Por David Muñoz Diciembre 30, 2015

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Hablemos en marzo”. La misma frase que la presidenta Michelle Bachelet utilizó para calmar la ansiedad de la Nueva Mayoría antes de convertirse en candidata presidencial en 2013, ha transmitido en las últimas semanas a sus más cercanos el ex ministro del Interior Rodrigo Peñailillo, cada vez que le preguntan por sus planes de futuro.

Hasta hace una semana, su nombre estaba permanentemente en boca de dirigentes de su partido: durante varias reuniones de la mesa del PPD y otras conversaciones más informales se analizaron los caminos de retorno a la política que tiene a su disposición el ex jefe de gabinete de la mandataria.
Pero se trataba de un tema interno del PPD y entre el propio Peñailillo y su círculo más íntimo.
Hasta el lunes 21, cuando fue el primogénito de la presidenta Bachelet, Sebastián Dávalos, quien volvió a poner en el centro de las miradas al ex ministro.

En su tercera declaración judicial en el caso Caval, diligencia que pidió, el ex director sociocultural de La Moneda acusó a Peñailillo de una operación política cuyo único objetivo era sacarlo del gobierno, revelando, además, detalles inéditos de la fría y tirante relación que ambos mantuvieron en Palacio.
La denuncia descolocó al grueso de dirigentes de la Nueva Mayoría, que esperaban cerrar el 2015 intentando olvidar la crisis de marca mayor desatada por el caso Caval y las investigaciones sobre financiamiento irregular a la política, como SQM, el mismo caso que selló el destino del dirigente PPD fuera del gobierno.

La alusión de Dávalos, nada de inocente, despertó inmediatas pasiones en torno a la figura del ex secretario de Estado y reabrió el debate sobre sus posibilidades de volver a la primera línea política.

Me verás volver

Después de seis meses en que Peñailillo había optado por el ostracismo, su silencio se vio interrumpido por el trascendido de que regresaba, al menos a las actividades laborales: los primeros días de noviembre asumió como investigador en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso) bajo el alero de Ángel Flisfisch, director del centro de estudios y militante PPD.
Antes había declarado como imputado ante el ex fiscal nacional Sabas Chahuán, donde tuvo que explicar las cuatro boletas que sumaban $ 16 millones de y que facturó a Asesorías y Negocios, empresa del recaudador Giorgio Martelli, quien a su vez recibía dineros de SQM.

La estrategia fue siempre la misma: asesorado por el dueño de Imaginacción, Enrique Correa, quien fue su principal y primer soporte desde que se alejó del poder, y el ex director de la Secom del primer gobierno de Bachelet, Juan Carvajal, Peñailillo mantuvo un silencio sepulcral. Y así lo hizo también tras la ofensiva del hijo de la mandataria. Y lo seguirá haciendo, según sus cercanos, con el único propósito de sacarle partido a otro de sus activos principales: su lealtad con la presidenta Bachelet, pese a que no se dirigen la palabra desde el 11 de abril pasado, día en que abandonó La Moneda sólo con una mochila al hombro.

En el entorno del ex ministro Rodrigo Peñailillo dicen que no decidirá nada antes de marzo próximo. Incluso señalan que actualmente tiene dos posibilidades para estudiar en el extranjero (Estados Unidos e Inglaterra) que evalúa seriamente.

Después de ese día, el principal temor que se instaló en Palacio fue la actitud que tomaría el ex ministro frente a la investigación del Ministerio Público y si involucraría o no a la mandataria en el entramado de la llamada “precampaña”. Nuevamente, frente a las preguntas del fiscal sobre Bachelet, Peñailillo utilizó el silencio. Para varios analistas, esta estrategia será clave para el retorno de Peñailillo a la política, pues mitigaría el impacto inicial de su salida y su vinculación al caso frente a la opinión pública.

Detrás de este camino está la decisión del ex ministro de volver, la que ha compartido con cada uno de sus aliados políticos con los que mantiene contacto periódico. El principal soporte político del investigador de Flacso hoy se encuentra en el PPD, donde el presidente del partido, Jaime Quintana, el senador Guido Girardi y el ex ministro Sergio Bitar asoman como sus principales consejeros, aunque también mantiene cercanía con otras figuras del PPD, como Francisco Vidal, quien incluso ha sido el principal promotor dentro de la mesa PPD de formalizar desde ya una candidatura a diputado del ex ministro, o su inclusión en la próxima dirigencia del partido que se elige en abril de 2016.

El tema, de todos modos, divide a la colectividad, entre quienes creen que Peñailillo debe decidir cuanto antes sobre una carrera parlamentaria, y los que señalan que debe resolver completamente su situación judicial en el caso SQM antes de postularse a cualquier cargo o volver a la vida partidaria.

En el entorno del ex ministro dicen, en tanto, que no decidirá nada antes de marzo próximo. Incluso señalan que actualmente tiene dos posibilidades para estudiar en el extranjero (Estados Unidos e Inglaterra) que evalúa seriamente. Entre tanto, otros dirigentes señalan que ya puso sus ojos en el distrito 20, que con la nueva distribución de la Cámara de Diputados incluye a partir de la próxima elección a las ciudades de Concepción, Talcahuano y Chiguayante, ente otras. El ex ministro ya ha viajado a la zona y ha sondeado eventuales apoyos.

11 de Mayo de 2015/SANTIAGO El Ex-Ministro del Interior Rodrigo Peñailillo, durante el cambio de gabinete realizado por la Presidenta de la República Michelle Bachelet, en el Salón Montt Varas del Palacio de la Moneda. Foto:PEDRO CERDA/AGENCIAUNO

En el posible regreso de Peñailillo están cimentadas también las esperanzas del grupo de colaboradores de la G-90, su nido de articulación en el PPD, que se vio seriamente golpeado con su caída ya que prácticamente todos salieron del gobierno. El único vestigio, de hecho, es el administrador de La Moneda, Cristián Riquelme, amigo íntimo del ex ministro y hoy fuertemente cuestionado por haber recibido en La Moneda a Juan Díaz, operador del caso Caval, justo en los días en que se destapó la causa, quien le pedía que intercediera para recuperar sus ganancias por el negocio de Machalí.

“Los pasos que vienen en política para la G-90 y Peñailillo son pasar por las elecciones: tú te formas políticamente en campañas, en representación y creo que ellos tienen una buena experiencia de gestión, pero les falta una experiencia electoral. Es una decisión que tienen que tomar y el partido debe estar abierto a esa decisión”, dice el ex ministro Sergio Bitar, quien agasajó en su casa en Vitacura a Peñailillo hace unos meses y comparte la tesis de que la lealtad con que ha actuado le jugará a favor.

“Lo de Peñailillo, cuando se decante esta polvareda, demostrará no sólo la capacidad de trabajar al servicio del gobierno y la Nueva Mayoría, sino también al servicio de la lealtad de la presidenta. Con gran inteligencia política: el silencio que ha guardado es una cualidad. No es común”.

Enemigos íntimos

“Estoy decepcionado de esta generación política a la que la presidenta le dio una oportunidad, y mire en lo que terminó”, dijo la semana pasada a El Mercurio el ex presidente del PS, Osvaldo Andrade, quien pese a haber sido uno de los principales aliados del ex ministro durante el primer año de gobierno, terminó alejándose definitivamente y siendo uno de los que más lo criticaron durante las últimas semanas que estuvo en el gobierno.

La animadversión de Andrade no es casual y es vista desde el entorno de Peñailillo como parte de una arremetida silenciosa de la Nueva Izquierda, a la que también se sumaron en su minuto Camilo Escalona y el diputado Juan Luis Castro, todos pertenecientes a esta corriente dentro del PS.

Cuando Peñailillo abandonó La Moneda surgieron tesis de que dentro de Palacio hubo dos personajes pertenecientes a este lote partidario que fueron protagonistas de su salida del gobierno: el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, y la jefa de gabinete de la presidenta, Ana Lya Uriarte.
Con todo, cuando lo de Dávalos estalló, hace una semana, varios en el PPD miraron con recelo hacia la Nueva Izquierda.

“El hermético círculo de protección de Rodrigo Peñailillo ha impedido avanzar con más fuerza en limpiar todos los vestigios de la denominada G-90 que aún actúan, operan, presionan políticamente, y buscan revivir su presencia política en el corto y el mediano plazo. Ellos traicionaron la confianza que les dio la presidenta Bachelet y terminaron siendo una banda de trepadores, que querían tener el control del Estado y en algunos casos incluso con una recaudación de dinero poco clara”, dice el diputado Castro a Qué Pasa, sobre las razones de esta supuesta animadversión hacia el ex ministro de parte de figuras del PS que, como él, se convencieron de que Peñailillo traicionó la confianza de la mandataria para privilegiar sus afanes personales, que incluyeron la expectativa de una candidatura presidencial.

“Si él tiene dinero, como lo tiene, si tiene padrinos, como los tiene, en los tiempos que corren se han visto muertos cargando adobes, así que todo es posible”, concluye Castro sobre el futuro político del ex secretario de Estado.

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