Por Juan Andrés Quezada Julio 3, 2014

Piñera iniciará este viernes 4 una intensa agenda de una semana en España que incluirá reuniones con figuras como José María Aznar, María Corina Machado, Mario Vargas Llosa y Yulia Timoshenko.

La noche del 27 de mayo, cuando Sebastián Piñera convocó a los líderes de la Alianza a una cena en su casa con José María Aznar, el ex presidente del gobierno español repetía una y otra vez a sus interlocutores una frase cuando le contaban las propuestas de reformas de Michelle Bachelet: “Es lo mismo que hizo Zapatero, ¡es idéntico!”, decía en alusión al líder socialista que gobernó España entre 2004 y 2012. El propio Piñera recuperó la comparación el domingo pasado, cuando rompió su silencio en una columna en El Mercurio acusando que el programa responde a “una concepción ideológica del tipo de sociedad que los sectores de izquierda parecen querer imponer”, un planteamiento similar al que se le hacía al ex líder socialista.

La comparación se ha extendido en la Alianza. Sobre todo en la parte inicial del período, José Luis Rodríguez Zapatero impulsó la agenda con cambios profundos en varias áreas, en medio de un ambiente de confrontación que fue bautizado como la “crispación”. Tras ocho años, la dura crisis económica terminó por sacar al Partido Socialista Español del poder y entregárselo a Mariano Rajoy, el líder del Partido Popular. Pero en la derecha chilena sus dirigentes están tratando de aprender de esa experiencia para confrontar el programa de Bachelet y la Nueva Mayoría.

El propio Piñera iniciará este viernes 4, con una cena en la casa de Aznar en Madrid, una intensa agenda de una semana que incluirá varias charlas y reuniones con figuras como la líder opositora venezolana María Corina Machado, el Premio Nobel peruano Mario Vargas Llosa, el intelectual francés Guy Sorman y la ucraniana Yulia Timoshenko. 

Sus exposiciones estarán sobre todo centradas en el rol de Chile en América Latina, con guiños especiales a la Alianza del Pacífico, modelo que, según se evalúa en el piñerismo, ha sido dejado de lado por la administración Bachelet.

El interés por España también ha permeado a los dirigentes de la Alianza. Hace dos semanas fue a ese país el presidente de RN, Cristián Monckeberg; la semana pasada estuvo el secretario general de la UDI, Javier Macaya, y este sábado viajaría el presidente de esa colectividad, Ernesto Silva. La idea, en todos los viajes, ha sido estrechar lazos con el PP. Macaya volvió al país con el compromiso de organizar un seminario el próximo año que compare la experiencia española con la chilena, y la Fundación Jaime Guzmán selló hace pocas semanas un inédito convenio con la fundación FAES, el think tank del PP, para que ambas instituciones intercambien pasantías.

Piñera también se ha desplegado en el frente interno. Su plataforma, la Fundación Avanza Chile, ya está instalada en todas las regiones. Este perfilamiento también tiene que ver con la mirada que existe en el piñerismo sobre los partidos, porque en Avanza Chile hay dos definiciones. La primera es mantenerse abiertos a colaborar con todos quienes le pidan insumos: así, han ayudado con minutas parlamentarias, datos para oficios de fiscalización y otros reportes. Pero la segunda es mantener distancia de las colectividades, ya que su imagen hoy es negativa. Y los sucesos de esta semana reforzaron esa impresión.

DEBATE POR WHATSAPP
El lunes por la tarde, los celulares de más de medio centenar de ex ministros y subsecretarios de Sebastián Piñera comenzaron a vibrar intensamente. Los mensajes se sucedían en “Gabinete SP”, el grupo de Whatsapp que los reúne y al que también tiene acceso el ex presidente. “¡Lo que ha hecho Amplitud es muy grave!”, escribió indignado Cristián Larroulet, quien luego mandó un largo mensaje advirtiendo los efectos negativos del acuerdo al que recién había llegado ese grupo con Rodrigo Peñailillo por el cambio al sistema electoral. El debate, dice uno de los integrantes, se encendió como nunca antes: al ex jefe de la Segpres se le sumaron otras voces críticas, como el ex titular de Agricultura Luis Mayol.

De pronto, casi en solitario, intervino el ex subsecretario de Cultura Carlos Lobos, una de las figuras que hoy integra Amplitud: replicó en duros términos que sólo ese tipo de actitud le permitirá a la centroderecha reencontrarse con la ciudadanía y volver al gobierno. La defensa no era gratuita: minutos antes Lobos había estado en La Moneda como miembro de la comitiva que selló el acuerdo con el gobierno.

A pesar de que Amplitud surgió hace algunos meses como un movimiento cuyo eje sería la defensa del gobierno de Piñera, en la oficina del ex presidente en Apoquindo 3000 el pacto fue muy mal evaluado, principalmente por sus efectos electorales.  El mal debut de la nueva directiva de RN tampoco dejó indiferente al ex mandatario. Varios de sus integrantes -Felipe Guevara, Alfonso Vargas, Pablo Galilea y Paulina Núñez- son de su sector y varios tuvieron cargos en su gobierno. Pese a eso, la directiva ya le dijo que ellos apostarán por un liderazgo interno de cara a las presidenciales. Los nombres obvios son Andrés Allamand y Manuel José Ossandón, que han sellado una alianza para potenciar sus posibilidades.

Sin embargo, en el piñerismo afirman que los primeros 100 días de Bachelet han marcado que el ex mandatario es la única carta viable de la derecha. Los  sondeos muestran que Piñera es hoy mejor evaluado que los partidos de la Alianza. Por eso también los ex ministros han comenzado a aparecer más intensamente en vocerías.

Sus cercanos señalan que Piñera tiene su hoja de ruta definida, a pesar de que aún sigue  evaluando si ser candidato o no. Pero hay señales. En Avanza Chile, cuando se debate sobre el escenario actual, se habla sin eufemismos de la posibilidad de “Piñera 2017”.  Y en el piso 18 y 19 de la torre de Apoquindo 3000, él sigue siendo el presidente: las oficinas de los dos pisos que posee tienen en sus paredes las fotos oficiales del ex mandatario, las mismas que en los servicios públicos ya fueron cambiadas por las de Michelle Bachelet.

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