Por Juan Andrés Quezada // Fotos: Marcelo Segura Mayo 20, 2016

Lo que sorprende de inmediato es la energía con la que baja las escaleras de su departamento de varios niveles en el sector alto de Santiago. Saluda acelerado, ofrece café y deja sobre la mesa del comedor unos apuntes donde tiene escritas algunas frases que desea transmitir en esta entrevista y sube otra vez corriendo a hablar con una ministra, que debe requerir de su voto en el Senado.

Tal como se lo dijo hace 45 años al rector de su colegio, el Saint George, el padre Gerardo Whelan, para cambiarse al Liceo José Victorino Lastarria, Andrés Allamand (60) sigue soñando hoy con algún día llegar a ser presidente de Chile. De cierto modo lo reconoce y eso es lo que parece motivarlo —día a día— para proyectar escenarios políticos, hacer operaciones en el Parlamento y definir estrategias.

¿En qué está hoy el senador de Renovación Nacional por Santiago Poniente?

Primero que nada —cuenta—, decidido a dar una dura batalla en contra del proceso constituyente que impulsa La Moneda, porque la centroderecha ha dado señales equívocas, admite.

“En la oposición ha faltado una política clara al respecto. Algunos la hemos tenido desde el día uno, pero finalmente hemos logrado ordenar la casa, aunque otros sigan corriendo con colores propios”, dice Allamand, refiriéndose a Manuel José Ossandón y a Felipe Kast, entre otros, quienes se han sumado a la organización de cabildos ciudadanos. Dice que entiende los motivaciones políticas de ambos para entrar a la discusión constitucional, pero lo que le indigna es el apoyo de algunos gremios empresariales al proceso constituyente, que insiste en criticar.

"Cuando la presidenta Bachelet le anuncia un fondo de infraestructura, la Cámara Chilena de la Construcción, a través de su presidente, el señor (Jorge) Mas, se transforma en aplaudidor del proceso constituyente. Lo que queda claro es que le importan más los negocios que el orden constitucional".

“El gobierno lleva adelante un proceso tramposo, manipulado y apartado de la legalidad. Y por lo mismo es inexplicable que algunos gremios empresariales, con una miopía enorme, les hagan mansamente el juego. Es sorprendente que no se advierta que la batalla fundamental del gobierno hoy es el proceso constituyente y su objetivo es anular el Congreso e instalar una asamblea constituyente”, afirma.

—¿A qué gremios empresariales se refiere?
—(Acude a sus apuntes) La Cámara Chilena de la Construcción, por ejemplo, ha ido solita a comprar la soga con que la van a ahorcar, de la mano de su máximo dirigente, el señor (Jorge) Mas. Cuando la presidenta Bachelet le anuncia un fondo de infraestructura, él se transforma en aplaudidor del proceso constituyente. Lo que queda claro es que le importan más los negocios que el orden constitucional.

—Varias ramas de la CPC también participarán en el proceso constituyente con un rol activo de sus miembros.
— Sí, pero a la inversa, el presidente de la CPC, Alberto Salas ha dicho que a los gremios no les corresponde involucrarse y que el que lo haga, lo hace a título personal. Y eso también hará el resto de las ramas. Yo llamo la atención de un hecho objetivo: que para los que defendemos —paradojalmente— el emprendimiento en el Senado y en la Cámara de Diputados, no les pedimos que no nos ayuden en nada. Lo único que les pedimos es que no nos hagan la pega más difícil.

—A su juicio, ¿falta una actitud más activa de los empresarios en contra del proceso constituyente?
—Quiero decir que el ojo político de los gremios empresariales en el pasado ha sido deplorable y no quiero que hoy pase eso. ¿Sabe lo que dijeron los máximos dirigentes cuando el 2009 la entonces candidata Bachelet les presentó su programa de gobierno? Aquí tengo la cita textual (vuelve a mirar sus apuntes): que les parecía razonable, que no tenían ningún temor y que el país seguiría progresando. ¿Cómo se llama eso? Ceguera u oportunismo.

—¿Cómo el gobierno podría anular a un Congreso que en el último tiempo ha tenido una serie de reveses?
—Generándole presión. Entendámonos bien: los cabildos locales terminan en junio, los provinciales, en julio, y los regionales, en agosto. Ahí el proceso se bifurca y las bases se le pasan a la presidenta Bachelet, que las va a estar amasando durante más de un año, hasta octubre de 2017. Pero el proyecto de reforma constitucional que se pretende instalar ahora es la asamblea constituyente, sobre la base de que el actual Congreso se autoanule en sus facultades de poder constituyente derivado, se van a empezar a tramitar antes de fin de año.

—¿En qué consistirá ese proyecto?
—Planteará la rebaja de todos los quórum constitucionales, y ya está establecido —porque así lo señaló la presidenta Bachelet cuando convocó al proceso— que lo que se va a plantear es la asamblea constituyente. Mi pregunta es simple: ¿Cómo los parlamentarios que van a haber participado en este proceso constituyente —en que la virtual unanimidad va a plantear que el procedimiento para reformar la constitución no tiene que ser el Congreso, sino la Asamblea Constituyente—, van a votar en contra de ello, que se los van a plantear la presidenta Bachelet? Es un cazabobos completo y yo no entiendo cómo se prestan para eso.

"Ossandón no va a organizar cabildos, en consecuencia, para mí resulta inexplicable por qué aparece para la galería avalando un proceso en que, en los hechos, no va a participar. El gobierno va a seguir aplaudiendo a las ‘palomas’ que se le sumen a su estrategia constitucional. Una vez que los tengan adentro del morral, no se va a acordar ni cómo se llaman".

—¿Qué le dice a sus partidarios que vieron con buenos ojos participar en un cabildo, se inscribieron en la página del gobierno y están actuando con entusiasmo?
—Primero, son una ínfima minoría y, en la práctica, no tienen muchas más posibilidades de participar, porque esa gente, que habrá hecho cabildos, no reuniones en sus casas, dudo que vayan a participar en los cabildos provinciales y regionales. Y si llegan a participar en esos cabildos, van a ser copados por las patotas de la izquierda y del gobierno. Lo único que les digo es que no pisen el palito.

—Pero no se ve difícil organizar un cabildo, incluso esta semana bajaron los requisitos, de 15 a 10 personas.
—No es tan difícil si uno está dispuesto a entrar a un procedimiento trucho. Si está dispuesto a inscribirse en la web del gobierno y si está dispuesto a entregarle al gobierno la nómina de todos y cada uno de los que participaron. Distingamos las cosas: una reunión en una casa para hablar de la Constitución no tiene nada que ver con los cabildos del gobierno, que requieren de inscripción previa y están sujetos a la supervisión del equipo de facilitadores que, en su gran mayoría, son activistas políticos. Quisiera ver al senador Ossandón y al diputado Kast organizando cabildos en ese contexto.

—¿Qué opina del argumento de que si no se participa se deja la cancha libre a la Nueva Mayoría? La semana pasada un diputado de su partido ponía el ejemplo de Venezuela, donde hace algunis años la oposición se marginó del proceso y dejó en libertad a Hugo Chávez.
—Es un argumento que no tiene ningún fundamento y que funciona sobre la base del desconocimiento del proceso. El tema de Venezuela es a la inversa. El error de la oposición venezolana fue abandonar el Congreso. Es precisamente lo que quiere la Nueva Mayoría que la oposición haga. La oposición debe mantenerse en el Congreso, ejercer ahí su derecho y hacer ahí sus planteamientos, y no autoanularse, como pretende el gobierno, para darle paso a la asamblea constituyente.

—¿Ha hablado esto con Ossandón, porque usted mantiene una buena relación con él en el Senado?
—Se lo he explicado en todos los tonos. Y por eso le puedo decir con certeza lo que él me ha dicho a mí y al resto de los senadores de RN. Él no va a organizar cabildos, y en consecuencia para mí resulta inexplicable por qué aparece para la galería avalando un proceso en que, en los hechos, no va a participar.

SEMIPRESIDENCIALISMO

El ex presidente de RN se encuentra inmerso en una nueva operación política: cambiar el actual régimen presidencial por uno semipresidencial. Para ello, ingresó hace dos meses al Senado un proyecto que modifica el régimen político. Ha conversado el tema con Andrés Zaldívar y con los hermanos Ignacio y Patricio Walker, quienes apoyan la idea. Allamand tenía previsto reunirse este jueves con los parlamentarios del PPD para discutir su proyecto.

Su análisis es el siguiente: “El paisaje político cambió muy radicalmente. Se acabaron las dos mitades que representaban la Concertación y la Alianza. Hoy Chile tiene un escenario calcado del español. Hay cuatro espacios: A la izquierda de la Nueva Mayoría están ME-O, Boric, Jackson y tantos otros. Es el “Podemos chileno”. Luego viene la Nueva Mayoría. A la derecha de la Nueva Mayoría está surgiendo un tercer grupo con Andrés Velasco y lo que representan Mariana Aylwin y José Joaquín Brunner, que resolvió no reafiliarse al PPD, y muchos otros. Es un espacio poco organizado, pero con un gran potencial. Luego viene la centroderecha, hoy agrupada en ChileVamos”.

—¿Este nuevo escenario político requiere, a su juicio, un régimen semipresidencial?
—Hacia adelante la gobernabilidad de Chile dependerá de nuevas alianzas, que ya no se ajustan al esquema del viejo y clásico presidencialismo. Paralelamente, el actual sistema ya está funcionando como régimen presidencial “embrionario”. Como han señalado los académicos que han estudiado el tema, Chile ya funciona como un anticipo de semipresidencialismo: ¿Qué es hoy Jorge Burgos sino un primer ministro sin poderes?

—¿Su propuesta concita apoyos?
—Fue un avance que el documento constitucional de ChileVamos se abriera a dos fórmulas: presidencialismo con modificaciones o semipresidencialismo. Sin embargo, creo que la UDI no va a apoyar el cambio de régimen político. Sí lo harán la DC y el PPD. En el PS no lo tengo claro. En RN habrá posiciones distintas. A Piñera y Ossandón no les gusta y es quizás en lo único que están de acuerdo los dos.

—Entonces, no cuenta con el apoyo de su sector.
—No me importa ser minoría en la derecha en este debate. No será la primera vez.

—Usted intentó volver a presidir RN a fines de enero, pero no logró el apoyo de las bases, ni siquiera se presentó en aquel consejo general.
—Tenía todo el apoyo para haber asumido una tarea particularmente difícil, porque resulta que hay que ser casi masoquista para, con el nivel de desprestigio que tienen los partidos, estar dispuesto a ser presidente. La directiva, en mi opinión, equivocadamente, decidió postergar las elecciones, creo que eso fue un error. En esa oportunidad, estaba dispuesto a considerar esa opción, en una línea muy clara: fortalecer lo que creo que debe hacer la oposición.

A la española

—¿Sigue pensando que la próxima campaña presidencial será la más competitiva y estrecha desde 1990?
—Incluso más estrecha que la de 1999, entre Lavín y Lagos. Va a haber cuatro candidatos principales: el “Podemos chileno” va a tener un candidato que aún no está definido, porque ni Jackson ni Boric tienen la edad suficiente. Pero yo creo que, finalmente, van a converger en alguien del perfil del actual rector de la U. Chile, Ennio Vivaldi. Enríquez-Ominami va a ser competitivo, y por tanto creo que va a haber una primaria entre ME-O y alguien como Vivaldi. Lagos definitivamente no va a ser candidato de la Nueva Mayoría.

Esto quedó definido cuando la DC, rechazando el planteamiento de Andrés Zaldívar, dijo que iban a tener candidato propio. Lagos no va a participar en una primaria en que los candidatos van a ser Alejandro Guillier, en representación del PRSD y del PC —porque el PC hará lo que hace siempre: apoya un candidato moderado, con una plataforma radical—, Isabel Allende va a representar al PS, y creo que Ricardo Lagos Weber, Guido Girardi o Felipe Harboe van a ser los candidatos del PPD. Y, dependiendo de cómo se dilucide la pugna al interior de la DC. Si se impone Goic, la DC va a participar en esa primaria. Si se impone Walker, la DC no participará. ¿Quién va a ganar en esa primaria? Isabel Allende. Porque no hay ninguna posibilidad de que un candidato DC pueda vencer en una primaria que está totalmente volcada a la izquierda. Aunque no descarto el nombre de Alejandro Guillier.

En el espacio que está a la derecha de la NM, lo razonable es que compitan Lily Pérez, Andrés Velasco e Ignacio Walker. Pero tampoco descarto que, si finalmente Goic hace que la DC se quede dentro de la NM, surja con mucha fuerza la candidatura de Mariana Aylwin. En la derecha la película está clara: el PRI va a apoyar a Piñera. La UDI va a elegir a Hernán Larraín o a José Antonio Kast. RN no va a apoyar a Piñera y va a haber una primaria entre Ossandón, Espina y Chahuán.

—¿Y qué rol quiere jugar usted en el debate presidencial que se viene?
—Voy a tomar palco, lo he dicho en todos los tonos, no participaré en el festival de candidaturas de la centroderecha, más aún, me he autoimpuesto el rol de ser el opositor más firme en el Senado a los propósitos de la Nueva Mayoría. Lo dije cuando me presenté a senador en 2013, y cualquiera que esté dispuesto a hacer una oposición enérgica, firme, como el país lo necesita, tiene que olvidarse de que puede ser al mismo tiempo candidato presidencial. Por lo tanto, yo no formo parte de esa carrera.

—Pero ha señalado que si no va Piñera, usted podría tener un espacio...
—Mi voluntad es no participar en la campaña presidencial. Tampoco tengo interés en generar una controversia con Ossandón, Espina o Chahuán. Pero también creo que si Piñera finalmente resuelve no ser candidato, el naipe se puede barajar en muy distintas alternativas.

NUEVO DESALOJO

Aparte de los cuadros de su hija Olivia, el departamento de Allamand está adornado por varias portadas de revista enmarcadas, donde en algunas aparece él, en otras su esposa, Marcela Cubillos, y en otras ambos. Una de ellas es de 2008 y el título es “El halcón de la centroderecha”, donde se destaca su teoría del desalojo de los gobiernos de la Concertación, que luego por esos días se plasmaba en un libro. Si bien ahora no escribirá un libro, su lógica es parecida a la de hace ocho años atrás: endurecer la oposición al gobierno para recuperar el poder el 2018.

—La oposición tiene que ser más firme, mostrar más carácter, demostrarle al país que queremos derrotar a la Nueva Mayoría. Y que no nos tragamos ninguna de sus trampas constitucionales ni pisamos ningún palito.

—El otro día el diario Pulso lo volvió a poner entre los halcones de la derecha…
—Esto de dividir a los dirigentes opositores entre halcones y palomas es un truco del gobierno más viejo que el hilo negro. El 2008-2009 la situación era igual. Algunos decíamos que había que hacer una oposición firme y clara. Mientras tanto, otros, especialmente Joaquín Lavín quería que fuéramos “bacheletistas aliancistas”. Con esa fórmula habríamos vuelto a perder. El gobierno va a seguir aplaudiendo a las “palomas” que se les sumen a su estrategia constitucional. Una vez que los tengan adentro del morral no se va a acordar ni cómo
se llaman.

—¿Tiene en mente escribir El Desaolojo II parte?
—No. El balance del actual gobierno ya está escrito: El peor desempeño económico desde los 90, un fuerte deterioro de la confianza, resquebrajamiento de las instituciones, delincuencia desbordada y el 80% de la ciudadanía que opina que el país va por mal camino.

Relacionados