Por Javier Rodríguez A. Enero 5, 2016

"El segundo piso es un eufemismo que usamos para referirnos al presidente o presidenta de la República. Como suena feo referirse a él o ella de forma directa, usamos este mecanismo de depositar en otros aquello que no nos atrevemos a decirle a él o a ella. Incluso en los tiempos de Allende, la oposición decía que el problema del presidente era que estaba mal asesorado. El Segundo Piso es una construcción que hemos fabricado para poder disparar sobre el presidente sin acabar con su halo sagrado", dijo esta mañana el sociólogo y lobbista Eugenio Tironi a T13 Radio.

El ex director de Comunicaciones del gobierno de Patricio Aylwin alude al concepto que nació a principios del milenio en el gobierno de Ricardo Lagos (2000-2006), para referirse a los ocupantes del piso superior del Patio de las Camelias, en el ala poniente de La Moneda, donde se encuentra el equipo de consejeros del presidente de la República. Fue durante el gobierno de Ricardo Lagos cuando se estableció para denominar al grupo de asesores del presidente que en ese entonces, compuesto entre otros por Ernesto Ottone y Eugenio Lahera, comenzó a rivalizar con los ministros más poderosos del gabinete, en ese entonces liderado por José Miguel Insulza.

En su primer mandato, la actual presidenta decidió seguir con este formato, llevando al segundo piso a algunos de sus asesores más cercanos durante la campaña presidencial en la que derrotó a Sebastián Piñera en el balotaje. Así, el grupo quedó conformado por María Angélica Álvarez (Programación, hoy agregada de prensa en Italia), Juan Carvajal (Comunicaciones), Francisco Javier Díaz (Contenidos, actual subsecretario del Trabajo) y el ex ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo como su jefe de gabinete.

Hoy varios recuerdan que los ministros del comité político debían pasar por Peñailillo para poder juntarse con Bachelet e, incluso, denominaban a Carvajal el "cuarto ministro" de La Moneda. Tanto así que el propio Belisario Velasco -ministro del Interior de Bachelet entre julio de 2006 y enero de 2008- reconoció que en su renuncia al cargo fue gravitante su exclusión de una reunión en la que se definió la fórmula financiera del Transantiago, como consigna La Tercera. “Me hicieron pasar cuando ya se había llegado a acuerdo, yo dije: ‘Esto no lo acepto. Presidenta, le pido una reunión’. La presidenta no me concedió una reunión durante una semana. Se la pedía mañana y tarde. Y ella recibía a todos los ministros e incluso a mis subsecretarios y a mí no”, dijo el ex ministro DC.

Al subterráneo

Pero los cuestionamientos al segundo piso no han sido monopolio de los gobiernos de la Concertación. Durante el mandato de Sebastián Piñera, en mayo de 2012, el en ese entonces presidente de su partido, Renovación Nacional, Carlos Larraín, dijo en entrevista a El Mercurio: "sugerí que trasladaran el segundo piso al segundo subterráneo", luego de que la encuesta CEP mostrara un escuálido 24% de apoyo para Piñera. El círculo de hierro del presidente en ese entonces, tal como lo había hecho Bachelet, estaba conformado por quienes fueron algunos de sus asesores más cercanos durante la campaña: María Luisa Brahm, luego reemplazada por Gonzalo Blümel; Ignacio Rivadeneira Carla Munizaga y Hernán Larraín Matte.

Pero el diseño de segundo piso instaurado por Piñera no fue criticado solo por Larraín. Desde la Alianza por Chile se criticaba que estos asesores, más que preocuparse por definir la visión estratégica del gabinete, cumplían un rol de contraloría interna de las metas, plazos y actos de los distintos ministerios, chocando con la Secretaría General de la Presidencia encabezada por Cristián Larroulet, que tenía ese rol como uno de sus objetivos específicos.

Cuando los cambios no resultan

Terminado el gobierno de Piñera y consumada la victoria de Bachelet, la actual presidenta intentó desplazar el poder que tuvo el segundo piso en su gobierno anterior hacia el gabinete, instalando figuras de su confianza como ministros. Así, asumió Rodrigo Peñailillo en Interior, Alberto Arenas en Hacienda, la cartera que más poder concentró durante su primer mandato; Álvaro Elizalde, como vocero; y Javiera Blanco en Trabajo. De ellos, hoy solo Blanco sigue siendo ministra, específicamente de Justicia.

La presión de los partidos, la implementación de las reformas y los escándalos de financiamiento en la política terminaron echando por la borda el plan inicial de Bachelet, que debió poner a políticos de la vieja guardia como Jorge Burgos y Ximena Rincón en los ministerios más importantes, depositando su confianza otra vez en su segundo piso, liderado por la abogada Ana Lya Uriarte, la recién renunciada Patricia Poblete (coodinadora de seguimiento de políticas públicas), Haydeé Rojas (jefa de prensa), Pedro Güell (director de políticas públicas) y Paula Walker, que en marzo del año pasado dejó la dirección de la Secretaría de Comunicaciones del Gobierno para integrarse al área de estudios de la presidencia, luego de roces con los mismos ministros, dado su estilo duro, tildado incluso de agresivo, y alejado de la política partidaria. 

La marginación del ministro del Interior Jorge Burgos del viaje presidencial a la Araucanía, fue el último dolor de cabeza de Michelle Bachelet en 2015. Y si bien dirigentes del oficialismo como Ignacio Walker, achacan la responsabilidad política de la omisión a la presidenta, desde los partidos acusan a la jefa del segundo piso , Ana Lya Uriarte que llegó a comandar el segundo piso en marzo de 2015 con la responsabilidad de mejorar el trabajo político de los partidos.

Ahora está en manos de la presidenta decidir si rediseña, por segunda vez en menos de dos años, el funcionamiento y la influencia de un grupo de asesores cada vez más poderoso.

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