No estaba previsto. Desde Presidencia enfatizaron que la visita de los ex presidentes Ricardo Lagos y Eduardo Frei a La Moneda fue a solicitud de ellos. Con esta reunión no comenzaba de forma oficial la serie de encuentros que se programarán con los diferentes actores políticos, sociales, económicos académicos, con los cuales la mandataria discutirá su reforma a las pensiones. Reforma, pues ya en Palacio se habla de la quinta reforma estructural de la segunda era Bachelet. Esta era una cita especial, un espaldarazo que nació por motu proprio de los ex mandatarios y que brindó un cierto aire de respiro a una presidenta que necesitaba con urgencia alguna señal de apoyo.
De este modo, a las 16: 30 horas ingresaron por la puerta principal de la Casa de Gobierno ambos ex jefes de Estado. Luego de un cordial saludo, se acomodaron en la sala de reuniones presidencial para hablar por más de una hora a puertas cerradas. Y no se fueron con las manos vacías, pues la mandataria les entregó una carpeta con los detalles de las modificaciones que se tienen en mente para el sistema de pensiones. Se fueron con tarea para la casa y con material para estudiar.
Tras la cita, en el salón O’Higgins ambos ex mandatarios compartieron junto a la prensa algunos conceptos. La mayoría de estos trazaba una línea central: la satisfacción que les produjo el llamado de Bachelet a un gran pacto nacional. La política de los acuerdos, esa vieja práctica concertacionista se dejaba caer en el Palacio, con aires de esperanza como expresó el ex presidente Frei: “Lo que sucedió ayer me produce mucha esperanza, porque no solamente la propuesta que es integral, completa para un tema de país, asumir una política de Estado; además está acompañado de una reflexión nacional de un gran acuerdo”. El ex mandatario agregó que esta señal era muy importante, sobre todo en el complejo escenario que atraviesa el país: “Es muy importante en este momento en que un clima de descalificación y desconfianza en el país que haya un espacio para entenderse con temas que trascienden un gobierno y que va a permitir un punto de inflexión para nuevas conversaciones y actitudes, cambiar un poco este clima”, enfatizó Frei.
A su turno Lagos Escobar dijo compartir ese análisis sobre la importancia de los consensos y destacó que lo más valorable de la acción emprendida por Bachelet es que esta vez se estaba pensando en el largo plazo. El ex mandatario hacía ver la visión de estadista que ha intentado reforzar este último tiempo, resaltando la trascendencia de pensar con proyección y no sólo en el día a día: “Tiene que haber una mirada de largo plazo, más allá de las tareas de las próximas semana. Acá lo que ha habido con este enfoque distinto que ha hecho la presidenta con este pilar, es un enfoque que en el futuro puede continuar desarrollándose”, fue su reflexión.
Pero Lagos apuntó a que este era el primer paso, pues aún quedaban materias pendientes en torno al tema de las pensiones, y citando a Joan Manuel Serrat comentó: “No es todo lo que puede ser, pero es un paso importante y significativo, con este paso se hace camino al andar, hay cosas pendientes, sí, claro”.
En La Moneda cayó bien esta visita, pues también ayudó a descomprimir, en la medida de lo posible, el turbio ambiente que quedó tras las últimas declaraciones de Ricardo Lagos sobre el complejo año y medio que quedaba de gobierno. Reflexiones que no agradaron mucho en Palacio. Además, porque según enfatizaron en La Moneda, fue una solicitud expresa de los ex presidentes el venir a darle el apoyo a Bachelet. Dicha razón explica el por qué no estuvo considerado el ex presidente Sebastián Piñera en la actividad. Dentro de los próximos días se comenzarán a concretar las audiencias que brindará la presidenta con los diferentes actores, pudiendo partir con un recorrido por todos los partidos políticos con representación parlamentaria, según trascendió en la Casa de Gobierno.
Finalmente ambos presidentes salieron caminando raudamente acompañados de unos pocos escoltas de seguridad. Lagos atravesó por el medio de calle Moneda hasta llegar a la esquina de Morandé, donde lo esperaba su automóvil. Caminaba a paso lento, saludando a los automovilistas que estaban apostados en el taco de esa hora, que le respondían su saludo también desde sus ventanas. Por algunos segundos todo parecía un escenario propio de una campaña. Pero eso aún está por verse.