“Estas conversaciones con empresarios, escucharlos, este intercambio de opiniones, pedir plata desde un mundo de izquierda, donde en general no hay una vinculación empresarial tan alta, personalmente lo encuentro tremendamente valioso”.
“Yo no soy un político, tampoco un empresario; soy un operador. Lo digo sin ningún pudor: si me metí en este tema, es porque creo que uno de los aportes que se deben hacer en la política es no tener pudor con el dinero, lo que es un estigma de la centroizquierda. Eso es lo que pienso”.
“Las campañas se hacen con dinero. Por eso, hay que ser claro, transparente y honesto. No me gusta y no estoy de acuerdo con el comentario de que es indigno conseguir dinero. ¿Qué tiene de indigno conseguir plata? ¡Por favor, saquémonos el estigma! Esto es totalmente digno y necesario. Ahí es donde empiezan los problemas”.
“Cuando digo que soy un operador, lo digo en forma provocadora.Trabajé en una elección presidencial como administrador electoral (Bachelet 2005) y dos elecciones asesorando a los comandos (Frei 2009 y Bachelet 2013)”.
“En este tema hay dos mundos: el de los principios y el de la realidad. Yo también tengo contradicciones respecto al tema del financiamiento de los privados y también tengo realidades que contar”.
“Me parece interesante lo que hizo el diputado Vlado Mirosevic, pero también me parece un poco inocente e incompleto. Él dice: ‘Prohibamos que los empresarios financien las campañas’. No podemos regular ese puro elemento, tenemos que regular el conjunto de la política, que tiene que ver con el financiamiento de campañas y candidatos, de partidos políticos y de centros de pensamiento”.
“Escucho a parlamentarios hablar de reformas legales y cambiar las leyes, pero mucho más importante es aplicar bien las leyes que tenemos. Démosle dientes al Servel, es decir, facultades fiscalizadoras y de sanción. Esto no es una atribución legislativa sino que administrativa, hagámoslo, si está clarito lo que hay que hacer. Administré una campaña, y es fácil sacar las cuentas de cuánto se gasta”.
“En principio no soy partidario de que las empresas financien la política. Otra cosa es que la ley exista, y dentro de esa legalidad exista el financiamiento reservado. Mi impresión es que si el aporte es transparente, las empresas no van a colaborar. Eso es lo que yo creo que ocurriría”.
“Pero más importante que el financimiento de las empresas, las campañas se deben financiar por los adherentes. Cuando en la campaña de Bachelet íbamos y le decíamos a la gente: ‘Danos tu voto y apórtanos económicamente’, estábamos haciendo campaña política, no sólo consiguiendo plata. Si tú quieres que yo sea candidato, entonces financia también la campaña. ¿Cuál es el pudor?”.
“¿Quién más tiene que financiar las campañas? El Estado subsidiariamente, al igual que a los partidos políticos. No concibo que existan partidos políticos donde los militantes no paguen cuotas. Si los partidos son instituciones ciudadanas la gente tiene que pagar su cuota. Ahora, subsidiariamente, si un sector político tiene menos plata, está bien que el Estado garantice que no sea el dinero el factor que asegure mayor adhesión ciudadana, pero no podemos partir del concepto que el Estado financie a los partidos políticos”.
“Otro mito sobre el financiamiento de las empresas: se compran favores políticos. En esta campaña conversé con muchos empresarios y voy a contar dos anécdotas. Un señor empresario, no de nuestro sector político, a cambio nos pide un cargo en un comité de la campaña. Le dijimos: ‘No, mucho gusto y gracias por la reunión’”.
“Otro señor empresario nos pidió un pasaporte diplomático. Pregunté en el comando si era posible conseguir uno. Un ex embajador me dijo que el único pasaporte diplomático de gracia que se ha entregado en Chile lo entregó Ricardo Lagos a Roberto Matta en Italia. Esas son las anécdotas de verdad, ustedes pueden no creerlas, pero ésta es mi experiencia”.
“No hay ningún otro empresario que haya conversado con nosotros que nos haya pedido algo más que opinión. Ustedes comprenderán que en la última campaña conversamos con muchos de ellos. Al minuto 10 de la mayoría de conversaciones que tuvimos con empresarios, el principal tema que les interesaba era la energía”.
“Entonces estas conversaciones con empresarios, escucharlos, este intercambio de opiniones, pedir plata desde un mundo de izquierda, donde en general no hay una vinculación empresarial tan alta, personalmente lo encuentro tremendamente valioso”.
“Después del 11 de marzo me han llamado dos empresarios: uno por el tema de las bebidas analcohólicas para conseguir información. Algo totalmente legítimo. Nada de compra de favores. Nadie pidió ninguna cosa fuera de la ley, nadie pidió ningún atributo”.
“Un segundo caso de empresario, también sobre la reforma tributaria, que quería más información. Entonces yo los escucho. Cuando los parlamentarios dicen que hay un problema de transparencia, no sé si vivo en un mundo de fantasía, pero yo eso no lo he vivido y el equipo con que trabajé tampoco. Entonces no lo entiendo mucho. Uno puede decir bueno, pero si dan, algo quieren. Puede ser. Pero así, a mí, pedirme favores directos, corrupción, compra de información, nunca”.