Pese a que está a la cabeza del Servicio de Impuestos Internos (SII), uno de los organismos estratégicos del Estado, y que fue uno de los “cerebros” de la reforma tributaria del gobierno de Michelle Bachelet, en cuya implementación tuvo un rol clave, durante un año, Michel Jorratt de Luis (48) mantuvo un muy bajo perfil, lejos de lo que ocurrió con varios de sus antecesores. Sin embargo, en las últimas dos semanas Jorratt no sólo ha acaparado portadas y titulares como nunca antes le había ocurrido, sino que ha sido duramente cuestionado tanto por parlamentarios de la Alianza como oficialistas por su actuación en la arista Soquimich (SQM) del caso Penta.
Así, mientras diputados de la Nueva Mayoría, como Hugo Gutiérrez (PC) y René Saffirio (DC), pidieron su renuncia argumentando que “el director del SII le ha causado un gran perjuicio a su institución”, dos de los ministros más influyentes del gobierno de Bachelet, Rodrigo Peñailillo de Interior y Alberto Arenas de Hacienda, salieron a respaldarlo públicamente. “Si estamos con estas investigaciones ha sido porque Impuestos Internos las ha denunciado, que no quepa ninguna duda. Aquí el velo de la duda respecto de las instituciones no ayuda”, dijo Arenas, de cuya cartera depende directamente el SII y es una de las pocas autoridades que conoce desde hace años a Jorratt.
“No puede ser que a instituciones tan importantes como Impuestos Internos, patrimonio de nuestro país, de una solidez técnica y una autonomía reconocida, estén desde distintos sectores políticos diciéndole lo que tiene que hacer o lo que no tiene que hacer”, dijo a su vez Peñailillo.
Hoy, Jorratt, ingeniero civil industrial de la Universidad de Chile y reconocido experto en evasión tributaria en Chile y América Latina, está en el momento más complicado de su carrera. Parte de las críticas se deben a la dilación de su servicio de presentar una querella que permita al Ministerio Público investigar a SQM.
La tensión con la fiscalía partió poco después de que el SII se querellara en enero pasado por delito tributario en contra del ex subsecretario de Minería del gobierno de Sebastián Piñera, Pablo Wagner, documento en que el ente fiscalizador pedía incautar la contabilidad de Soquimich entre 2009 y 2014, un período que alertó a la clase política ante el temor de que aparecieran nuevos nombres relacionados con un eventual financiamiento irregular en sus campañas.
Los cuestionamientos surgieron luego de que fuera el propio servicio de Jorratt el que acotara el período a pesquisar de SQM a sólo un mes del año 2009, contra todas las pretensiones del Ministerio Público, que quería tener en sus manos la documentación contable de los últimos seis años de la empresa.
No es todo: el SII también se puso en la mira de las críticas cuando el jueves 12 de marzo, en una conferencia de prensa, el propio Jorratt anunció que dentro de los planes de fiscalización del SII se investiga a unos 200 contribuyentes que habrían usado una figura similar de evasión a la que se descubrió en el caso Penta, llamándolos a acercarse voluntariamente y pagar lo adeudado.
Y pese a que los abogados del SII aclararon que eso no descartaba eventuales acciones penales, el anuncio del SII se leyó como la apertura de una salida administrativa a casos como Penta y, eventualmente, SQM. De hecho, ocurrió no sólo en medio de la tensión por la arista de la minera, sino que también dos días antes de que la Corte de Apelaciones revisara las medidas cautelares en contra de los dueños de Penta, Carlos Délano y Carlos Lavín, y los otros ejecutivos e inspectores del SII formalizados en la causa.
Fue tras esos dichos, sumado a su actuación -o la falta de ella- en el caso SQM, que los cuestionamientos sobre Jorratt se multiplicaron.
Aunque a ojos de varios expertos como el ex director del SII Ricardo Escobar, el trabajo de Jorratt no merece reparos en lo técnico -“el Servicio no está obligado a querellarse, porque hay casos en los que por la vía administrativa puede convenir, con menos sacrificio de recursos, obtener resultados de recaudación”, dice- el director de la entidad se ha posicionado en la práctica como la personificación de lo que muchos interpretan como la resistencia del gobierno a permitir que la fiscalía indague a SQM hasta las últimas consecuencias.
Como varios de sus antecesores en el cargo, Jorratt también es de la idea que las acciones penales son en última instancia y, en ocasiones, cuando los montos son muy altos. Como ejemplo: la querella por eventual delito tributario que Impuestos Internos presentó en diciembre de 2014 en contra de cinco miembros del clan Ossandón Larraín por evasión de casi $ 200 mil millones.
Sus defensores respaldan el llamado que hizo a las empresas para pagar lo adeudado, argumentando que en países con la tasas de menor evasión tributaria, como Nueva Zelandia, Dinamarca o Estados Unidos, en la misma página web de sus servicios de impuestos internos existe un formulario de autodenuncia que los conmina a pagar por la vía administrativa.
EXTREMADAMENTE “FUNCIONARIO”
Michel Jorratt llegó a trabajar al SII por una casualidad. Fue a fines del año 90, cuando recién terminaba su magíster en Ingeniería Industrial en la Universidad de Chile, cuando Pablo Serra, un profesor que entonces era asesor de Impuestos Internos, lo entusiasmó para hacer su tesis en el área de los tributos.
Poco después, veinteañero y con su casi metro 90 de estatura, Jorratt se instaló a trabajar en su calidad de tesista hasta terminar su investigación, la que tituló “Evaluación de las excenciones de IVA”. Tomaba todos los días micro desde Ñuñoa a Teatinos 120 y ganaba $ 30 mil mensuales, pues en paralelo hacía pequeños trabajos en Impuestos Internos. En rigor, era el mismo recorrido que había realizado hacia el centro de Santiago durante sus años de escolar como alumno del Instituto Nacional.
Métodico y estudioso, pronto su nombre llegó a oídos de Javier Etcheberry, director del SII, quien decidió contratarlo para el área de estudios.
En esos tiempos Etcheberry acababa de llegar al servicio. Venía de la empresa privada y sus conocimientos sobre impuestos, según él mismo reconoce, no eran cabales. De ahí que apenas llegó se apoyó en experimentados funcionarios de carrera. Pero también se dedicó a profesionalizar el organismo y a reclutar jóvenes con perfiles similares al de él, en especial ingenieros civiles industriales de la U.de Chile, y, ojalá, los mejores alumnos de su promoción.
Jorratt cumplía con esos requisitos y se quedó en el SII. En un principio pensaba que sería por poco tiempo, pues planeaba dedicarse a la academia o al mundo privado. Incluso su familia -es hijo de un contador y una dueña de casa- no esperaba que optara por el servicio público.
Pero se quedó por casi 17 años: el trabajo en el departamento de estudios del SII lo conquistó. Se trata de un área estratégica, donde se requiere trabajar minuciosamente con datos, tener capacidad analítica y traducir las cifras en recomendaciones y políticas públicas. Tiempo después, su paso por ese lugar sería clave en sus investigaciones y papers académicos que lo catapultarían como uno de los más destacados expertos en impuestos y evasión tributaria en Chile y América Latina.
-Michel era muy inteligente, serio, muy seguro-recuerda Etcheberry.
En el SII Jorratt fue parte de una generación que marcó al organismo: Bernardo Lara, ex director jurídico; Juan Toro, quien años después fue director del SII; Matías de la Fuente, Benjamín Schultz, Isabel Undurraga, Juan Francisco Sánchez, Andrés Magnere, Juan Alberto Rojas, Danilo Estay e Iván del Río, entre varios otros. Fueron años de mucho protagonismo del servicio, cuando persiguió fraudes famosos, como el de Edgardo Batich, Feliciano Palma y Juan Pablo Dávila.
En Impuestos Internos estuvo hasta el 2007. Varios ex funcionarios lo recuerdan tímido, muy apegado a los reglamentos y extremamente técnico. Renunció después que Ricardo Escobar no lo ascendiera a subdirector de Estudios, un cargo para el que Jorratt se consideraba el candidato natural.
Pero el 2007 no sólo partió del SII. También fue el año de su despegue como investigador. Su renuncia también gatilló que fuera rápidamente contratado como asesor de la Dirección de Presupuesto (Dipres), donde estrechó lazos profesionales con otro ingeniero de la Universidad de Chile que tiempo después sería fundamental en su regreso al SII: Alberto Arenas.
Quienes han trabajado con Jorratt valoran su capacidad técnica. Sus detractores, en cambio, acusan que adolece de manejo político y estrategia. Le han criticado, por ejemplo, el momento en dar una conferencia de prensa ad portas de los alegatos de apelación por las medidas cautelares de los formalizados en el caso Penta y en medio de la investigación de la arista SQM.
TÉCNICO, NO POLÍTICO
Pese a que estudió en la universidad en plena dictadura -entró en 1985-, Jorratt nunca entró en política. Lo más cercano a participar políticamente fue el haberse integrado al Movimiento contra la Tortura Sebastián Acevedo, que realizaba manifestaciones pacíficas. Son escasos los parlamentarios que lo conocen personalmente y hasta hoy se ha mantenido sin militar en ningún partido. Ricardo Lagos Weber es una excepción: trabajó con Jorratt, Arenas y los economistas Andrea Repetto y Oscar Landerretche en la primera comisión de reforma tributaria del comando de Bachelet en 2013.
Hoy sus lazos políticos son los que ha generado por su trabajo. Además de Arenas, a quien conoció a fines de los 90 y fue quien lo invitó a participar en el comando de Bachelet para trabajar en el proyecto de reforma tributaria, es cercano al subsecretario de Hacienda, Alejandro Micco, con quien coincidió en Ingeniería. También tiene una relación fluida con varios otros asesores de Hacienda, como Jorge Rodríguez, Paula Benavides, Alberto Cuevas y el director de Presupuestos, Sergio Granados.
Quienes han trabajado con Jorratt valoran su capacidad técnica. Sus detractores, en cambio, aseguran que mientras desborda el conocimiento en su especialidad y maneja al dedillo cómo funciona por dentro el SII, adolece de manejo político y estrategia. Le han criticado, por ejemplo, el momento en dar la conferencia de prensa ad portas de los alegatos por la apelación de las medidas cautelares contra los formalizados en el caso Penta y en medio de la arista SQM, de ser “demasiado técnico” y “excesivamente funcionario y apegado a las reglas”. Asimismo, su bajo perfil, creen, le ha jugado en contra frente a la ofensiva del Ministerio Público y sus detractores políticos.
EXPERTO EN EVASIÓN
En el mundo político Michel Jorratt era -hasta hace un par de semanas- casi un desconocido. Pero entre los académicos que se dedican a estudiar impuestos, es un referente. Y no sólo en Chile: sus papers han trascendido en América Latina e, incluso, en Europa. Como dato: en la reciente visita que realizó en enero a Chile el economista francés Thomas Piketty, cuyo libro El Capital en el Siglo XXl se convirtió en la biblia del mundo progresista, citó en una de sus conferencias una investigación de Jorratt.
Se trata del estudio que realizó en conjunto con la académica inglesa Tasha Fairfield, del London School of Economics, en el que analizaron la concentración de la riqueza en Chile y los impuestos efectivamente pagados por los ricos. La conclusión a la que llegaron es que quienes más ganan en Chile, menos impuestos pagan.
Años atrás, en 2007, y mientras trabajó en el SII, Jorratt publicó su primer estudio, el mismo que ha servido de base para muchos investigadores y que tiene relevancia internacional. Se trata de “Equidad tributaria en Chile. Un nuevo modelo para evaluar alternativas de reforma”, texto en el que trabajó en coautoría con Jorge Cantallopts y Danae Scherman y en el que por primera vez se reveló la inequidad en el sistema tributario chileno.
Lo que entonces hizo Jorratt, y que nadie había hecho hasta el momento, fue trabajar con datos de declaraciones de impuesto a la renta para demostrar cómo los impuestos afectan a la distribución del ingreso y la desigualdad. Y apuntó entonces a uno de los factores: a través del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT) las empresas postergaban el pago de impuestos. “De acuerdo a mis investigaciones, más del 50% de las utilidades que se han retenido están acumuladas en empresas cuyo giro es el de la “sociedad de inversión”. Esas utilidades están ahorradas en depósitos a plazo, fondos mutuos u otros instrumentos. Es decir, el sistema ha servido principalmente para estimular el ahorro dentro de estas sociedades, pues de esta manera los empresarios postergan el pago del impuesto global complementario, porque mientras no retiren las utilidades para su consumo personal, no van pagar ese impuesto”, dijo en una entrevista a Ciper en 2012.
Esa investigación, y otras que vendrían a futuro, serían fundamentales en la reforma que el gobierno echó a andar en 2014: uno de sus aportes fundamentales es que quienes ganan más, deben pagar más impuestos.
“Sabe hasta el detalle más chico y eso lo demostró en cada una de las discusiones de ese libro. Además, él tiene un conocimiento enorme no sólo porque trabajó en el SII, sino porque ha asesorado a varios gobiernos de Centroamérica en la implementación de políticas tributarias”, dice el economista Claudio Agostini, quien es coautor junto a Jorratt y Juan Yáñez de “Tributación para el desarrollo. Estudio para la reforma del sistema chileno”, encargado por CEP-Cieplán y que editaron José Pablo Arellano y Vittorio Corbo en 2013.
En los años en que estuvo fuera del SII, entre 2007 y 2014, además de trabajar como profesor en la Universidad de Chile, Jorratt realizó estudios para el Banco Interamericano del Desarrollo (BID), el Banco Mundial, la Cepal y el Fondo Monetario Internacional (FMI) además de asesorar en materia tributaria a Colombia, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay, Perú y Venezuela.
En paralelo siguió como asesor de la Dipres durante el primer año del gobierno de Sebastián Piñera.
Hoy, mientras todos los ojos están puestos en los pasos que dé en el SII, Michel Jorratt tiene que dar otro examen: es uno de los seis finalistas que participan del concurso en la Alta Dirección Pública (ADP) para convertirse en director de Impuestos Internos.
Al ganador lo elegirá de una terna la presidenta Bachelet. Y es justamente esa dependencia del favor de la mandataria para continuar su carrera en el servicio la que muchos ven como su punto más sensible en momentos en que la ciudadanía y el mundo político miran con suspicacia los movimientos del gobierno frente a la investigación del caso SQM.
Ser ratificado sería la oportunidad de Jorratt de deshacerse del apelativo de “transitorio y provisional” que desde que asumió el 12 de marzo de 2014 adorna el nombre de su cargo de director del servicio.