“Veo más programas de política argentina que chilena. Veo Intratables, con Santiago del Moro, me conozco hasta a los personajes y todo, mi mujer se indigna”. En el patio de los Canelos, que separa el Ministerio del Interior de la Subsecretaría de la misma cartera, el ministro Jorge Burgos caminaba relajado junto a Matilde Burgos, periodista y conductora del programa CNN Íntimo. Había pasado casi una hora de entrevista, y se llegaba al límite de lo pactado. Pero la conversación fluía, pues ya habían pasado las preguntas más complicadas: sobre su relación con la presidenta, sobre su renuncia cuando no fue informado del viaje de la mandataria a La Araucanía, sus roces con el subsecretario del Interior, Mahmud Aleuy, entre otras. Las había sorteado con relativa tranquilidad, y ya contaba secretos de su vida, de su afición por la lectura, el fútbol, la Universidad de Chile, y sus panoramas de fin de semana con su familia. Contó que casi no veía noticias, que apenas se subía al auto se desconectaba del trabajo, y que prefiere informarse por internet. La entrevista terminaba y hablaba de la educación recibida de sus padres y de la Compañía de Jesús a través del Colegio San Ignacio, cuando le preguntaron si eso le permitía apoyar el proyecto del gobierno que despenaliza el aborto en tres causales.
En el mismo tono, Burgos fue de una sinceridad absoluta: “Las dos primeras causales (riesgo de vida de la madre e inviabilidad del feto), si yo fuera diputado, no tendría ninguna duda. Si fuera parlamentario, respecto de la tercera (casos de violación) estaría en un momento de duda”.
“La ciudadanía ha apreciado en Jorge Burgos la honestidad y la autenticidad. Dio cuenta de una duda personal, que no es sólo de él, sino que también es una duda de la militancia DC”, dice el vicepresidente DC, Matías Walker .
La entrevista fue difundida dos días después de que el proyecto de despenalización del aborto fuera aprobado en sus tres causales por la Cámara de Diputados tras un año de tramitación. Y a días de iniciar la discusión en el Senado. Aunque personales, las palabras del ministro Burgos provocaron una tormenta en el gobierno y la Nueva Mayoría. Se convirtió en el principal tema de discusión en todas las reuniones políticas de La Moneda el día lunes pasado, reavivando los fantasmas de su anunciada renuncia tras ser marginado del famoso viaje a La Araucanía. Los presidentes de partidos oficialistas pidieron explicaciones bajo el argumento de que sus palabras confundían a los parlamentarios, justo cuando buscaban conseguir los votos necesarios para su aprobación definitiva. En la DC salieron a cerrar filas con el jefe del gabinete, y desde el gobierno el vocero, Marcelo Díaz, marcó diferencias. “Yo no tendría dudas”, dijo ante la misma pregunta.
Pero, más allá del revuelo, varios se preguntaban si no se trataba más bien de un nuevo intento de Burgos por provocar, sabiendo que su salida podría generar una crisis mayor del gobierno, que es inmune, y de que su permanencia va más allá de su relación con la presidenta o simplemente se trataba de un exabrupto propio de la indescifrable personalidad del ex diputado DC.
Palabras más, palabras menos
“No puedo hacer comentarios a favor o en contra de las personas. No me van a sacar opiniones personales”, decía el ministro del Interior el 9 de marzo pasado en una rueda de prensa en La Moneda, cuando le preguntaron sobre la situación del ex UDI Pablo Longueira, investigado por presunto cohecho cometido durante la tramitación de la Ley de Royalty. Un día antes, Marcelo Díaz había dicho que los hechos cuestionados al ex senador eran “graves”.
“Soy ministro del Interior y tengo un rol distinto al de vocero (…) a mí me interesa que la institucionalidad pueda cumplirse”, remató Burgos marcando distancia con Díaz. Esta diferencia pública es un capítulo más de los varios que han revelado la incomodidad creciente del ministro Burgos en el gobierno. Lo dicen sus más cercanos. En el oficialismo nadie entendió que el jefe de los ministros se ausentara del primer consejo de gabinete del año, la última semana de febrero, lo que coincidió con el retorno de Bachelet de sus vacaciones y cuando la presidenta bajó la línea para el trabajo del 2016. El titular de Interior decidió tomarse dos semanas de descanso. Según altas fuentes de La Moneda, se le sugirió estar presente en dicha cita y cambiar la fecha de sus días de asueto, pero el ministro insistió en tomarse justo esos días, versión que es rechazada por su entorno. En su ausencia, el ministro (s) Mahmud Aleuy dio una entrevista en El Mercurio que exasperó a Burgos, pues consideró que hablaba con un tono de autoridad que no le pertenecía.
El ministro DC estampó un reclamo en Palacio, pero las cosas siguieron su cauce normal y cada uno continuó en lo suyo. Burgos se dedicó a trabajar en la agenda corta anti delincuencia y la situación de La Araucanía a su regreso.
Mientras tanto, en la Nueva Mayoría se sacaban los ojos por la reforma laboral y la despenalización del aborto, debates y negociaciones de los que estuvo completamente ausente, salvo por las discusiones en el comité político de La Moneda. Esta lejanía del ministro del Interior de las tratativas en el área chica es ampliamente comentada en la Nueva Mayoría. De hecho, varios dirigentes oficialistas repararon que el martes pasado Burgos volvió al Congreso a la discusión de la agenda corta anti delincuencia, por primera vez desde su descanso estival.
Agenda DC
“Me cuesta entender la intolerancia respecto de declaraciones de Jorge Burgos —como persona, no como ministro— sobre violación... Ley Mordaza?” (sic), escribió en su Twitter el martes el senador DC Ignacio Walker.
Las palabras del ex presidente DC se convirtieron en una posición común en la colectividad. El partido se cuadró con su ministro del Interior. “Se trata de un tema de sobrevivencia”, dice un dirigente DC que reconoce que lo que hizo Burgos no fue más que sincerar un dilema del partido: está en el gobierno, pero no cree en sus reformas. Para muchos, la “opinión personal” de Burgos fue un “téngase presente”. Incluso fue comentario obligado el fin de semana recién pasado la incómoda posición en que dejaba la declaración de la Conferencia Episcopal a los parlamentarios de la DC que apoyaban el proyecto del gobierno, al llamarlos a reconsiderar sus posiciones sobre el aborto. Otro argumento DC es que este proyecto no estaba entre los prioritarios en el programa de gobierno, sino más bien se mencionaba como un tema a “discutir” a futuro, lo que no los obligaba a apoyarlo.
En definitiva, el ministro encarnó con sus palabras la lucha DC por imponer sus matices.
“La ciudadanía ha apreciado en Jorge Burgos la honestidad y la autenticidad. Burgos dio cuenta de una duda personal, que no es sólo de él, sino que también es una duda de la militancia, del electorado, de los parlamentarios de la DC. La Nueva Mayoría no es una alianza de izquierda, sino que de centroizquierda y Jorge Burgos es representativo de eso”, dice el diputado y vicepresidente DC, Matías Walker.
En el gobierno hay un temor: que esta constante necesidad de la DC de mostrar autonomía e identidad se exprese con fuerza en la próxima junta nacional del 2 de abril próximo, la que se podría convertir en un verdadero hervidero si la tensión con Burgos aumenta.
¿Nuevo aire?
Si bien durante las últimas semanas las aguas en La Moneda se habían aquietado en medio de la vorágine legislativa, la delgada línea que marcaba la relación Burgos-Bachelet desde el episodio del viaje a La Araucanía se mantenía. Burgos seguía incómodo, y su relación con la presidenta era la misma de siempre, según reconocen cercanos al ministro. “Ni perjudicada, ni fortalecida”, dijo el propio ex diputado DC en la misma entrevista, al ser consultado sobre su relación con la presidenta. Incluso, altos dirigentes cercanos a la DC reconocen que Burgos ha pensado en presentar su renuncia en los últimos meses, pero la contención ha venido fundamentalmente de su partido.
“No está cómodo, pero hay que convencerlo que siga, porque le hace bien al país y a la DC”, señala un dirigente.
La renuncia o salida del ministro Burgos es un tema de discusión permanente en el oficialismo, por lo que sus definiciones sobre el aborto terminaron de exasperar los ánimos y debilitar su posición en La Moneda. Pero hay quienes dicen todo lo contrario: en las últimas semanas Burgos y Bachelet han aprendido a “llevar la fiesta en paz” y el jefe de gabinete, por el contrario, ha afianzado su agenda y no piensa salir de La Moneda a menos que la presidenta diga otra cosa.
Este miércoles Burgos expone ante la Sofofa su plan para enfrentar la violencia en La Araucanía y en las últimas semanas ha buscado fortalecer sus equipos de trabajo. Acaba de incorporar a un hombre de confianza en su staff de asesores. Se trata de Guillermo Sandoval, ex director de la Vicaría de Pastoral Social y de los Trabajadores, de la Iglesia. Si bien en un principio pensaba designarlo como jefe de la nueva división de seguridad pública, finalmente optó por nombrarlo como asesor del proceso constituyente.
Otra señal en la misma dirección es la contratación del encargado de estudios del gobierno de Ricardo Lagos, el sociólogo Javier Martínez, en el equipo de contenidos del ministro.
Pese a este supuesto complejo momento que vive, el ministro del Interior ha sabido construir alianzas en Palacio. Dicen que la más visible es la que mantiene con el ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, siendo menor su sintonía con el ministro de la Segpres, Nicolás Eyzaguirre, y más práctica con el vocero Díaz, a quien conoce desde que ambos eran diputados.
Con Valdés hay complicidad. Ante las adversidades de uno y otro, dicen en el gobierno, ambos se han apoyado, como en la reciente disputa del jefe de Hacienda con la ministra del Trabajo, Ximena Rincón, en el fragor de la batalla por la reforma laboral. Otro dato: durante el verano el ministro Valdés solicitó días administrativos entre el 15 y el 19 de febrero, ya que no cumplía con el requisito de un año para tomarse vacaciones legales. En su ausencia, Burgos le cubrió las espaldas y tomó la cartera, pudiendo haberla encomendado a otro secretario de Estado.
El lunes, el ex presidente Lagos evitó criticarlo al ser consultado —en entrevista en Radio ADN— por sus declaraciones sobre la tercera causal del aborto. “Yo no lo entendí (como una provocación)”, dijo Lagos. Pareciera ser que sus alianzas más fuertes están más bien afuera del gobierno que adentro.