Para nadie es un misterio lo complejo que ha resultado para la Nueva Mayoría convivir bajo la presión de siete partidos que deambulan entre el centro y la izquierda comunista. A esta altura muchos análisis concuerdan en que la coalición sólo se vio forzada a generarse para poder convivir con el poder por cuatro años ante una segura elección presidencial de Michelle Bachelet. No había que mirar en detalle el programa, las cosas se podían ir resolviendo con el paso del tiempo. El problema es que el trámite de las reformas ha ido dejando heridos en el camino y el futuro se ve nublado sin una figura como Bachelet de la cual guarecerse para aferrarse a ese poder. Todo un difuso escenario.
El presidente del radicalismo, Ernesto Velasco, ve con preocupación la proyección del conglomerado en un análisis que compartió con Qué Pasa. A su juicio hay certezas que hoy no existen en la Nueva Mayoría y que considera que es momento de comenzar a discutir. Y en serio. “El diagnóstico que hay que hacer es que la Nueva Mayoría es el encuentro del centro con la izquierda. Una mayoría social y política por los cambios que tuvo un programa, donde reformas como la educacional marca no solo un período, sino que tiene un horizonte más prolongado de tiempo. Y ese el ejemplo de la necesidad de proyectar la Nueva Mayoría para un nuevo período de gobierno, pero para eso se requieren dar ciertas certezas que hoy día no existen. Primero tiene que haber una voluntad explícita de seguir juntos, con reglas del juego claras”.
Y dentro de ello hay un debate que tarde o temprano el oficialismo deberá abordar: las elecciones parlamentarias y presidenciales. El antecedente de la compleja y tensa negociación municipal no es para nada una buena señal. La Nueva Mayoría no cuenta con un abanderado presidencial seguro y el nuevo sistema electoral ya hace presagiar una dura disputa en torno a cuántas listas llevarán a las urnas. Velasco tiene una postura clara: “Nosotros somos partidarios de una primaria presidencial para elegir candidato único y una sola lista parlamentaria. Esa es nuestra propuesta. Y una discusión programática que profundice aquellos temas que recojan conceptos como gradualidad, reformas y ponga el acento en buenas políticas públicas”.
Velasco alerta además sobre otra discusión: la elaboración de un programa. Para él éste debe ceñirse a la realidad y no prometer refundar una nación.
—¿Cómo se ve el estado de las cosas para esta negociación parlamentaria y presidencial y programática?
—La Nueva Mayoría está al debe. Nosotros claramente tenemos que definir qué vamos a hacer. Tiene que haber un diálogo programático distinto al de la vez anterior con una discusión más profunda y al detalle de las cosas que debemos hacer y no bajo una lógica refundacional, sino bajo una lógica de gradualidad que permita perfeccionar las tareas que hoy se están haciendo. Aún no veo estas definiciones del todo claras.
—¿Por qué ha costado tanto ponerse de acuerdo en la Nueva Mayoría en todas las reformas, los pactos, las elecciones, en prácticamente todo?
—Es bueno hacer un esfuerzo para proyectar la Nueva Mayoría, darle una nueva oportunidad ojalá tener un nuevo gobierno, para lo que quedó pendiente se pueda hacer. Y en eso hay que tener humildad en decir que hemos perdido la mayoría social y política. Tenemos que tener vocación de mayoría y hay que recuperarla sobre la base de la autocrítica de las cosas que no hemos hecho bien. La discusión central a futuro ahí es la programática, hacer cosas que no pretendan cambiar el mundo en 180 días, que vuelva a recuperar el concepto de gradualidad, de buena política pública.
—¿Es posible generar nuevamente un programa común con este nivel de complejidades?
—El desafío es hacer este debate programático que sea realista en un contexto económico y con liderazgos claros que definan el futuro. Hay saber cómo procesar diferencias, como recuperar la vocación de mayoría y que nuestras propuestas programáticas vuelvan a hacer para los chilenos. Hay que apoyar al gobierno, terminar bien, gestionar mejor, porque si no es muy difícil una continuidad aunque tengamos las mejores definiciones y eso no se hace con un gobierno con dificultades. Y esa proyección de la Nueva Mayoría hoy día está en peligro.
—Rol de Fernández y los ajustes
El ministro del Interior Mario Fernández no ha contado con una gran participación mediática. Más bien se ha mantenido en reserva. Pero no por eso ha estado pasivo. Varios en la Nueva Mayoría coinciden en que ahora el gobierno está hablando de política. Al Peta en ese plano le preocupan y le ocupan dos cosas: que el gobierno termine bien, y que la Nueva Mayoría logre proyección. Una tarea que la presidenta Bachelet ha señalado como prioritaria en varios de los últimos llamados cónclaves. Algo que el encargado de ello, el ex ministro Jorge Burgos, no pudo hacer debido al cansancio. Velasco tiene una crítica visión de cómo funcionaba el anterior comité político: “El comité político se había transformado en algo bastante poco trascedente. Era una discusión más bien de agenda legislativa que de líneas gruesas políticas que debe tener la gestión del gobierno y los partidos. El giro que le está dando Fernández es un síntoma positivo, en términos de que podamos abordar desde un punto de vista más estratégico los temas de fondo. Cuáles son: como solucionamos los conflictos, cómo procesamos nuestras diferencias, cómo este gobierno termina bien, porque si no ocurre es difícil que pretendamos continuar en otro con la Nueva Mayoría o con el título que sea y la relación con los partidos sea mejor”.
Para el Velasco en el anterior comité había una particular paradoja: “no se hablaba de política, es como si una junta médica no hablará de ciencia”.
—Y en ese plano, ¿ha mejorado en algo esto con Fernández?
—El ministro Fernández tiene una virtud, es una persona que valora los partidos y los acuerdos en política y esto no es solo parte de una coalición, sino de un sistema político que tiene que recuperar esa sana práctica que es la del diálogo cívico para la construcción de acuerdo. Fernández está bien inspirado en eso.
—¿Se requiere ahora un ajuste mayor, un cambio de gabinete?
—La presidente define su elenco. Pero creo que ya está claramente a la vista la necesidad de hacer un ajuste en el gobierno, no sólo en lo nacional sino también en las regiones, de personas que tengan la competencia y la certeza de que se quedarán hasta el último día de gobierno.
—El ministro Eyzaguirre ha sido últimamente flanco de muchas críticas, ¿Cómo evalúa su gestión?
—La ausencia de un diseño de mayor densidad política a él y a ese ministerio le ha pasado la cuenta, porque esto no es un tema de competencias personales, sino un tema de cómo se hace política. Ha habido un déficit. El ministro ha tenido toda la capacidad, pero hay un problema mayor de fatiga de material, en donde el diseño político no ha dado en el tono. Y espero que ahora sí lo haga, no es un problema solo de Eyzaguirre sino del equipo político.
La promesa incumplida
La reforma educacional puede traer muchos problemas y agravar el estado de las cosas en el oficialismo. El proyecto entra el Congreso con una serie de dudas y una abrumadora avalancha de críticas. Velasco cree que el proyecto será severamente modificado dentro del debate legislativo
—¿Cómo se ve el debate de la reforma, llegando al Congreso con tantas dudas y más divisiones que opiniones favorables?
—El proyecto va a sufrir muchas modificaciones en el trámite legislativo, hay que escuchar no solo a rectores, movimientos estudiantiles, sino a que a todos quienes tengan un punto de vista. Y a partir de ahí que se logre un punto que es proveer un sistema de educación pública como un derecho social y que las universidades privadas tengan regla del juego claro, sin lucro y tengamos un sistema de calidad ya sea en lo público y lo privado que a los padres les brinde garantías.
—¿Se ha improvisado?
—Creo que algo. Se debió haber agotado el campo de cuál eran los puntos de disensos y lo que se habló en su minuto hoy está en un contexto de economía distinto, pues el gran tema es el financiamiento. No se puede improvisar acá.