Por Ana María Sanhueza y Juan Pablo Sallaberry // Fotos: José Miguel Méndez Noviembre 27, 2015

Ciro Colombara le ganó la partida a Sabas Chahuán. El fiscal nacional quería terminar este 1 de diciembre sus ocho años al mando del Ministerio Público realizando personalmente el interrogatorio a Marco Enríquez-Ominami en uno de los casos emblemáticos de su gestión: SQM. Pero el abogado del líder del PRO lo impidió a punta de pequeñas y estratégicas maniobras judiciales. Primero, dijo que su defendido estaba de viaje; luego que antes de la declaración debía tener las carpetas con las pruebas materiales en su contra; a continuación argumentó que ya tenía el expediente, pero necesitaba algunos días para leer los más de cien tomos. Finalmente, explicó que ME-O estaba nuevamente fuera del país pero dispuesto a entregar su testimonio voluntariamente cuando volviera a Chile.

Así, el dos veces candidato presidencial será citado recién cuando ya haya asumido el cargo el nuevo fiscal nacional, Jorge Abbott.

Agudo, hábil, influyente y bien conectado. Sus pares definen a Ciro Colombara López (47 años) como uno de los penalistas más exitosos de su generación, con una alta tasa de litigios ganados y durante tres años consecutivos incluido en el prestigioso ranking internacional Chambers and Partners por su desempeño en casos de delitos “white collar” (de cuello blanco).

Es uno de los abogados favoritos del poder. Suele estar detrás de los principales casos económicos y también los que involucran a políticos, ya que pese a ser un liberal de izquierda —hasta hace pocos años militaba en el PPD—, es pragmático y transversal a la hora de elegir A sus clientes. Francisco Javier Cuadra, Lily Pérez, Guido Girardi, Miguel Bauzá, Carlos Ominami, Jacqueline van Rysselberghe, Daniel Jadue y Joaquín Godoy, son solo algunos de los nombres que figuran en su libreta de asesorías.

Y aunque para desarrollar su trabajo cultiva un bajo perfil y suele operar tras bambalinas, un polémico episodio puso todos los focos sobre él. La reunión privada que Colombara sostuvo a fines de septiembre en casa del senador Guido Girardi con el fiscal Jorge Abbott, quien estaba en la lista corta para liderar el Ministerio Público. Colombara se ha encargado de desmentir las versiones emanadas desde la Fiscalía respecto a que él gestionó la reunión y ha dicho que asistió como asesor informal de Girardi y que sólo se hablaron temas generales y no de causas específicas.

Pero ¿qué hacía un abogado penalista que lleva, entre varios otros casos, la defensa del síndico Herman Chadwick en el caso Caval y que unos días después asumiría la representación de Enríquez-Ominami en SQM, tomando té con el futuro fiscal nacional? Ciro Colombara quedaba, por primera vez, expuesto.

Un extraño en la UC

Ciro Colombara 3-3.jpgMucho antes de querer ser abogado, Ciro Colombara quiso ser futbolista profesional. De niño jugó por clubes profesionales —en la UC y en la “U”—, hasta que a los 15 años sufrió una fractura de nariz que truncó sus ganas de dedicarse al deporte.

En esos tiempos vivía junto a su mamá y a una tía en el barrio Brasil y estudiaba en un colegio católico del sector. Su deseo era ingresar a la Universidad de Chile ya que valoraba su pluralismo y la consideraba la mejor Escuela de Derecho. Pero tuvo que tomar una decisión difícil y optar por la Universidad Católica. Siendo el primer profesional de su familia y que, además, tenía que trabajar para ayudar a pagar sus estudios, consideró que las constantes tomas en la Chile, en pleno régimen militar, complicarían su egreso.

Para la UC en pleno 1986, Colombara era un personaje que no calzaba. Liberal, ateo y de clase media, en una facultad marcada por el gremialismo. Pero no tardó en formar una red de amigos que mantiene hasta hoy y que son su núcleo duro. Un grupo de conocidos abogados que fueron compañeros de curso, con los que se junta todos los meses, y que se hacen llamar “La Corpo” desde que eran estudiantes. Entre ellos, el académico Jean Pierre Matus, el actual ministro del Tribunal Constitucional Juan José Romero y el ex presidente de Metro Clemente Pérez (DC). A esa misma generación de la UC pertenece el síndico de quiebras Herman Chadwick. No era del mismo círculo que Colombara, pero ahora lo representa en el caso Caval.

Desde esos años comenzó a forjar una de las principales características de su estilo, la capacidad de relacionarse y moverse con soltura en distintos sectores. Si bien aún hay abogados que prefieren casos que les son afines a su ideología, Colombara no tiene problemas en asumir causas diversas. Si defendió en una acusación constitucional a Jacqueline van Rysselberghe (UDI), conocida por ser una de las parlamentarias más conservadoras del Congreso, también es abogado del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh), al que representa ante la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en un caso contra el Estado chileno por no permitir el matrimonio igualitario.

Entró al PPD en 1988 y junto a un grupo de estudiantes de Derecho trabajó como apoderado de mesa del “No” durante el plebiscito en un colegio de la Población José María Caro. Curiosamente, pese a haber militado más de 20 años en el partido (se retiró en 2012), Colombara nunca jugó un rol activo, a diferencia del equipo de abogados PPD como Samuel Donoso, Jorge Mario Saavedra, Alfredo Morgado y Pedro Matar. Su principal papel era como asesor jurídico de Girardi, mientras este iba ganando influencia en la colectividad. Ambos se conocieron en los años universitarios y sintonizaron por coincidir en una agenda progresista: medioambiente, género y derechos ciudadanos, temas que pocos hablaban a comienzos de la transición.

Colombara no tiene problemas en asumir causas diversas. Si defendió en una acusación constitucional a Jacqueline van Rysselberghe (UDI), una de las parlamentarias más conservadoras del Congreso, también es abogado del Movimiento de Liberación Homosexual (Movilh) en la demanda internacional para que se permita el matrimonio igualitario.

De hecho, su primera llegada como abogado con el mundo político tiene que ver bastante con una causa que marcó su carrera en un antes y un después: haber presentado en 1997 la histórica demanda en contra del Estado de Chile en la CIDH por haber censurado la película La última tentación de Cristo. Varios parlamentarios se plegaron a esta causa y comenzaron a observar con atención la trayectoria del joven abogado.

Colombara fue uno de los juristas que estuvieron detrás de la exitosa demanda junto a Juan Pablo Olmedo, Matías Insunza, Claudio Márquez, Álex Muñoz y Hernán Aguirre. Según establece el fallo de la CIDH, declaró en calidad de víctima: haberse opuesto a la censura de la película le costó la desvinculación en su incipiente carrera como académico de criminología de la Universidad Católica, y se enfrentó al grupo de abogados del plantel que impulsaron la prohibición de la película.

El fallo de la Corte Interamericana hoy es materia de estudio en varias universidades del mundo y dio visibilidad internacional al grupo de abogados. También fue la génesis del estudio ColombaraOlmedo que creó el 2001 con su compañero de curso Juan Pablo Olmedo. Esa oficina tuvo la particularidad no sólo de tener como clientes a políticos y empresarios en problemas —como el caso Gate, donde Colombara intentó inhabilitar a la jueza Gloria Ana Chevesich—, sino que también ambos impulsaron casos con sello social y junto a otros abogados crearon la Fundación Pro Bono.

Fueron socios durante ocho años, hasta que tomaron caminos diferentes. Mientras Olmedo se fue como presidente del Consejo para la Transparencia, Colombara optó por profundizar su trabajo en el área penal y se asoció al influyente estudio Rivadeneira&Zegers, hoy Rivadeneira, Colombara y Zegers.

Una oficina de elite

La oficina de Rivadeneira era su primera casa. 20 años antes, Colombara había trabajado como procurador ayudando a tramitar casos. Fue allí cuando conoció al fundador de RN, Ricardo Rivadeneira, y aunque no compartían ideas políticas, rápidamente se convirtió en uno de los tres abogados que más admira, junto a José Antonio Viera-Gallo y Claudio Grossman. Por eso no dudó en volver como socio el 2009 y hoy forman un cohesionado equipo junto a Rodrigo Zegers e Ignacio Rivadeneira, hijo del fallecido abogado.

En Rivadeneira, Colombara y Zegers siguió ampliando sus redes: Ignacio Rivadeneira fue jefe de gabinete del ex presidente Piñera; Rodrigo  Zegers es un hombre de la Concertación, y en ese mismo estudio trabajó en el área ambiental Ana Lya Uriarte, asesora clave de la presidenta Bachelet.

Allí logró potenciar aún más sus redes. Rivadeneira fue jefe de gabinete del ex presidente Sebastián Piñera; Zegers es un hombre de la Concertación, y en ese mismo estudio trabajó en el área ambiental Ana Lya Uriarte, la ex ministra de Medio Ambiente y hoy el brazo derecho de la presidenta Michelle Bachelet en La Moneda.

La diversidad de causas que ha tramitado van desde elcaso del suplemento alimenticio ADN (defendió a las familias de las víctimas), hasta las coimas de Zapallar, los abusos en el Colegio Apoquindo (representó a los padres de los menores afectados) y el accidente en Panamá del helicóptero del general José Bernales. También mantiene casos pro bono a nivel internacional como el matrimonio igualitario, la defensa del Consejo de Ancianos de Isla de Pascua y los consejos de guerra contra los oficiales exonerados de la FACh —entre estos el general Alberto Bachelet, padre de la presidenta— en el que tuvo un triunfo importante recientemente, marcando un precedente para todos los afectados en dichas situaciones tras el golpe de Estado.

Según sus pares, su habilidad profesional se debe en buena parte a su mirada estratégica. Dicen que es capaz de adelantarse dos o tres jugadas en cada caso. Intuición y olfato que también tiene en los negocios, por ejemplo cuando creó la tabaquería Macanudo, que llegó a tener cuatro sucursales (en BordeRío, el Hyatt, La Concepción y calle Suecia) e importaba puros de Cuba y Estados Unidos. Actualmente tiene inversiones inmobiliarias con varias oficinas que ha comprado en Santiago Centro.

Por estos días sus mayores esfuerzos están concentrados en la defensa de Enríquez-Ominami. No es una causa cualquiera para él, ya que tiene un trasfondo personal. Colombara ha apoyado al candidato políticamente desde su primera candidatura presidencial, e incluso cuando se cuestionaba que el ex abanderado no tenía equipos, el abogado fue presentado como su asesor en materia legal y trabajó en su programa de gobierno. No es la primera vez que lleva un caso complejo de él: hace diez años lo ayudó en la investigación en su contra por el financiamiento irregular a través de los Programas de Generación de Empleos (PGE). Por la misma causa, asesoró al padre del entonces diputado, Carlos Ominami. El caso terminó sin sanciones para ambos políticos. Entonces, coincidentemente, el fiscal jefe de la Quinta Región era Jorge Abbott.

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