La complicidad de la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa y del presidente del Presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, con el gobierno, terminaron por levantar sendas resistencias en lo hoy enclaves más importantes del partido.
“Los perros muerden, porque huelen el miedo”. La frase de Ismael Maragaño quedó dando vueltas en su cabeza y por eso, cuando pudo, el presidente del Partido Comunista, Guillermo Teillier, la utilizó. La había escuchado días antes de boca del protagonista de la obra de teatro El Último Tren, escrita y dirigida por el dramaturgo chileno Gustavo Meza, que cuenta la historia de cómo Maragaño, jefe de una estación de ferrocarriles perdida en el sur, debe enfrentar una nueva realidad con el cierre de su fuente laboral de toda la vida, bajo la mirada atenta de agentes de la extinta CNI.
En el monólogo final, el personaje interpretado por Ramón Núñez, lanza la frase que el diputado recogió para adornar un discurso. Le agregó, eso sí, una arenga política: “Por eso les digo, no hay que tener miedo para que no los muerdan los perros. Es lo mismo que tenemos que hacer ahora”.
Un aplauso cerrado siguió a la frase y se escuchó unas cuadras a la redonda de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), en plena Alameda. En el salón principal de la casona había poco más de 600 personas, todos militantes de base del partido. Entre ellos, un puñado de altos dirigentes. En la testera escoltaban a Teillier: Juan Andrés Lagos, secretario general y entonces asesor del ministro del Interior; Rodrigo Peñailillo; la ministra del Sernam, Claudia Pascual; el subsecretario de Previsión Social, Marco Barraza; la diputada Karol Cariola, además del dirigente Jorge Insunza.
El presidente del partido fue el único orador de la cita convocada de manera extraordinaria para ese lunes 10 de noviembre a las 19:30. Lejos del trajín político y del debate público, la cúpula del PC buscaba enviarle un mensaje a la militancia en un escenario íntimo en semanas de turbulencias. La reactivación de las diferencias con la DC a propósito de los polémicos dichos del embajador en Uruguay, Eduardo Contreras, que fueron atizadas luego con el enfrentamiento de diputados de ambos partidos a propósito de la tramitación de la reforma educacional, mantenían ocupada a la dirigencia comunista en la relación con sus socios de la Nueva Mayoría.
A lo que se sumaba a esa altura otra preocupación: los cuestionamientos al rol del partido y varios de sus altos dirigentes vinculados a los problemas financieros de la Universidad Arcis crecían y tomaban un cariz confuso tras la agresión sufrida por Juan Andrés Lagos, ex director del plantel, ese fin de semana en las afueras de su domicilio. Situación que lo involucró en una polémica con el diputado de la UDI, José Antonio Kast, a quien insultó en una entrevista pública. Terminó pidiendo disculpas y renunciando a su cargo en Interior. El hecho golpeó a la dirigencia comunista, pues mancilló la hasta ahora correcta -según análisis internos- performance de sus principales representantes en el gobierno.
Pero había también otro frente interno que buscaba aplacar Teillier: una crítica de militantes que perciben que la llegada del PC al gobierno trajo como consecuencia una creciente pérdida de influencia en los movimientos sociales.
“Tenemos que hacer un balance entre todos, y creo que estamos al debe, acerca de nuestro desempeño y cuán contribuyentes hemos sido en la participación social en el cumplimiento del programa. Es uno de los puntos cruciales”, dijo esa tarde Teillier en su discurso.
“UN PIE EN EL GOBIERNO...
Los dos primeros domingos de noviembre, la comisión política del PC hizo algo inusual: cambió la tradicional cita semanal de los lunes, por encuentros dominicales fuera de libreto. Según explican en la instancia, los últimos acontecimientos obligaron a la dirigencia comunista a iniciar un debate interno que se había postergado debido a las vicisitudes propias del regreso al gobierno: la nutrida agenda legislativa de Bachelet dejaban poco espacio para el análisis político.
El propio jefe del PC había señalado que correspondía, a fines de septiembre, una evaluación de los primeros seis meses. Pero los días fueron pasando y la dirigencia gastó sus energías en contener las disputas con la DC y los intentos del oficialismo por salvar la reforma educacional.
Entre tanto, varios militantes advertían en privado visiones críticas sobre las prioridades de la colectividad. “Nos preocupamos de ganar los espacios institucionales y ocuparlos, pero descuidamos a los movimientos sociales”, reconoce un militante PC aludiendo a una pérdida de fuerza del partido en varios frentes del mundo social: estudiantes, trabajadores, profesores y funcionarios públicos.
En el PC reconocen que las propias diferencias al interior de la Nueva Mayoría y lo que califican como una “mirada silente” del partido ante el avance de ideas más conservadoras al interior del bloque, comenzaron a sembrar la desconfianza en dichos sectores.
“Mostrarse tan oficialista tiene sus costos”, reconoce otra fuente al interior de la colectividad. La preocupación apunta a dos ejemplos claros y evidentes: la complicidad de la presidenta de la CUT, Bárbara Figueroa y del presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, con el gobierno, terminaron por levantar sendas resistencias internas en los hoy dos enclaves más importantes del partido. Éste último ha enfrentado un escenario más dramático: desde su propia mesa directiva se levantó una disidencia que comenzó a movilizarse luego que desactivara un paro nacional a petición del gobierno, en medio de una negociación por las demandas históricas del gremio.
La propia presidenta de la CUT tuvo que salir a respaldar a Gajardo criticando a los movilizados.
Pero la reforma laboral también se ha transformado en un punto de inflexión para el PC: en la recta final de las negociaciones por el proyecto, que debería ser enviado al Congreso en las próximas semanas, Figueroa ha adoptado posiciones más críticas al gobierno pese a que ha sido una de las principales promotoras de un acuerdo que incluye también al empresariado. ¿El resultado? para algunos como Arturo Martínez (PS) -quien aún mantiene control sobre un sector importante de la CUT- se hace evidente que habrá una reforma más moderada y no la que querían los trabajadores.
A ello se suman críticas ya manifestadas por integrantes de la mesa del sector público que se encuentra negociando el reajuste para el próximo año, respecto de la poca “autonomía” con que Figueroa estaría actuando frente a La Moneda.
Esta última es precisamente otra área donde el PC sufrió una merma: en la última elección de directiva de la ANEF, cuyos resultados se conocieron hace algunos días, la lista del PC, liderada por Carlos Insunza, quedó relegada al tercer lugar.
Donde definitivamente el PC lucha por reconquistar el poder es en las federaciones estudiantiles. En 2011 dos de sus figuras que hoy están en la institucionalidad controlaban influyentes dirigencias: la FECH, de la hoy diputada Camila Vallejo, y la Feusach del director de la División de Organizaciones Sociales de La Moneda (DOS), Camilo Ballesteros.
En la Universidad de Chile el PC volvió a presentar a una figura de las Juventudes Comunistas, pero no pudo ante la alianza entre la Izquierda Autónoma y Libertarios, por lo que Javiera Reyes, su representante, se quedó con la vicepresidencia.
Un escenario similar enfrenta el PC en la Universidad de Santiago, donde la lista “Construyamos Usach” de Marcial Lira, pasó a segunda vuelta, en el segundo lugar, pero en alianza con socialistas, Revolución Democrática y la Izquierda Cristiana.
Con todo, para varios en el partido, la famosa frase de Camila Vallejo de que el PC estaría con “un pie en la calle y otro en La Moneda” es sólo un recuerdo.
“El primer balance que hacemos es muy satisfactorio, hemos avanzado sustantivamente, pero reconocemos las limitaciones que tiene un gobierno. Las dificultades y nubarrones que aparecen en el horizonte y también la necesidad de poder darle mucho espacio a la participación de la gente y los movimientos sociales en las decisiones del gobierno. No bastan los votos en el Parlamento, tenemos que tener legitimidad en los movimientos sociales y en eso queremos meternos más de cabeza”, dice el diputado Daniel Nuñez, integrante de la comisión política del PC.
De derecha a izquierda: Guillermo Teillier, presidente del PC; Bárbara Figueroa, presidenta de la CUT; Jaime Gajardo, presidente del Colegio de Profesores.
EL RUMBO A SEGUIR
“Todavía nos falta acostumbrarnos al hecho de que estamos participando del gobierno y hemos asumido responsabilidades de gobierno. Somos responsables de eso ante el país”, señaló Teillier en uno de los pasajes de su discurso ante el “Activo Extraordinario de la Región Metropolitana”, título bajo el que fue convocada la militancia ese lunes 10 de noviembre. En el inédito encuentro que se repetirá en regiones, el jefe del PC entregó un adelanto de varias conclusiones a las que ha ido arribando la cúpula partidaria y que definirán el camino del partido en los próximos meses. El discurso se transformó en una suerte de arenga que circula en internet bajo el título “Ni lo sueñen, no nos van a amedrentar”.
Básicamente, Teillier propuso una disputa en dos frentes. “Hoy la confrontación política se está definiendo en dos campos de batalla: el plano electoral y el de la lucha social”. Aunque, hizo un llamado a mantener fidelidad con el compromiso político y pidió cuidar y defender el liderazgo de la presidenta Bachelet y la unidad de la Nueva Mayoría: “Hay un liderazgo que está permitiendo estas cosas y es el de la presidenta. Ese liderazgo hay que cuidarlo, pues empieza a minar el grado de confianza que le tiene la gente”.
Junto con defender el rol de Figueroa y Gajardo, el presidente del PC llamó al partido a aglutinarse: “Tenemos que cuidarnos y tomar medidas entre nosotros (…) sin dejarnos provocar, ni entrar en una espiral de violencia”.
El discurso vino a sellar un proceso de conversaciones internas que buscan adelantar opiniones con miras al Congreso del PC, instancia de mayor decisión del partido, donde se definen las políticas de alianza y proyección. Programado para octubre del próximo año, será el punto de decisión del futuro del PC que, según sus dirigentes, quiere mantenerse en la Nueva Mayoría y darle proyección, siempre que se cumpla el programa.
Antes de eso, Teillier advirtió en su mensaje que existen temas pendientes de los que dependerá la continuidad del bloque y el regreso del PC a la calle. “A pesar de que se ha mencionado varias veces la nueva Constitución, es un tema pendiente. Tiene que haber una política de masas al respecto, porque no vamos a dejar abierto el camino a los que quieren una Constitución amañada. Tenemos que impulsar que las organizaciones sociales se empiecen a expresar. Si queremos asamblea constituyente, luchemos por ella”, concluye.
Los ojos del partido están puestos ahora en el cónclave de la Nueva Mayoría y el gobierno del próximo 1 de diciembre, donde se definirá una “hoja de ruta” que ordene las prioridades de La Moneda y el oficialismo.