Té, jugos de fruta, a veces pasteles y postres. Uno de los momentos más alegres del día en el palacio de La Moneda es la hora de once, cuando la presidenta Michelle Bachelet invita a su jefa de gabinete, Ana Lya Uriarte, a comentar la actualidad. Ríen de buena gana, dicen en el gobierno. Las dos comparten un humor negro y agudo. Frecuentemente se suma a las tertulias la jefa de prensa, Haydée Rojas, o van todas a ver las noticias en el enorme televisor de la oficina de Uriarte en la esquina norponiente del palacio presidencial. En los últimos días, en medio de las presiones que ha recibido el grupo de asesores y la demanda de la DC por reemplazar al equipo y quitarle poder al mítico “Segundo Piso”, el círculo de hierro de la mandataria no ha perdido el buen ánimo: festinan entre ellos con que Uriarte, Rojas y el director de políticas públicas, Pedro Güell, son “el tridente del mal” e incluso apodaron a Ana Lya Uriarte como “Cruella de Vil”. Vuelven a reír.
En el entorno de Bachelet dicen que la prensa y los partidos han tejido una leyenda en torno al poder del Segundo Piso que no se ajusta del todo a la realidad. Aseguran que al contrario de lo que ocurría en el gobierno de Ricardo Lagos cuando se empodera por primera vez el gabinete presidencial y sus asesores estratégicos Ernesto Ottone y Eugenio Lahera disputaban con los ministros del comité político por influir en el jefe de Estado, hoy, en cambio, el equipo de confianza no es “deliberativo”, sino que “ejecutivo”. Se definen a sí mismos como un “secretariado técnico” que apoya a la máxima autoridad y cuya principal tarea es velar por la imagen presidencial y definir la agenda de actividades. Además cumplen un rol humano: son quienes acompañan y contienen a la presidenta en las largas jornadas de trabajo. Bachelet valora de ellos su absoluta discreción, la lealtad —al contrario de los ministros, no tienen agenda propia—, y que son capaces de decirle las cosas tal cual son, sin minimizar, pero tampoco dramatizar innecesariamente.
En el comité político extraordinario abundaron las críticas al Segundo Piso, pero concluyeron que es un diseño difícil de modificar. Aunque el vocero, Marcelo Díaz, trató de calmar las aguas defendiendo a la jefa del gabinete, llamó la atención que Nicolás Eyzaguirre se sumara a los cuestionamientos.
Sin embargo, son numerosos los episodios que dan cuenta del creciente y casi total poder que ha adquirido el staff de asesores en el último año: desde esas oficinas, y no desde el comité político, han salido varios de los lineamientos centrales del gobierno, como el concepto del “realismo sin renuncia”; la medida de adelantar como fuera la gratuidad universitaria para el 2016, pese a que los ministros preferían elaborar primero un proyecto de ley para la educación superior; las estrategias para enfrentar los casos de corrupción; y la última polémica: el viaje relámpago y secreto a La Araucanía, sin siquiera avisarle al ministro del Interior, Jorge Burgos.
El incidente dejó expuesto al Segundo Piso. Sus nombres y rostros apenas son conocidos por la opinión pública, pero esta semana por primera vez pudo verse a Ana Lya Uriarte acosada por preguntas de la prensa en los patios de La Moneda. “No es mi rol hablar con los periodistas”, “yo no soy encargada de comunicaciones”, respondía incómoda la jefa de gabinete. Aunque la DC pretendía que la funcionaria fuera removida por el desaire al ministro, ese es un escenario improbable. La “Anita”, como le dice Bachelet, no sólo es el brazo derecho de la presidenta y su principal confidente —la ayudó a recuperarse anímicamente tras el caso Caval—, sino que además es una de las pocas aliadas de máxima confianza que le quedan. Todos los demás se han alejado o han caído en desgracia: Rodrigo Peñailillo, Juan Carvajal, María Angélica Álvarez, Alberto Arenas, Paula Walker, sólo por nombrar algunos.
Aunque desde la DC filtraron que Bachelet estaría molesta con Uriarte y su equipo y los culpó por el desaguisado de fin de año, en La Moneda cuentan una historia muy diferente: que si bien la mandataria lamenta lo sucedido, ella misma decidió las características de la visita a la IX Región. Agregan que no siempre viaja con ministros a terreno ni les informa de todas las actividades y que Burgos, además, tenía otro viaje previsto a la zona para esta semana, así que consideró que no era problema marginarlo. Luego cuando escaló la polémica, evaluó junto a su equipo que esto estaba siendo exagerado artificialmente por la DC y su directiva con fines políticos.
Ana Lya Uriarte opera como canal de comunicación entre la presidenta y los ministros y participa en todas las reuniones del comité político —instancias en las que suele permanecer en silencio y ser “los ojos y oídos de la mandataria” para luego informarle—, sin embargo, fue excluida de la reunión extraordinaria del comité político del lunes en la noche. Allí llovieron las críticas de los presidentes de partidos a su labor, pero también concluyeron que es un diseño de gobierno difícil de modificar. Aunque el vocero, Marcelo Díaz, fue uno de los que trataron de calmar las aguas defendiéndola, llamó la atención que el titular de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre, se sumara a los cuestionamientos a la asesora. Militante del sector de la Nueva Izquierda del PS —el mismo del que proviene la mandataria—, Uriarte es muy cercana al ex timonel socialista Camilo Escalona y al subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy. Pero también tiene algunos lazos con la DC: lideró la campaña senatorial de Alberto Undurraga y estuvo casada durante años con el director jurídico de Cancillería, Claudio Troncoso, perteneciente al alvearismo.
Los principales cuestionamientos de los partidos es que el Segundo Piso es una estructura asesora sobredimensionada que cuenta con más atribuciones de las que le corresponden. Sin estar bajo escrutinio público o expuestos como el gabinete, son funcionarios administrativos de segundo orden que, sin embargo, logran mayor influencia y poder que los ministros, incluso que el ministro del Interior. Y que en este esquema Ana Lya Uriarte en particular se convierte en un filtro para poder acceder a la mandataria. Uno de los más drásticos fue el diputado DC Matías Walker, quien calificó al Segundo Piso como “un equipo de señoras”, pero retiró sus dichos tras ser acusado de machista.
Oficinas muy bien ubicadas
El Segundo Piso funciona así: los directores de departamento se reúnen todos los lunes y miércoles en encuentros de planificación y evaluación de lo que serán las actividades de Bachelet. El sello de los últimos meses es mostrarla más en terreno y en contacto con la gente. Luego Uriarte va con las resoluciones a donde la presidenta, quien es la que finalmente resuelve. Aunque tiene teléfono rojo de línea directa con sus ministros, más de una vez les envía instrucciones a través de su asesora para coordinar temas específicos. Güell es el encargado de los contenidos y discursos presidenciales más relevantes y bajo él un equipo de varios profesionales redactan los textos para actividades menores. Es reconocido como un intelectual de izquierda a quien la presidenta respeta y escucha mucho y a quien se le suele sindicar como el más fuerte impulsor de la nueva Constitución, autor del diagnóstico inicial del gobierno, que apuntó su carácter hacia la realización de reformas estructurales.
A cargo de monitorear el avance de los compromisos gubernamentales quedó el académico y analista político Eolo Díaz Tendero en reemplazo de Patricia Poblete. La ex ministra de Vivienda DC se manifestaba cansada con algunas dolencias de salud y no tenía buena relación con Uriarte, ya que intervenía mucho en su área. En octubre le dijo a la presidenta que quería dejar el cargo y en noviembre presentó su renuncia formal. Bachelet le insistió sin éxito que se quedara trabajando media jornada. La asesora quedó esperando varias semanas que le aceptaran la renuncia, hasta que en diciembre dejó La Moneda.
Como director de estudios, realizando sondeos e informes sobre el avance e impacto de programas gubernamentales, asumió hace pocos meses el ex gerente de estudios de TVN, Matías Chaparro. Reemplazó al académico Rodrigo Uribe. Como efecto colateral de este cambio la ex directora de la Secom, Paula Walker, quien estaba en ese departamento y era cercana a Uribe, fue trasladada a Producción. Allí como directora se encuentra María Eugenia París, quien también ha tenido algunas diferencias con Uriarte, por los temas de las actividades presidenciales. A cargo del equipo de Avanzada, preparando con semanas de anticipación las actividades en terreno, está el PS Felipe Barnachea, quien antes fuera jefe de gabinete del ex ministro Peñailillo.
A cargo de Prensa, la ex jefa de comunicaciones del Arzobispado, Haydée Rojas. Se le considera una de las más influyentes en el Segundo Piso; acompaña a la mandataria en todas las giras nacionales e internacionales y está al mando de un equipo de 6 periodistas que hacen informes y cápsulas televisivas en la página web y reactivaron las redes sociales, Twitter y Facebook, de la Presidencia.
Aunque la Secretaría de Comunicaciones, Secom, no pertenece propiamente al Segundo Piso, sino que depende de la Secretaría General de Gobierno, en Presidencia ha sido bien evaluado el trabajo del nuevo director de la entidad, Germán Berger, detrás del millonario avisaje estatal y de difusión de los programas de gobierno que se ha visto en los últimos meses en televisión abierta, radios, medios escritos y en la vía pública.