El encuentro fue en la Plaza El Golf, justo frente a la Parroquia Nuestra Señora de Los Ángeles, en Las Condes. El lugar no era casual. Resultaba ser lo más cómodo para todos, hoy con múltiples actividades en el mundo privado y académico. Ahí se dieron cita el miércoles pasado a la hora de almuerzo seis ex funcionarios de gobierno que trabajaron prácticamente durante los cuatro años que el ex presidente Sebastián Piñera estuvo en La Moneda. Llegaron con un documento en la mano y afinando, vía WhatsApp, las últimas correcciones.
“Queremos mantener el Excel, pero ahora ocupar el Word”, Eduardo Riquelme, dice uno de los coordinadores, haciendo alusión a este grupo que nació al alero de una administración que buscaba ser eficiente, pero que se olvidó de las ideas, según su reflexión.
Lejos del ajetreo del centro cívico que rodea al Palacio de La Moneda, y sumidos en el ruido de los vehículos que se atochan para subir o bajar por Apoquindo, los seis profesionales posan para ser inmortalizados. Decidieron salir a la luz pública para defender la obra del primer gobierno de centroderecha desde Jorge Alessandri, y aportar, dicen, con ideas para la proyección del hoy bloque de oposición. Pero también para plantear una visión crítica del sector.
Quieren recuperar terreno. Su objetivo final: volver al poder de la mano del candidato que mejor represente esas ideas. Lo dicen así, mientras tanto Chile Vamos decide cómo se presentará a las próximas presidenciales, aunque reconocen en Piñera la principal opción, la referencia más importante. Quieren volver a la administración pública, al centro de la capital.
“Queremos mantener el Excel, pero ahora ocupar el Word”, dice de entrada, Eduardo Riquelme, abogado, vicepresidente de RN, ex jefe de la División Jurídica de la Segpres, y uno de los coordinadores del grupo, haciendo alusión a este grupo que nació al alero de una administración que buscaba ser eficiente, pero se olvidó de las ideas, según su reflexión. Es parte de lo que plasman en el manifiesto
“Hacia un buen puerto: cartografía para la centroderecha”, documento que vienen trabajando hace casi un año y que por estos días hicieron llegar a todos los precandidatos presidenciales del sector, y principales líderes de Chile Vamos.
“Nos encontramos en un momento histórico. Puede que las circunstancias que nos trajeron hasta acá hayan sido indeseadas algunas, resistidas otras; difíciles de aceptar para una centroderecha que, pese a haber ganado el gobierno, se ha visto confundida y algo perpleja durante estos últimos años —y por qué no, estas últimas décadas—”, comienza el texto.
La tertulia
Hace un año crearon un grupo de WhatsApp que llamaron “Tertulia”, rótulo bajo el que convocaron a los primeros encuentros. Primero, como amigos que habían compartido funciones en el gobierno de Piñera, espacios comunes en Renovación Nacional (RN) y Chile Vamos, centros de pensamiento de la centroderecha e incluso ámbitos más privados. Con el paso del tiempo, los encuentros se hicieron más frecuentes y las discusiones más acaloradas, aunque los puntos de encuentro se multiplicaron: profesionales jóvenes entre 30 y 40 años, con experiencia de gobierno, liberales de centroderecha y con síndrome de abstinencia.
Las citas comenzaron justo cuando el sector atravesaba una grave crisis de representación, golpeados por los casos de financiamiento irregular de la política y una oposición al gobierno de la presidenta Bachelet que no resultaba efectiva.
“Hoy en día nuestra referencia es el gobierno democrático de Sebastián Piñera. Esa es nuestra referencia para construir desde esa base el futuro para la centroderecha” dice Juan Francisco Galli, otro de los integrantes del grupo.
Que la centroderecha carecía de ideas era un diagnóstico compartido. Entonces, el grupo surgía como una forma de contrarrestar la inacción de los partidos y los esfuerzos individuales de intelectuales independientes, como Pablo Ortúzar y Hugo Herrera, que se transformaban en la doctrina imperante en el sector, según podían colegir en sus conversaciones.
A medida que las discusiones se tornaron más contingentes, decidieron dar un paso más institucional: hace tres meses invitaron al presidente de RN, Cristián Monckeberg, a uno de los encuentros, entre otras personalidades. También participó en más de alguna reunión el diputado RN Diego Paulsen.
Fue en ese contexto que Monckeberg, quien se convirtió en asistente regular, les propuso pasar a la ofensiva: que plasmaran en un texto su diagnóstico y todas sus ideas, de manera de contribuir al debate sobre el futuro de la coalición, pero desde dentro de los partidos y tomando como eje la experiencia de haber estado en el gobierno.
“La primera conclusión es que estamos en un momento histórico, porque las ideas que la opinión pública demanda calzan perfecto con lo que la centroderecha puede dar. La gente no quiere más Estado, quiere un Estado que castigue los abusos, pero que le permita a la gente crecer. El segundo eje es que necesitamos una sociedad meritocrática y basada en la igualdad de oportunidades. Tercero: gobernar no significa un statu quo, sino que administrar los cambios que queremos hacer, que la sociedad espera y en la dirección correcta”, dice Roberto Munita, sociólogo de la Universidad Católica y asesor legislativo de la bancada de diputados RN en el Congreso.
El concejal de Vitacura Carlos Cruz-Coke, integrante de la comisión política de RN y candidato a alcalde por Coquimbo, dice que la convocatoria surgió luego de que advirtieran una suerte de “inmovilismo” en las fuerzas del centroderecha cuyas ideas, plantean, naufragaban junto con la crisis de representación que golpea a todo el arco político.
“La política es movimiento. Si te paras, te comen. Hay que estarse moviendo. Y están los temas como la colusión, hacer una separación franca entre lo que son los negocios y la política. Está el tema de mirar instituciones como las AFP y las isapres, pero poniendo a las personas en el centro y que la solución no sean más aparatos públicos burocráticos, sino retomar los cambios que hicimos antes e hicimos bien”, dice quien trabajó en la creación de la Subsecretaría de Prevención del Delito durante el gobierno de Piñera.
El grupo de ex funcionarios se planteó dibujar así una especie de cartografía, una propuesta de hoja de ruta que parte de la base de que “corren vientos transformadores” y reconoce la existencia de movimientos y demandas sociales imperantes. Un discurso que va en línea contraria con lo que se empuja desde las propias directivas partidarias opositoras, donde los cambios y transformaciones se reconocen como innecesarios y que sólo producen estancamiento, incertidumbres políticas y económicas.
“Los movimientos sociales existen, son un fenómeno real y responden a un sentimiento que lentamente se ha hecho transversal: disgusto, rabia, desconfianza. Estas emociones son y han sido caldo de cultivo para opinólogos y caudillos que pretenden sacarles provecho para concretar sus propias agendas, satisfacer sus propios intereses bajo la apariencia de satisfacer los de la ciudadanía. Para la centroderecha, en cambio, deben ser una señal, una indicación de que debemos reaccionar, no para mantener lo que ya hay, sino todo lo contrario: para tomar el timón y administrar los cambios que deben venir, en la dirección correcta”, dice el documento firmado también por los independientes Juan Eduardo Vega y Alejandro Rojas, ambos abogados que trabajaron como asesores en el Ministerio del Interior.
Defender el mercado
El documento reconoce la existencia de situaciones de inequidad e injusticia que molestan a la ciudadanía y les permite a estudiantes, trabajadores y quienes promueven cambios institucionales enarbolar consignas. “La centroderecha —dice el documento— debe partir por reconocer que existe espacio en nuestro país para mayor justicia, para construir, aunque tantos lo hayan dicho ya ‘una sociedad más justa’”, plantea el texto. Para los redactores, un próximo gobierno debe promover la “igualdad”, pero, “igualdad de oportunidades”.
“Si el fin de todo gobierno es crear las condiciones para que la mayor cantidad de sus ciudadanos sean felices —un concepto tan inasible, la felicidad—, debemos partir por reconocer que todo ciudadano tiene, en efecto, igual derecho a perseguir su propia suerte, su propio destino y bienestar, y que el ejercicio de tal derecho sólo es posible en una sociedad donde todos, sin importar su apellido u origen social, puedan optar a aquellas herramientas que les permitirán desarrollar el concepto que ellos mismos le han dado a su propia felicidad”.
Los integrantes de “Tertulia” buscarán imprimir sus ideas en un libro que será lanzado en plena etapa pre electoral y con el que también intentarán abrir espacio para integrar a otras sensibilidades de centroderecha.
En este punto los redactores resaltan el concepto tradicional de libertad, donde la decisión de aprovechar o desaprovechar las oportunidades sean decisiones personales de los individuos “y no del Estado ni de las circunstancias”, y que las oportunidades “se distribuyan equitativamente”.
También entran al debate sobre la coexistencia de derechos y deberes. “Para asegurar derechos se deben imponer cargas equivalentes, que todo, incluso lo gratis, se paga, y que este país es un barco en el que estamos todos, lo queramos o no, y si se pierde y naufraga, todos sufrimos, no sólo los que votaron en la última elección. No vale sentarse a ver cómo el barco se hunde, quejándonos mientras nos ahogamos junto al resto”, plantean.
Pero otro tema donde hacen un contrapunto es la vinculación del sector a la defensa de las ideas de sectores empresariales y lo que ellos llaman “poderes fácticos”. “No es el barco de los empresarios ni de los grandes poderes fácticos, como se ha dicho con tanta saña por tanto tiempo”, dice el escrito.
Riquelme amplía esta idea. “No protegemos a los empresarios, protegemos al mercado y a los consumidores. Es una falsa imagen la de la derecha protectora de los intereses económicos. Al revés, hay que proteger libre competencia, al mercado y los consumidores. En eso creo que estamos bastante de acuerdo”, adelanta.
“Tomamos las banderas de la sociedad civil. Nosotros no queremos ser los defensores de ciertos poderes económicos. Tampoco queremos que el Estado se lleve todo. Eso se traduce en fortalecer la sociedad civil a través del principio de subsidiaridad a la propia sociedad civil”, refuerza Munita.
Volver a La Moneda
Transversalmente, los redactores del texto reconocen que quieren volver a La Moneda en 2018. Si bien admiten que Piñera es la principal carta, prefieren mantener cautela respecto de la decisión que tomen tanto el ex presidente, como el conjunto de partidos del bloque para definir su opción de retorno al poder.
Pese a ello, la cercanía con el ex mandatario es crucial. Uno de los principales integrantes es el abogado RN Juan Francisco Galli, candidato a concejal por Vitacura, y actual director del área legislativa de Avanza Chile, plataforma política del ex presidente Piñera. De hecho, Galli llega atrasado al encuentro en El Golf, pese a ser el que más cerca trabaja, en Apoquindo 3000, donde se emplazan históricamente las oficinas del ex gobernante.
“El presidente tiene bien ocupado a Galli”, bromea uno de los comensales, apuntando a su retraso.
“El proyecto político va más allá de los liderazgos coyunturales. Hoy en día nuestra referencia es el gobierno de centroderecha democrático de Sebastián Piñera. Esa es nuestra referencia para construir desde esa base el futuro para la centroderecha”, reconoce, de todas maneras, el abogado.
Pese a ello, el tema del candidato presidencial es debate obligado al interior del grupo, como en todo el bloque.
“Estamos todos orgullosos de haber trabajado en el gobierno de Piñera. Entendemos que es el principal referente que tiene la centroderecha desde el gobierno de Jorge Alessandri. Nosotros queremos un candidato de la coalición y ponernos firmes con él. Creemos más en el proyecto político de la centroderecha para los próximos 20 años que en un proyecto de paréntesis de cuatro años”, dice Cruz-Coke.
“Nos interesa que Chile Vamos esté en La Moneda en marzo de 2018. Quién hará ese gobierno, ahí se verá”, refuerza Munita.
En su documento, los ex funcionarios hacen una fuerte alusión al peligro de los populismos. “El populismo es una infección que debemos erradicar”, dice el texto. Consultados sobre si con esa reflexión apuntan a opciones como la del senador Manuel José Ossandón, reconocen que más bien sus reflexiones apuntan a armonizar los conceptos que representan uno y otro, desde su punto de vista: la eficiencia y la calle.
“Hay un falso dilema en la derecha. Se dice: Piñera representa la eficiencia y de algún modo Ossandón representa la calle, los sentimientos. Nosotros nos preguntamos: ¿Cómo no va a ser posible que encontremos ambos discursos? Armonizarlos, de forma tal que, manteniendo la eficiencia no nos quedemos sólo en un modelo”, cierra Riquelme.
¿El próximo paso? Los integrantes de “Tertulia” buscarán imprimir sus ideas en un libro que será lanzado en plena etapa preelectoral y con el que también intentarán abrir espacio para integrar a otras sensibilidades de centroderecha.
“Una de las gracias que tiene nuestra generación, de cuño más moderado, es que tenemos muchas redes, mucha apertura con sensibilidades de centroderecha y más allá de ella. Tenemos muy buenas relaciones con profesionales de la UDI, con los movimientos nuevos, Construye Sociedad, Republicanos, Evópoli, y también con el PRI”, afirma Munita.
Y como objetivo final, volver a La Moneda. “Lo importante es aportar desde el plano de las ideas para volver al gobierno. Ahora, si volvemos al poder y nos llaman de nuevo, bueno, eso será otra historia”, resume Cruz-Coke.