Un polémico discurso tiene preparado Camilo Escalona para pronunciar este sábado en el primer comité central del Partido Socialista del año. El vicepresidente del PS hará un llamado a la austeridad fiscal, a no seguir sacando dinero de las arcas públicas en forma irresponsable.
“Si nosotros seguimos cargando el arbolito llamado Estado, de luces, adornos, guirnaldas y todo tipo de pesos, finalmente se va a desplomar. Para mí, la gobernabilidad democrática es la tarea esencial del próximo tiempo y eso exige fortalecer el Estado y no agotarlo, exprimiéndolo sin descanso”, señala Escalona, desde su oficina en la sede del partido, en calle París esquina Londres, en pleno centro de Santiago.
—¿Cree que ese llamado a la moderación será bien recibido el sábado por las bases socialistas que, imagino, quieren que se cumpla el programa prometido por Bachelet y por el que votaron hace dos años?
—Las bases del partido siempre han acogido mi discurso, porque es un discurso responsable, no demagógico, y las bases socialistas tienen una virtud: valoran la responsabilidad. De lo contrario, nunca hubiera tenido el alto respaldo que tengo dentro del partido. La gente prefiere que le digan las cosas como son y yo considero que en estos dos años hemos puesto tal sobrecarga sobre el Estado que estamos matando la gallina de los huevos de oro.
—¿Usted llama al gobierno a priorizar, como dijo el ministro Valdés, al asumir hace varios meses atrás?
—Hay que gastar lo que se pueda gastar, porque el principal factor que colapsa las reformas son los gastos sin respaldo. Así pasó en Grecia, en España y en Francia. El derrumbe del Estado del bienestar social ocurrió porque no se tuvo en cuenta el factor esencial: que el ejercicio de los derechos sociales se tiene que financiar; si no, son una frase vacía.
—Usted fue una persona cercana a Michelle Bachelet, ¿ha hablado con ella estos temas?
—Ahora que en mayo ingresé a la directiva del PS tuve la posibilidad de entregarle opiniones en dos ocasiones que la mesa fue recibida por la presidenta, que fueron básicamente que las necesidades sociales que tiene hoy el país, que son objetivas e indesmentibles, se ven artificialmente aumentadas por una percepción que hay en diferentes grupos, respecto que el Estado tiene que hacerse cargo de todas las demandas, y eso no puede ser, porque hay un desbalance de deberes y derechos. El Estado no está en condiciones de resolver todo y hay grupos que tienden a exprimir el Estado y agotar sus posibilidades.
"El derrumbe del estado del bienestar social ocurrió, porque no se tuvo en cuenta el factor esencial:
que el ejercicio de los derechos sociales se tiene que financiar; si no, son una frase vacía"
—A su juicio, ¿el programa prometido no se puede cumplir?
—Chile es un país que tiene grandes potencialidades, pero hoy pasa por una etapa, no breve, de estrechez fiscal. Eso sucedió el año pasado, va a suceder este y el que viene. Nos tocaron estrecheces que no permiten holguras, esto, en medio de un clima en que diferentes sectores piden que el Estado resuelva todo, prácticamente solo, y eso no es posible.
“Veo a Lagos con ánimo”
—Usted es uno de los grandes impulsores de la candidatura de Ricardo Lagos. ¿Por qué?
—Yo pienso que Lagos le da seguridad al país. Todo edificio se construye sobre la base de avances graduales. Hemos atravesado por una etapa de cambios, de transformaciones indispensables, especialmente en el ámbito de la educación, está planteado en el ámbito constitucional, en la redistribución del ingreso, porque tenemos un grado de desigualdad que afecta la convivencia a escala nacional; y el país, además, ha tenido que hacerse cargo de una situación de estrechez estructural que lo afecta muy severamente, porque hay que hacer más con menos recursos. Todo esto ha abierto un debate, en que las opciones que se presenten, una vez concluido el gobierno de Bachelet, deben tener un perfil frente a la sociedad y, desde mi punto de vista, la fisonomía de una candidatura de Lagos tiene un perfil más cercano a lo que la sociedad chilena va a requerir del 2018 en adelante. Y ese es el factor de la seguridad.
—Se sabe que usted ha conversado mucho este tema con él ¿Lagos está dispuesto a ser candidato presidencial?
—Me imagino que él se va a reservar la decisión hasta el final, pero lo veo con ánimo, lo veo con ánimo, aunque no sé cuándo él decidirá si ir o no ir a esta competencia, que no será fácil.
—¿Cree que no será fácil para la Nueva Mayoría la próxima elección presidencial?
—Las fuerzas van a ser muy equiparadas. Me imagino una elección Lagos versus Piñera con un resultado similar al de Lagos-Lavín en 1999. Es una elección que será voto a voto, con una incógnita muy alta, lo cual hace que la decisión que tenga que tomar Lagos no sea fácil.
—¿Y el factor Marco Enríquez-Ominami?
—Creo que Marcos irá a primera vuelta, pero no tiene hoy la convocatoria que tuvo.
—¿Y qué pasa hoy con los socialistas que alentaron la opción de ME-O al interior del PS, como Ricardo Solari y Osvaldo Andrade?
—Nunca les pasó nada, están todos de vuelta, por aquí andan varios dando vueltas por este local. Se hicieron los lesos y el partido ha sido generoso, porque no sancionó a nadie, excepto a los que se retiraron de manera más agresiva, pero hay varios que fueron altos ejecutivos de la campaña de ME-O y al día siguiente estaban aquí de regreso muy sueltos
de cuerpos.
—¿Y si finalmente fuese Isabel Allende proclamada como candidata del partido, usted tendrá que apoyarla a ella?
—Por supuesto, el candidato del PS yo lo voy a respaldar. Este proceso exige que Lagos e Isabel Allende interactúen.
—Pero no se nota esa interacción…
—No se nota, pero no tiene por qué ser pública.
Desafío a la Nueva Mayoría
—¿Cuál es su evaluación del gobierno del año que pasó?
—Tiene claros y oscuros. No creo que haya sido el peor, como dijo Bachelet, discrepo de su frase, faltan dos años todavía y hay que ver. Yo rescato del 2015 momentos importantes: el término del binominal, la ley de inclusión educacional, la gratuidad en educación, las subsecretarías de educación preescolar y subsecretaría de derechos humanos, el esfuerzo en el ámbito energético, donde se dio un salto en las inversiones para resolver el alto precio que tiene la energía en Chile. En el curso del 2015 hay muchas iniciativas valiosas. Por ello, creo que no debiese teñirse el total del horizonte con el impacto de los casos de financiamiento irregular de la política, que son, sin lugar a dudas, el capítulo más negro que ha tenido la actividad pública en los últimos años.
"Me imagino una elección Lagos versus Piñera con un resultado similar al de Lagos-Lavín en 1999. Es una elección que será voto a voto, lo cual hace que la decisión que tenga que tomar Lagos no sea fácil"
—¿Cree que el 2016 será un mejor año para el gobierno?
—El gran desafío del 2016 es poder reagrupar a la Nueva Mayoría que hoy se ve se desordenada, sin un diálogo político fluido y con ultimátum de unos a otros. Quiero enfatizar la importancia que tiene el ejercicio del pluralismo en el intercambio de ideas de la Nueva Mayoría, sobre la base que todas las opiniones sean bien recibidas, sin que ninguna de ellas tenga la pretensión de ser la última palabra. Nadie puede exigir ser la última palabra.
—¿A qué se refiere?
—A la carta de un grupo de figuras de la Democracia Cristiana, cuyas opiniones son respetables, pero no se puede esperar que cada uno de los actores, por separado, diga el veredicto final de definiciones que le corresponden a la Nueva Mayoría —como bloque de gobierno— y lleguen a las conclusiones definitivas que, finalmente, le corresponden a la decisión política que tome el gobierno y la presidenta. Para mí, todas las opiniones son valiosas, desde la periferia del PC hasta la periferia de la DC. Nadie puede ser excluido, pero nadie tampoco puede exigir que su opinión prevalezca sobre los demás.
—Se refiere también a la advertencia realizada por Gutenberg Martínez, quien llamó a “evaluar la participación de la DC en el gobierno” tras la marginación de Burgos del viaje de Bachelet a La Araucanía.
—Tuve la posibilidad de dialogar con él inmediatamente después de su declaración y no me transmitió un ánimo de ruptura.
—Fue sólo una escaramuza, entonces.
—Me transmitió el malestar por la situación que se había producido y yo entiendo que ese episodio (Burgos) se cerró y espero que las conclusiones sean positivas. Nadie debe ser atropellado, sin embargo, el régimen político en el cual nos corresponde actuar y trabajar está organizado sobre la base del carácter presidencialista de la autoridad política. Y en consecuencia, debiésemos lograr el adecuado equilibrio entre el ejercicio del pluralismo que corresponde a los partidos, con la autoridad presidencial.
—Martínez también denunció un “problema decisional del gobierno”, criticando que todo se concentre en la presidenta…
—Estamos en un régimen presidencial. Entiendo que Martínez postula a la transformación de un nuevo régimen político, pasando a un régimen semipresidencial o semiparlamentario. En el marco del debate sobre la nueva Constitución, creo que este es un debate que hay que hacer. No creo que en Chile podamos repetir el periodo del parlamentarismo —de 1891 a 1924— que fue muy negativo del punto de vista de la estabilidad política y el progreso económico. En Chile, el parlamentarismo tuvo un mal resultado, pero la flexibilidad de la política en el mundo actual y los cambios vertiginosos que se producen, validan una transformación del régimen político, por lo tanto, ese debate es necesario.
—Con todo esto que ha pasado en las últimas semanas, ¿se imagina en unos años más una alianza DC-RN?
—No, porque RN no rompe la tutela de la UDI. Si RN fuera capaz de independizarse de la UDI, ese cambio podría ocurrir, pero al final es como la ley de la selva: la UDI ruge en lo más profundo de la espesura y RN concurre a ese llamado.
"Ana Lya tiene una capacidad de trabajo que la instaló donde está y no creo que sea la responsable política de las tensiones que se viven dentro de la Nueva Mayoría, sería simplificar demasiado las cosas"
—En las últimas semanas ha estado muy cuestionada la jefa de gabinete, Ana Lya Uriarte, que es una persona cercana a usted. ¿Ha conversado con ella en estos días?
—Sí, naturalmente. Ella ha sido como el pararrayos de los malestares que se generaron y más de alguien se trató de aprovechar del pánico, tratando de desplazarla de las funciones que ocupa. Pero más allá de lo anecdótico, Ana Lya tiene una capacidad de trabajo que la instaló donde está y no creo que sea la responsable política de las tensiones que se viven dentro de la Nueva Mayoría, sería simplificar demasiado las cosas.
—¿Este año seguirá el enfrentamiento de “realistas” y los “sin renuncia”?
—Ese debate seguirá un buen tiempo porque vamos a enfrentar la necesidad de cambios en los próximos años: está el tema laboral, de la previsión, de la salud y de un nuevo tipo de desarrollo dado el agotamiento del llamado superciclo de las materias primas. Yo soy de los convencidos de que la sociedad chilena no puede permanecer inmóvil y tiene que responder a los nuevos desafíos, las transformaciones son inesquivables, pero no se pueden hacer todos los cambios de una vez. El camino de la gradualidad es el camino que se requiere.
—¿Hasta ahora, quién va ganando, a su juicio, los “realistas” o los “sin renuncia”?
—La realidad. Las reformas no son como una tormenta que cae toda el agua de una vez, las reformas no son una tormenta tropical. Aquí hay muchos que les gustan los boleros, pero éstos son buenos en el ámbito de la música popular, no en la política.
“EL PARLAMENTO NO ME QUITA EL SUEÑO”
—¿Le gustaría volver al Senado?
—Me gustaría volver al Parlamento, me siento en condiciones de aportar y de contribuir al debate político, pero no me quita el sueño. Estoy tranquilo conmigo mismo, no estoy ansioso y estoy evaluando una posible candidatura.
—¿Y en qué se gana la vida, porque la vicepresidencia del PS es ad honorem?
—Si siempre ha sido ad honorem. Hago clases —formación ciudadana, en la Universidad Católica de Valparaíso, y teoría de la democracia, en la Universidad Andrés Bello— y estoy evaluando otras invitaciones de centros de estudios.
—¿Y si la presidenta le ofreciera un ministerio para una nueva etapa de su gobierno?
—Yo no me ofrezco.