Por Víctor Hugo Moreno Febrero 29, 2016

Mucho tiempo. Muchas horas de reuniones entre el gobierno y los parlamentarios de la Nueva Mayoría para lograr el acuerdo en la reforma laboral. Un acuerdo que sea cual sea la decisión final dejará heridos en el camino. Por un lado en el gobierno preocupa que un sector importante de la Democracia Cristiana (cuatro senadores) vote en contra de un proyecto de reforma laboral sin adecuaciones necesarias, es decir, que el empleador pueda adecuar turnos, horarios y funciones con los trabajadores que no están en huelga legal; por otro lado la ruptura de la relación con la CUT si es que el proyecto incluye estas adecuaciones o algo que haga ver que la promesa de la huelga efectiva no sea un hecho como se prometió en el programa de gobierno. Bachelet no tiene una decisión fácil, pues no quiere tener más distanciamientos con algunos de estos dos polos que dan sustento a la Nueva Mayoría, la DC y los sectores más de izquierda. Por ello, hasta el último el Ejecutivo ha insistido en negociar. Un proceso que fuentes del gobierno califican como “de muy difícil ejecución”.

Sin embargo, dentro del gobierno ya habrían tomado algunas decisiones antes de que este miércoles hagan ingreso de las tan esperadas indicaciones. Las adecuaciones necesarias no van, afirma una fuente del Ejecutivo, porque ya no tiene piso para ser aprobadas. Podría verse otro nombre, pero aún eso no se define. Con esto el gobierno esperará que la DC vote en conciencia y asuma algún posible rechazo. Para ello, en todo caso, se están jugando las últimas cartas, que no se vote en contra, sino que haya una abstención lo que permitiría que dicho artículo pasara la prueba en la sala del Senado. Y en esas tratativas está por estos días La Moneda, antes que el proyecto ingrese a la comisión del Trabajo y sea votado en Sala, lo más seguro la próxima semana. Todavía se está conversando, hasta el último minuto para lograr un acuerdo que no trunque el proyecto.

Pero otro de los temas que preocupan a Palacio es la posible inconstitucionalidad del artículo que se refiere a la extensión de beneficios a los no sindicalizados y la discriminación que habría con quienes no estén en el sindicato, lo que podría vulnerar garantías constitucionales. La derecha ya amenazó con acudir al Tribunal Constitucional y en el gobierno quieren evitar lo ocurrido con la glosa presupuestaria de educación, que hizo peligrar la concreción de la gratuidad. Por ello, están afinando palabra por palabra el texto final, según comentaron parlamentarios, para hacer frente a un posible recurso que haga estirar aún más la promulgación de la nueva ley laboral. En ese contexto, este lunes el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, junto a la ministra del Trabajo, Ximena Rincón, se reunieron con Bachelet por más de una hora para afinar estas indicaciones que estarían listas para el miércoles.

Ya en la Nueva Mayoría solo quieren que el gobierno ejerza liderazgo y zanje la discusión con los costos que sean. Ya sea alejándose de la CUT, que tiene prevista una marcha para las próximas semanas o de la DC.  Y por la decisión que se estaría tomando los perdedores en esta pasada sería un sector de la DC, pues no se están reponiendo las adecuaciones necesarias planteadas originalmente para la huelga. El PPD ya estaría apoyando el proyecto salga como salga, cuestión a la que el partido liderado por el senador Jaime Quintana ya se comprometieron.

Así las cosas, Bachelet ha recibido sendas presiones desde los dos polos del bloque oficialista, quienes hasta último minuto han defendido con dientes y uñas sus diferentes posturas. Una negociación similar a la ocurrida en 2014 con la reforma tributaria. En aquella oportunidad la DC hizo valer sus matices en la llamada “cocina de Zaldívar”. En esta cruzada al parecer la corriente de Zaldívar saldría trastocada si es que el gobierno no modera el proyecto, tanto en el reemplazo en huelga, como también en otro punto conflictivo como lo es la extensión de beneficios. Bachelet habría optado por cumplir con el programa y seguir el proyecto tal como estaba planteado, recordando que uno de los motivos por los cuales el Partido Comunista ingresó a Nueva Mayoría fue justamente por la promesa de efectuar un cambio sustancial en las relaciones laborales. Por ello, alejarse de esa promesa podría significar un distanciamiento sin mucho retorno con el PC.

En todo caso, en el Ejecutivo aún estudian una fórmula más intermedia en vez de las adecuaciones necesarias, lo que- al menos- permita la abstención y no el rechazo del articulado. Bachelet ya no tiene más plazos y en las próximas horas deberá zanjar la cuestión. En la Nueva Mayoría quieren que ella haga valer su rol de presidenta y ejerza ese liderazgo.

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