Hasta hace un mes dentro del consejo asesor de la Cancillería para la demanda boliviana por una salida soberana al mar, había una idea que ya estaba más o menos clara pero en relación a otro tema: Chile ya estaba trabajando para contrademandar en el caso que Bolivia acudiera a la Corte Internacional de Justicia de la Haya (CIJ) por el río Silala. Dicho consejo también se reunió para ver el tema con un resaltado protagonismo de la directora de Límites y Fronteras, Ximena Fuentes, quien era la que ya estaba recolectando toda la información para una eventual contrademanda. La idea de la contrademanda era la que todos manejaban.
Pero de ahí en más, Fuentes comenzó a realizar consultas específicas en privado a determinados expertos para armar el caso. Todo el trabajo apuntaba a una preparación jurídica y técnica por el conflicto del río Silala. Sin embargo, a muchos sorprendió lo rápido que se tomó la decisión de no esperar más y demandar sin esperar la determinación boliviana. Decisión que nació de la oficina presidencial. Algunos creen que hubiese sido óptimo esperar, al menos, la presentación de la contramemoria por la demanda boliviana que tiene como plazo el próximo 25 de julio, para no mezclar las cosas. Con todo, las últimas y reiteradas declaraciones del presidente Evo Morales aceleraron las aguas. Bachelet decidió no esperar ni un minuto más.
Varios expertos sostienen que una demanda se puede preparar en poco tiempo, porque es breve y más bien es un resumen ejecutivo de lo que sería la memoria que sí tiene detalles y capítulos específicos. Por lo tanto, no consideran que se haya actuado con improvisación. Todo ello ante algunas interrogantes que han surgido en torno a que la decisión de Bachelet se habría debido más bien para cambiar la agenda ante la baja aprobación que ostenta. Pese a ello, desde varios flancos apuntan que si bien hubo premura, en algún minuto se iba a tener que actuar.
El abogado y ex juez de La Haya, Hugo Llanos, afirma esta tesis de que el gobierno debió haber esperado un poco más. Ir por partes, sin premura, afirma. “Si el mismo gobierno de Bolivia plantea un plazo tan amplio para la demanda (dos años), mi naturaleza me hace decir que primero es mejor concentrarse en A para luego encarar B, no dos cosas al mismo tiempo. El 25 de julio despejamos el problema de la contramemoria, allí habría quedado más tranquila la cancillería chilena, para enfocarse después a lo del Silala. Los dados yo los habría tirado solamente en un juicio y no dos en paralelo”.
Llanos cree que incluso la corte al ver estos dos casos, puede contar con un mayor margen para emprender algún tipo de “equilibrio”, sobre todo pensando en la demanda boliviana: “La Corte es tan impredecible. Va a tener dos juicios entre las mismas partes: la demanda boliviana y ahora la chilena, algo que será visto por los mismos jueces. ¿Qué van a hacer en relación a la primera demanda contra Chile?, ¿cuál será el prisma con que atacarán ese problema en relación al segundo?, son preguntas que hay que hacerse, aunque el segundo caso ciertamente es más claro para Chile con una argumentación estrictamente jurídica; pero el primero es más político-diplomático con elementos jurídicos, por cierto, y la Corte tiene mucho más margen para verlo”, advierte. Consultado respecto a si habrá o no influido en esta sorpresiva decisión de demandar la baja aprobación de la presidenta y la coyuntura, Llanos sonríe y agrega: “estas son las repuestas donde ustedes (los periodistas) escriben silencio y sonrisas”.
En tanto, el analista internacional, Guillermo Holzmann cree que la presentación de la demanda y el momento interno actual solo corresponden a una “desafortunada coincidencia". "Podría quizás haber apresurado en algo la decisión, pero nada más”, dice. El académico cree que esto responde a una estrategia comunicacional de pasar a la ofensiva de parte de Chile: “Había una necesidad del gobierno de tomar la iniciativa y de tener un cierto control con las relaciones con Bolivia. La oportunidad la da Bolivia a raíz de todas las últimas declaraciones de Morales y la construcción de una institucionalidad de ese país por el río Silala, anunciando- por ejemplo- obras en el caudal del río en la parte boliviana lo que disminuiría el curso de aguas hacia Chile. Con todos esos elementos no había posibilidad de diálogo y las alternativas de Chile no era muchas”, sostiene.
Explicar la demanda
Para el abogado académico de la Universidad Central, Samuel Fernández, ahora Chile deberá pasar a la ofensiva en lo comunicacional y salir a explicar la demanda ante la comunidad internacional: “Debemos dar a conocer internacionalmente el por qué demandamos y nuestros fundamentos. La diplomacia reservada que corresponde para no ventilar cursos debe estar presente, pero tenemos que hacer una campaña de información seria y documentada para poder justificar la acción”.
En ese sentido, el ex embajador además de justificar plenamente la presentación del recurso judicial, cree que Chile tiene los argumentos de sobra para defender su postura: “La demanda no requiere de un estudio demasiado prolongado, los antecedentes siempre han estado en la Dirección de Fronteras y Límites de Chile y por algo se ha nombrado a su directora como agente. Es una cosa que ha estado siempre pendiente de Bolivia que siempre nos han amenazados. Había antecedente desde hace tiempo para efectuar esta demanda”.
Para Holzmann es importante junto con explicar, alinear posturas, sobre todo en los gobiernos regionales y locales que colindan con el río: “Chile debe explicar claramente ahora de que se trata el tema del Silala más allá de la declaración que saqué el ministro, significa alinear no solo a los partidos políticos, sino también a las autoridades del Estado, incluso alcaldes. Hay temas que aparecen en contradicción con autoridades regionales, se debe alinear ese discurso”.
Con todo, existe un alto grado de consenso en torno a que Chile debía demandar a Bolivia, adelantarse y formar un caso. Sin embargo, algunos reparan en el momento y la relativa premura; aunque desde Cancillería, a través del ministro Heraldo Muñoz, se ha enfatizado en que no se debía esperar más, dado los constantes ataques y los dos años de incertidumbre que se podían abrir esperando la demanda boliviana. Chile deberá ahora demostrar jurídica y comunicacionalmente que el Silala es un río de aguas internacionales y que Bolivia quería construir obras en la ribera que iban a afectar a nuestro país como nación de aguas abajo. Por ello, la demanda también incluyó temas de resguardos medioambientales. En los círculos diplomáticos y académicos hay consenso en que en este caso Chile tiene nutridas argumentaciones de derecho y también geográficas que hacen muy probable un éxito. Aunque también en los mismos círculos siempre advierten que con la corte nunca se sabe, y menos ahora que tendrá dos casos, si bien diferentes pero que atañen a los mismos países.