Sábado 12 de diciembre. 11 a.m. Casi cien personas repletan el auditorio de la Universidad Arturo Prat de Iquique: dos seremis de la región, el diputado Hugo Gutiérrez, dirigentes sindicales y otros militantes del Partido Comunista.
Escuchan atentos la exposición “El proceso constituyente que queremos”, de Carlos Arrué (PC), abogado asesor del Ministerio Secretaría General de la Presidencia, y luego una charla sobre teoría constitucional dictada por Francisco Quiero, encargado legislativo del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (ICAL), el centro de estudios del partido. El día anterior habían realizado un encuentro similar en Pozo Almonte con una decena de dirigentes de juntas vecinales. Las preguntas de los asistentes no se hicieron esperar: ¿cómo van a funcionar los cabildos comunales del próximo año? ¿Se puede confiar en que la Nueva Mayoría sea capaz de llevar adelante el proceso constituyente? ¿Cómo se financian los cabildos? ¿Va a haber Asamblea Constituyente?
El gobierno inició la etapa de educación cívica con spots didácticos dirigidos principalmente a niños. Los cursos del PC, en cambio, abordan temáticas complejas, como estructuras de constituciones, características del poder constituyente y legislación comparada en América Latina.
Se trata del “curso de Delegado Constituyente” que dicta ICAL desde agosto de este año para educar y formar a personas —mayoritariamente militantes y líderes de organizaciones sociales —, con el fin de que participen e intervengan en los denominados “diálogos ciudadanos”, anunciados por el gobierno para 2016, cuyas conclusiones serán la base del proyecto de nueva Constitución que elaborará La Moneda en 2017. A la fecha se ha capacitado a 1.500 personas a lo largo de Chile; a las clases que se daban todos los viernes en la sede del instituto se sumaron charlas a pedido de colectivos o juntas de vecinos, documentos de contenidos descargables en la web, y un programa todos los miércoles en Radio Nuevo Mundo sobre educación cívica constitucional.
Y si el gobierno ya dio inicio a la etapa de información cívica con spots publicitarios didácticos y dirigidos principalmente a niños —con caricaturas de animales de la selva explicando los conceptos constitucionales en forma general—, los cursos y talleres del PC, en cambio, abordan en sus tres módulos, temáticas más complejas como, por ejemplo, historia, estructuras y tipos de constituciones, características del poder constituyente, sistema electoral, Tribunal Constitucional y legislación comparada en América Latina, poniendo especial énfasis en el mecanismo de la Asamblea Constituyente.
Según publica el diario El Siglo, el director de ICAL, César Bunster, señaló que “es un compromiso de ICAL dotar de conocimiento y capacitar a los ciudadanos que vayan a participar en las discusiones y elaboración del nuevo texto constitucional (…) quien asista a este curso de Delegado Constituyente estará en condiciones de conocer, comprender y asumir el proceso constituyente y lo que significa una Carta Magna, así como aspectos técnicos y legales necesarios de manejar”.
Es un partido disciplinado. Pero el caso del PC y cómo prepara a sus militantes para hacer valer su voz en los próximos cabildos constitucionales está lejos de ser una excepción. La mayoría de las colectividades y sus escuelas de formación política comenzaron hace meses a mover sus maquinarias para poder participar e influir en el debate constitucional del 2016 y lograr que sus propuestas queden recogidas en el informe final: un texto que el gobierno ha bautizado como “Bases ciudadanas para la nueva Constitución”.
Esto pese a que las autoridades de La Moneda han remarcado el carácter libre, independiente y sin presiones ni distorsiones que quieren darle a la etapa de participación ciudadana, donde las ideas para la nueva Constitución vengan desde las bases y no desde las elites, tal como dijo en octubre el ministro secretario general de la Presidencia, Nicolás Eyzaguirre: “Queremos que por lo menos el sentido, la intuición de cuál es el país que queremos construir, venga desde la gente. A nosotros lo que más nos importa es que se involucren los ciudadanos. Esto no es desde arriba para abajo, sino que de abajo para arriba”, señaló.
Según la última encuesta CEP, un 72% de los chilenos dice no sentirse identificado o simpatizar ni con la Alianza ni con la Nueva Mayoría, y un 92% nunca ha trabajado para algún candidato o para un partido político. No obstante, las colectividades están expectantes por tomar el control del debate ya que entienden que su función es representar a la ciudadanía y canalizar sus intereses.
En todo caso, aún es un misterio el diseño y las características que tendrán los diálogos ciudadanos. La presidenta Michelle Bachelet sólo ha deslizado pistas, como que se realizarán entre marzo y octubre; que se harán a nivel comunal, distrital y regional; que puede asistir cualquier persona; que se designarán monitores para dirigirlos (profesionales que serán remunerados y probablemente seleccionados por el Servicio Civil); y que el rol de los 17 miembros del Consejo Ciudadano de Observadores es ser garantes de todo el proceso.
El gancho derecho
Si no puedes contra ellos, úneteles. Ese parece ser el nuevo lema de la centroderecha. En RN y la UDI aún miran con sospecha el proceso anunciado por Bachelet, sobre todo por las interrogantes que aún no se despejan, como quién hará la síntesis de las conclusiones extraídas de los cabildos y si esa etapa no puede terminar transformándose en una suerte de adoctrinamiento a la ciudadanía. Aunque el Consejo de Observadores se diseñó a la medida de la derecha, con varios nombres afines a esas ideas (Arturo Fermandois, Gastón Gómez, Héctor Mery, Hernán Larraín Matte, Roberto Fantuzzi, Lucas Sierra y José Miguel García), en la oposición no terminan de convencerse.
De todas formas decidieron que era mejor ser parte del proceso que quedar marginados. Desde inicios de noviembre se reúne periódicamente una comisión de asuntos constitucionales de la coalición Chile Vamos, que agrupa a la UDI, RN, Evópoli y el PRI y un representante de la Fundación Avanza Chile, del ex presidente Sebastián Piñera. La instancia pretende elaborar una propuesta constitucional propia para ir inyectando contenidos en los cabildos ciudadanos. Tienen un punto ganado, dos miembros de la comisión son, además, integrantes del Consejo de Observadores: Hernán Larraín y Gastón Gómez.
Y aunque en la UDI todavía hay rechazo a legitimar la fórmula del gobierno, en RN ya están resueltos a participar. La directiva tiene en sus manos la propuesta de reforma constitucional que viene preparando desde 2014 el senador Alberto Espina, junto a Víctor Manuel Avilés, Paulina Núñez, José Francisco García y Teodoro Ribera. “La discusión no puede quedar en manos de quienes creen que debe hacerse todo de nuevo y proponen la refundación, ni de aquellos que defienden un inquietante statu quo e inmovilismo”, señala el informe que propone, entre otros puntos, reforzar el Estado subsidiario, que los derechos sociales sean reconocidos a través de políticas públicas y no en la Constitución, promover la descentralización, reconocer la multiculturalidad y equilibrar el poder del Congreso frente al poder presidencial. A partir de 2016, el Instituto Libertad (IL) comenzará a formar militantes de RN para que participen como delegados y monitores en los cabildos ciudadanos. “El gobierno sólo tiene un eslogan, nosotros vamos a incorporar contenidos y nuestras ideas al debate”, dice Aldo Cassinelli, director ejecutivo de IL.
Similar es el trabajo que están haciendo desde hace tres meses, Ciudadanos, Amplitud y Red Liberal, movimientos que decidieron unir fuerzas y trabajar en una misma propuesta de Constitución, que está siendo elaborada por el centro de estudios Plural. Una vez que el documento esté listo, empezarán a preparar a sus adherentes para que puedan defender esa visión en los cabildos. “Queremos una Constitución más minimalista, que no tenga leyes de amarre que son un tutelaje sobre la democracia, como el rol del Tribunal Constitucional como un colegislador”, dice el diputado Joaquín Godoy.
Entrenando a militantes
Formar monitores para los cabildos y elaborar un manual con las ideas del humanismo cristiano para una nueva Constitución es parte del plan de la Democracia Cristiana. “Como DC nos involucraremos en el proceso con una apuesta de verdad. Queremos enfocarnos en la etapa del diálogo social y colaborar con la formación cívica”, explica Soledad Lucero, vicepresidenta de la colectividad. A su juicio, que el gobierno no esté entregando educación cívica directa a la gente para participar del debate, sino sólo piezas más bien publicitarias, “es un pequeño vacío del cual los partidos nos podemos hacer cargo, concurriendo a la ciudadanía con un mensaje claro, empoderándolos para que puedan participar de las etapas de diálogo con conocimiento”. Así surgió la idea de repartir un pequeño manual con las ideas del partido “enfocado para toda la ciudadanía, pero con las ideas que nosotros como democratacristianos queremos que se defiendan en cada uno de los cabildos”. El texto tendrá versiones en español, inglés, mapudungun y braille.
En julio, el PS estrenaba sus “Diálogos socialistas por una nueva Constitución”, el primero de cinco encuentros donde expertos constitucionalistas conversaban con las juventudes del partido las distintas alternativas para mejorar la Carta Fundamental. En la tienda están decididos a jugar un rol clave en el debate ciudadano del próximo año. No olvidan que en 2013 todas las discusiones constitucionales del comando de Bachelet se hicieron en la sede del Instituto Igualdad, el think tank del PS, y quieren mantener ese protagonismo. Por eso están formando a sus militantes para levantar sus ideas en los cabildos. Este año el Instituto Igualdad lanzó el libro Propuestas para una nueva Constitución (originada en democracia), y el tema constituyente se ha vuelto central en las escuelas de formación de candidatos a lo largo del país, donde ya han capacitado a 350 jóvenes y mujeres.
Como el PS está a favor de una asamblea constituyente, intentarán instalar este tema durante los cabildos de 2016 para que quede en el informe final. “Es un debate que no van a poder detener. Donde haya un socialista va a levantar la mano para pedir la AC”, aseguran en la colectividad.
Como el partido está a favor de una asamblea constituyente como mecanismo —según el acuerdo del último congreso nacional del PS—, intentarán instalar este tema durante los cabildos de 2016 para que quede en el informe final. Esto pese a que los diálogos ciudadanos tienen por propósito discutir temas más de fondo que de forma. “Es un debate que no van a poder detener en los cabildos. Donde haya un socialista, va a levantar la mano para pedir una asamblea constituyente”, aseguran en la colectividad.
En el Partido Radical también tienen claro que la formación de los militantes para que participen en los cabildos es estratégica. “No tenemos claro cómo va a ser el proceso: ¿cabildos?, ¿juntas vecinales?, pero sí tenemos claro que si nosotros no preparamos a nuestros cuadros políticos, ellos no van a poder preparar la participación de la ciudadanía”, dice José Viacava, dirigente del PR. Durante todo este año y el próximo están impartiendo talleres de formación política para sus militantes con el asunto constitucional como eje central, recogiendo inquietudes particulares de cada zona: si en el norte preocupan los derechos del agua, en el sur, los indígenas demandan un Estado pluricultural.
Para el PPD el anhelo es que el despliegue del partido en el proceso constituyente tenga una épica similar a la que tuvo en su fundación, en 1987. El timonel Jaime Quintana señala que “nuestros candidatos municipales van a ser voceros territoriales de la demanda de una Carta Fundamental que nos represente como país”. Por eso la Fundación Por la Democracia que preside Sergio Bitar se dedicará a capacitar a militantes, mientras el senador Felipe Harboe lidera un equipo que propondrá los contenidos para la nueva Constitución en el próximo consejo nacional del 23 de enero.
Juegos constituyentes
En una sala hay un grupo de personas jugando con tarjetas. Las toman en sus manos y arman una especie de árbol con ellas, que reflejan los problemas sociales que más les interesan a los asistentes: salud, previsión social, pensiones. Delante, una persona que actúa de monitor lleva el árbol a la práctica y explica a los asistentes el vínculo entre esos problemas y cómo una nueva Constitución puede solucionarlos. Son tres horas de trabajo siempre similares, que se han replicado en Providencia, Ñuñoa, La Florida, San Miguel, Concepción. Así es como Revolución Democrática, que todavía no se constituye como partido, trabaja preparando a la ciudadanía para el proceso constituyente, en una actividad que han llamado “metodología de activación ciudadana”. “Queremos que la gente comprenda lo que significa tener una Constitución distinta, donde los derechos a la salud, educación y vivienda estén garantizados de otra manera”, dice Sebastián Depolo, coordinador del movimiento. Planean convertir a los militantes en monitores de esta metodología durante el verano, para que ayuden a que la gente participe, y que además puedan llevar a los diálogos, en marzo, la propuesta de RD sobre lo que debe tener la Constitución.
Eso que el gobierno ha prometido, la educación cívica, no basta para el Movimiento Amplio Social. Por eso vienen desarrollando “escuelas de ciudadanía”—presenciales y vía Skype— que están a cargo de la juventud del partido. En ellas tratan temas como políticas públicas y territoriales y comunicación estratégica. Uno de esos módulos es el de nueva Constitución. “Nuestra intención es que las personas puedan participar en los cabildos. Es una invitación amplia, no sólo a militantes”, dice José Ignacio Díaz, coordinador del MAS.
También con el objetivo de llegar a toda la población, la Izquierda Ciudadana está preparando un kit constituyente. “Es una cajita de herramientas que vamos a difundir en todas las regiones, para que las direcciones locales puedan implementar actividades adaptadas a su realidad”, explica Álvaro Ramis, director del Centro de Estudios Cultura Ciudadana. La caja lleva textos, videos, dinámicas, incluso juegos participativos. Pretenden distribuirlo durante el verano y que se pueda implementar a partir de marzo. “Nos interesa que el proceso refleje realmente las opiniones de la ciudadanía”, agrega Ramis. “No queremos que sea una consulta a los partidos ni que refleje sólo un equilibrio binominal de los bloques. Queremos que se consulte a las organizaciones ciudadanas y se tenga en cuenta la pluralidad cultural, social y regional”.