El 5 de septiembre pasado, una nueva cuenta de Twitter se creó bajo el nombre de @Nva_izquierda. La fotografía que adorna el perfil corresponde a una imagen en blanco y negro en la que un veinteañero Camilo Escalona saluda al presidente Salvador Allende. Es la misma imagen que ilustra la portada del libro De Allende a Bachelet, escrito por el ex presidente del Senado y ex jefe de las filas socialistas.
En sus 43 días de existencia la cuenta ha informado en cada tuit sobre las actividades de Escalona: 12 encuentros con militantes en la misma cantidad de comunas presentando su libro-entrevista Duro de matar y reproducciones de frases y apariciones en medios de comunicación. Aunque desconocida aún -tiene sólo 131 seguidores-, la cuenta refleja los esfuerzos del ex parlamentario por cautivar a la militancia con miras a los comicios internos del 26 de abril del próximo año.
Aunque aún restan seis meses para la batalla por el control de partido de la presidenta Michelle Bachelet, la inminencia del cierre del padrón que regirá para las elecciones activó movimientos de tropas en los sectores internos. Un reacomodo de piezas no sólo tiene a Escalona de protagonista, sino que también a la hija mayor del presidente, que aparece junto al veinteañero dirigente socialista en la foto de Twitter: Isabel Allende. A seis meses del retorno a La Moneda con su principal figura política, el Partido Socialista vive días de efervescencia colectiva que anticipan un escenario de dura competencia para ambas figuras en una eventual disputa por la presidencia de la colectividad, pero principalmente un escenario que se torna adverso para los planes del ex parlamentario, que quiere volver a dirigir a sus anchas el partido que hoy lidera el diputado Osvaldo Andrade, con quien comparte pertenencia en el sector más influyente de la colectividad, la Nueva Izquierda.
AJEDREZ SOCIALISTA
No fue una jugada puntual. Sino más bien una serie de movimientos silenciosos, de uno y otro lado, que instalaron en el debate público las elecciones internas del socialismo.
Fue tras una serie de reuniones de sectores internos o lotes que hasta hace poco no comulgaban, que se comenzó a hacer evidente una pugna histórica en el partido.
Sería la tercera vez. El marcador registra dos triunfos en favor del líder de la Nueva Izquierda, en 2006 y 2008, por sobre Isabel Allende, la fundadora de la tendencia Grandes Alamedas. Pero, hoy todos coinciden en el PS que por primera vez la disputa es estrecha e incierta, pues depende de qué tan bien mueva cada uno sus piezas.
La primera partida fue de Escalona. Pero su apuesta es conseguir el respaldo de las dirigencias regionales, independiente del sector al que pertenezcan. Así, dicen sus cercanos, ha conseguido respaldos en las bases de dos sectores de marcada influencia interna y que históricamente juegan como factor bisagra en la búsqueda de consensos: el Tercerismo y la Renovación Socialista.
La dinámica de Escalona por concentrarse en las bases tiene otra razón: el ex parlamentario está consciente de que no salió bien de la presidencia del PS en 2010 y pese a que mantiene alto poder de influencia interna, sus relaciones con las bancadas parlamentarias del PS, no son las mejores. Incluso, altos dirigentes de la colectividad, aliados en el pasado, han optado por romper con “Camilo”, bajo el argumento de que sus posiciones han rayado en el “conservadurismo” y que representa a una forma de hacer política que hoy no consigue réditos.
Uno de ellos es el presidente del directorio de TVN, Ricardo Solari, figura emblemática del Tercerismo, quien optó por hacer visible esta semana su visión sobre la disputa interna.
“Pienso que no es momento para que Camilo (Escalona) sea nuevamente presidente del Partido Socialista”, dijo el martes en radio Oasis, reconociendo que preferiría la opción de que surjan liderazgos “representativos del momento actual que vive el país y que tengan sintonía con el gobierno”.
La declaración golpeó a Escalona, pues reveló algo que venía siendo comentado hace rato al interior del PS: Solari y gran parte de su sector se plegarían a una candidatura de Isabel Allende a la presidencia del PS, escenario que cuenta con el respaldo de La Moneda, en particular del vocero de gobierno, Álvaro Elizalde, figura del sector que se ha inclinado en privado por dicha opción, aunque se ha preocupado de dejar en claro que no intervendrá en asuntos partidarios.
De todos modos, llamó la atención en las filas socialistas la marcada distancia que tomó Solari, pues hace sólo una semanas ambos figuraban compartiendo ideas con las bases del Tercerismo en Puente Alto, precisamente en la presentación del libro del ex parlamentario.
EL PODER DEL APELLIDO
La última encuesta del Centro de Estudios Públicos (CEP), de julio entregó un dato que dejo boquiabiertos a varios, tanto en el PS como en la Nueva Mayoría. La presidenta del Senado, Isabel Allende, aparecía por primera vez entre los políticos mejor evaluados por el sondeo de opinión. No sólo eso, era la segunda con mejor valoración, sin contar a la presidenta Bachelet, quien figuraba en el primer lugar con un 63% de evaluación positiva, superada sólo por Andrés Velasco, y a un punto de distancia (46% versus 45%). Sorpresivamente Allende dejaba atrás a varias figuras que hace rato vienen peleando las primeras posiciones del prestigioso estudio: el ex contendor de Bachelet, Marco Enríquez-Ominami, y los PPD Carolina Tohá y Ricardo Lagos Weber, entre otros.
La nueva realidad instaló una perspectiva presidencial inexistente en el PS hasta entonces: tras el triunfo de Bachelet, el principal problema del partido radicaba en la ausencia de liderazgos con proyección. Escenario que incluso alentó a Andrade a retomar contactos con Enríquez-Ominami, de manera de no descartar a priori entendimientos futuros, movimientos que incomodaron a varios sectores del PS.
Así, la encuesta CEP dejó la mesa servida para alentar la proyección de la figura de Allende. Y la senadora recogió de inmediato el guante al abrirse a la posibilidad de una carrera presidencial, con una parada previa en la testera socialista.
Es en dicho escenario que Allende ha desplegado sus oficios, mostrando buena musculatura al conseguir un respaldo transversal de figuras clave de todos los sectores partidarios, donde su principal fuerte son las bancadas parlamentarias. Es que tanto en el Senado como en la Cámara de Diputados, hoy Allende ha conseguido aislar a quienes respaldan a Escalona.
En la Cámara Alta, hoy por hoy el ex senador sólo cuenta con el respaldo de Fulvio Rossi, mientras que en la Baja, además de Juan Luis Castro, su estrecho colaborador en la Nueva Izquierda, sólo ha conseguido la venia de Marcelo Schilling, ambos del sector Renovación Socialista, donde otros emblemáticos senadores, como Carlos Montes y Rabindranath Quinteros, se han plegado a Allende.
Pese a ello, la jugada de Allende aún está por resolverse. Como la elección del PS es indirecta, necesita contar con un acuerdo transversal, que represente a todas las sensibilidades con miras a la construcción de una lista que consiga imponerse a la fuerza que tiene la Nueva Izquierda.
El sector de Escalona y Andrade también vive días turbulentos, donde varios diputados, cercanos a este último, optaron por distanciarse de él en beneficio de Allende. Entre ellos Manuel Monsalve y Denise Pascal, quienes ya notificaron internamente que se plegarán a la senadora.
Pese a esta pérdida de poder en el Congreso, en el PS no subestiman a Escalona.
Todo ocurre antes de que cierre el plazo para definir el padrón, a fines de este mes, por lo que Allende se ha fijado como límite el mes de noviembre para decidir si se embarca o no en la empresa, donde pondrá en juego su perspectiva presidencial. Una tercera derrota frente a Escalona minaría sus posibilidades. Por otro lado, necesita un espacio de influencia para el próximo año, una vez que deje la testera de la Cámara Alta. En tanto, las bases se mueven. Según cálculos de la mesa directiva presidida por Andrade, quien ha optado por la prescindencia en el proceso, en los últimos meses el padrón de 30 mil militantes podría crecer en casi 10 mil adicionales. Otro dato: las comunas con mayores inscripciones serían Copiapó (donde Allende es senadora) y San Ramón, donde el alcalde Miguel Ángel Aguilera es uno de los soldados del ex jefe partidario.
SU DISTANCIAMIENTO CON BACHELET
“Yo sé, muchos de ustedes me lo han dicho, pensaban que yo podría ser convocado al gabinete. Pero no se inquieten. No se preocupen. Tengo la capacidad de seguir actuando”. El mismo día que la presidenta electa Michelle Bachelet anunció su gabinete, la militancia socialista le ofreció al entonces senador Escalona una cena de homenaje, a propósito del fin de su mandato en la Cámara Alta. Fue la tarde del 24 de enero pasado en el estadio del BancoEstado en El Llano, comuna de San Miguel.
En presencia de los nuevos ministros socialistas (Alberto Arenas, Álvaro Elizalde, Máximo Pacheco, entre otros) y un selecto grupo de dirigentes concertacionistas, Escalona notificó que pese al duro golpe que significaba no estar en el gobierno, no estaba muerto. Escalona enviaba así a La Moneda la señal de que el distanciamiento con el bacheletismo -abierto desde la derrota presidencial 2009-se profundizaba. Desde Palacio, en tanto, ya han tomado nota del complejo escenario que significaría un triunfo de Escalona, principalmente debido a la escasa sintonía que ha marcado en sus posturas frente al gobierno de Bachelet.
Hace unas semanas, en una entrevista en radio Infinita, el ex senador sinceró sus aspiraciones, descartando definitivamente una eventual designación gubernamental, ante los rumores de que incluso se le ofrecería un ministerio de alta exposición, como una forma de sacarlo de la carrera por el control del socialismo. Escalona fue claro.
“Ese camino está descartado para mí. Desde marzo estoy recorriendo el país. Saqué la cuenta, me he reunido con más de 4 mil personas, no sólo del PS. Yo ya recorrí un camino, no lo puedo desandar”, sentenció.