Por Juan Andrés Quezada Abril 23, 2015

© Marcelo Segura

"Estoy de acuerdo con todas las cosas que el gobierno está haciendo y no tengo ninguna duda frente a las reformas: la tributaria, la educacional y la laboral. Este es un trío de oro para un primer año de gobierno".

José Miguel Insulza (71) llegó el lunes en la noche para votar este domingo en las elecciones internas del PS y para organizar su regreso definitivo a Santiago. Acostumbrado a vivir corriendo de un lado para otro, llega a la entrevista un poco atrasado: estaba supervisando los arreglos de su departamento en Providencia, al que llegará a instalarse a fines del próximo mes, cuenta desde su nueva oficina en Antonio Bellet, que compartirá con su mejor amigo, José Antonio Viera-Gallo.

Tras una década en Washington, el próximo 26 de mayo, el “Panzer” deja la Secretaría General de la Organización de Estados Américanos (OEA) y, para ese misma semana, ya reservó los pasajes a Santiago. El apuro no es casual: se nota ansioso por regresar a la política chilena.

“Me despido del consejo de la OEA el  22 de mayo, y el 25 voy a ir a saludar al nuevo secretario general (el ex canciller uruguayo Luis Almagro), a quien voy a dejar instalado como corresponde. Mi periodo concluye el martes 26 a mediodía y me devuelvo al día siguiente”, comenta con ganas.

-Se ve contento, ¿qué es lo que más echó de menos de Chile en estos 10 años?   
-A pesar de que en todo este tiempo he venido mucho a Chile y he visto bastante a mi familia, he echado mucho de menos a los amigos y la vida acá. Me gusta mucho mi país.

-¿Qué extrañará de Washington?

-A mi hijo Daniel, que estudió allá (Física) y se quedará trabajando, a mi perro Homero (un bulldog inglés blanco con manchas negras), que se quedará con Daniel, la casa que es grande y bonita, y el tráfico, que es bastante expedito.

-¿Cómo se ve desde afuera la actual situación de los casos que afectan a la política en Chile?
-Generalmente cuando me preguntan si se supo tal cosa de Chile, respondo que no, porque la verdad es que afuera se comenta muy poco de Chile, y eso es porque anda muy bien. Los vaivenes económicos no se comentan, por ejemplo; sí los terremotos, las erupciones de los volcanes y el rescate de los 33 mineros. Ahora, sí se ha comentado la agitación política en Chile y la crisis de confianza, pero todavía no en un tono alarmante. Le mentiría si le dijera que este tema ha pasado desapercibido y que nadie ha hablado de él. Casi todos los diarios internacionales han tocado este tema.

-Algunos creen que el daño del caso Caval en la presidenta es irreversible, ¿cree que Michelle Bachelet va a salir de esta crisis?
-Sí, ella es una persona de gran entereza, muy sólida. Va a superar este momento que, yo creo,  ha sido más doloroso para ella desde el punto de vista familiar que desde el punto de vista político.

CAMBIO DE GABINETE
-Se ha dicho que el regreso de figuras de la Concertación significaría un freno a las reformas prometidas por este gobierno... ¿Si usted llegara a recalar en el gobierno, frenaría el impulso reformista?

-Yo no veo a ninguna figura de la Concertación antigua que se oponga a las reformas de la presidenta Bachelet. Esa es una realidad. Y hay gente que tiene sus opiniones legítimas -algunas las comparto, otras no-, pero son opiniones sobre cómo salir adelante en la crisis. Eso no tiene nada que ver con el programa de gobierno.

-¿Se siente comprometido con las reformas, condición que pidió Bachelet para integrar un eventual nuevo gabinete?
-Apoyo y estoy de acuerdo con todas las cosas que el gobierno está haciendo y no tengo ninguna duda frente a las reformas: la tributaria ya está aprobada, la reforma educacional está en plena marcha y la reforma laboral espero que salga pronto. Este es un trío de oro para un primer año de gobierno y yo comparto plenamente las tres. Sobre la reforma constitucional, es cierto que lo de la asamblea constituyente me llamó mucho la atención en un primer momento, porque éstas son para tiempos de graves crisis nacionales, y yo creo que no estamos en esa situación. Pero he llegado a la conclusión que la gente quiere una Constitución en la cual participe y ojalá haya diálogos, consultas ciudadanas. Si el modelo es convocar a una asamblea constituyente, eso lo decidirá la presidenta, pero creo que es un ejercicio necesario, no tanto por los contenidos, sino por darle a Chile la satisfacción de una Constitución discutida democráticamente.

-Algunos senadores argumentan que para salir de la crisis política urge discutir una Constitución de manera participativa.
-Es importante entender que la solución para la crisis actual no es el cambio a la Constitución. Es decir, hoy hay muchas más personas que quieren un cambio más profundo, pero lo que espero es que la Comisión Engel no proponga un cambio a la Constitución, sino que un conjunto de medidas concretas para enfrentar tres situaciones: el financiamiento de las elecciones, el financiamiento de la política y la probidad y transparencia en las relaciones público-privadas.

-A su juicio, ¿Chile vive una crisis política o una crisis institucional?
-No creo que haya una crisis institucional, por el contrario; las instituciones son las fuerzas que tenemos. Hay una crisis política, fundamentalmente por el uso de un sistema que no está contemplado en la ley para conseguir plata. Algo que huele a delito tributario, provoca una crisis de confianza. A lo mejor, diez años antes no la habría provocado, pero ese es un signo de progreso de la democracia.

-¿Hay quienes proponen también que la salida de esta crisis es adelantar las elecciones parlamentarias? 
-Esa es una salida completamente exagerada. Con el cambio del Parlamento no se soluciona nada. Los actuales parlamentarios fueron elegidos hace un año, es decir, lo que vale para el gobierno también vale para el Parlamento y no hay ninguna razón para deslegitimarlo de esta forma. Creo mucho algo que le escuché a un joven diputado hace unos días, que ante esta misma pregunta respondió que  por qué entonces no cambiamos el régimen político del país. Si alguien cree que es mejor un régimen parlamentario, que lo proponga.

-Su nombre ha sonado como una alternativa real para reemplazar al ministro Peñailillo, ¿estaría dispuesto a hacerlo?
-El cambio de gabinete es un momento muy difícil del ejercicio presidencial al cual no hay que contribuir con comentarios desde afuera. Además, la principal característica del régimen presidencial es que el presidente designa a su gabinete con absoluta libertad. Por ello, este es un tema que no me corresponde comentar y menos decir que estoy disponible.

-¿Cuál puede ser el aporte de los representantes de la vieja Concertación en la actual crisis?
-Yo creo que toda la Concertación es parte de la Nueva Mayoría. Incluso algunos que se habían ido de algunos partidos, como Sergio Aguiló o el senador Alejandro Navarro, están dentro de la Nueva Mayoría.

-¿Y Marco Enríquez-Ominami debería entrar a la Nueva Mayoría?
-No tendría ningún problema en recibirlo. Siempre que se atenga a las reglas del juego, claro.

EL GRAN ACUERDO
-¿A usted le llama la atención todo lo que ha salido sobre el financiamiento de la política, especialmente de las campañas o es de los que opinan que todo esto era un secreto a voces?

-No sé qué era un secreto a voces, pero sí sé que antes del 2003 no existía ninguna norma legal que regulara la política ni las campañas en Chile. Había algunas cosas en la Ley de Partidos Políticos, pero eran de carácter formal. Lo que hicimos el 2003 fue regular dos cosas: el financiamiento de las campañas y las donaciones de los privados y, efectivamente, en este último punto hubo dos cosas que nunca me gustaron, pero fueron parte del acuerdo que hubo que negociar: que las empresas pudieran donar y que hubiera una lista de donaciones reservadas. Al margen de eso, quedó claramente establecido que había límites a lo que se donaba. Ahora, eso no incluyó desgraciadamente el financiamiento de los partidos políticos. Sólo se incluyó la época de campañas, pero las elecciones son cada dos años y el período de campañas es breve. La segunda cosa que no previó el sistema fue el suficiente control para que el tema de las boletas o facturas no volviera a suceder. Porque la gente que dio plata a través de facturas o boletas la podía haber dado a través de los sistemas que la ley proporcionaba. Entonces, ¿qué pasó aquí? Algunos no querían decir que estaban dando la plata y otros querían dar más de lo que estaban dando. Y eso es lo que hay que corregir, primero, suprimiendo definitivamente la donación de empresas.

-¿Es legítimo que las empresas donen a la política?
-Por supuesto, si es una actividad lícita, hay empresarios que le dan al deporte, a la ópera… el empresario que le quiera dar plata a la política que la dé con su nombre y apellido.

-Es decir, ¿usted no quedó conforme con el acuerdo del 2003?

-Quedé contento, pero dije en esa oportunidad que había que revisarlo diez años después: pasaron doce. La gente no le toma el peso a esto: el 2003 fue la primera vez que en Chile se dictó una ley de cómo financiar una actividad que a todos nos parece fundamental para la democracia, que es el funcionamiento de los partidos y las elecciones. Entonces, la pregunta obvia era de ¿dónde salía el dinero de las millonarias campañas radiales y en las calles?

-En esa oportunidad se sacaron leyes sin una discusión profunda en el Parlamento…
-Efectivamente se aprobaron muy rápidamente, pero se habían discutido previamente con los partidos. Nadie fue a votar a ciegas ese día.

-¿Volvería a hacer hoy un acuerdo similar? ¿Cree que hoy necesitamos una negociación y un acuerdo de ese tipo entre oficialismo y oposición?
-Claro que volvería a hacer un acuerdo como el de 2003, porque se ha repetido mucho que hay que evitar hacer lo que se hizo ahí porque no se castigó… Pero ninguna de las leyes del 2003 se acordó a cambio de una impunidad.

-Pero se fijó una prescripción de apenas un año para la ley de gasto electoral…
-Bueno, probablemente…  Aquí lo fundamental es fortalecer el Servicio Electoral para que pueda revisar las cuentas, que también fue un error de ese acuerdo.

-También se decretó que los sobresueldos no eran tributables…
-Es que nunca más hubo sobresueldos. Hoy día ni siquiera se puede tener dos contratos en la administración pública salvo autorización expresa de alguna autoridad.

"VOTO POR ESCALONA"
-¿Va a votar en las elecciones del PS?
-Sí, voy a votar por la lista de Camilo Escalona. Ahora, tengo un gran cariño y respeto por Isabel Allende y tampoco me voy a morir si gana ella. Como hay que optar por uno de la lista, mi voto es para José Antonio Viera-Gallo.

-¿Usted cree que cuando surgió el caso Penta fue un error de La Moneda haber apuntado con tanta fuerza a la UDI?
-Yo no creo que haya sido un error que se haya denunciado el caso Penta. Ahora, desde el punto de vista práctico, terminó apareciendo otra empresa y, claro, pero no es un error.

-Pero Peñailillo criticó mucho a la UDI, sabiendo que también había personas de la Nueva Mayoría que habían cometido irregularidades en el financiamiento de campañas…

-Bueno, uno siempre tiene que tener cuidado respecto de cómo están las cosas por su propia casa.

-¿Qué le parece la posibilidad de que Ricardo Lagos vuelva a postular a la Presidencia?

-Es una decisión suya. Yo, primero, no empezaría la carrera presidencial tan pronto. Y, segundo, ojalá que tengamos claridad respecto de quiénes van a ser y de quiénes no van a ser. Porque, de alguna manera, cuando hay demasiados nombres que circulan puede ser interesante desde el punto de vista democrático, pero desde el punto de vista práctico termina retardándolo todo.

-En este escenario tan revuelto de la política, ¿ha pensado en volver a ser precandidato presidencial?
-Mire, yo voy a llegar primero a Chile, me voy a sentar aquí, voy a ver qué pasa, voy a estar activo en mi partido, y las cosas se irán desarrollando naturalmente. Usted sabe que no me gusta hacer pronósticos del futuro.

HORA DE BALANCES

-En la última Cumbre Iberoamericana presenció un gesto histórico, el regreso de Cuba al foro con apretón de manos incluido entre Raúl Castro y  Barack Obama. ¿Tuvo algo que ver en las negociaciones?
-Mucho, porque nosotros levantamos las sanciones a Cuba el 2009, cuando empieza este proceso. Ciertamente, el cambio en la posición de la OEA fue fundamental.

-¿Qué viene ahora para Cuba?
-Lo primero es la normalización. Que Cuba sea un país más del hemisferio con los mismos deberes, los mismos derechos de todos, y con relaciones diplomáticas con todos. El cambio económico se está produciendo. Yo creo que el cambio político va a demorarse más, pero eventualmente vendrá. Porque esta idea de tener en el medio del Caribe un país con régimen económico capitalista, o por lo menos de libre mercado, y sistema político de partido único... Bueno, puede funcionar en China o en Vietnam, pero difícilmente va a funcionar en un país que se tiene que sentar en la misma mesa con puros  regímenes democráticos.

-Según usted,¿cómo se resuelve la situación de Venezuela?
-La tienen que resolver los venezolanos. Nosotros exigimos que la resuelvan ellos. Desde febrero del año pasado he pedido que dejen en libertad a los presos con el fin de crear un ambiente de diálogo que genere confianza. Eso no ha ocurrido. Por eso Venezuela está como está.

-Usted dijo hace unos días, matizando a Ricardo Lagos, que no se podía comparar a Venezuela con el régimen de Pinochet.
-No, no se puede comparar a Venezuela con el régimen de Pinochet.

-¿Y cómo definiría al gobierno de Venezuela?
-Como un gobierno elegido democráticamente que actúa de manera autoritaria.

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