para ver qué estaba sucediendo me basé en la teoría de Frankfurt, que indica que los delitos están relacionados con el mercado laboral. Que la disuasión del delito tiene que ver con las condiciones en que tú vives, con el costo y oportunidad. Si las condiciones de vida empeoran, si el desempleo sube, automáticamente aumentan las condenas. El sistema penal se refuerza, se cierra, da menos libertades condicionales y reacciona a las coyunturas económicas. Demostré, con cifras, que eso estaba sucediendo en Chile”, cuenta Frey.

En 2003 ingresa al Departamento de Estudios de la Subsecretaría del Interior. “Me toca de lleno el tema de las cifras delictuales. Lo primero que hago es intentar simplificar, porque había unos mamotretos con cifras que nadie entendía”, recuerda.

Lucía Dammert, en conjunto con United Nations Interregional Crime and Justice Research Institute (Unicri), había definido en 2003 un primer diseño de la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (Enusc), que en ese entonces se hacía cada dos años.

Frey cuenta que  sugirió verificar ese sistema de medición, estableciendo que los resultados serían más precisos si se tomaba en cuenta la victimización por hogar y no por población. Además, establece que la encuesta se debía diferenciar por delitos y que se debe caracterizar a las víctimas y saber cuál era su comportamiento respecto a los delitos. A partir de esto se establecen 190 preguntas que conformarán hoy la Enusc.

“Con estos cambios fuimos descubriendo, por ejemplo, que cuando ocurre un evento en una comuna tranquila como Puerto Varas, la victimización sube a mil. En cambio, en un una ciudad como Iquique, donde hay mucha criminalidad asociada a la droga, una victimización es parte de la vida de las personas. Este tipo de análisis es relevante a la hora de definir campañas”, afirma Frey.


INSTRUMENTOS OBSOLETOS

Antonio Frey se encuentra trabajando en la implementación del Plan “Seguridad Para Todos”, principal herramienta de prevención del delito del gobierno de Bachelet, que cambia el foco, situando en los actores locales la misión de crear estrategias de seguridad con un enfoque territorial. “Los instrumentos que miden hoy la seguridad ciudadana son de hace 10 años y requieren ser modernizados. Se tiene que entender que éste es un tema técnico. Estamos hablando de calidad de vida, de que la gente percibe que hay ambientes amenazantes. Los cambios que queremos proponer, consensuadamente, son nuevas mediciones que den cuenta de las transformaciones en esta materia”, afirma.

-¿Cuál es su propuesta?
-Coordinar servicios para mejorar la calidad de vida de las personas. Por ejemplo, el tema de las balaceras. Hace años que en las comunas más vulnerables las balaceras son un tema que a la gente le produce una sensación terrible de inseguridad. El tema del espacio público y su competencia: una plaza que se llena de comerciantes ambulantes produce un efecto tremendamente negativo. Las botillerías, por ejemplo en una plaza maravillosa como la del Roto Chileno, autorizas una botillería, los tipos carretean hasta las cuatro de la mañana, se comienza a vender drogas y se acabó el espacio público. Es decir, no son delitos propiamente tales, pero que se pueden abordar con una comprensión multiagencias, donde los municipios tienen mucho que decir, el Servicio de Impuestos Internos, las policías, etc. Ya se convocó a un consejo transversal y amplio de expertos que se encuentran analizando una serie de políticas públicas en materia de seguridad. La primera misión de ese consejo es evaluar una serie de cambios que se realizaron, en 2011 y 2012 a la Enusc.

-¿Por qué los instrumentos de medición hoy están obsoletos?
-El marco teórico que teníamos hace diez años no es el mismo de hoy: en 1967, en Estados Unidos, Lyndon Johnson inventó las encuestas de victimización y la policía comunitaria, debido a que había una demanda tremenda por seguridad y porque había un conflicto entre las policías y las minorías étnicas, había cuestionamientos severos a los derechos humanos. Eso hay que entenderlo después de que EE.UU. en la postguerra creció económicamente de una forma brutal, como no lo hizo ninguna democracia desarrollada en el siglo. Eso sucede un poco en Chile, en menor escala, tenemos un crecimiento aceleradísimo, y después de esa acumulación de bienes y masificación de los mismos, se producen estos fenómenos de inseguridad, además de un envejecimiento progresivo de la población. Las poblaciones más envejecidas tienden a ser más temerosas.

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