Por Mauricio Morales, director del Observatorio Político Electoral UDP Junio 9, 2016

Burgos duró 394 días en el cargo. No llegó al extremo de Andrés Zaldívar, quien tiene el récor de sólo 126 días como ministro del Interior en el primer gobierno de Bachelet. Burgos fue la décimo tercer persona en ocupar tal investidura. Recibió el ninguneo de la Presidenta cuando trató de imponer la moderación en el gabinete. La respuesta de Bachelet fue que el gobierno seguiría adelante con realismo pero sin renuncia. Tuvo que aguantar la humillación de ser excluido en un viaje clave a la Araucanía. Ahí se enojó y renunció. Bachelet resistió y le pidió que se quedara. Burgos fracasó en el nombramiento del Contralor y fue descalificado por la propia Presidenta cuando señaló que el fallo de la Haya ante la demanda boliviana había sido malo para Chile. Bachelet le respondió que esa evaluación obedecía a que Burgos era “abogado”. En el fondo, lo desautorizó públicamente para opinar del tema. Luego vinieron los desencuentros con parte de la izquierda frente al control de identidad. El vaso se derramó con la querella de Bachelet a Qué Pasa, cuestión en la que Burgos nunca estuvo de acuerdo. Sobre la base de todo esto, me pregunto si Burgos se habrá enterado por la prensa de la demanda chilena a Bolivia por las aguas del Silala. Intuyo que sí, y que eso gatilló el conflicto final con la Presidenta.

Burgos se aburrió. Se cansó. No sabemos si sus problemas de salud fueron la causa de su renuncia, o si esos problemas de salud son el efecto de todos los baches que tuvo que superar durante su gestión. Llegó como el salvavidas para los moderados y tempranamente se transformó en la víctima de los extremos. Hoy los partidos de derecha- estratégicamente, por cierto- levantan a Burgos como alternativa presidencial, metiendo la cuña entre los partidos de la Nueva Mayoría. El ambiente es propicio para estimular el quiebre del pacto. Sin embargo, eso no va a ocurrir por ahora. El PDC no se saldrá del gobierno. Hacerlo implicaría no sólo ser cómplice de la inestabilidad política, sino que también llamar a renunciar a todos los militantes que ocupan cargos en el gobierno. El costo es demasiado alto.

¿Qué hizo mal Burgos? Tuvo una oportunidad única para imponerse dentro del gobierno como un verdadero jefe de gabinete. En la encuesta CEP de noviembre de 2015 estaba dentro de los top ten en la evaluación positiva de distintos líderes políticos. Incluso, al reorganizar el ranking según las personas que manifestaban interés en votar, Burgos saltaba del lugar 10 al puesto 5. Esa posición inmejorable en las encuestas fue desaprovechada. Burgos entró en una dinámica de tira y afloja con la Presidenta y con los partidos de izquierda. Perdió el foco. Se desconcentró. De ahí en adelante se le notó apesadumbrado, sin brillo, sin chispa. El gabinete quedaba acéfalo y, de paso, el PDC perdía un buen candidato presidencial. Recibió a Lagos en La Moneda. Eso le sirvió a Lagos para balbucear sus opciones de volver a Palacio, pero Burgos apareció como un simple bandejero. Nada más que eso.

¿Qué hacer con Burgos? Para algunos es un candidato presidencial. Para otros, debe dirigir al partido luego del interinato de Goic. No faltan, eso sí, quienes dicen que Burgos se dedicará a trabajar por Lagos en la próxima presidencial, y por qué no regresar al cargo de ministro del Interior para cobrar su revancha personal. También es posible que busque ser senador por alguna región. En 2017 se eligen senadores en las regiones impares. El problema es dónde colocar a Burgos. Claramente, en la Araucanía no tendrá mucha llegada. Huenchumilla hará todo lo posible para evitar su éxito. En política, y en la vida en general, las cuentas se pasan. Otra opción es Valparaíso. Ahí las chances son mayores en caso de que Walker vaya como candidato presidencial y le ceda el cupo. En el Maule la situación tampoco lo favorece. El PDC ya tiene dos senadores y no hay posibilidad alguna de alcanzar un tercer escaño. El naipe se abre en caso de que Ximena Rincón decida no regresar a la zona, y que Manuel Antonio Matta opte por ir como diputado. En Aysén está Patricio Walker y no hay espacio para otro DC. Queda a disposición el norte de Chile, una zona particularmente hostil para el partido de Burgos. Atacama es de Yasna Provoste y Arica es una moneda al aire.

Burgos dijo que no abandonaba la política, y que sólo se tomaría un mes de vacaciones para volver a la actividad. No vaya a ser cosa que, a su regreso, la política lo haya dejado a él. Ojalá no se entere de aquello por la prensa.

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