"La UDI necesita enfocarse en recuperar esa respetabilidad política que tuvo al comienzo y en buena parte de la transición. Es fundamental que todos los dirigentes y parlamentarios se esfuercen por mostrarle esa cara al país. Si hay algo que la UDI hoy no necesita son políticos de memes".
Con total tranquilidad, Gonzalo Cordero Mendoza señala que, aparte de la muerte de Jaime Guzmán en 1991, esta es la peor crisis que ha enfrentado la UDI desde su fundación en 1983. Incluso, su análisis sobre los efectos del caso Penta es más lapidario aún.
“El brutal asesinato de Jaime es del tipo de agresiones que genera mucha unidad y despierta la mística. En cambio hoy, estamos viviendo una crisis que golpea a la UDI en su integridad, desde una perspectiva ética, y que la coloca ante un cuestionamiento de la sociedad. El primer efecto de una crisis como esta, es precisamente la dificultad de sostener esa mística y cohesión interna, primero, y de tus adherentes naturales, después”, señala el abogado desde su oficina en Azerta, la empresa de comunicación estratégica de la cual es socio junto a Cristina Bitar y Felipe Edwards.
No obstante, Cordero, asesor de exitosas campañas políticas, como la de Joaquín Lavín frente a Ricardo Lagos en 1999, es optimista y afirma que si el partido actúa con unidad, saldrá fortalecida.
“No hay que perder de vista que al final del día, la UDI es el partido político más grande del país y el más importante de la centroderecha”, advierte.
-Como experto en crisis, ¿cree que el caso Penta pueda causar un daño irreparable en la marca UDI?
-Todas estas cosas generan daños en la marca, pero los partidos políticos no son como las empresas, cuyo mayor patrimonio es su marca. En los partidos el mayor patrimonio es la capacidad que tienen de representar a un sector de la sociedad, y mi impresión es que hoy, más que preocuparse por cómo reparamos la marca, es en cómo volvemos a representar un proyecto político que cautive al electorado natural de centroderecha en Chile. Ese es el camino para mí.
-¿Cree que hubiese sido mejor que Ernesto Silva renunciara antes a la presidencia del partido o usted defendía su permanencia?
-A Ernesto Silva le correspondió tomar una definición tremendamente difícil: él tenía que buscar un equilibrio entre dos extremos. Uno, en el cual la persona que está a cargo de una organización de este tipo, ante una dificultad grave y que le va a generar mucho costo personal y político, busca la primera oportunidad para salir arrancando. El otro extremo, es el que, tozudamente, se queda hasta que su presencia es más una parte del problema que de la solución. Ernesto no abandonó el barco y tampoco se aferró al timón. Llegó el momento en que se dio cuenta que su presencia podía transformarse en una excusa para no dar lugar al clima de unidad y dio un paso al lado.
-¿Su salida significa el fracaso de la generación de recambio del partido?
-A mi juicio no. Yo interpreto lo que ha pasado como una ratificación de que las nuevas generaciones están perfectamente capacitadas para ejercer el liderazgo político en la UDI. A Ernesto Silva le tocó el periodo más difícil que le ha tocado vivir a un presidente de la UDI, y lo hizo con dignidad, honestidad, fuerza y con mucho sentido de la responsabilidad. Estoy absolutamente seguro que, incluso, en las generaciones que vienen detrás de él hay personas con la capacidad y el talento para grandes cosas, como por ejemplo, el diputado Jaime Bellolio.
-Lo sucedido esta semana confirma que la UDI no sabe lidiar con el disenso. Le pregunto porque Víctor Pérez ha sido muy cuestionado internamente por torpedear la conducción de Silva…
-Los partidos son por su naturaleza instituciones en que se vive el debate muy intensamente, pero hoy el problema de la UDI es que si no logra un nivel alto de unidad interna y persiste una dirigencia que está manifestando sus discrepancias a través de los medios de comunicación, será difícil superar esta crisis en un plazo razonable.
-¿Usted prefiere que un representante de las nuevas generaciones lidere este nuevo proceso o que se recurra a la experiencia de un “coronel” o de un senador?
-En esto hay que ser consistente. Así como yo digo que el problema es suficientemente grave como para que dejemos de lado cualquier diferencia secundaria y estemos todos unidos en el objetivo de superar esta crisis, también creo que no es el momento de fijarse en consideraciones que no sean más que la UDI tenga al frente a un dirigente que aglutine las voluntades y detrás del cual se coloque el partido completo. Lo único que espero es que esa persona que tenga el coraje de ponerse al frente, tenga el respaldo unánime de todos.
-Se criticó el que Jovino Novoa, uno de los involucrados en el caso Penta, estuviera en el comité de crisis del partido. ¿Fue un error de la directiva incorporarlo?
-Hay que tener cuidado con confundir los planos de análisis. Tal vez, desde el punto de vista comunicacional, esa crítica sea válida, pero hay un plano de análisis sustantivo, que indica que cuando uno está enfrentando un problema de esta gravedad, lo tiene que hacer con las mejores personas, las mejores mentes y los mejores caracteres. Desde este punto de vista, Jovino Novoa sigue siendo una persona indispensable en la UDI. Además, tengo la convicción de que él no ha hecho nada que sea reprochable como para pensar en excluirlo de una instancia de ese tipo.
-Una de las críticas que la disidencia le hacía a Silva era que, al defender a los involucrados en el caso Penta, había comprometido a todo el partido. ¿Comparte esto?
-No, porque la UDI desde sus orígenes tiene una cultura de ser un partido de mucha lealtad, de mucho espíritu de cuerpo. Lo que dice Ernesto es que hasta ahora no ha habido ninguna resolución judicial, ni siquiera una formalización. Por ello, creo que una reacción condenatoria de ese tipo, habría sido anticipada y habría ido en contra de lo que es el ethos humano de la UDI. Víctor es un tipo con mucha experiencia, pero en este punto discrepo con él. Yo me temo que si Ernesto hubiera hecho lo que Víctor le reprocha, habría tenido mucha más crítica interna que la que ha tenido ahora.
-Dirigentes de RN también presionaron hasta el último minuto para que Silva dejara la presidencia…
-Eso es menos importante. No me gusta juzgar intenciones, pero me da la impresión que en esas críticas hay un cierto interés político por desmarcarse bastante ineficaz. Este es un tsunami que está afectando a toda la clase política y la ola es demasiado grande.
-¿Cómo la UDI puede capear esa ola?
-Para mí hay tres elementos: uno, necesitamos un liderazgo que pueda actuar y hablar con total independencia del problema. Dos, que detrás de ese liderazgo esté la UDI completa, no es tiempo de gustitos ni de cuentas pequeñas. Y en tercer lugar, no perder de vista que al final del día, la UDI es el partido político más grande del país, el más importante de la centroderecha.
-¿Qué aconsejaría a las nuevas autoridades del partido?
-Estamos viviendo tiempos difíciles y vienen tiempos más difíciles en los cuales la presencia en los medios será difícil, valga la redundancia. Por ello, la presencia en los medios debe ser para hablar temas sustantivos, para hacer oposición, para oponerse a las reformas que el gobierno va a seguir impulsando y que son reformas de izquierda, de las que un partido como la UDI debe tener un discurso opositor. Sería una irresponsabilidad ocupar los medios de comunicación para cuestiones superfluas, para cosas meramente de marketing. La UDI necesita con urgencia enfocarse seriamente en recuperar esa respetabilidad política que tuvo al comienzo y durante buena parte de la transición. Yo recuerdo con cierta nostalgia cuando de la UDI se decía que era un partido de extrema derecha, dogmático y al que se le hacían mil críticas, pero del que también decían, era un partido de gente extremadamente seria. En este momento es fundamental que todos los dirigentes y parlamentarios se esfuercen por mostrarle esa cara al país. En este momento si hay algo que la UDI no necesita son políticos de memes.