Por David Muñoz Diciembre 23, 2014

Una imagen cambió todo. La mañana del 11 de marzo pasado, Isabel Allende le entregaba la banda presidencial a Michelle Bachelet, iniciando su segundo mandato en La Moneda.  Antes, la senadora socialista había jurado como la primera mujer presidenta del Senado en sus 200 años de historia, en una emotiva ceremonia marcada por el recuerdo de su padre, Salvador Allende, quien también llegó a la testera de la Cámara Alta. El cuadro recorrió varias portadas en el mundo. Y marcó la senda que caminaría durante 2014 la hija del fallecido presidente. Para algunos, ahí reside parte de la explicación de que termine el año como la tercera figura política más valorada por la ciudadanía según la última encuesta CEP, a sólo un punto de Michelle Bachelet y Marco Enríquez-Ominami. Para su sobrina y nieta menor de Allende, Maya Fernández, la potencia de la imagen y el legado del mandatario se complementan con el camino propio que ha venido construyendo la senadora por Atacama. “El cambio de mando fue un hito bien emocionante, fue clave cuando ella le pone la banda presidencial a Michelle Bachelet, pero además ese mismo día se transformó en la primera presidenta del Senado. Es una forma de reconocimiento a un liderazgo que ella ha cultivado durante toda su carrera política”, señala la diputada, quien se ha dedicado a recorrer el país para promover la candidatura de su tía a la presidencia del PS, su próxima estación.

Aunque reconoce que la fuerza de los hechos ha empujado a la senadora a recorrer el mismo camino de su padre, insiste en la idea de que debe primar su peso específico. “El apellido Allende es un orgullo. Mi abuelo claramente es muy importante en su vida y su carrera política, pero ella ha logrado construir su propio liderazgo, mucho más acorde al país que vivimos hoy. Por ejemplo, mi tía Isabel apoya el matrimonio igualitario, lo ha dicho muchas veces, no sé qué pensaría Allende hoy de eso”, repite.

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