Por David Muñoz Septiembre 4, 2014

Hace un par de semanas, en completa reserva, el ministro del Interior Rodrigo Peñailillo fue a comer a una casa en Lo Barnechea, junto al Club de Golf Lomas de La Dehesa. El anfitrión era el abogado Gonzalo García, secretario general de la Papelera, CMPC, y entre los otros invitados estaban los empresarios Eliodoro Matte y Roberto Angelini, líderes de dos de los principales grupos económicos del país. 

En el ministerio no quisieron confirmar ni desmentir la cita ni dar una versión oficial sobre la misma. Pero lo cierto es que la conversación se centró en la incertidumbre por las cifras de desaceleración económica y la necesidad de reactivar la inversión y reparar las confianzas dañadas entre el gobierno y el empresariado.

No ha sido la única vez que Peñailillo es mandatado por la presidenta Michelle Bachelet para tender puentes con el sector privado. Hace algunos días -y también lejos de las cámaras- tuvo una reunión informal con Andrés Santa Cruz y Fernando Alvear, el presidente y el gerente general de la Confederación de la Producción y del Comercio. En el entorno del ministro comentan que además mantiene línea directa con otros empresarios, como Jean- Paul Luksic. El hijo menor de Andrónico Luksic y quien maneja la rama minera del grupo ha sido especialmente crítico a la falta de diálogo en la forma en que Hacienda ha tramitado la reforma tributaria.

El inédito y desconocido rol de Peñailillo como interlocutor del empresariado responde precisamente a los problemas que atraviesa la figura del ministro de Hacienda, Alberto Arenas. En la Nueva Mayoría explican que el perfil de “hombre duro” que cultivó el economista a inicios del gobierno para sacar adelante la reforma tributaria, pidiendo un despacho acelerado en la Cámara e insistiendo en que el proyecto original no sería modificado, dejó resentidas las relaciones con la empresa privada. Más aún cuando el gobierno planteaba en un comienzo que la reforma era contra “los poderosos de siempre” y que “las grandes empresas y los más ricos de Chile” no pagan los impuestos que corresponden.  Aunque durante la discusión en el Senado, Arenas flexibilizó su postura y aceptó un acuerdo con  todos los sectores políticos, no fue suficiente para recomponer lazos con el mundo empresarial.

La mayor dificultad, reconocen personeros de la Nueva Mayoría respaldados por encuestas internas del oficialismo, es que Arenas hoy no goza de credibilidad para ser el rostro visible que se haga cargo de reactivar la economía. En momentos que se requiere tranquilizar a los mercados y manejar las expectativas, la imagen y el liderazgo que proyecte el ministro de Hacienda se convierten  en un factor decisivo. Según el presidente de la DC, Ignacio Walker, “con este escenario de desaceleración, el tema político es la economía”.

La situación obligó a implementar un nuevo diseño en La Moneda. Desde hace un mes es la propia Bachelet quien debe salir a hablar de los temas económicos, y sólo en la última semana registra una decena de intervenciones públicas sobre esta materia, intentando dar señales de normalidad, explicando los nuevos proyectos de inversión pública y vaticinando que el 2016 se retomará el ritmo de crecimiento. 

Peñailillo, en tanto, junto con abrir el diálogo con los empresarios, asumió otro papel clave: comenzó a interceder en el tercer trámite de la reforma tributaria, contactando a los miembros de la Comisión de Hacienda de la Cámara Baja, para insistirles en la necesidad de que el proyecto se despache este mes y no pase a la comisión mixta. Para el ministro, se debe resolver cuanto antes el tema tributario ya que es el que genera mayor incertidumbre en los mercados, así lo ha planteado en las últimas reuniones del comité político. El temor es que la reforma se queme en la puerta del horno y no alcance a estar lista para la discusión del Presupuesto 2015, ya que varios diputados oficialistas han amenazado con rechazar algunas indicaciones, mientras que ha empeorado la mala relación entre Arenas y el presidente de la comisión, Pablo Lorenzini (DC). “Arenas viene del mundo técnico, lo que explica su déficit político en la tramitación de la reforma. Nos hemos visto obligados a buscar relaciones con otros ministros”, afirma Lorenzini.

A la izquierda: Los ministros Peñailillo y Arenas, el lunes, en el lanzamiento del Plan de Inversiones Públicas por US$ 500 millones. A la derecha: La presidenta Bachelet, quien ha dedicado gran parte de sus intervenciones públicas a transmitir confianza en el manejo económico de su gobierno.

LA ADVERTENCIA DE LOS EMPRESARIOS
Otro ejemplo que muestra el protagonismo que ha adquirido Peñailillo en las estrategias para enfrentar la crisis económica, es que Interior -además de monitorear con las intendencias la agenda de productividad a nivel regional- fue la cartera que organizó la vistosa actividad del pasado lunes en que Bachelet anunció un nuevo plan de inversiones públicas por US$ 500 millones. Fue el jefe del gabinete quien encomendó a los ministerios de Hacienda y Economía preparar el paquete de medidas de emergencia, en el cual estuvieron trabajando todo el fin de semana. Para financiarlo se debieron reasignar recursos del tesoro público y adelantar otros de la reforma tributaria del próximo año.

En la ceremonia en el salón Montt-Varas de La Moneda, Bachelet comprometió 11.500 nuevos empleos este año, escoltada por Arenas y Peñailillo y acompañada por la mitad del gabinete. Sin embargo, al evento sólo llegó el representante de una de las seis ramas del empresariado (Jorge Mas, presidente de la Cámara Chilena de la Construcción), el resto, que había sido invitado el viernes anterior, se excusó por problemas de agenda.  Ese día,  desde Temuco el líder de la CPC, Andrés Santa Cruz, señaló que si bien los anuncios son una señal en el sentido correcto, “aquí hay incertidumbres importantes que despejar y hay que recuperar las confianzas”. 

Al interior de la CPC están a la espera de gestos más claros del gobierno. Así lo dejaron de manifiesto en la áspera reunión que tuvieron el 27 de agosto con Arenas. Allí le expresaron que no estaban dispuestos a creer el nuevo discurso de Hacienda sobre la necesidad de “impulsar una agenda público-privada”, mientras este mensaje comunicacional no aterrizara en medidas concretas.  En esta línea,  el presidente de la Asociación de Bancos, Jorge Awad, hizo ver sus reparos a las nuevas y potentes atribuciones que tendrá el Sernac. También criticaron que no hay voluntad real de postergar la reforma laboral ya que la ministra del Trabajo, Javiera Blanco, ha insistido en que la presentará el último trimestre del año. Otra materia de preocupación -despejada la reforma tributaria- se refiere a los alcances de la próxima reforma constitucional, sobre todo en materia de derechos de propiedad y la legislación de los derechos de aguas que impulsa el senador PPD Guido Girardi.  Andrés Santa Cruz le pidió a Arenas transmitir estas inquietudes a Bachelet para crear un clima de confianza en el país, porque sólo eso puede permitir la reactivación. Finalmente, pidieron una cita con la mandataria.

Fuentes de la CPC señalan que si bien no están cortadas las relaciones con Arenas, saben que es mejor estrategia mantener un canal de diálogo directamente con Peñailillo. Aunque precisan que el trato con él no es para profundizar en asuntos económicos, lo consideran más resolutivo, ya que es el ministro con mayor poder dentro del gabinete y puede hablar en nombre de la presidenta.

Otro nexo abierto entre el empresariado y el gobierno es el ministro de Energía, Máximo Pacheco. Por los temas de su cartera debe relacionarse diariamente con los grandes grupos económicos y sirve de vehículo para transmitir mensajes a La Moneda. Sus declaraciones de esta semana en el diario Pulso anunciando la voluntad de destrabar los proyectos energéticos en tramitación -como la Central Alto Maipo- fueron leídas como una clara señal de apoyo a la inversión.

En contraste con Pacheco, que tiene una larga trayectoria empresarial, fuentes del gobierno reconocen que Arenas y los principales asesores de su equipo  tienen poca sintonía con el sector privado ya que han estado ligados siempre al aparato estatal y eso dificulta el diálogo. Otros personeros sostienen que, por su carácter, Arenas era el ministro adecuado para sacar adelante una reforma compleja como la tributaria porque había que hacer frente a las presiones del empresariado. Y en ese sentido, cumplió la misión. Pero que ahora debe reinventarse para un desafío muy diferente, como es una desaceleración, que requiere grandes acuerdos. No obstante, en la Nueva Mayoría afirman que Bachelet no olvida el importante papel que jugó el economista cuando, siendo director de Presupuestos de su primer gobierno, la aconsejó para enfrentar la crisis subprime del 2008.

 

EL NUEVO PANZER
En la Nueva Mayoría señalan que el actual diseño de gobierno es muy similar al que se registró a fines de los 90 durante el gobierno de Eduardo Frei. Tras la crisis asiática, cuando se cuestionó el desempeño del ministro de Hacienda Eduardo Aninat, otro ministro del comité político, el entonces Segpres José Miguel Insulza asumió un enorme poder al interior del gabinete supervisando tanto temas políticos como económicos.

El estilo de Peñailillo también está marcado por un control total de las labores del gobierno. Con el aval pleno de la presidenta, se reúne todas las semanas con los ministros que llevan las reformas más importantes, como los de Educación y Hacienda, y otros de temas contingentes,  como Salud y Transportes. A Nicolás Eyzaguirre y su equipo los puede citar hasta dos veces por semana y con Arenas habla a diario. Entre su numeroso contingente de asesores tiene una unidad política -que encabeza su jefe de  gabinete, Felipe Barnachea (PS), e integran Alberto Espinoza (PPD), Víctor Maldonado (DC), Juan Andrés Lagos (PC) y Robinson Pérez- y una unidad de análisis dirigida por Flavio Candia (PPD), que monitorea los temas críticos de cada ministerio, les pide informes y elabora minutas para el ministro.

Peñailillo designó figuras leales a él en los gabinetes de varias carteras, principalmente miembros de la corriente G-90 del PPD, como Harold Correa en Educación. También en las intendencias y gobernaciones. Con ellos se comunica a través de Telegram, un sistema de mensajería de texto que permite privacidad ya que los mensajes se borran una vez recibidos.

Quienes trabajan con el ministro señalan que ya había forjado buena relación con los empresarios cuando le tocó recaudar fondos en la campaña de Bachelet, y que ahora está agendando nuevas reuniones con el empresariado. Uno de los temas que tiene que abordar con ese sector es la transparencia del financiamiento de la política. Por su estilo pragmático, Peñailillo sabe adecuarse a los grupos con los que trata y, pese a tener un lenguaje duro -como el que exhibió al responder al ex presidente Piñera-, nunca ha sido partidario de pasar la máquina a la oposición y, por el contrario, ha propiciado que sus proyectos más personales, como el cambio al sistema binominal, se hagan con un acuerdo político amplio. Por su desempeño en los primeros seis meses de gobierno se ha encumbrado como el favorito y el protegido de Bachelet.

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