Si 2011 fue el año de la ebullición y el protagonismo de los movimientos sociales encabezados por los jóvenes, datos recientes revelan que 2014 fue el año del silencio de la calle, en ese mismo grupo.
Las manifestaciones en la vía pública, la participación en organizaciones estudiantiles e, incluso, el uso de las redes sociales online con fines políticos, entre otros indicadores, sufrieron importantes descensos en 2014, de acuerdo a los resultados de la Encuesta de Jóvenes, Participación y Consumo de Medios realizada por la Escuela de Periodismo de la Universidad Diego Portales y Feedback. Un estudio representativo que se realiza desde 2009 y que ha medido anualmente el comportamiento político de los jóvenes chilenos entre 18 y 29 años.
Los resultados son claros y consistentes: en todas las categorías de participación política que se midieron -entendidas como las actividades que buscan influir sobre las decisiones que toman las autoridades- hay una caída respecto de 2013 y los años previos. La mayoría de las dimensiones estudiadas entre 2009 y 2014 muestran la forma de una U invertida, alcanzando su máximo nivel durante 2011 y comenzando posteriormente un descenso, que se intensificó con fuerza el año recién pasado.
Lo llamativo es que esta baja no se produce sólo en actividades que implican invertir una cantidad de tiempo relevante o están asociadas a algún grado de riesgo -como las manifestaciones públicas-, sino que también se extiende a distintas formas de participación online, que justamente se caracterizan por tener bajos costos económicos y de uso de tiempo para los usuarios. De esta forma, en 2014 se observan caídas importantes en la frecuencia con que los jóvenes usaron las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter, para expresar opiniones sobre temas de interés público y el uso de estas plataformas para unirse a causas políticas o ciudadanas. Mientras el 27% de los encuestados aseguraron haber utilizado esta forma de participación en 2013, el año pasado la cifra llegó a 18%.
Estas bajas en los niveles de participación también van acompañadas de un menor interés en política en general. Los jóvenes se informan y conversan menos de asuntos políticos. La búsqueda de información sobre estos temas disminuyó 20 puntos porcentuales desde 2011 a 2014 y la conversación con amigos y familiares sobre la materia cayó casi a la mitad en el mismo periodo. Los estudios sobre este tema sugieren consistentemente que la baja en el interés político está relacionada con menores niveles de participación.
Este descenso de la participación marcó un cambio de tendencia, pero no es necesariamente una anomalía. Los estudios sobre la evolución de los movimientos sociales han mostrado que estos tienen un carácter cíclico. El cientista político de la Universidad de Cornell Sidney Tarrow ha planteado que tras el estallido del conflicto inicial y la difusión a distintos sectores sociales y zonas geográficas, los movimientos sociales que perduran en el tiempo logran cambiar la percepción ciudadana de los temas que motivan la protesta e institucionalizar el conflicto a través de un diálogo con el sistema político. Después de esto se asiste a una fase de declinamiento.
En el caso chileno, hay varios elementos que van en línea con la evolución recién descrita. El movimiento estudiantil de 2011 logró modificar la agenda política, instalando la reforma a la educación como una de las principales acciones que debía impulsar el Estado. Además, consiguió apoyo político para demandas como la gratuidad universal en educación o el fin del lucro, más allá de las formas concretas para llevar adelante estas ideas.
Durante 2014, la caída en las manifestaciones y la discusión pública ha ido de la mano de una fuerte institucionalización de lo que fue el movimiento original de 2011. El nuevo gobierno de Michelle Bachelet no sólo incorporó en su programa parte importante de las demandas estudiantiles, además, varios de los principales dirigentes hoy impulsan la reforma desde el Congreso o el Ministerio de Educación.
Respecto a las características específicas de la participación en 2014, prácticamente todas las formas de incidir en las decisiones de las autoridades fueron desarrolladas con mayor intensidad por los sectores de mayores ingresos. Tanto las maneras de participación offline (protestas, asistencia a debates o envío de cartas a medios de comunicación) como las actividades online (opinar o unirse a causas públicas en redes sociales) fueron considerablemente más utilizadas por los grupos alto y medio-alto. Lo mismo sucede cuando se consulta por la asistencia a votar en las pasadas elecciones presidenciales: 57% del grupo de mayores ingresos asegura haberlo hecho, cifra que llega a 26% en el sector más pobre.
CADA VEZ MÁS DESCONFIADOS
Los menores niveles de participación, tanto en la calle como en internet, van acompañados de una baja consistente en los niveles de confianza en las instituciones y en las personas. Los datos revelan que desde 2010 los jóvenes confían cada vez menos en Carabineros, las Fuerzas Armadas, los medios de comunicación, su municipio, la Iglesia, la Presidencia de la República, los ministros de Estado y las empresas. La confianza en los partidos políticos y parlamentarios también ha bajado, aunque el mayor declive se produjo entre los años 2010 y 2011 y se ha mantenido en torno al 5%. También confían menos en las personas. Si en 2013 el 41% de los jóvenes decían que confiaban en las personas, este porcentaje cayó a 36% en 2014.
Estos menores niveles de confianza en distintos planos de la vida están asociados a que los jóvenes también hayan disminuido su adhesión a organizaciones de estudiantes y grupos religiosos. El cientista político de Harvard Robert Putnam ha planteado que si existen menores niveles de confianza entre las personas es más difícil que quieran asociarse entre ellas y organizarse colectivamente. Esta menor confianza y adhesión a asociaciones colectivas implica que los jóvenes tienen menos oportunidades de organizarse en torno a un fin común y, a través de otros, acceder a mayor información y oportunidades como noticias y puestos de trabajo que les faciliten la vida diaria.
Aunque los niveles de participación en acciones que tienen un cariz más social bajaron en relación a 2011 -el año peak de la movilización-, estos se han mantenido en los últimos tres años. Por ejemplo, cerca de un 35% de los jóvenes declaran haber participado en actividades para mejorar el medioambiente, cerca del 30% se ha involucrado en acciones para mejorar la vida de los más pobres y renovar espacios públicos. Finalmente, en torno al 18% se ha movilizado para proteger los derechos de los homosexuales.
DISTANCIA DE BACHELET
La incorporación de algunas de las principales demandas del movimiento estudiantil en el programa de gobierno no se ha traducido en un mayor nivel de apoyo entre los jóvenes a la presidenta Michelle Bachelet. Al interior de la población entre 18 y 29 años, la mandataria cuenta con una aprobación de 33%, cifra inferior al 47% de apoyo con que contaba el ex presidente Sebastián Piñera al final de su primer año de mandato en este segmento etario. Es más, es entre los jóvenes donde el actual gobierno obtiene sus menores niveles de aprobación, como lo muestran los resultados de la encuesta publicada por el Centro de Estudios Públicos en diciembre pasado.
Esta distancia de los jóvenes con el actual gobierno también se observa cuando se les pregunta por los principales cambios que está impulsando el Ejecutivo. El nivel de acuerdo con la reforma tributaria, aprobada en 2014, llega a 23%, frente a un 36% que se manifiesta en desacuerdo. Aun mayor es el rechazo a la reforma educacional: 31% de los encuestados la apoya y 45% asegura estar en desacuerdo. Lo paradójico de este último resultado es que cuando se pregunta por aspectos específicos del proyecto de ley que se discute actualmente en el Congreso, los resultados se revierten: 54% apoya que se termine el financiamiento compartido entre el Estado y los apoderados en la educación particular subvencionada y 59% es partidario de terminar con cualquier forma de selección de los alumnos que ingresan a las escuelas.
Esta aparente contradicción entre el rechazo a la reforma del gobierno y los aspectos específicos de su contenido podría explicarse por el fuerte grado de escepticismo respecto a la acción de instituciones políticas que, como ya hemos visto, presentan bajísimos niveles de confianza de parte de los ciudadanos.
Es imposible asegurar si la caída de las movilizaciones significa sólo una pausa o el fin de un ciclo. Por una parte, las demandas del movimiento estudiantil y la realización de marchas siguen contando con un apoyo superior al 80% entre la población entre 18 y 29 años; pero, por otro lado, las distintas formas de participación política van a la baja y el porcentaje de jóvenes que dicen confiar en los líderes del movimiento estudiantil cayó de 36 a 29% en los últimos doce meses.
Además, el porcentaje de jóvenes que piensan que la educación es el problema más importante que enfrenta el país cayó desde 33% en 2011 a 19% en la actualidad. A su vez, los temas de desigualdad y probreza aumentaron su relevancia en la agenda en el último año. En 2012, el 11% pensaba que este era el tema más relevante, mientras hoy el 18% cree que es el tema más importante, igualando la preocupación por los temas educacionales.
METODOLOGÍA. Técnica: Encuestas cara a cara en hogares. Tamaño de la muestra: 1.000 casos, distribuidos en las regiones de Valparaíso (300), del Biobío (300) y Metropolitana (400). Trabajo de campo: Realizado entre los días 24 de noviembre y 12 de diciembre de 2014. Diseño de la muestra: Probabilístico, estratificado con fijación aproporcional a nivel de región. Error muestral: las estimaciones sobre el total de la muestra tienen un error asociado de ±3,1% bajo los supuestos de muestreo aleatorio simple, varianza máxima y 95% de confianza. Universo representado: Habitantes de los principales centros urbanos de las regiones de Valparaíso (V Región), Biobío (VIII Región) y Metropolitana (RM). Unidad de muestreo: Hombres y mujeres, entre 18 y 29 años de edad, residentes permanentes del hogar. Ajuste del diseño: Resultados ponderados según proyección actualizada de población para 2014 del Instituto Nacional de Estadísticas, INE.