A casi dos meses de la muerte de su padre, Patricio Aylwin, su hija Mariana Aylwin Oyarzún (66) aún viste de luto. “Ha sido un tiempo de introspección y he querido andar de luto y espero hacerlo unos días más. Siento que todavía no me puedo poner ropa roja, de colores… por respeto, no sé”, comenta la ex diputada desde su oficina en un antiguo edificio en calle Miraflores, en pleno centro de Santiago. Mariana Aylwin muestra varias cajas con libros de condolencias provenientes de todo Chile. Sobre la mesa tiene uno especial realizado por el Hogar de Cristo, con un resumen de frases de pesar y sus autores. Lo abre y no deja de emocionarse.
Justamente, esa mañana —del pasado miércoles— se encontraba visitando la tumba de su papá en el Cementerio General junto al senador italiano Pier Ferdinando Casini, de visita en Chile, cuando se enteró de la renuncia de Jorge Burgos al Ministerio del Interior y de la casi inmediata designación de Mario Fernández, en su reemplazo.
La ex ministra ha sido una dura opositora a la reforma educacional, ha tenido una relación tensa con la DC y se ha acercado al movimiento Ciudadanos de Andrés Velasco que, asegura, pronto se convertirá en partido.
—¿Le sorprendió la renuncia de Jorge Burgos?
—Sí y no. Sí, porque no esperaba que fuera hoy ni que fuera de la forma que fue, pero era algo que se veía venir. Jorge Burgos no parecía cómodo en Interior y era muy evidente que estaba a contrapelo en muchas cosas, que no tenía un rol político significativo en La Moneda ni en el gobierno, y estaba más bien dedicado a la seguridad pública. Por todo ello, yo pensaba que era posible que renunciara en cualquier momento. Ahora no me calza que se diga que la renuncia es por motivos personales cuando existen todos estos antecedentes. Quizás existe un motivo personal que la gatilló, yo no lo sé, pero no me cabe duda que su salida es por una razón política.
—Para muchos era insostenible su permanencia, por su relación con la presidenta Bachelet.
—No sé si la relación era mala, pero era lejana y tenían criterios muy distintos para enfrentar las cosas. La presidenta no lo consideraba lo suficiente y yo pienso que no va a seguir considerando a ningún ministro del Interior. Ella tiene un equipo con el cual actúa, saltándose a sus ministros, por lo tanto, hay un problema de gestión de la presidenta. Yo más bien me planteo si es bueno para la Democracia Cristiana seguir en un ministerio en el cual sólo paga los costos de la seguridad pública y no influye en las decisiones políticas.
—Quizás los últimos atentados en La Araucanía fueron un punto de inflexión en la relación.
—Mi impresión es que Jorge es el único ministro que se ha preocupado realmente del tema de La Araucanía, que ha visitado la zona, que lo ha enfrentado y que ha intentado implementar una política sin recibir el apoyo suficiente. Lo mismo le ha pasado en los temas de seguridad pública, al impulsar la agenda corta contra la delincuencia tampoco ha tenido el respaldo que debiera haber tenido del gobierno y de la Nueva Mayoría. No sé qué tanto se juega la presidenta en este tema, pero es probable que la propia presidenta esté en contra de esa propuesta.
"La muerte de mi padre lo que me ha indicado es que hay un mundo en la sociedad chilena, silencioso, que está esperando liderazgos que puedan unir a los chilenos y proponer, con firmeza, soluciones a los problemas que los chilenos tienen sin rupturas traumáticas".
—¿Qué le parece la llegada de Mario Fernández? Él es muy cercano a Gutenberg Martínez, ¿cree que ello sea un factor de peso?
—Tengo la mejor opinión de Mario Fernández como persona, tiene una larga trayectoria política, pero la verdad es que aquí el problema de fondo es otro: es la gestión de la presidenta y su relación con los ministros democratacristianos. No sé si vale la pena que el ministro del Interior nuevamente sea un democratacristiano.
—¿Estima que es un buen momento para un cambio de gabinete más amplio?
—No lo sé. Siento que este gobierno opera de manera distinta a lo normal, entonces, uno nunca sabe qué va a pasar.
—¿Pero con la llegada de Fernández se podría deducir que el gobierno se aferra a la Concertación en esta última etapa?
—El gobierno tendrá muchas dificultades en lo que le resta y se verá obligado a negociar para poder sacar adelante las reformas emblemáticas de la presidenta. Existen restricciones presupuestarias severas, hay un clima adverso, con poco apoyo ciudadano, y enfrenta las divisiones al interior de la Nueva Mayoría en temas relevantes.
¿Candidata? No fuera de la DC
—¿Cómo ve a la Nueva Mayoría?
— La Nueva Mayoría no tiene destino, por motivos objetivos. En primer lugar, sustenta a un gobierno con un 70% de desaprobación, o sea, existe un gran rechazo a la coalición. En segundo lugar, no existe hoy un liderazgo claro que la aglutine y, en tercer lugar, como ya no existe el sistema electoral binominal, los incentivos irán para que cada partido forme su lista parlamentaria y mantenga su candidatura presidencial hasta el final, salvo que se configurara un liderazgo potente en torno a Ricardo Lagos. Pero hoy eso tampoco se ve muy cercano.
—¿Cómo cree que se deberían enfrentar las próximas elecciones presidenciales?
—En este contexto, creo que la Democracia Cristiana tienen que llevar un candidato propio y una lista parlamentaria propia, con nuevos aliados, como Ciudadanos, que pronto se inscribirá como partido político. En la próxima elección la DC tiene que buscar representar el centro político y, para ello, buscar alianzas con el mundo liberal, con el mundo socialcristiano y socialdemócrata que hoy no se siente identificado con los partidos tradicionales. Yo creo en una alianza de centroizquierda, pero equilibrada y ese equilibrio hoy no existe, el gobierno está muy deteriorado, el prestigio de los partidos está en el suelo y están surgiendo movimientos nuevos, partidos políticos nuevos, lo cual a mí me parece un signo muy positivo, en términos de que abandonan la movilización social para defender sus intereses particulares o sectoriales para insertarse en el sistema político y creo que eso es bueno para la democracia. Las cosas serán más competitivas y el panorama es bastante incierto.
—Los senadores Ignacio Walker y Carolina Goic son los DC con más posibilidades de ser candidatos, ¿a quién prefiere?
—Falta tiempo para decidir eso, pero a mí, más que el nombre, quiero ver cuáles serán las propuestas de quienes puedan ser los abanderados de la DC, porque es evidente que dentro del partido hay visiones distintas. Yo no creo en el futuro de la Nueva Mayoría, otros sí creen en él, y ese es una discusión que tenemos que dar y nuestro candidato tendrá que ser el que represente la posición mayoritaria. Ahora, hoy yo me inclino más por Ignacio Walker en términos de que creo que él ha sido un senador que en los últimos años ha estado más dispuesto a defender una identidad de la DC dentro de la Nueva Mayoría. La DC tiene que fortalecer su identidad, la de un partido que quiere reformas, pero no refundacionales; que quiere un Estado activo y musculoso, pero no invasivo ni controlador, que quiere inclusión, pero también crecimiento económico y que, de alguna manera, intenta tener una visión integrada de la sociedad.
—Andrés Allamand dijo que usted podría ser la candidata del sector que representa hoy Andrés Velasco, José Joaquín Brunner, Juan José Santa Cruz, es decir, los ex Fuerza Pública, hoy Ciudadanos. ¿Existe esa posibilidad?
—Yo soy democratacristiana, su fuese candidata presidencial tendría que ser de mi partido, lo cual lo veo bastante difícil, pero tampoco ese es mi proyecto personal. Yo estoy disponible a jugármela en un proyecto colectivo y no necesariamente en una carrera presidencial.
"La DC tiene que llevar un candidato propio y una lista parlamentaria propia, con nuevos aliados, como Ciudadanos, que pronto se inscribirá como partido político. (...) Yo creo en una alianza de centroizquierda, pero equilibrada y ese equilibrio hoy no existe".
—¿La muerte de su padre le inyectó energía para volver con más fuerza a la política?
—Siento un compromiso con los valores que defendió mi padre, con su legado. Vamos a formar una fundación para difundir ese legado y mantenerlo. Yo tengo vocación política y la muerte de mi padre lo que me ha indicado es que hay un mundo en la sociedad chilena, silencioso, que está esperando liderazgos que puedan unir a los chilenos y proponer, con firmeza, soluciones a los problemas que los chilenos tienen sin rupturas traumáticas.
—¿Estaría dispuesta a congelar su militancia en la DC para ser candidata de otro bloque?
—Eso no se me ocurre.
—¿Y volver al Parlamento?
—Es una posibilidad. Ahora si usted me pregunta “si me gustaría”, no estoy tan segura. Hoy tengo una vida bien plena y bien feliz, sí me gustaría participar en un proyecto colectivo y estoy disponible a ser candidata si hay otras personas que también están disponibles, y si eso conlleva una posición para poder influir en el destino que uno quiere para su país.
—¿Cómo ve la convivencia de fuerzas en la DC?
—Recién se produjo una discusión en torno a un consejo económico social impulsado por la directiva DC, y se proponen los nombres de Eduardo Aninat y René Cortázar y son vetados inmediatamente. El mío ni se propone porque lo vetarían altiro. Y quienes vetan esos nombres son un sector del partido que no quiere debatir e imponer su visión.
—¿Se podría producir un eventual quiebre del partido, como sucedió en 1969 con el MAPU?
—El tema es que mientras la DC esté en el poder es bien difícil que se produzca un quiebre, porque el poder une, pero es una unión por motivos pragmáticos y por la necesidad de participar en cargos públicos. Si queremos pensar igual que el Partido Socialista no tiene sentido que existamos y menos que estemos en una coalición. Si soy socialista, me voy al PS; si soy comunista, milito en el PC; pero si soy democratacristiano, tengo que defender mi identidad propia y eso hay un sector en el partido que no ha sido capaz de hacerlo.
Educación: “Los huevos en el canasto equivocado”
Mariana Aylwin es profesora de Historia, fue titular de Educación durante el gobierno de Ricardo Lagos y posee una corporación —sin fines de lucro— que agrupa a varios colegios de sectores sociales vulnerables y de clase media. Desde esa pespectiva cuestiona las reformas impulsadas el año pasado que apuntaron al fin del lucro en los colegios subvencionados.
—Es evidente que toda la venta de infraestructura, enmarcada en el llamado fin al lucro, está hoy generando un problema. Ni siquiera se ha echado a andar, porque los reglamentos no coinciden, no cuajan con la situación real. Aparte veo una tendencia centralizadora que le otorga un rol al Estado muy grande. Cada día tenemos más injerencia de instituciones estatales para controlar, para influir, para impedir que se establezcan medidas disciplinarias.
"Este gobierno le está pavimentando el camino a un gobierno de derecha y creo que Sebastián Piñera va a capitalizar esta situación, a pesar de la intrascendencia de la derecha durante este gobierno".
Cuando se le pregunta por la gratuidad en la educación superior, prometida por el gobierno, a Mariana Aylwin le cambia el rostro, endurece la voz y espontáneamente surgen algunos rasgos muy parecidos a los de su padre.
—No puedo entender que los principales argumentos para implementar una reforma en la educación superior sean la gratuidad y el aumento de la matrícula en el sector estatal. ¡Van a proponer que aumente el sector estatal del 15% de matrícula al 50% de matrícula. Yo, de verdad, creo que estamos poniendo los huevos en un canasto que no corresponde! Había que partir por la educación pública y los recursos que son escasos en Chile hay que invertirlos principalmente en educación preescolar y escolar.
—En este contexto, ¿usted ve posible un próximo gobierno de centroderecha?
—Este gobierno le está pavimentando el camino a un gobierno de derecha y creo que Sebastián Piñera va a capitalizar esta situación, a pesar de la intrascendencia de la derecha durante este gobierno. También le tengo miedo al surgimiento de un liderazgo populista, y uno de ellos es el del senador Manuel José Ossandón.