Sentado en un Starbucks capitalino lee con atención un diario económico. Le interesa saber qué piensa el empresariado de este país, pues cree que ahí se puede librar una batalla. De entrada afirma que no es un outsider. Dice que su pensamiento es más respetado y tomado en cuenta en la derecha que en la izquierda, pero no cualquier izquierda. En esa que a su juicio quedó anclada en el pasado, en las canciones de Quilapayún e Inti Ilimmani. Su ideario no va por ahí. Dice que camina hacia otros destinos aún en estado de formación, pero donde al menos hay un domicilio que lo acoge: la Izquierda Autónoma y el centro de pensamiento Nodo XXI que dirige y donde plasma su pensamiento crítico sobre lo que denomina como “desintegración social”, presentándose —sin declararse explícitamente de izquierda—, como una alternativa al neoliberalismo.
Carlos Ruiz (52) es sociólogo y doctor en Estudios Latinoamericanos y actualmente ejerce como director del Departamento de Sociología de la Universidad de Chile. Hace unos meses lanzó un libro: De nuevo la sociedad, en cuya presentación participaron desde el ex ministro de la Segpres de Sebastián Piñera, Cristián Larroulet, la periodista Mónica González, el ex ministro Sergio Bitar y hasta el diputado Gabriel Boric, a quien ha guiado en gran parte de su carrera política. El texto se ha transformado en un verdadero fenómeno y no hay dirigente ni pensador político bien informado que no lo haya leído. O al menos, haya escuchado de él.
Es considerado el “Tomás Moulian” de la época, pues sus ideas son definidas como una verdadera actualización de la radiografía social del país. Ha cautivado a viejos y jóvenes con sus lecturas, sus análisis y su visión. El ex dirigente socialista Jorge Arrate, entre otros, es uno de sus más fervientes admiradores y lo describe así: “Tiene un espacio destacado en la sociología chilena. Es uno de los que tiene mayor capacidad de análisis, mayor instrumental analítico. Su libro es un gran texto de análisis de la sociedad chilena, es un libro que está a la altura de lo que fue en su momento Chile, anatomía de un mito de Tomás Moulian. Creo que Carlos es un gran cientista social, pero además, un hombre que tiene una gran experiencia política”, dice, junto con advertir sobre el futuro: “Si fuera candidato presidencial, yo votaría por Ruiz”.
Buscando conversos
En su adolescencia militó en el MIR. Pero no fue sino hasta la universidad que comenzó a influir definitivamente en el movimiento estudiantil: fue uno de los fundadores de la SurDA, influyente referente de izquierda universitaria de los 90.
Desde ahí comenzó a compartir su pensamiento y a convertirse en un mentor de las diferentes generaciones que pasaban por las aulas de la Universidad de Chile, y donde comenzó a cosechar verdaderos discípulos.
Víctor Orellana, ex secretario general de la Fech en el periodo 2004-2005, reconoce que el pensamiento de Ruiz ha sido clave en la conformación de lo que hoy es la Izquierda Autónoma. Orellana recuerda que lo conoció cuando leyó un artículo de un diario de provincia en el año 2000, año de la protesta estudiantil denominada “mochilazo”. Para Orellana ese texto “daba en el clavo” con lo que muchos estudiantes secundarios y universitarios de la época estaban pensando: “Nosotros teníamos una lectura que pensábamos que la izquierda se había quedado pegada en los ponchos. Queríamos organizar a más gente, a las personas que van al mall, que escuchaban tecno que no tiene nada que ver con las peñas folklóricas. La izquierda se estaba transformando en una caricatura”. Y estas nuevas ideas provenían de Carlos Ruiz, quien con la SurDA ya comenzaba a expandir su red entre los movimientos estudiantiles. Pero desde el “mochilazo”, hasta ahora, la figura del ex MIR se ha transformado en un referente obligado dentro del escenario estudiantil, debido a que la corriente autonomista comenzaba paulatinamente a tomarse las federaciones estudiantiles, que durante mucho tiempo estuvieron coaptadas por los partidos tradicionales, como el Partido Comunista (PC), con el que comienza a nacer una distancia insalvable hasta el día de hoy.
“(Carlos Ruiz) Tiene un espacio destacado en la sociología chilena. Es uno de los que tiene mayor capacidad de análisis, mayor instrumental analítico. Su libro es un gran texto de análisis de la sociedad chilena”, dice el ex dirigente socialista Jorge Arrate.
Ruiz, a juicio de otro ex dirigente estudiantil de la época, comienza a tener un rol cada vez más potente dentro del movimiento. En ese contexto, empezó a ejercer un status de consejero ayudándolos a aterrizar discursos. “Él ponía una cuota de realismo político”, comenta uno de sus discípulos.
El académico explica cuál ha sido su rol dentro del movimiento estudiantil: “Tengo una relación que va desde la elaboración de los idearios, hasta la elaboración de maniobras concretas, de los discursos, por ejemplo”. Aunque aclara que siempre como base esencial ha respetado la autonomía del colectivo, tanto en el movimiento como ahora en la Izquierda Autónoma.
Ruiz comenta que el punto que marcó el cambio radical del movimiento fue la expansión de sus demandas: “El movimiento estudiantil con un nuevo ideario comienza a desbordar la demanda del bono, la micro, el casino”. Ese planteamiento del autonomismo se reforzó en 2006 con la demanda por cambiar la Ley Orgánica Educacional (LOCE) y se corona con el movimiento del 2011.
“Hay un punto que da un salto muy grande en 2011 y que es obra fundamental de los autonomistas y en la cual me reconozco valor, que fue extender el movimiento hacia las universidades privadas”, comenta.
El académico entiende que ese movimiento logró trascender hacia los nuevos actores que estaban guardados, y que- además eran fruto de la sociedad de mercado: “Hay un cambio de carácter social del estudiante movilizado cuando entraron todos estos nuevos sectores y agregaron ceros a las marchas”. Dentro de todo este proceso Ruiz influyó, incluso el 2011 con Camila Vallejo (PC), aunque prefiere no entrar en detalles de aquella relación que hoy a ojos de cualquiera está fragmentada.
Del aula al Parlamento
Cuando los dirigentes de la Izquierda Autónoma discutían acaloradamente si presentaban o no un candidato al Congreso en las elecciones de 2013, había varias caras de duda en la casona del balneario El Canelo donde llevaban varias horas de debate. Hasta que uno de los suyos, entregó varias ideas que arrojaron claridad y terminaron convenciendo a los autonomistas que había que intentar llegar al Parlamento. Ese discurso fue el de Carlos Ruiz, quien se transformó en la pieza clave del arribo de Gabriel Boric a la Cámara de Diputados.
Incluso desde antes de este episodio, Ruiz y Boric tenían una tradición: se reunían sagradamente todas las semanas. Ya en el Congreso, sus discursos, intervenciones y declaraciones tenían el sello del sociólogo.
En noviembre de 2014 el diputado Gabriel Boric le pidió la renuncia al entonces ministro de Educación, Nicolás Eyzaguirre. Allí, relata un cercano a Ruiz, su influencia se hizo presente más que nunca para endurecer la posición del autonomismo.
El sociólogo marcaba los tiempos. Cuándo acelerar y cuándo ceder, comenta la misma fuente. Ruiz recuerda ese episodio y lo justifica: “Eyzaguirre no cree en la educación pública”, dice tajante.
Hace unos meses lanzó el libro "De nuevo en la sociedad", en cuya presentación participaron desde el ex ministro de la Segpres, de Sebastián Piñera, Cristián Larroulet , la periodista Mónica González, el ex ministro Sergio Bitar, hasta el diputado Gabriel Boric.
La reuniones periódicas cesaron. Boric se dedica al Parlamento, y Ruiz se dio a la tarea de influir desde la plataforma política de la Izquierda Autónoma, desde donde quiere mostrarse.
El movimiento vivió hace unas semanas un proceso de elecciones donde se definió la dirección general del colectivo, sin la figura de un presidente. Sólo habrá un vocero. La lista ganadora fue la de Nodo XXI, la lista de Ruiz, que se impuso a los dirigentes más cercanos a Boric.
Aunque el sociólogo fue tentado a postular a un cargo directivo, prefirió mantener su estatus, aunque no lo descarta del todo.
Aún no hay consenso respecto al rol que jugará el movimiento en las elecciones municipales y presidenciales. Ruiz tiene su postura y es que de alguna manera se hará necesario ampliar la base parlamentaria: “Hay más experiencia, más gravitación ante la política. Es un debate abierto en este momento. El movimiento tiene sus instancias soberanas de discusión”, señala.
Y agrega: “Yo he ayudado a situar lo que ellos están haciendo desde áreas concretas hacia un mapa más grande, en dónde se está moviendo la cosa”, dice apuntando al diario económico que lo acompaña sobre la mesa del café.
El sociólogo confiesa que fueron tentados para integrar el actual gobierno. Que incluso le ofrecieron un cargo que prefiere no revelar. Afirma que se dieron la oportunidad de apoyar a Bachelet en la segunda vuelta, pero que nunca hubo una respuesta a un par de interrogantes respecto a cómo se daría la gratuidad en educación superior, si buscaría fortalecer la educación pública o se iba a hacer mediante más bonos y voucher. Nunca hubo respuestas, aunque después los hechos, a juicio de Ruiz, comenzaron a hablar por sí solos.
El presidente de Nodo XXI tiene una misión concreta para lo que viene: influir en el diseño del proyecto de reforma a la educación superior. “Hay que sacar esa reforma y si para hacerlo y sacar tres o cuatro puntos que tuerzan al sistema mercantilizado, hay que aceptar dos o tres cosas que no nos gusten vamos a tener que tener altura de miras y firmarlo. Hay que iniciar el quiebre de 40 años de historia”, remata.