Por David Muñoz Noviembre 13, 2014

© Esteban Zúñiga

"Sin perjuicio de las reformas estructurales que Bachelet está planteando al país, también hay otras cosas de qué preocuparse. Hay tres que para mí son claves: crecimiento económico, seguridad y salud"

“Ese no es mi problema. No soy parte de esa decisión. Si establecida la hoja de ruta se pesquisa que necesitamos choferes distintos a los que tenemos, habrá que tomar decisiones. Si nos dicen que los mismos choferes sirven o si hay que hacer un enroque de choferes para seguir el camino trazado, no está en el ámbito de mi responsabilidad, es un tema de gobierno”, dice de entrada el presidente del PS, Osvaldo Andrade, cuando se le pregunta por los rumores de cambio de gabinete.

Otra cosa son los problemas de conducción política por los que atraviesa el gobierno y que la DC advirtió hace poco  más de una semana en una resolución,  que el diputado socialista comparte, aunque con algunos matices.

Diferencias adicionales en la Nueva Mayoría por la reforma educacional desataron una  tormenta en el oficialismo y aumentaron la presión de los partidos por un ajuste ministerial. Andrade salió jugando con una propuesta para acordar, entre todos, una hoja de ruta nueva para las reformas. Está por verse si este nuevo diseño es una forma de empujar un cambio de los intérpretes. Entretanto, el lanzamiento de la carrera para sucederlo en la testera del PS en abril próximo, entre Camilo Escalona e Isabel Allende, anticipó un duelo que podría agregar más dramatismo, esta vez en su propia casa.

-¿Espera que la próxima mesa le dé continuidad a su mandato marcado, entre otras cosas, por sus esfuerzos por ordenar al bloque?
-En el PS no hay ningún matiz desde el punto de vista del respaldo que hay que entregarle a la presidenta Bachelet. Y también hay conciencia de que hay que mejorar ciertas cosas, como la conducción política de este gobierno y eso es una contribución que el PS puede hacer a la gestión de La Moneda. Por eso planteé el concepto de hoja de ruta. Tenemos la satisfacción de que ya se instaló como concepto ordenador de la gestión de los proyectos y de otras cuestiones que no son necesariamente legislativas pero tienen mucha importancia. En el pleno del comité central del pasado fin de semana el planteamiento que hice fue el siguiente: el enfoque del PS, que ojalá la próxima dirección lo mantenga como criterio ordenador, es lograr establecer las condiciones para que alguien de la centroizquierda en 2018, preserve, desarrolle y repare la propuesta programática del gobierno de la presidenta Bachelet.

-¿Qué hay que reparar en el próximo periodo? ¿El impacto de las reformas?
-Estamos conscientes de que las reformas que el gobierno de la presidenta Bachelet le ha planteado al país, por su naturaleza estructural, van a ir madurando en el tiempo, mucho más allá de lo que es su mandato real. Para nosotros la tarea fundamental es preservar ese esfuerzo, desarrollarlo y reparar equivocaciones que podríamos cometer. El triunfo político de la próxima gestión es ése, garantizar su continuidad. Mi factor ordenador es el 2018 y la pregunta es qué hago desde hoy  para que ese año tengamos éxito político. Eso me lleva a concluir que en todas las reformas se necesita una hoja de ruta propia, además de una hoja de ruta general que articule todo este esfuerzo. No creo que sea sólo un esfuerzo legislativo.

-¿No le parece que levantar la idea de una hoja de ruta a ocho meses de arrancado el gobierno es asumir que se han hecho mal las cosas?
-Es que la hoja de ruta o bitácora existe, y es el programa de gobierno. El problema es que hay que transformarlo en procesos específicos. Tenemos que responder varias preguntas antes de embarcarnos en un proceso. Por ejemplo: ¿Cuándo vamos a presentar la reforma a la Constitución? ¿Cuál es el contenido? ¿Quién es el encargado? ¿Cuáles son los plazos? ¿Cuáles son nuestros aliados? ¿Cuáles son nuestros adversarios? No todos los compromisos programáticos son iguales. Siento que aquí hay un camión que es la nueva Constitución, un camión que es la reforma laboral, un camión que es el terrorismo y la seguridad, hay un camión que es la reforma a las pensiones, hay otro que es la descentralización, otro que es la reforma a las isapres. Al chofer de cada camión hay que ponerle un pioneta y pasarle la hoja de ruta para que sepa por dónde tiene que ir, por dónde no tiene que doblar, cómo va a pagar el peaje, a qué velocidad viajar, si hay túneles, desvíos, qué pasa si se encuentra con una protesta, con un choque. Cada reforma en su singularidad tiene que tener una hoja de ruta que es parte de otra ruta general. Ésa es mi tesis.

-¿A qué se refiere cuando dice que no cree que sea sólo un problema legislativo?
-Hay un punto de vista mayor, de otra naturaleza. Sin perjuicio de las reformas estructurales que Bachelet está planteando al país, también hay otras cosas de qué preocuparse. Hay tres que para mí son clave: crecimiento económico, seguridad y salud. Algunas de ellas son cuestiones legislativas, pero en otras, hay cuestiones de gestión. Y ahí también se necesitan hojas de ruta.

-¿Quiere decir que esas áreas necesitan, por ejemplo, un cambio en el conductor?
-Lo que pasa es que si las hojas de ruta están precisadas, la determinación del chofer más adecuado es una decisión más fácil. De repente con los choferes que hay, si la hoja de ruta está clara, no hay problema. Lo clave, antes de pensar en choferes, es pensar en la hoja de ruta. Yo no me he involucrado en el tema del cambio de gabinete, porque es impertinente, conceptualmente es un error. Pero ojo, desde todo punto de vista. Desde incorporarse a la vorágine de los que piden cambios, como sumarse a la teoría de los blindajes. Cuando uno blinda a un ministro, lo único que hace es debilitarlo más aún.

"NO VIMOS LA PROFUNDIDAD DE LA DESACELERACIÓN"

-El concepto de hoja de ruta aparece bajo el diagnóstico de que hay un déficit en la conducción política ¿A qué atribuye esta ausencia de liderazgo en el gobierno?
-Yo creo que no dimensionamos la profundidad de las reformas que la presidenta Bachelet le estaba ofreciendo al país. Tampoco tuvimos la capacidad de ver la profundidad de la desaceleración económica. Todo proceso en que se enfrenta una reforma de esta envergadura, requiere de un planteamiento previo. Si la presidenta entiende que el tema de la penalización del lucro no está previsto, hay que decirlo desde el comienzo y así nos evitamos este bochorno. Habríamos sabido de antemano que ésta no es una propuesta de la presidenta.

-¿Cuando usted asume que falta conducción o liderazgo, apunta al comité político?
-Todos hemos estado en un proceso complejo. Además hay un tema de ritmos y eso implica hacerse cargo de los compromisos. Si juntas la envergadura de las transformaciones que la presidenta Bachelet le propone al país, y eso implica generar ciertas expectativas, y a eso le sumas un proceso de desaceleración que también ayuda a la incertidumbre económica y, además, una cierta incapacidad de construir una masa crítica que acompañe idóneamente las reformas, tenemos un cuadro que resolver.

-¿A eso se refería cuando dijo que Peñailillo estaba solo en el comité político?
-La percepción es que la conducción política se ha unilateralizado. Y yo tengo una buena opinión de lo que ha hecho Peñailillo, sin embargo, creo que cuando se unilateraliza de manera tan flagrante, se corre el riesgo de colapsar. Hay que configurar un equipo político más afiatado de manera que hablar con cualquier persona del gabinete sea lo mismo. Eso hay que mejorarlo. Ni siquiera adjudico responsabilidad a nadie, no es una crítica al ministro, ni a los otros, es una constatación que hay que resolver.

-¿O sea cambiaría a ministros del comité político?
-Ése no es mi problema. No soy parte de esa decisión. No voy a especular. Sólo hago una constatación. No es un juicio que tenga que explicar, simplemente yo constato. Por eso lo expreso, simplemente entiendo que es una constatación que hay que resolver. Como presidente del partido quisiera tener una interlocución más amplia.

ESCALONA VERSUS ALLENDE

-La elección interna para elegir a su sucesor aparece como una de las más competitivas de los últimos años en el Partido Socialista y se desató seis meses antes de llegar a las urnas… ¿No teme que termine en una disputa que pueda afectar el tránsito del gobierno?
-Todos los candidatos que van a participar en la próxima contienda tienen claro dos cosas: uno, que hay que respaldar al gobierno, la presidenta Bachelet milita en el Partido Socialista. Y sus propuestas programáticas nos satisfacen plenamente. Segundo, hay que cautelar la continuidad de la Nueva Mayoría. Eso significa hacer un especial esfuerzo para cautelar un nuevo modo de relación que permita que todos se sientan parte de ella. Y tercero, que la unidad del PS es vital para el éxito de este proceso. La sensatez de los socialistas es más grande de lo que mucha gente cree. Tal vez nos ha enseñado la historia, pero estoy seguro que en momentos como éstos es donde aparece ese viejo o vieja socialista que tal vez sin grandes pergaminos académicos tiene una sensatez propia de una persona que ha sufrido mucho.

-¿Usted va a respaldar al candidato de su sector, Camilo Escalona, de la Nueva Izquierda o a la candidata que es parte del acuerdo que hoy sustenta su mandato al frente del PS?
-Cuando se produzcan las inscripciones formales de los candidatos, no queda ninguna duda que manifestaré mi opción al respecto. Ahora, entiendo que uno no anda libre por la vida. Pertenezco a un sector interno al que le tengo alta valoración, porque además soy su fundador y coordinador. No me voy a salir de mi sector. Pero mientras sea presidente y no estén formalizadas las candidaturas, voy a mantenerme al margen para ofrecer certeza de ecuanimidad a todos.

-Es decir, ¿va a apoyar a Camilo Escalona?  Porque una parte de su sector terminó detrás de Allende por diferencias internas…
-Yo soy de la Nueva Izquierda. No me pierdo en eso.

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