La acústica del Teatro Novedades no era de las mejores. Pero esa no fue excusa. El audio simplemente no funcionó y las 150 personas reunidas no pudieron evocar la nostalgia. El breve video que pasaba frente a sus ojos con imágenes históricas de la vida del Partido Por la Democracia (PPD) se convirtió en una película muda. Varios minutos más tarde hubo otro intento: estaba programado un saludo vía streaming del ex Presidente de la República y fundador del partido, Ricardo Lagos Escobar. Nuevamente, la imagen funcionaba, pero no se escuchaba nada.
Tras dos actos fallidos, la celebración de los 28 años del PPD se convirtió en un encuentro de autoflagelantes. En el escenario, el presidente del partido, Jaime Quintana, recibió, como si estuviera en el living de su casa a cuatro dirigentes que ocuparon en el pasado su lugar. La idea original de iniciar una profunda reflexión sobre el futuro de la colectividad se convirtió en el más infeliz de los cumpleaños. “No me gusta cómo está el PPD”, fue la frase más repetida por los invitados, entre ellos el ex ministro Sergio Bitar, la alcaldesa de Santiago, Carolina Tohá, y el ex intendente Víctor Barrueto.
El último en hablar fue el diputado Pepe Auth, ex presidente del partido y uno de sus fundadores. Auth leyó voz en cuello y a todo dar una carta que se había hecho pública en los días previos al encuentro.
Su alocución, esta vez, se escuchó perfecta. “El PPD, considerado como partido en sí mismo, no tiene futuro”. La frase resume su carta donde se declara decepcionado, superado por un partido que “se fue convirtiendo en propiedad de muy pocos” y que perdió su identidad.
“El futuro del PPD en el nuevo ciclo” se llamaba su carta, en cuyos párrafos finales lanzaba un desafío para construir “una nueva fuerza política” con el Partido Socialista (PS).
Esa noche de lunes 14 de diciembre fue para Pepe Auth, quizás, la más amarga de su vida partidaria, recibiendo más miradas de reprobación que de respaldo.
Pero esa sensación se le quitó al día siguiente. A primera hora, el diputado y ex presidente del PS Osvaldo Andrade le informaba por teléfono que estaba dispuesto a recoger su emplazamiento, que compartía plenamente su diagnóstico y que junto a otro diputado e histórico dirigente socialista, Marcelo Schilling, le contestarían a la brevedad su carta.
Su ofensiva cosechaba los primeros frutos.
El hilo negro
El 9 de junio del año pasado, la mesa directiva del PPD llegó hasta la sede del PS en calle París 873, en pleno centro de Santiago, para sostener el primer encuentro entre ambas colectividades en mucho tiempo.
La cita tenía un propósito especial: se trataba del estreno de Isabel Allende al frente del socialismo tras derrotar a Camilo Escalona en las elecciones internas. Allende llegó a liderar al PS gracias a un acuerdo transversal de las diferentes corrientes internas, derrotando a la tendencia mayoritaria: la Nueva Izquierda de Escalona y el presidente saliente, Osvaldo Andrade.
“Nuestro pacto de concejales es con la DC, pero estamos convencidos que en unos años más es imposible no pensar en un polo de izquierda, progresista, dentro de la Nueva Mayoría que no tenga su seno en el PS y el PPD”, dice el secretario general del PS, Pablo Velozo.
Los dirigentes PPD veían con buenos ojos la llegada de la senadora por Atacama, luego que la relación entre Quintana y Andrade terminara a los tumbos tras varios desencuentros derivados de la crisis que produjo la salida del ex ministro del Interior Rodrigo Peñailillo de La Moneda, tras su vinculación al caso SQM.
Es así que en la cita, la directiva de Quintana no perdió tiempo y puso sobre la mesa un tema que ha quemado las pestañas de las últimas dirigencias del partido: la necesidad de forjar un nuevo entendimiento entre el PS y el PPD cuyo primer paso era construir una lista conjunta de concejales para las municipales de 2017 y la exploración certera del viejo anhelo de construir un partido único de la socialdemocracia.
No fue la primera vez ni la última que la propuesta venía del PPD. Durante 2012 y 2013 la anterior jefa del partido, Carolina Tohá, también habló de una fusión PS-PPD, y otro ex presidente y fundador, el ex ministro Sergio Bitar, ha sido desde siempre un entusiasta defensor de una convergencia de ambos partidos en una fuerza progresista única.
Por esos días, y bajo un estricto secreto, el ex presidente Ricardo Lagos Escobar, quien aún no se encontraba posicionado en las encuestas como hoy, comenzaba a reunirse con dirigentes de ambos partidos a los que transmitía una sola idea: la fuerza de ambos partidos podría ser gravitante en una futura elección presidencial y se hacía necesaria, según el mensaje que entregaba, una discusión real sobre un reagrupamiento orgánico del PS y el PPD.
Pero, como cada ocasión, los intentos quedaron en el papel. De hecho, en los albores del segundo mandato de Michelle Bachelet, y mientras los partidos de la Nueva Mayoría se instalaban en el Congreso, el PS y el PPD se juramentaron potenciar sus bancadas parlamentarias y actuar de conjunto en el nuevo periodo que se iniciaba. La fuerza política en ciernes sumaba en total 12 senadores y 31 diputados, lo que la convertía en la más grande del país. El paso del tiempo, sepultó esta voluntad: con cada proyecto que llegaba al Congreso, los diputados y senadores se dispersaban y votaban cada uno según su convicción, a veces mostrando diferencias siderales respecto de los proyectos del gobierno.
En ambos partidos, la lucha fue al interior de sus huestes, entre visiones más “conservadoras” y los defensores más férreos del programa de reformas. El último gran ejemplo es la reforma laboral: en la discusión sobre el reemplazo en huelga, un sector del PPD terminó alineado con la DC respecto de las “adecuaciones necesarias”, fórmula que venía a moderar el fin del reemplazo en huelga que ha sido empujado con fuerza por diputados y senadores del PS.
Sin mencionar disputas menos ideológicas como las surgidas a partir del caso de Peñailillo, donde la defensa férrea del PPD a su figura ha encontrado resistencia en la Nueva Izquierda del PS, donde Andrade y Escalona fueron sus principales verdugos.
“La verdad, esta discusión es más vieja que el hilo negro”, dice un senador PPD que prefiere no hablar para este reportaje.
“Esa puerta nunca se ha cerrado. Hay que buscar cuáles son los momentos más oportunos para reactivar esa conversación. Es perfectamente posible dar esa discusión en este segundo tiempo del gobierno”, comentó a esta revista el presidente del PPD. Consciente de que también hay detrás una ofensiva para cuestionar la “izquierdización” del PPD bajo su mandato, Quintana de todas maneras pone paños fríos, al igual que el influyente senador Guido Girardi. “Tenemos mucha sintonía con el PS, pero tenemos los mismos problemas, anacronismo y deficiencias de la falta de relevancia de los partidos en el siglo XXI, y por lo tanto tenemos que repensarnos. Nuestro problema no se resuelve creyendo que la solución es fusionar el PPD con el PS, eso podría crear un problema más grande no más”, dice Girardi, también con freno de mano.
La recaída DC-PS
Este lunes, las mesas directivas de la DC y el PS anunciaron a viva voz su acuerdo para competir en una lista conjunta en la elección de concejales. Se trata de un pacto instrumental, pues dicha elección les permite a los partidos conocer su caudal de votos real y medir fuerzas. Las palabras de buena crianza del anuncio del acuerdo escondían una realidad evidente: ambas colectividades se vieron forzadas a pactar, pues no les quedó otro camino.
El PS si bien coqueteó con la propuesta inicial del PPD, de aquella reunión del 9 de junio del año pasado, terminó finalmente como rehén de su propia indefinición: el partido de Quintana se aburrió de esperar y terminó repitiendo la fórmula de las municipales 2012, construyendo una lista de izquierda con el PC y el PR.
Esta jugada dejó en jaque al PS que se vio obligado a pactar con una DC que cada día arrastra más y más problemas de identidad, dándole vida a una alianza que, según los análisis de ambos partidos, no es la más rentable en términos electorales. En el PS hubo dudas hasta último minuto, pero el comité central terminó aprobando el fin de semana pasado el acuerdo bajo el argumento de la responsabilidad y gobernabilidad, ya que un escenario sin la DC sería dañino para el ya golpeado gobierno de Michelle Bachelet.
“Creo que el pacto era necesario para darle gobernabilidad y centralidad al gobierno y a la coalición, pero el PS no debe renunciar a constituir un gran frente, a ampliar los límites del partido hacia un gran Partido Socialista Democrático”, dice el senador y vicepresidente del PS, Alfonso de Urresti.
Del histórico entendimiento DC-PS que aseguraba la estabilidad del gobierno, tan defendido, entre otros, por Camilo Escalona, queda bien poco.
Si bien el futuro dependerá del resultado municipal, esta idea, siempre empujada por el PPD, de ampliar sus fronteras hacia el PS ya comenzó a permear entre dirigentes socialistas, donde reconocen que esta vez el escenario es propicio pues hay razones de fondo.
La primera de ellas es el nuevo sistema electoral: el fin del binominal y la entrada en vigencia de un sistema proporcional en la próxima elección parlamentaria hacen que los “pactos” tengan poco sentido al aumentar la competencia y abrir espacio a nuevas fuerzas políticas menos tradicionales.
La necesidad de constituir una sola gran fuerza de izquierda ya empieza a seducir a los socialistas, quienes se convencen de que es el momento, considerando otro factor clave: hoy la expectativa presidencial de la Nueva Mayoría está puesta en figuras que alentarían la opción de una fuerza progresista amplia, como el propio ex presidente Lagos, Isabel Allende, e incluso José Miguel Insulza, todos con domicilio en la casona de calle París.
“Nuestro pacto de concejales es con la DC, pero estamos convencidos de que en unos años más será imposible no pensar en un polo de izquierda, progresista, dentro de la Nueva Mayoría que no tenga su seno en el PS y el PPD”, dice el secretario general del PS, Pablo Velozo.
Así lo reflejaron este miércoles Andrade y el diputado Marcelo Schilling, uno de los renovados socialistas que fundaron el PPD, al responderle formalmente su carta a Pepe Auth. Recogiendo su diagnóstico de crisis de identidad del PPD y las fuerzas de izquierda, ambos ex dirigentes (uno ex presidente y el otro secretario general del PS) reconocen que la solución propuesta por Auth es viable: la confluencia en un partido de izquierda único.
“La unión del PPD y el PS ayudaría a remover estructuras, relaciones de poder anquilosadas y cristalizadas que les impiden hacerse cargo con eficacia de los desafíos de los nuevos tiempos”. Para concluir, Andrade y Schilling citan a Víctor Hugo: “No hay nada más poderoso que una idea a la cual le ha llegado su hora”.