Una de las definiciones centrales de lo político es la capacidad de generar relaciones para la construcción de la sociedad. Así al menos nació dicho concepto en la historia. Dentro de esa construcción hay una serie de ritos. Esa ha sido una de las premisas con las que el nuevo ministro del Interior, Mario Fernández, arribó a La Moneda, haciendo un esfuerzo por recuperar esos ritos de la política. Al menos esa ha sido la primera señal que bajo un renovado ímpetu ha intentado brindar a los partidos de la Nueva Mayoría. Y eso es lo que les ha transmitido en las visitas que realizó a las sedes partidarias durante sus primeros días al mando del gabinete ministerial.
Un ejemplo. En la reunión que sostuvo con el Partido Radical el pasado lunes se habló de todo, sin tapujos De hecho lo primero que dijo el ministro luego de abandonar una de las oficinas de la añosa sede de Paris con Londres fue: “me impresionó el nivel del debate”. En las casi dos horas que estuvo frente a la mesa directiva del radicalismo Fernández les planteó, según comentó uno de los presentes, algo tan sencillo como que su principal labor era hacer política, que los técnicos estaban para otra cosa. Pero lo político va más allá de generalidades, también se relaciona con el poder. Y en ese plano, en el PR tampoco hubo rubor en solicitar mayores cupos en algunos puestos del Estado, por considerar que hay zonas en donde la representatividad del partido no se ve reflejada en cargos. Algunos se sonrojaron con la directa solicitud, pero “El Peta”, como se le conoce al ministro, lo entendió, porque eso también es parte de su labor. Principalmente se trataron los temas de algunas Seremis, pues se comenta en Palacio que Interior está preparando ajustes en varias divisiones regionales.
Esa fue una queja, la otra que también fue expuesta en las otras reuniones que sostuvo por ejemplo con el Partido Comunista y el Partido Socialista, es que La Moneda debe establecer un nuevo método de relación con los siete partidos que conforman el conglomerado, y que dan sustento al gobierno de Michelle Bachelet. Nada nuevo bajo el sol. Dicha demanda se ha escuchado en todos los tonos y formas durante estos dos años y medio de gobierno. Varios al interior del oficialismo comparten el mismo análisis: con Peñailillo no existían los partidos debido a su personalismo exacerbado; con Burgos algo se avanzó, pero sin resultados concretos. Todos esperan que ahora bajo la era de Fernández sí se logre la tan ansiada coordinación en el trabajo de equipo.
La presidenta de la DC, Carolina Goic, cree que su camarada llegó con esa misión: “Ha tenido gestos con los partidos entendiendo el rol de articulador del gobierno con los partidos. El no sólo está aportando energía sino que está ayudando a la lógica de ordenamiento”. Y la senadora da un ejemplo: el rol que tuvo Fernández en el veto presidencial a los dos artículos de la reforma laboral sobre pactos de adaptabilidad y quórums para formar sindicatos. “Asumió con harta propiedad con la tarea de coordinar el gabinete, y como tarea prioritaria se notó en la decisión del veto en el tema laboral que se resolvió. El pidió un par de días y actuó con decisión. (El ministro) influyó en tomar la decisión, bajo una mirada conjunta”, dijo.
En tanto, el presidente de la Cámara de Diputados, Osvaldo Andrade (PS), resaltó que el ministro está cumpliendo con todos los ritos de la política al hablar directamente con los partidos y con las presidencias de ambas cámaras: “Su primera actuación fue avisar a su partido, visitar a los otros partidos, visitó a los presidentes del Senado y la Cámara. Desde el punto de vista de los ritos básicos creo que los ha cumplido rigurosamente. Tengo buena impresión de su conducción, ha mostrado una inequívoca idea para cumplir las instrucciones y los temas programáticos del gobierno, también ha hablado de la proyección de la Nueva Mayoría lo que habla de iniciativas a mediano plazo”, comentó.
“Hay que acostumbrarse a las divergencias”
Sin embargo, este camino de diálogo y conducción ya presenta algunos ripios. Esta semana el PC criticó duramente el rol de un miembro del comité político: el ministro de Hacienda Rodrigo Valdés por su poco espacio para escuchar a todos los actores en medio del debate por el reajuste al salario mínimo.
Consultado este jueves al respecto Fernández desdramatizó este impasse “No estuve en el Congreso, tenía que estar en La Moneda y los detalles no los tengo, pero también muchas veces surgen este tipo de malos entendidos, si todo salió bien eso es lo importante”, dijo al ser abordado en unos de los patios de Palacio.
El jefe del gabinete también confesó que este tipio de conflictos son propios en el marco de los debates que se pueden dar ante un proyecto de ley: “Hay que acostumbrarse de que en la tramitación legislativa siempre se producen divergencias. El trámite es muy extenso”, concluyó.
La próxima semana en un nuevo capítulo del comité político seguramente recibirá la queja del PC ante este evento con Valdés y Fernández deberá poner a prueba el nuevo estilo que pretende impregnar en la relación con los partidos, escuchando y haciendo un nuevo esfuerzo por recuperar las confianzas y reestablecer los puentes de diálogo.