La noticia dejó perplejos a varios. En el marco de una clase magistral que dictó en Columbia el sábado pasado, la presidenta Michelle Bachelet anunció -consultada por una estudiante chilena- que anunciará en un máximo de tres semanas el mecanismo para la Nueva Constitución.
Desde comienzos de este año está abierta la plataforma web #TuConstitución, la que recoge las ideas de la gente -más de 20.000 ya han participado- para una futura carta magna. La idea es que la ciudadanía anote sus peticiones, las que luego son procesadas por un grupo de expertos liderado por Ricardo Lagos y conformado, entre otros, por Jorge Correa Sutil, Fernando Atria, Patricio Zapata, José Francisco García y Lucas Sierra, quienes las van “traduciendo” a lenguaje jurídico.
Que el 50% de los consultados cree que las regiones están mal organizadas y que es necesario reducir su número y darles más autonomía. O que las autoridades electas deben poder ser reelectas por un sólo período, según el 48%, son solo algunas de las cifras recogidas.
El abogado Gonzalo Cowley es el director ejecutivo de este proyecto de crowdsourcing que busca seguir el ejemplo de proyectos similares empleados en Egipto, Marruecos e Islandia.
“Nosotros, en principio, queremos jugar un rol importante respecto a la educación cívica, porque identificamos un déficit. Por eso hay mucho contenido explicativo”, dice.
¿Cómo llegaron a ese diagnóstico?
Por la poca participación que hay en los procesos electorales, por la disminución de la participación de la gente en los partidos políticos, por la baja valoración hacia las instituciones.
"El 50% de los consultados cree que las regiones están mal organizadas y que es necesario reducir su número y darles más autonomía. O que las autoridades electas deben poder ser reelectas por un sólo período, según el 48%, son solo algunas de las cifras recogidas".
Ahora, aquello no es estrictamente coincidente desde el punto de vista de la participación. Porque si uno se mete al fondo de lo que acontece en nuestra plataforma, uno se da cuenta de que la gente está bastante más preparada de lo que uno piensa para el debate.
¿Para qué están preparados?
La síntesis de la participación de la gente entra en la categoría del sentido común lo que, a nosotros, nos ha llamado poderosamente la atención. Primero, no hay propuestas irracionales o extravagantes. Segundo, la síntesis de las opiniones -más de 20 mil interacciones tenemos en la plataforma, de personas distintas, donde hacemos consultas en línea, foros, debates, envío de ideas-, son cosas simples: ser felices, sentirse seguros. La gente no quiere ser abusada, ni por instituciones públicas ni privadas. La gente quiere tener certidumbres.
Por ejemplo, en derechos sociales, el debate más intenso es sobre pensión. Y también sobre adulto mayor. En el sentido de que los más jóvenes expresan una preocupación por los adultos mayores desde el punto de vista humanitario, de cómo protegerlos. Y los que son un poco mayores -rango 35-40 años- ya están preocupados de lo que va a pasar en los 30 años que vienen. Porque dicen que el esfuerzo que están haciendo por imponer, el sistema no se los está retribuyendo. Ese tema está disparado.
Lo mismo con el tema educación. La gente pide calidad. Buena calidad en la salud y su gestión. Buenos servicios. Ese es el ámbito de discusión en lo más cotidiano.
¿Y en lo más político?
Hay una discusión sobre la confianza, para situarlo conceptualmente. Hay una situación con el control del poder político. La gente quiere confiar. Quiere sentirse parte de una cosa común, que la representen y la protejan.
Ahora, la discusión técnica respecto de cuánto tiene que durar el período presidencial o el parlamentario, o el tipo de gobierno también se da, pero en menor grado.
¿Pasa más a un segundo plano frente a temas cotidianos?
Claro, la gente quiere que se preocupen de su metro cuadrado. Nosotros usamos la metáfora de "la casa de todos", que nos alberga y es común para todos, independientemente de nuestra forma de pensar. Y esa debe ser la síntesis del futuro pacto político.
Pero hemos dicho, también, que la casa de todos tiene dos maneras de construirse.
¿Cuáles?
Tiene una manera, que es la manera técnica, para situarlo en el plano de la construcción: cuando construyes los cimientos, tienes que definir la madera, el tipo de hormigón, los clavos, en fin. Y eso lo saben los especialistas. Pero cuando vas a construir la casa, lo más probable es que preguntes las aspiraciones de cada miembro: quiero ventanales grandes, pequeños, quiero puertas, no quiero puertas.
Hay una escucha a los ciudadanos, y esa escucha ciudadana tiene que llegar al poder constituyente. Cualquiera que sea, eso no es tema nuestro.
¿No funciona como una Asamblea Constituyente virtual?
No, jamás ha sido pensada así. Nuestro propósito es recoger y sumar contenidos para animar un debate que construya lo que nosotros decimos: un pacto político y social de largo alcance que es lo que Chile necesita en su modelo de desarrollo, su modelo de confianzas, su modelo de representación y, en el fondo, ponernos de acuerdo sobre lo fundamental. Estando de acuerdo en lo fundamental lo demás qué se juegan las mayorías políticas y ojalá que con la mejor calidad de la política que podamos tener.
¿Esto fue lo que le presentó Ricardo Lagos en su sonada visita a La Moneda al ministro Burgos?
El presidente Lagos le fue a contar exactamente el mismo rango que te estoy señalando. Cuál es nuestro objetivo, cuáles son nuestros planes, cómo ha sido la participación de la ciudadanía, en fin.
En el principio del proyecto ustedes decían que expertos constitucionalistas iban a recoger las inquietudes que la gente les presentara y las iban a tratar de traducir a lenguaje técnico. ¿Eso se está haciendo?
¿Existe sesgo por parte de la gente al ser un proyecto nacido de la fundación del ex presidente Lagos?
Yo digo: los ex presidentes de Chile son un patrimonio de los países. Porque tienen una experiencia, han estado en La Moneda, han gestionado los asuntos públicos, y eso tiene pros y contras. En este caso él ha sido muy respetuoso de lo que él imparte. Tiene una manera de mirar el mundo, no todos tienen que estar de acuerdo con eso. Y ha dejado mucho espacio para que eso, efectivamente, ocurra. Está muy encima del proyecto, nos pregunta a cada rato. Pero mantenemos muy a firme la idea de que esta es una iniciativa que busca una neutralidad y transparencia porque estamos haciendo crowdsourcing, y el crowdsourcing busca sacar foto. Y no podemos sacar una foto photoshopeada, no queremos eso.
Por eso somos rigurosos. Tanto es así que, cuando terminemos, entregaremos un informe a la biblioteca nacional sobre todo lo que aquí pasó. Y eso significa que entregaremos los datos.
UN ACTO SIMBÓLICO
¿Ustedes creen que es necesario un cambio de Constitución?
Lo que pasa es que aquí la gran discusión es el pacto político y social que los chilenos, al fin de un ciclo, somos capaces de realizar...
Que se traduce en una Constitución...
Lógico, porque la Constitución fija las reglas del juego. Entonces que fijemos las reglas del juego, como la casa de todos, con todos adentro, donde todos defendemos la Constitución, todos nos sentimos parte de ella, y somos capaces de proyectar ese texto por décadas como el marco general de nuestro modelo de desarrollo porque, finalmente, estamos en una situación expectante y vemos algunas dificultades en la economía internacional, algunos conflictos internos, desconfianza social y política, las instituciones en cierto entredicho, donde uno necesita un acto simbólico y ese acto tiene que tener un fundamento donde decirnos la verdad. Y de qué manera somos y queremos ser.
¿Y es la Constitución ese acto simbólico el necesario?
Yo lo estimo muy necesario.
¿Por una falta de legitimidad de la actual o porque las necesidades del país han cambiado?
No, yo creo que el país evolucionó. Más allá de la legitimidad, digamos, del origen de la Constitución que va a estar detrás de la actual siempre.
¿Cuál es tu posición ahí?
Es irrelevante. A mí no me gusta. Prefiero, mil veces, un pacto nuevo porque el mundo cambió. El mundo es otro. Al momento que se cayó el muro de Berlín, se acabaron los procesos de gobiernos militares en toda América Latina, que fue coincidente en los 90. Del punto de vista que entran las tecnologías de la información a jugar un rol, hoy día el mundo va mucho más rápido. La sociedad cambió su manera de relacionarse y las instituciones políticas se quedaron atrás.
Entonces, si uno quiere dotar a este debate con la lógica del "Sí" y el "No", del 88', no tiene mucho sentido. El mundo cambió completamente. Entonces, fijemos las reglas. El presidente Lagos siempre dice: no sabemos cuáles van a ser las instituciones del futuro. Lo que sí está claro, es que las tecnologías jugarán un rol absolutamente central en ese nuevo marco institucional.
Evidentemente se protege que ese metro cuadrado, esa sensación de certidumbre, confianza y seguridad que la gente demanda, quede resuelto. Algunos dicen que puede quedar con una Constitución más bien escueta, otros que piden una Constitución desarrollada. Entonces, eso forma parte del debate largo.